Fernando VI

Fernando VI
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Rey de España
NombreFernando VI de España
Nacimiento23 de septiembre de 1713
Madrid, Bandera de España España
Fallecimiento10 de agosto de 1759
(45 años)
Villaviciosa de Odón, Bandera de España España
Causa de la muerteLocura melancólica
ResidenciaCasa de Borbón
Nacionalidadespañol
TítuloRey de España
PredecesorFelipe V de España
SucesorCarlos III de España
CónyugeBárbara de Braganza
PadresFelipe V de España y María Luisa Gabriela de Saboya

Fernando VI. Rey de España (Madrid, 1712Villaviciosa de Odón, Madrid, 1759). Era hijo del primer matrimonio de Felipe V, a quien sucedió al morir en 1746 (y no en 1724, al morir su hermano Luis I, como habría exigido la norma sucesoria de la Casa de Borbón, ya que la reina Isabel de Farnesio empujó a Felipe V a recuperar el Trono y mantenerlo el resto de su vida. A su subida al trono, en 1746, Fernando VI contaba 33 años

Síntesis biográfica

Primeros años

Fernando VI vivió una infancia desgraciada, apartado de la corte y sin más compañía que la de su hermano Luis. A la muerte de éste, ocurrida tempranamente, Fernando quedó aislado por las intrigas de su madrastra, Isabel de Farnesio. Ésta consiguió que Felipe V le prohibiera la entrada al Consejo de Estado cuando ya era príncipe de Asturias, lo que le privó de experiencia política antes de su ascensión al trono. Cuando ésta se produjo, en 1746, ni siquiera había sido informado de la posibilidad inminente de convertirse en rey.

Esposa de Fernando VI

Había recibido una pésima educación, sufría de una acusada tendencia a la hipocondría y era de temperamento pacífico. A pesar de enfrentarse a la tarea de gobernar España con una absoluta carencia de preparación política, el nuevo rey demostró una gran lucidez en cuanto a sus propias limitaciones y a las de su reino. Con él la monarquía perdió buena parte de su imperial arrogancia para concentrarse en desarrollo y la modernización interna del país.

Fernando VI casó con Bárbara de Braganza, hija de Juan V de Portugal, de la que, a pesar de sus pocos atractivos físicos e intelectuales, el rey dependió afectivamente en grado extremo. Doña Bárbara era una mujer temerosa. Le preocupaba enormemente que su marido muriera y que ella quedara desamparada y pobre en un país extranjero. Las fuentes contemporáneas cuentan que se hizo avara y que aceptaba donativos vinieran de donde vinieran. Los reales esposos vivieron siempre juntos, manteniendo una relación de intimidad y dependencia extrañas que perduró hasta la muerte de la reina. Sin embargo, no tuvieron hijos.

Reinado de Fernando VI

Comenzó su reinado eliminando la influencia de la reina viuda Isabel y de su grupo de cortesanos italianos; de tiempos de su padre conservó, sin embargo, al marqués de La Ensenada como secretario de Hacienda, Marina e Indias, equilibrando su poder con el nombramiento de José de Carvajal para la Secretaría de Estado. La pugna entre ambos terminó en 1754, al morir Carvajal y caer Ensenada, pasando Ricardo Wall a ser el nuevo «hombre fuerte».

La política exterior de Fernando VI se orientó a conservar la paz, liquidando el belicismo del reinado anterior; con ello se pretendía reducir el peso de los gastos militares y concentrar las energías sobre el desarrollo interior. Terminada la Guerra de Sucesión Austríaca (1740-48), España no intervino en nuevos conflictos. Antes al contrario, la Monarquía buscó su lugar en el equilibrio europeo firmando acuerdos con Portugal (Tratado de Límites, 1750) y con Inglaterra (Convenio de Compensación, 1750; Tratado de Aranjuez, 1752).

La política de regeneración interior

Los objetivos esenciales de la política fernandina fueron la liquidación de los frentes de guerra heredados del reinado anterior y la reforma interna del reino. A su subida al trono tuvo que bregar con la oposición de la poderosa camarilla italiana formada en torno a Isabel de Farnesio. Las ambiciones de ésta habían provocado en buena medida los conflictos abiertos en Italia e Isabel hizo lo posible a partir de 1746 para evitar la liquidación de su política extrajera. El rey acabó desterrando de la corte a su madrastra, a la que sin embargo permitió vivir en el Real Sitio de San Ildefonso.

