Eugenio Batista González de Mendoza

Eugenio Batista González de Mendoza
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Destacado arquitecto cubano
Nacimiento24 de diciembre de 1900
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento14 de febrero de 1992
Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
NacionalidadCubana
OcupaciónArquitecto

Eugenio Batista González de Mendoza. Destacado arquitecto cubano, pionero en la vinculación de las tradiciones locales y la identidad cultural cubana con lo más avanzado de los códigos modernos internacionales.

Síntesis biográfica

Nació en La Habana el 24 de diciembre de 1900. Recibió enseñanza general en el Colegio de La Salle, y cursó el primer año de la carrera de Arquitectura en la Universidad de Georgetown, Estados Unidos.

Trayectoria laboral

Se recibió como arquitecto en la Universidad de La Habana en 1924, y en 1930 en la Universidad de Princeton, (Estados Unidos), donde también ejerció como profesor.

Una vez graduado trabajó, de 1925 a 1927, en la firma Morales y Co., con la que participó en los proyectos de la residencia de Mark Pollack en la localidad habanera Country Club y del edificio de la Cuban Telephone Company en la intersección de las calles Águila y Dragones, La Habana. Esta fue, en la fecha de su construcción (1927), la edificación más alta de Cuba, y, aunque erigida según los caracteres eclécticos entonces imperantes, algunos críticos la consideran precursora de los códigos modernos, con influencia de la escuela de Chicago, a pesar de sus decoraciones, inspiradas en el renacimiento español.

Sus primeros trabajos

Anfiteatro de La Habana (en Avenida del Puerto)

Durante el gobierno de Gerardo Machado, la firma Arellano y Mendoza, cuyo gerente, Adolfo Ramírez de Arellano y González de Mendoza, construyó el tramo del Malecón habanero orientado al sur, desde el Castillo de la Punta hasta la Capitanía del Puerto. Con este proyecto se ganarían al mar grandes terrenos, dedicados mayormente a parques. En uno de ellos, Eugenio Batista edificó en 1938 el Anfiteatro de La Habana, un teatro al aire libre diseñado en líneas claras y códigos modernos, con el uso de materiales locales, como la piedra de Jaimanitas.

Desde 1938 a 1949 trabajó en sociedad con su hermano Ernesto, ingeniero y también arquitecto. Durante esos años realizó su mejor y más fructífera obra, que ejerció tanto en el plano teórico como en el práctico gran influencia en el posterior florecimiento de la arquitectura cubana de mediados del siglo XX. Sus edificaciones, de simplicidad cercana al minimalismo, constituyen un punto de unión entre los códigos del movimiento moderno y la tradición colonial cubana. A través de esa simbiosis, logró una recuperación de la identidad cubana, intuida más que exhibida.

En esa época edificó residencias para algunas de las personalidades más adineradas y de la alta sociedad habanera. Dentro del conjunto de su obra, estas residencias muestran la integración de elementos de la arquitectura colonial, entendidos como identitarios, con un enfoque innovador. Sobre este relevante logro descansaría, en buena medida, la consolidación de una arquitectura moderna de carácter regional en la década siguiente.

Antigua sucursal de The Trust Company of Cuba en Concha y Fábrica, construida por el arquitecto Eugenio Batista González de Mendoza, hoy sucursal del Banco Metropolitano.

Otras de sus obras

La casa de Eutimio Falla Bonet, constituye una de las obras más relevantes de la arquitectura cubana de todos los tiempos. De gran simplicidad, está compuesta por un juego de volúmenes en forma de prisma, que le imprimen notable direccionalidad. Los techos son a dos aguas, asimétricos, con tejas criollas. Los espacios, de gran calidad y poderosa identidad cubana. La sobriedad y la espiritualidad que resumen la edificación son características que la acercan a la obra del genial arquitecto mexicano Luis Barragán, cronológicamente posterior. En el interior de la casa existe un mural realizado por el mismo Batista, quien siempre integró obras plásticas dentro de su arquitectura.

Con su hermano Ernesto Batista, también proyectó la remodelación del Teatro Payret, en el Paseo del Prado, de La Habana Vieja.

En años siguientes su obra fue más influida por el International Style, en detrimento de su anterior tendencia regionalista. En 1950 construyó la capilla de la playa de Baracoa, donde consiguió una excelente integración entre arquitectura y artes plásticas.

La sencilla obra de Batista está enriquecida con el excepcional Cristo, obra de Alfredo Lozano que pendía sobre el altar. La capilla, según el padre Ángel Gaztelu, es la obra más importante de todo el arte moderno religioso en Cuba, que cuenta, además, con catorce obras dedicadas al via crucis y un mosaico vidriado de la Virgen de la Caridad del Cobre, todos de René Portocarrero.

