El rapto de las Principeñas (Leyenda)

El rapto de las Principeñas
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Piratascamaguey999.jpg
Fecha:1679siglo XIX
Lugar:Puerto Príncipe. Provincia Camaguey.Bandera de Cuba Cuba
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba
Líderes:
Pirata Francois de Granmont

El rapto de las Principeñas (Leyenda), hecho que describe el asalto del pirata Francois de Granmont a Puerto Príncipe.


Historia

Según la tradición, la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe fue fundada el 2 de febrero de 1514, aunque esta fecha es cuestionada por algunos historiadores y documentos encontrados posteriormente. Lo cierto es que primeramente su vida comenzó el Punta del Guincho, Nuevitas, pero por la cantidad de mosquitos y jejenes existentes, además de la necesidad de buscar mejores tierras, fue necesario su traslado en 1516, hacia Caunao (hoy Caonao, del actual municipio de Florida). A principios de 1528 se produjo un nuevo traslado, ya el definitivo, esta vez más al sur, el lugar estaba en el frecuentado camino de Sancti Spiritus a Bayamo, entre los ríos Tínima y Hatibonico. Todos estos traslados no impidieron que la zona fuera objeto de los asaltos que acostumbraban a realizar los piratas por aquellos tiempos. En el año 1555 el pirata Jacques de Sores asaltó algunas haciendas de la costa norte, su destino final era La Habana, robó quesos, reses, tasajo y mujeres, las que abandonó luego en Cayo Coco. El 29 de marzo de 1668 el pirata inglés Henry Morgan asaltó y tomó la Villa. Los vecinos habituados ya a estos asaltos, en cuanto sonaba el toque de alarma enterraban u ocultaban en aljibes y malezas sus principales bienes o escapaban hacia sus haciendas. En esta ocasión Morgan no pudo llevarse mucho y se conformó con incendiar el barrio de Santa Ana, perdiéndose los antiguos archivos de la parroquia, numerosas alhajas y quinientas vacas, se marchó el 1ro. de abril.

Sucesos

El rapto

Después de once años del último asalto, los filibusteros nuevamente visitan la Villa, esta vez fue en 1679, estaban encabezados por el francés Francois de Granmont, quien se hacía llamar Capitán Sonda.
Los invasores entraron en la población estableciéndose, unos, en la Iglesia Mayor, otros, en una casa vecina. Lograron aprehender a algunos de los vecinos que huían y a catorce mujeres, entre las que se encontraban la esposa del alcalde ordinario don José Agüero y dos hermanas de don Francisco de Guevara y Zayas, cura de la Parroquial Mayor. Roberto Méndez describe en forma muy amena lo sucedido,
"No era mucho lo que los principeños en su huída le habían dejado, pero además, comenzaron a temer los filibusteros ser víctimas de una emboscada, sobre todo cuando descubrieron que esa población tenía mucho mayor número de habitantes de lo que habían creído. Quisieron entonces negociar su salida de allí: estaban dispuestos a entregar a los rehenes e inclusive el botín, si se podían marchar con sus armas sin ser molestados".
Se produce un parlamento entre el alcalde y los filibusteros, en esta parte cita Roberto a Morell de Santa Cruz describiendo la escena en que el alcalde expresa "que si por la presa de las catorce mujeres presumían que él, y su pueblo habían de admitir pláticas, y capitulaciones ignominiosas, vivían engañados, porque aunque se las llevaran todas, y la primera la suya, no cederían un punto del valor, y honrosidad de la nación española".
Los piratas se retiraron entonces, llevando a sus mujeres como escudo, se internaron en la Sierra de Cubitas, y a pesar de ser atacados por los principeños, lograron llegar a bordo con el botín.

Actitud de los vecinos en Puerto Príncipe

Luego de este suceso los vecinos, desesperados por la situación, comenzaron a juntar el botín solicitado por los raptores, y así rescatar a las damas que tan vilmente se habían llevado. Llegaron hasta mendigar en lugares vecinos la suma pedida.
Según Roberto, "se dice que el cura Guevara tuvo que empeñar las lámparas de la parroquia para rescatar a sus dos hermanas.
Más de treinta días tomaron estas gestiones, hasta que pudieron acumular una cantidad satisfactoria y entonces, al decir de Morell,
"los franceses pusieron en tierra a las prisioneras colmadas de obsequios y muy agradecidas del sumo respeto con que las trataron, y levando las anclas se hicieron vela".

El regreso de las damas

Apuntes de Roberto Méndez

"No es fácil imaginar las escenas que vinieron después: el parloteo de las hermanas Guevara, contando una y otra vez al paciente cura la única aventura de sus vidas, llenas de orgullo a partir de entonces pues habían sido canjeadas por las lámparas de la Mayor, por entonces las alhajas más valiosas de la villa; aunque de todos modos a aquel hogar debió retornar la paz más rápido que al del alcalde ordinario Agüero, cuya pareja, de seguro hecha un basilisco, debió echarle en cara más de una vez que había puesto en peligro la vida y honra de ella por salvaguardar la de la "nación española".
No es difícil suponer que algunos principeños se arrepintieron cien veces de haberse arriesgado en tal empresa con el único resultado de recuperar los sinsabores domésticos, ahora con las arcas más quebrantadas.
De lo que no se habló fue de lo ocurrido en aquel barco. Las mujeres tuvieron buen cuidado en callarlo y los hombres prefirieron pensar que, aunque herejes y piratas, ingleses y franceses podían comportarse como caballeros".

Fuente

  • Juárez Figueredo, Héctor: Camagüey de la leyenda y la historia. Camagüey: Escuela de Hotelería y Turismo "Hermanos Gómez", 2000, p. 2 y 13.
  • Méndez Martínez, Roberto: Leyendas y Tradiciones del Camagüey. Camagüey: Editorial Ácana, 2004. pp. 17 - 23.
  • Sala de Fondos Raros. Biblioteca Provincial: Julio Antonio Mella.

Véase tembién

Enlace Externo

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