Enfermedades en el Antiguo Egipto

Enfermedades en el Antiguo Egipto
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Concepto:Principales enfermedades que afectaron a los antiguos egipcios.

Enfermedades en el Antiguo Egipto. Muchas de las enfermedades que prevalecieron en época antigua de la historia egipcia están presentes en la actualidad. La siempre cambiante dispersión de las enfermedades mundialmente es, sin embargo, reflejada con ciertas diferencias durante los diversos períodos históricos. Muchas condiciones bien conocidas en el presente se desconocían en el Antiguo Egipto, por ejemplo: la sífilis, la lepra y la peste bubónica probablemente no aparecieron hasta poco después de la época faraónica, y el cáncer era muy raro. El problema más acuciante en su identificación es la incidencia de enfermedades desconocidas o muy diferentes a las que han llegado hasta la modernidad. Afortunadamente las características geográficas y climáticas, complementadas por los registros literarios de la antigüedad egipcia permiten establecer una percepción sin precedentes de las enfermedades entre los antiguos egipcios.

Fuentes de información

El estudio de la dispersión de las enfermedades en tiempos de los faraones depende de tres fuentes principales: restos humanos, representaciones artísticas y los reportes de enfermedades en los papiros médicos. Los datos de estas fuentes no siempre son coincidentes y cada uno posee serias limitaciones.

Restos humanos

La ubicación de las tumbas y lugares de enterramiento, unido al clima seco y caluroso de Egipto, favoreció la excelente conservación de los cadáveres. Los enterramientos simples directamente en la arena normalmente resultaban en la desecación de los cadáveres mucho más rápido que la putrefacción de los mismos. Por otro lado, los procesos de momificación artificial también conllevaban frecuentemente a la buena preservación de los órganos dejados en el cuerpo; sin embargo, el cerebro era normalmente extraido y desechado y, los pulmones, estómago, hígado e intestinos extraidos del cuerpo y colocados en vasos canopos, los que normalmente no aseguraban un óptimo estado de conservación. El uso excesivo de resina, brea y relleno cosmético durante la momificación tendió a provocar daños severos a los tejidos blandos, al igual que los efectos producidos por los ladrones de tumbas.

El objetivo de la paleopatología moderna es la extracción de mayor información con la menor intervención o destrucción del material. Las radiografías han sido suplementadas por las tomografías computarizadas, las que pueden realizarse sin abrir los cofres y el encartonado de las [[Momia|momias]. La endoscopía con fibra óptica permite el muestreo de tejidos, los que luego pueden ser analizados al microscopio. El estudio de anticuerpos, por otro lado, requiere de muy pequeñas muestras y poseen un enorme potencial para los estudios de población, incluyendo los estudios de ADN. La esperanza de vida del egipcio no superaba los 36 años, sin embargo aquellos que lograban superar esta tasa, presentan muestras de envejecimiento, incluidas la osteoartritis, arterioesclerosis y calcificación de los principales vasos sanguíneos.

Representaciones artísticas del cuerpo humano

Dueños de tumbas masculinos y gente importante era habitualmente representada de forma ostentosa y con buena salud. Las mujeres se representaban altas, delgadas y bellas, en poses elegantes. Aparte del reconocido hieratismo en el canon de proporciones, existen algunas advertencias en la interpretación de algunas representaciones. POr ejemplo, algunas convenciones especiales pueden haber sido aplicadas a determinadas condiciones o enfermedades, particularmente el enanismo, la ceguera y la obesidad; incluido también el altamente atípico estilo artístico del período de Amarna, el cual ha generado especiales problemas interpretativos.

Papiros médicos

Las heridas son particularmente muy bien descritas en las glosas del papiro Edwin Smith. Sin embargo, los papiros médicos, en oposición a los quirúrgicos, usualmente asumen el diagnóstico como previamente realizado y simplemente se dedicaban a nombrar la incapacidad (términos normalmente desconocidos en otros textos y por tanto difíciles o imposibles de traducir o identificar). Los papiros médicos no proveen información respecto a la prevalencia o epidemiología de las enfermedades.