Fernando VI conservó a su servicio a muchos de los antiguos oficiales de la casa de real y a los secretarios de Estado de su padre, el marqués de Ensenada y Villarias. Poco después Carvajal sustituyó a este último y, junto a Ensenada, dirigió la política del reino hasta su muerte en 1754. A pesar de las distintas orientaciones de ambos ministros en política exterior, ambos coincidían en su afán de iniciar una profunda regeneración de administración y la economía del reino. Su colaboración resultó eficaz, dotanto a España de los primeros síntomas de una recuperación interna que culminaría en el reinado de Carlos III.

Desde 1749 se revelaron en España los síntomas de la recuperación interior. Al subir Fernando VI al trono, Ensenada le había dirigido un escrito en el que recomendaba ardientemente al rey la consecución de la paz, al tiempo que insistía en la necesidad de desarrollar la industria y la agricultura y reforzar el papel comercial de la marina. En un cuaderno dirigido al rey en 1747, Ensenada exponía la necesidad de reformar los tribunales y de promulgar un nuevo código de justicia que clarificase la situación judicial. Los tribunales de justicia.

La labor del ministro fue especialmente relevante en la modernización del ejército, la hacienda, la marina y las comunicaciones. Inició una reforma dirigida al saneamiento de la Hacienda, que debía conducir a la recuperación económica y comercial. En octubre de 1749 se implantó la contribución única y se creó una Junta para la Investigación Catastral, encargada a los intendentes locales. El catastro constituye una fuente histórica de indudable valor pero su utilidad práctica fue nula, ya que la reforma fiscal quedó bloqueada por la oposición de los sectores privilegiados.

La iglesia

En cuanto a las relaciones con la Iglesia, Carvajal se ocupó, desde principios de los años cincuenta, de recopilar dictámenes de juristas e historiadores para fundamentar el patronato regio sobre la Iglesia española. El encargado de representar las aspiraciones españolas en este sentido ante el papa Benedicto XIV fue el cardenal Portocarrero. Sin embargo Ensenada y el confesor real, el padre Rávago, entablaron negociaciones secretas con el papado, utilizando para ello a Manuel Ventura Figueroa, auditor de la Rota.

El resultado de las gestiones de Ensenada fue el Concordato de 1753, hecho a espaldas de Carvajal y mucho más restrictivo en las concesiones a la monarquía que otros documentos de esta índole. Se reconocía el patronato regio sobre la Iglesia de Granada e Indias como concesión graciosa del pontífice, pero se negaba el patronato universal, lesionando así los derechos de soberanía estatal sobre la institución eclesiástica.

La política de neutralidad

Fernando VI fue hombre amante de la paz. Al subir al trono y por algún tiempo continuó desviando los recursos de la monarquía hacia los conflictos bélicos heredados del reinado anterior. Sin embargo pronto manifestó su voluntad de mantener a España en un punto de neutralidad respecto al conflicto entre Francia e Inglaterra. Ello suponía liberar a España de la tutela impuesta por Francia desde el advenimiento de los Borbones en 1713. La firma del Tratado de Aquisgrán en octubre de 1748 hizo posible el avance en este sentido.

El tratado ponía fin a las guerras desencadenadas por los proyectos personales de Isabel de Farnesio y aseguraba la herencia italiana del infante don Felipe en los ducados de Parma, Piacenza y Guastalla. Se aseguraron los intereses españoles con el matrimonio de la hermana del rey con Víctor Amadeo, heredero de Cerdeña, y se concluyó un tratado defensivo sobre Italia con Austria en 1752. La disputa sobre la soberanía de los territorios italianos no quedó, sin embargo, más que momentáneamente aplazada.

Después de la firma del tratado de Aquisgrán, Fernando VI intentó convertirse en el árbitro de la política de equilibrio en Europa, manteniendo a España al margen de los conflictos continentales. Esta política obtuvo el apoyo de sus principales ministros. Sin embargo Ensenada y Carvajal defendían alianzas opuestas en cuanto a la política exterior. Aquél representaba al partido inglés en la corte, mientras Ensenada se mostraba propicio al partido francés. Este enfrentamiento, lejos de obstaculizar la política defendida por Fernando VI, coadyuvó a su funcionamiento al mantener el equilibrio de facciones en la corte.

Virreinatos del Imperio español en América

La primera época de neutralidad la encarnó Carvajal, quien había sido nombrado Secretario de Estado en 1746, puesto en el que se mantuvo hasta 1754. Su política puede resumirse en el esfuerzo por conservar la soberanía y los intereses económicos en América y por los esfuerzos en aras a consolidar la paz exterior y el equilibrio internacional.

