Federico Borromeo

Federico Borromeo
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NombreFederico Borromeo
Nacimiento18 de agosto de 1564
Milán, Bandera de Italia Italia
Fallecimiento21 de septiembre de 1631
Milán, Bandera de Italia Italia
Nacionalidaditaliano
Ciudadaníaitaliano
OcupaciónCardenal

Federico Borromeo. Aún sin ser un artista fue el protagonista máximo de la vida artística de Lombardía durante las primeras décadas del Seicento, fue el prelado (1564-1631), cardenal en 1587 y arzobispo de Milán en 1595.

Trayectoria

Aunque eclesiástico, estudió arquitectura y fue un gran dilettante del arte, además de coleccionista insigne. A su inquietud, impregnada del espíritu cristiano y deseosa de la grandeza de Milán, se debe la fundación de dos instituciones de gran alcance, la creación de la Biblioteca Ambrosiana y de la Academia Ambrosiana, origen de la actual pinacoteca, que aparte de custodiar sus pinturas, era una especie de escuela donde se formaban los artistas según la inspiración de los principios tridentinos.

Sus cualidades como protector de los artistas bien se dejaron ver y las demostró, en 1610, con ocasión de las fiestas por la canonización de su tío, San Carlos Borromeo, tanto por su liberalidad como comitente de obras de arte cuanto por su generosidad y protección dispensadas a los artistas.Con todo, su importancia viene dada como autor de una obra: "De Pictura Sacra" (1625), uno de los textos contrarreformistas más severos que, a imitación del "Discorso" del cardenal Paleotti, mayor difusión llegaron a alcanzar por entonces, sobremanera en la Lombardía.

Hablando en clave del todo contrarreformista, el arzobispo milanés indica en sus páginas aquellos asuntos y temas más apropiados para lograr la edificación de los fieles, al tiempo que marca los límites de la libertad que todo artista podía autoconcederse. De este modo, sin presentar ningún tipo de propuesta orientativa a nivel estético o un juicio crítico de valor sobre cómo concebir la obra de arte -como en su día había llegado a hacer Paleotti, señaló decidido el camino a seguir a toda la pintura del Seicento lombardo durante los primeros decenios del siglo, por lo menos hasta su muerte. No es de extrañar, pues, que en la obra de aquellos artistas que laboraron por entonces en el área lombarda se advierta el espíritu de la Contrarreforma vivo en sus pinturas, de uno u otro modo. Y por lo mismo, que en sus producciones sea casi imposible ver una visión gloriosa o un canto salvífico y triunfal, como fue normal en Roma, sobre todo en el pleno Barroco. Lo normal en Milán, en las pinturas de Giovanni Battista Crespi, conocido por el Cerano, el pintor oficial del cardenal, en las de Pier Francesco Mazzucchelli, il Morazzone, en las de Giulio Cesare Procaccini, o en las de Daniele Crespi, es contemplar raros e inestables equilibrios entre los juegos intelectualistas del tardío Manierismo, con santos o santas en lánguidos espamos y levitaciones, rodeados de halos de luz suprarreal, junto a escenas de cuerpos macerados, martirios lacerantes, durísimas mortificaciones y crudos sacrificios.

Fuente