Principales enfermedades

Enfermedades parasíticas

Los parásitos entran al cuerpo humano a través de la ingestión de agua o comidas o por el contacto con la tierra, personas infestadas u otras sustancias. Algunas poseen además agentes transmisores. Sin lugar a dudas, las enfermedades parasíticas fueron la mayor causa de padecimientos y muerte prematura de los antiguos egipcios.

En estudios microscópicos a momias se han encontrado huevos de esquistosomiasis y antígenos relacionados a esta enfermedad desde época predinástica hasta la romana. Evidencias en papiros médicos son, por otro lado, menos seguras. La esquistosomiasis y la hematuria fueron tan comunes que probablemente eran consideradas normales en muchos casos. Larvas de Filaria han sido encontradas también en momias, así como de strongiliodiasis, trichinella y otras.

Infecciones virales y bacterianas

Virus y bacterias no han sido identificadas todavía en momias o esqueletos antiguos, por lo que su inferencia solo puede hacerse a través de algunas pistas adicionales provistas por papiros médicos, ilustraciones de tumbas y final y conclusivamente por medio de estudios de ADN.

Tuberculosis

Varios estudios oseos muestran importantes muestras patológicas indicativas de esta infección bacteriana en estadío avanzado. En muchas representaciones funerarias se muestran sirvientes jorobados, sin embargo es difícil establecer si se trata de la enfermedad de Pott, joroba de Porter, espondilitis anquilosante o efectos de una mala postura. Al menos dos casos de tuberculosis pulmonar por Mycobacterium tuberculosis han sido identificadas en estudios de ADN.

Lepra

No existen evidencias físicas inequívocas de la presencia de lepra en restos humanos de la antigüedad egipcia. Sin embargo, los "tumores de Jonsu", del papiro Ebers, han sido interpretados como sugerencias de nódulos leprosos, aunque existen otras alternativas.

Tétanos

Evidencias de tétanos, enfermedad bacteriana, no pueden esperarse en cadáveres. El caso 7 del papiro Edwin Smith describe el trismo y la distorsión de la cara, sugerencias claras de esta enfermedad.

Sepsis y abscesos

La sepsis, estado tóxico infeccioso que se produce al entrar un microorganismo patógeno al torrente sanguíneo, debió ser cumún en el antiguo Egipto, aunque no hay evidencias convincentes reportadas en momias. Existen, sin embargo, descripciones sugerentes de estas dolencias (protuberancia llena de pus) en los papiros médicos. El caso 4 del papiro Edwin Smith brinda un reporte gráfico de una herida infectada.

Poliomielitis

Evidencias de esta infección viral se observan en la estela de Roma, en la que un hombre es representado con una pierna sumamente desgastada y corta, lo que sugiere con fuerza que este hubo de contraer la poliomielitis durante la infancia, antes de que sus huesos de su pierna completaran el crecimiento; esta es compensada con una deformidad de pie equino. Algunas momias como la del rey de la dinastía XVIII, Siptah, han sido igualmente diagnosticadas con anormalidades sugerentes de esta enfermedad. No hay mensiones al respecto en los papiros médicos.

Viruela

Se ha diagnosticado esta infección viral por medio de la observación de la piel de momias bien preservadas. Si esto es correcto, la víctima más distinguida de la misma sería el propio Ramsés V. No hay evidencias reconocibles en los papiros médicos.

Cáncer y otras tumoraciones

Los tumores son en extremo raros tanto en momias como en esqueletos del antiguo Egipto. Esto se debe quizás en parte a las muertes relativamente prematuras y adicionalmente a bajos niveles de carcinogénesis. Las evidencias en los papiros médicos son muy dudosas. Los tumores de Jonsu, ya mencionados para la lepra, pueden quizás referirse a cáncer igualmente, como también otra referencia en el papiro Ebers de cierta dolencia en el útero, en el párrafo 813.