En 1953 construyó, en la Calzada de Luyanó, una sucursal del banco The Trust Company of Cuba, inspirada en el transparente muro-cortina del Manufacturer´s Hannover Trust Company de Skidmore, Owings and Merrill, en la 5ta. Avenida de Nueva York.

En 1956 realizó en la Plaza Cívica, hoy Plaza de la Revolución José Martí, en la intersección de las calles Ayestarán y 20 de Mayo, otra sucursal del The Trust Company of Cuba, la cual también adopta la imagen de transparencia en los bancos iniciada por Skidmore, Owings and Merrill. En la misma época construye otra sucursal en la playa de Varadero.

En 1957 construyó una nueva sucursal para The Trust Company of Cuba en la 5ta Avenida y la calle 92, del barrio habanero de Miramar, adptando un vocabulario monumental moderno, que se justificaba por el aislamiento del edificio dentro del espacio residencial, conformado por lujosas mansiones enmarcadas por rica vegetación, y en el margen del eje vial de la zona. Además en este año edificó, con su primo Adolfo Ramírez de Arellano, el edificio del Colegio de Ingenieros Civiles (Seguro de Ingenieros), en las calles 17 y 0, de El Vedado. Esta torre de doce niveles está constituida por un cuerpo principal y una torre de circulación vertical, forrada por completo de mosaicos, con el emblema distintivo del Colegio de Ingenieros Civiles de Cuba.

El edificio está fuertemente caracterizado por una severa columnata clásica, que identifica claramente la tipología de su función y, al mismo tiempo, su extensión fuertemente horizontal acompaña las rápidas visuales que se alcanzan desde vehículos en movimiento por la expedita 5ta Avenida. La total regularidad del prisma que se aprecia en la fachada principal se suaviza en la parte posterior con una serie de curvas que permitían el acceso en automóvil.

El sobrio espacio interior fue decorado con un mural de Diederich Kortlang, referido a la zafra azucarera. Las oficinas y los servicios quedaban introvertidos, rodeando el espacio central. En el año 2000 este edificio fue remodelado y expandido por el arquitecto cubano José Antonio Choy, quien agregó al sobrio edificio de Batista dos pisos y una torre articuladora en un lenguaje completamente contemporáneo, respetando la construcción original.

Se agregaron al sitio numerosas obras de arte, en homenaje a Batista; entre ellas, la última, denominada «Resurrección», de la escultora Rita Longa, prima de Batista, y un mural de la pintora Zayda del Río, en la pared posterior de la planta baja.

Muerte

Falleció el 14 de febrero de 1992 en Estados Unidos.

Labor realizada

Además de su obra material, Eugenio Batista fue un notable crítico y teórico de la arquitectura cubana, que formó parte, junto con Nicolás Arroyo Márquez y Nicolás Quintana, entre otros arquitectos cubanos, de los primeros latinoamericanos en afiliarse a los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM), participando en todos sus eventos a partir de la posguerra.

De su crítica dejó ejemplo en su comentario acerca de la obra de la Universidad de Villanueva, del arquitecto Manuel Gutiérrez, en la 5ta Avenida de Miramar. Consideró que eran tres los aspectos significativos del edificio, que dependían unos de otros a tal extremo, que resultaba difícil evaluarlos por separado: el aspecto visual externo, el sistema constructivo de grandes unidades prefabricadas, y la utilidad en que se modulaba la iluminación exterior. Estos componentes, según la apreciación de Batista, habían sido ideados como unidad, y surgidos de la mente de Gutiérrez “como Atenea brotó de la de Júpiter; lanza en mano, escudo al brazo y yelmo en la cabeza”.

Después de 1959 pasó a residir en Oregón, Estados Unidos, donde diseñó y construyó su residencia. Comenzó a impartir clases en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de ese estado, en la que permaneció hasta 1971, ofreciendo a sus alumnos la visión renovada que tenía de su profesión y los conceptos que debían guiar a un buen proyecto arquitectónico. Se jubiló a sus 71 años.

Fue el pionero de una generación de arquitectos cubanos cuya premisa esencial fue un retorno creativo a las principales características de la arquitectura colonial, que él resume como las cuatro Ps de la arquitectura cubana: patios, puntales, persianas y pórticos. Fue una importante figura de transición entre dos eras, capaz de proporcionar las condiciones que guiaron los principios rectores que adoptó un significativo grupo de profesionales de la primera mitad del siglo XX: una creatividad no basada en la búsqueda de la originalidad, sino en la elaboración de la herencia cultural, combinada con los más bellos precedentes de la arquitectura internacional de diferentes lugares y períodos históricos.

Enlaces externos

Fuentes