Carvajal fue el artífice del tratado de límites firmado con Portugal y del Tratado de Neutralización de Italia de 1752 entre España, el Imperio y Cerdeña-Saboya. El ministro consideraba la necesidad de apartar a España de la influcencia francesa y llevó a cabo una política de acercamiento y buenas relaciones con Inglaterra, por lo que a menudo entró en conflicto con Ensenada. La francofilia de éste le hacía contemplar a Inglaterra como la principal amenaza exterior y concebía que sólo mediante un sistemático rearme naval podía España competir con Inglaterra. Bajo la dirección de Ensenada se reforzó el arsenal gaditano de La Carraca y se crearon dos nuevos, el del Ferrol y el de Cartagena.

En el tratado de límites con Portugal España se aseguró, además del territorio de Sacramento, la neutralidad de las colonias en caso de su entrada en un conflicto internacional. A cambio, Fernando VI hubo de reconocer los avances territoriales de los portugueses y ceder algunos territorios habitados por jesuítas en Paraguay.

Este tratado tuvo escasa repercusión práctica, pero hizo estallar un conflicto interno que acabaría con la caída de Ensenada. Éste se opuso firmemente a las cesiones españolas en Paraguay y, para evitarlas, dio aviso al hermano de Fernando VI, Carlos de Nápoles, futuro Carlos III. Ello le atrajo la enemistad de Bárbara de Braganza, defensora de los intereses portugueses en América. Desde entonces la posición de Ensenada fue muy precaria. En 1754, tras la muerte de Carvajal, el embajador inglés en la corte, Benjamin Keene, tramó la caída del ministro con la aquiescencia de la reina.

Keene logró que se nombrara al militar de origen irlandés Ricardo Wall com sustituto de Carvajal. El nuevo ministro lanzó graves acusaciones sobre Ensenada y éste fue depuesto y desterrado. Con Wall, sin embargo, no variaron las líneas de la política de neutralidad. España permaneció al margen de los conflictos franco-birtánicos, con escasa visión política, ya que la contienda por el domino de América del Norte tendría graves consecuencias para los dominios españoles andando el tiempo.

La neutralidad española resultaba cada vez más difícil de mantener dada la creciente tensión entre Francia e Inglaterra, que llevó al estallido de la Guerra de los Siete Años en 1756. España no podía mantenerse al margen de este conflicto, debido a su trasfondo colonial. La guerra se generalizó pronto a todo el continente, mientras Fernando VI hacía denodados esfuerzos por escapar a sus implicaciones internacionales. La colaboración de España interesaba a todos los contendientes y el monarca español recibió propuestas de todos ellos.

Los ingleses llegaron a ofrecer la devolución de Gibraltar a la soberanía española. A pesar de las presiones internacionales, más por incapacidad de resolución que por una firme determinación política, no llegó a tomarse ninguna resolución respecto a qué papel habría de desempeñar España en la guerra.

Principales logros

El reinado de Fernando VI constituyó un periodo de necesaria reconstrucción interna tras la Guerra de Sucesión. Su política internacional deparó a España el más largo periodo de paz desde tiempos de Felipe II y, mientras las naciones vecinas se desangraban en cruentas guerras, el reino pudo hacer importantes progresos en agricultura, industria y comercio, apoyados por la fundación de la Sociedad Económica de Amigos del País en 1746. La Ilustración impulsó el renacimiento cultural español. En 1752 se fundó la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y posteriormente se emprendieron las obras del Jardín Botánico y del Observatorio Astronómico. Carlos III fue heredero de un monarca que, a pesar de la brevedad de su reinado, sentó los cimientos de la recuperación española en la segunda mitad del Setecientos.

Muerte

La muerte de su Bárbara de Braganza en 1758 afectó fatalmente al rey, sumiéndole en un estado de profunda melancolía y enajenación del que ya no saldría. Murió al año siguiente, el 29 de agosto de 1759, en la localidad madrileña de Villaviciosa de Odón. Segéun sus médicos Fernando VI murió de la misma dolencia que había aquejado a su padre: locura melancólica. El rey no dajaba descendencia. Le sucedió en el trono su hermano Carlos, rey de Nápoles. Fue enterrado en el monasterio de la Visitación de Madrid, fundado por doña Bárbara de Braganza.

Bibliografía

  • ÁLVAREZ SANTAL”, L.C. Y GARCÍA-BAQUERO GONZÁLEZ, A. De Felipe V a Carlos III. Vol. 7 de la “Historia de España” dirigida por A.Domínguez Ortiz. Barcelona, 1989.
  • JOVER, J.M. y HERNÁNDEZ SANDOICA, E. La época de los primeros Borbones, vol. I. Madrid, 1985.
  • MARTÍNEZ RUIZ.E., GIMÉNEZ.E., ARMILLAS, J.A. y MAQUEDA, C. La España moderna. Madrid, 1992.

Fuente