Espacio escénico

Espacio escénico
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Concepto:Lugar donde un actor representa un personaje. (Imagen: Obra El viaje a ninguna parte. Dramaturgia de Arturo Castro, sobre la novela de Fernando Fernán Gómez.)

Espacio escénico. Es el espacio concretamente perceptible por parte del público sobre el o los escenarios o, también, los fragmentos de escenarios de todas las escenografías imaginables. El espacio escénico es dado por los espectáculos, ahora y aquí, gracias a unos actores cuyas evoluciones gestuales circunscriben este espacio escénico.

Límites y formas

El teatro siempre tiene lugar en un espacio delimitado por la separación entre la mirada (el público) y el objeto mirado (el escenario). El límite entre el juego y el no juego es definido por cada tipo de representación y escenario; a partir del momento en que el espectador atraviesa el umbral de la sala, abandona su papel de mirador para convertirse en alguien que participa en un acontecimiento y que ya no es teatro, sino juego dramático o happenig; entonces, el espacio escénico y el espacio social se confunden. Al margen de tales desbordamientos, el espacio escénico permanece inviolado, sean cuales sean su configuración o sus metamorfosis.

El espacio escénico se organiza en relación estrecha con el espacio teatral (el del lugar, del edificio, de la sala). Ha conocido todas las formas y todas las relaciones con el lugar del espectador. Si se admite el origen ritual del teatro, la participación de un grupo en un ceremonial, en un rito, y luego, en una acción ritualizada, el círculo representa el lugar primordial y el escenario no reclama un ángulo visual o una distancia particular. El círculo -en el que se inspira el teatro griego, construido y horadado a veces aprovechando el franco de una colina -reaparece posteriormente siempre que la participación no esté limitada a la de la mirada exterior sobre el evento.

Entonces, el ángulo y el cono óptico que unen un ojo y una escena se convierten en el vínculo entre público y escenario. En el escenario a la italiana, la acción y los actores están confinados en una caja abierta frontalmente a la mirada del público y del príncipe, cuya posición de escucha y de observación es privilegiada. Este tipo de escenario organiza el espacio según el principio de la dinastía, de la simetría y de la reducción del universo a un cubo que significa el universo entero por el juego combinado de la representación directa y de la ilusión.

La combinatoria de ambos principios -el círculo y la línea, el coro de los oficiantes y el ojo del amo- produce todos los tipos de escenario y de relaciones en el teatro: la historia del teatro los ha experimentado sin que ninguna fórmula se haya impuesto definitivamente, puesto que la representación y la figuración de lo real están sometidas a incesantes variantes que afectan, incluso, a la escritura y a la estructura del texto dramático.

Dependencia e independencia

Por una parte el espacio escénico está determinado por el tipo de escenografía y por la visualización que de ella se ha hecho el director de escena en su lectura del espacio dramático. Pero, por otra parte, el escenógrafo y el director poseen un gran margen de libertad para modelarlo a su manera. De esta dialéctica entre determinismo y libertad nace el espacio escénico escogido para la representación. Por esta razón, se ha señalado a menudo que el espacio sirve como mediador entre visión dramática y realización escénica.

Es al nivel del espacio, precisamente porque éste es en gran parte un no dicho del texto, una zona particularmente agujereada - lo cual constituye propiamente propiamente la deficiencia del texto teatral-, donde se produce la articulación texto-representación.[1]

Funcionamiento

Gracias a su propiedad de signo, el espacio oscila continuamente entre el espacio significante concretamente perceptible y el espacio exterior, al cual debe referirse de un modo abstracto para entrar en la ficción (espacio dramático). Esta ambigüedad constitutiva del espacio teatral (es decir, dramático más escénico) provoca en el espectador una doble visión. Nunca se sabe exactamente si se debe considerar el escenario como real y concreto o como otra escena, es decir, como una figuración latente e inconsciente.

En esta última eventualidad, es posible leer el escenario como un conjunto de figuras retóricas cuyo sentido profundo buscamos (retórica). Lo figurado en el escenario no es la manifestación de otra realidad no figurada, o no figurativa: esta realidad es tanto lo del observador que se proyecta en ella, como la del director de escena que la esboza a través del lugar escénico y la presencia de los actores.

Figurar el escenario es emplear una figura retórica para trasladar de un elemento a otro el espacio imaginado. Dos figuras son especialmente adecuadas para este tránsito: la metáfora y la metonimia. La primera transforma su objeto por similitud/disimilitud; la segunda por contigüidad espacial. Estas dos combinatorias, que presiden toda significación y semiosis, según demostró Jakobson, proporcionan la clave de todas las figuras escénicas: la de su naturaleza, de su facilidad para señalar lo real y para manipular el espacio (texto y escena).

Tipología y cualidades

A cada estética le corresponde una concepción del espacio, de tal modo que el examen del espacio basta para establecer una tipología de las dramaturgias.

  1. El espacio de la tragedia clásica brilla por su ausencia: es un lugar neutro, de paso, que no caracteriza el medio, sino que proporciona un apoyo intelectual y moral al personaje. Es el lugar abstracto y simbólico del tablero de ajedrez: en él, todo significa por diferencia y cualquier caracterización de las casillas es superflua.
  2. El espacio romántico sucumbe a menudo a lo llamativo, el color local y a la arqueología subjetiva encargada de sugerir a la imaginación mundos extraordinarios.
  3. El espacio naturalista imita al máximo el mundo que describe. Su factura material está concentrada en un medio que encierra a los personajes.
  4. El espacio simbolista, por el contrario, desmaterializa el lugar, lo estiliza convirtiéndolo en universo subjetivo u onírico sometido a una lógica distinta. Pierde toda especificidad en beneficio de una síntesis de las artes escénicas y de una atmósfera global de irrealidad.
  5. El espacio expresionista se modela en lugares parabólicos (la cárcel, la calle, el asilo, la ciudad). Atestigua una crisis profunda que desgarra la conciencia ideológica y estética.

El espacio del teatro contemporáneo es el lugar donde se sitúa el listón de tantas experimentaciones que no puede ser reducido a unas cuantas características. Toda dramaturgia, e incluso todo espectáculo, es objeto de un análisis espacial y de un reexamen de su funcionamiento. El espacio ya no es concebido como una concha cerrada en cuyo interior están permitidos algunos arreglos, sino como elemento dinámico de toda concepción dramatúrgica. Deja de ser un problema de envoltorio para devenir el lugar visible de la fabricación y de la manifestación del sentido.

Citas

  1. Ubersfeld, 1977a, pág. 153.

Fuente