Fedón

Fedón
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Diálogo platónico que se ambienta en las últimas horas de vida de Sócrates, antes de ser ejecutado.
Tipo de textoHistórico
Creación387 a.n.e.
PaísBandera de Grecia Grecia
AutoresPlatón
Signatarios1 miembro

Fedón o Sobre el alma. Diálogo platónico que se ambienta en las últimas horas de vida de Sócrates, antes de ser ejecutado. Platón utiliza este cuadro para exponer sus ideas de madurez, la teoría de las ideas, la teoría de la reminiscencia y la teoría de la metempsicosis, como elementos de una discusión sobre la inmortalidad del alma.

Sinopsis

Del griego clásico, (Φαίδων ἢ περὶ ψυχῆς), no es, como otros diálogos platónicos, un simple cambio de preguntas y respuestas sin más finalidad que poner en evidencia el error de una teoría o la verdad de un principio; es una complicada composición de otra clase, en la que a través de un drama principal se han propuesto, discutido y resuelto problemas complejos que interesan a la vez a la Psicología, la Moral y la Metafísica: obra sabia en la que se han fundido con un profundo propósito tres objetos muy diferentes: la narración, la discusión y el mito.

Los tres diálogos reunidos en este tomo: Fedón, Banquete y Fedro se sitúan, junto con el más extenso de la República, en la etapa que suele llamarse de «madurez» o de «plenitud» de la larga obra platónica, es decir, el período central en el que el filósofo desarrolla su pensamiento con un espléndido dominio de la expresión literaria y de su teoría propia.

Platón ha llegado a construir un sistema filosófico propio, que se funda en la llamada «teoría de las ideas», con una ética y una política subordinadas a una concepción metafísica idealista del universo y del destino humano.

Atrás quedan las discusiones socráticas con los grandes y pequeños sofistas, el viaje a Sicilia, con su amarga experiencia, y ya está fundada la Academia. La figura del maestro Sócrates es ya portavoz de pensamientos y tesis de Platón.

Argumento literario

La narración es la pintura real y sensible del último día y de la muerte de Sócrates, hecha a Echecrates de Filonte por Fedón, testigo todavía emocionado de aquel fin tan sereno y tan noble, que refiere fielmente en un lenguaje impreso de la sencillez y grandeza antiguas.

Es un cuadro de eterna belleza, sobre el cual es imposible posar la mirada sin sentirse poco a poco penetrado de la admiración entusiasta, y por momentos conmovida, que se respira en las palabras de su intérprete.

En el momento en que Fedón nos abre la puerta de la prisión, se nos aparece Sócrates sentado familiarmente en el borde de su lecho en medio de sus discípulos, ansiosos desde muy temprano de recoger las últimas palabras del maestro venerado; su aspecto es sonriente y de tranquilidad, y ni una sombra de tristeza o de cansancio altera su rostro, tan sereno y tan animoso como el pensamiento que lo anima. Sin la emoción mal reprimida de sus amigos y las lágrimas que no pueden contener, y sin los lamentos de Xantipa, su consorte, nada hubiera delatado en Sócrates la proximidad de su muerte.

Sin el menor esfuerzo conservaba su manera de ser y su lenguaje de siempre. Fedón se enternece y nos emociona refiriéndonos sus recuerdos personales; se complace al acordarse de que su maestro, a cuyos pies acostumbraba a sentarse en un taburete, jugó aquel día con sus cabellos durante la conversación, embromándole cariñosamente porque el luto le obligaría al día siguiente a cortarse tan bello adorno.

Resuelto Sócrates a dar a sus amigos el ejemplo de la filosofía, mandó que se retiraran su mujer y sus hijos, impuso reserva al dolor de sus amigos y no tardó en provocar a una discusión a Simmias y a Cebes, discusión que se prolongaría hasta la puesta del sol, el instante señalado por la ley para beber la cicuta.

Será, como él mismo dijo, el canto del cisne, no un canto de tristeza, sino de sublime esperanza en una vida inmortal y bienaventurada. ¿No debe desear la muerte el filósofo? ¿Tiene o no derecho a adelantarse a una muerte a su parecer demasiado lenta y a atentar contra su existencia? Éstas son las primeras preguntas que por sí misma hace nacer la situación.

Cronología

Existe un acuerdo general entre los especialistas en ubicar este diálogo entre las obras de madurez (floruit) de Platón. Alrededor de sus cuarenta años, tras regresar a Atenas de su viaje a Sicilia (Carta VII, 324a), funda la Academia y escribe el Fedón, el Banquete, la República y el Fedro, aproximadamente en este orden.

Sucede cerca del año 387 a.C. Platón llega en estas obras no solo a forjar y expresar de manera cabal sus propias ideas, sino que también llega a la cumbre de su estilo y capacidad compositiva.

Situación dramática

Fedón de Elis, discípulo de Sócrates, se encuentra con el pitagórico Equécrates de Fliunte, probablemente en la patria de este último. Allí le narra lo sucedido las últimas horas de vida de Sócrates y lo que se habló en esa ocasión. Esto le permite a Platón disponer de un narrador que pueda presentar al lector no solo el diálogo mismo, sino también la escena y las acciones de los protagonistas.

El diálogo narrado por Fedón tiene lugar en la prisión donde Sócrates estaba detenido esperando el momento de su ejecución, en Atenas, en el año 399 a.n.e. Aunque en la escena están presentes su esposa Jantipa (luego se retira y reaparece al final) y catorce de sus amigos -entre los que se encontraban Antístenes, Euclides y Critón (59b)-, los interlocutores principales de Sócrates son Simmias y Cebes, antiguos discípulos del pitagórico Filolao.

Véase también

Fuentes