Enfermedades cardiovasculares

La ateroesclerosis y la calcificación de las arterias principales están entre las afecciones más comunes encontradas en momias de personas de avanzada edad, incluyendo reyes. Por otra parte, el conocimiento que puede obtenerse a partir de los papiros médicos es limitado. En el párrafo 855 de papiro Ebers se describe de forma oscura estados patológicos del corazón relacionados con el pulso. En otros fragmentos aparecen pistas de insuficiencia cardíaca congestiva, desórdenes del ritmo cardíaco y posiblemente de enfermedad isquémica coronaria (angina de pecho).

Enfermedades respiratorias

Se han hallado evidencias físicas de neumoconiosis en momias del Museo de Manchester, así como de tuberculosis pulmonar en muchos otros casos. En el papiro Ebers aparecen remedios para la tos y se describe lo que parece ser la producción de esputo purulento.

Enfermedades gastrointestinales

La paleopatología ha vertido muy poca luz respecto a las enfermedades del estómago y los intestinos padecidos por los antiguos egipcios. La obstrucción estomacal ha sido posiblemente identificada en el papiro Ebers (188-208), a la cual se le daba una atención especial. En sus escritos, el historiador griego Heródoto señaló que los egipcios estaban obsesionados con sus intestinos y que gran parte de su farmacopea estaba dedicada a facilitar los movimientos intestinales mediante el uso de laxantes para evacuar las heces. En el propio papiro Ebers aparecen remedios para refrescar el ano y alejar el calor, sugiriendo infección, probablemente fúngica, u otra relacionada con esquistosomiasis; también se documentan las hemorroides.

Enfermedades urinarias

Los cálculos renales y de la vejiga urinaria son poco frecuentes en las momias. En la sección urinaria (261-283) del papiro Ebers incluye consideraciones acerca de poliuria, relacionada probablemente con diabetes y otros problemas de la micción relacionables con la cistitis. Remedios para eliminar la obstrucción de la vejiga son también hallados en el papiro, lo que sugiere una etiología originada por la constricción uretral o inflamación de la próstata.

Enfermedades del sistema nervioso

Aunque no hay evidencia de que los antiguos egipcios conocieran la función del cerebro, existen excelentes descripciones de las consecuencias neurológicas provocadas por heridas en la médula espinal en los casos 31-33 del papiro Edwin Smith. Existe también una posible referencia a la parálisis de los nervios faciales en el papiro de Berlín, párrafo 76. En el papiro Ebers se refiere un caso de migraña (250).

Enfermedades estomatológicas

El desgaste de los dientes fue un problema universal en la antigüedad, causado por la masticación de partículas duras en los alimentos. Esta dolencia resultaba en parte por causa del molido del grano con piedras y de la arena depositada en los alimentos; esto semejoró gradualmente durante el Período Tardío. Las caries fueron extremadamente raras hasta el primer milenio a.n.e., probablemente por la ausencia de azúcares en la dieta; su aparición se incrementó en el período tolemaico junto con la disminución del desgaste. Los abscesos dentarios eran muy comunes. La enfermedad periodontal (de las encías) estaba ampliamente distribuida, llegando a provocar la pérdida de soporte alveolar y con ello del diente.

Enfermedades ginecológicas

Desafortunadamente el papiro Kahun (o papiro ginecológico) dice muy poco acerca de desordenes ginecológicos, dedicándose casi por completo a asuntos de preñez y contracepción. Sin embargo el papiro Ebers continene un amplio rango de prescripciones para dolencias femeninas (783-839). Entre estas se encuentran el prolapso uterino, fístulas entre el útero y la vejiga, quistes ováricos, amenorrea y menorragia, entre otras patologías no reconocibles. También en el Ebers se encuentran remedios para la caída de los senos (808), sin embargo es difícil de discenrir desórdenes más graves como tumores u otras affecciones relacionadas con la lactancia.

Fuentes

  • Redford, Donald. [Ed.] The Oxford Encyclopedia of Ancient Egypt. Vol. I. Oxford: Oxford University Press, 2001.