Europa meridional

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Europa meridional o Europa del Sur
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Idiomas regionales
Lenguas romances, lenguas eslavas meridionales, griego y albanés

Europa meridional o Europa del Sur. Es una de las veintidós subregiones en que la ONU divide el mundo. Está compuesta por diecinueve países: Albania, Andorra, Bosnia y Herzegovina, Bulgaria, Chipre, Ciudad del Vaticano, Croacia, Eslovenia, España, Francia, Grecia, Italia, Macedonia, Malta, Mónaco, Montenegro, Portugal, San Marino y Serbia. Limita al norte con el mar Cantábrico, Europa Occidental y Europa Central, al este con el mar Negro y el mar de Mármara, al sur con el mar Mediterráneo y al oeste con el océano Atlántico.

Fitogeografía y definición botánica

Diferentes zonas botánicas de Europa meridional. La flora de Europa meridional es similar a la mediterránea y submediterránea. El clima mediterráneo y submediterráneo en Europa comprende los siguientes países:

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Definición climática

El área considerada como Europa meridional, hablando de clima, es:

  • Albania (costa)
  • Bosnia y Herzegovina (costa)
  • Croacia (costa)
  • Chipre
  • Francia (costa sur y la isla de Córcega)
  • Grecia
  • Italia (no incluidas la llanura del Po y la región de los Alpes)
  • Malta
  • Mónaco (costa)
  • Montenegro
  • Portugal (sur)
  • España (centro-sur y costa este)
  • San Marino
  • Ciudad del Vaticano

Elemento de lista de viñetas

Definición lingüística

Definición lingüística. Europa latina en azul, península Balcánica (países eslavos del sur: ex-Yugoslavia + Bulgaria), Albania y Grecia en verde.

  • Andorra
  • Bélgica (región de Valonia, donde se habla francés)
  • Italia
  • Francia
  • Malta
  • Moldavia (zona cerca de la frontera con Rumania, donde se habla rumano)
  • Mónaco
  • Portugal (incluyendo Madeira y Azores)
  • Rumania
  • San Marino
  • España (incluyendo las Islas Canarias, las Islas Baleares, Ceuta y Melilla)
  • Suiza (regiones donde se habla francés, italiano y romanche)
  • Ciudad del Vaticano

La Cultura societaria y la ciudad

Una capital indiscutible es el reflejo de su sociedad a la vez que su centro moral. Pueden existir fuertes tensiones con su periferia nacional, pero éstas no logran menoscabar este hecho elemental. Algunos países de la región han alcanzado esa situación paradigmática -característica de Londres y París- desde el principio. Lisboa en Portugal, la nación estado étnicamente homogénea más antigua de Europa, es el ejemplo más representativo del Sur. Tal vez sea el único. Atenas y Grecia son las que más se le acercan, si bien Atenas sólo fue establecida como capital de los helenos en la época de la revuelta contra la Puerta, con todo el poder de movilización, simbólico y evocador, que su nombre tenía para los nacionalistas de corte occidental. Naturalmente, para la mayoría de los griegos, Constantinopla continuó siendo la capital espiritual de su identidad cristiana y étnica.

Fue así como las vanas esperanzas de recuperar la Ciudad se convirtieron, con el tiempo, en parte de un mito peligroso, la megali idea, cargado de potencial hipernacionalista y hasta protofascista. Roma tuvo la misma fuerza evocadora de recuperación para los italianos que deseaban la unificación, y el mito resultó útil para menoscabar el estado papal situado entre ellos y el reino de Nápoles. Con todo, los habitantes del Norte pronto empezaron a experimentar un sentimiento de hostilidad hacia Roma. Turín ya había experimentado ese mismo sentimiento hacia Florencia cuando ésta se convirtió temporalmente en la capital del nuevo reino, ya que aquella ciudad piamontesa sufrió casi inmediatamente un declive económico y demográfico.

Fue entonces cuando todas las regiones de Italia se resintieron a su vez del piamontesismo (la ocupación de cargos oficiales por parte de piamonteses). Poco después, los norteños empezaron a quejarse del control ejercido por los sureños sobre la administración del estado y el gobierno de Roma. Esas tensiones son análogas a las existentes entre Estambul y Ankara, Barcelona y Madrid, que ilustran los problemas que surgen debido a la dimensión que adquieren las ciudades como iconos colectivos y autoimágenes nacionales. Así pues, Ankara simboliza una ruptura trascendental con un pasado encarnado por Estambul; pasado del que, sin embargo, no puede hacerse caso omiso, ya que otorga dignidad y sentido a la nación turca. En cuanto a Barcelona, ciudad burguesa, próspera e industrial, ha sido, y sigue siendo, considerada por los habitantes de Cataluña como su cap i casal, “cabeza y hogar”, sea cual sea la capital política y administrativa de España.

Prácticamente todas las ciudades importantes a ambos lados de la región que circunda al mar Mediterráneo -Argel, Tel Aviv, Jerusalén necesitarían una explicación detallada acerca de su importancia simbólica y cultural para el orden general de la sociedad, la nación o la fe.

Referencias

  • Elemento de lista de viñetas Wolfgang Frey y Rainer Lösch; Lehrbuch der Geobotanik. Pflanze und Vegetation in Raum und Zeit. Spektrum Akademischer Verlag, München 2004
  • M.S. Archer y S. Giner (1971): véanse los capítulos sobre Italia, Grecia, España y Portugal. Ciudad e historia en la Europa meridional. Algunas reflexiones sociológicas Salvador Giner.

Véase También

[1]

Fuente

  • Ciudad e historia en la Europa meridional. Algunas reflexiones sociológicas Salvador Gine[2]. Consultado 24/06/2019