Federico Madrazo

(Redirigido desde «Federico de Madrazo y Kuntz»)
Federico Madrazo
Información sobre la plantilla
Federico de Madrazo y Kuntz.jpg
NombreFederico de Madrazo y Kuntz
Nacimiento12 de febrero de 1815
Roma, Bandera de Italia Italia
Fallecimiento11 de junio de 1894
Madrid, Bandera de España España
OcupaciónPintor
PadresJosé de Madrazo y Cecilia Küntz
FamiliaresRaimundo de Madrazo y Garreta, Juan Madrazo y Kuntz, Luis de Madrazo y Kuntz

Federico de Madrazo y Küntz. Reconocido pintor español. Fue pintor de cámara de la reina Isabel II, profesor y director de la Academia de San Fernando. Le nombraron director del Museo del Prado, cargo que perdió con la Gloriosa, la revolución liberal de 1868 y que recuperó a partir de 1881.

Síntesis biográfica

Nació en Roma el 12 de febrero de 1815. Perteneció a una familia influyente y con gran talento. Era hijo de José de Madrazo, uno de los grandes pintores del neoclasicismo español, que fue director de la Academia y que reformó la enseñanza, y de Cecilia Küntz, hija del pintor Tadeo Küntz.

La continencia de Escipión, de Federico de Madrazo.

Este ambiente propició que desde joven desarrollara sus dotes para la pintura. Lo mismo ocurrió con sus hermanos, Pedro, Juan y Luis, dedicados a la crítica de arte, a la arquitectura y a la pintura respectivamente. Fue uno de los más activos e importantes miembros de la familia que controló el panorama artístico madrileño durante casi todo el siglo XIX.

Cuando tenía cuatro años de edad, su padre obtuvo el puesto de pintor de cámara junto a Fernando VII y la familia se trasladó a Madrid. Es allí donde recibió una temprana y esmerada educación artística, además de formarse como discípulo de José de Madrazo.

En 1832, con diecisiete años de edad, marchó a París a estudiar pintura con Ingres, amigo de su padre, con quien adquiere un estilo romántico a la manera francesa.

Su cuadro La continencia de Escipión le valió el ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando a la edad de diecinueve años. Llegó a ser académico de mérito antes de cumplir los veinte años.

En estos años de juventud funda con su hermano Pedro la revista El Artista, que significó una novedad romántica, encargándose Federico de las ilustraciones.

Tras recibir una rigurosa educación dibujística por parte de su padre y del purismo de Ingres, en 1840 viajó a Roma, donde entró en contacto con el grupo nazareno y en especial, con Overbeck, lo que reforzó su destreza con el dibujo.

Regresó a Madrid en 1842 con la intención de dedicarse a la realización de grandes cuadros de tema histórico o religioso, a través de los cuales pudiera mostrar sus grandes dotes técnicas y su preparación intelectual. Pero el mercado para este tipo de obras ya estaba copado, y tuvo que dedicarse fundamentalmente al retrato. Su extraordinaria habilidad técnica, su enorme capacidad de trabajo, su elegancia y su inteligencia para embellecer la realidad física de sus modelos sin necesidad de mentir, le convirtieron en el retratista más solicitado por la alta sociedad madrileña y en uno de los mejores cultivadores del género que ha habido en el siglo XIX. Realizó tantos retratos para la aristocracia que se ha dicho que inmortalizó a la sociedad española de su época. Sus cuadros se caracterizan por la sencillez, por lo natural y por una serenidad distante, sin profundizar en lo expresivo.

Obras

En su primer cuadro de historia, Iris excita a Aquiles a rescatar el cuerpo de Patroclo, siguió las líneas del neoclasicismo aprendido de su padre.

A su regreso a España realizó el cuadro de historia, El Gran Capitán contemplando el cadáver del Duque de Nemours, para el que posaron sus amigos Espronceda, Ventura de la Vega o el Conde de Campo Alange, y en el que mostró su dominio del dibujo y de la composición.

Cuando fundó con su hermano Pedro la revista El Artista se encargó de las ilustraciones y también realizó otros cuadros de historia, como el de Godofredo de Bouillon en Jerusalén o el de Godofredo de Bouillon en el monte Sinaí.

En Las Marías en el sepulcro, una de sus pocas obras religiosas, se acerca a la estética de los nazarenos al ofrecer una escena serena y distante, carente de sentimiento.

Entre los retratos oficiales destacan los que hizo de Isabel II, el del Rey Francisco, sentado en su sillón y con traje civil o el del Duque de Osuna, a caballo y con fondo de paisaje.

De los retratos femeninos el de Leocadia Zamora es el más hermoso por la belleza de la modelo y por el tratamiento del color. Las suaves tonalidades de grises y pardos del fondo hacen que resaltan el blanco del vestido y el azul del manto.

El de Elena de Castellví, la mujer del infante don Enrique, hermano del rey Francisco, es de una belleza fría, aparece ataviada con un rico vestido de seda.

A La condesa de Vilches la representa vestida de azul brillante, sentada en un sillón de terciopelo floreado y sonriendo al espectador.

También elaboró retratos infantiles, de niños, como el de Federico López, en traje de marino; el de Ángel García Loygorri, vestido de escocés; el de Vicente Beltrán de Lis o el de la Condesita de París con su perro.

Otros ejemplos de interés son el de Pérez Villaamil, el de Rosales, el de María Luisa Carvajal, el de Bravo Murillo, el de Ramón de Campoamor, el de Salmerón, el de Gertrudis Gómez de Avellaneda o el de José de Espronceda.

Características de su obra

La producción de Madrazo atravesó tres fases. En sus primeras obras predominó el purismo de la línea, el detallismo y lo accesorio. Con el tiempo fue olvidando ese purismo en el dibujo, su técnica se hizo más fluida y espontánea y su intención expresiva, más profunda, sin perder la serenidad distante. Aunque su formación en el dibujo hizo que prevaleciera en él casi siempre la línea sobre el color.

Muerte

Murió muy anciano, a los ochenta años, en 1894.

Fuentes