Fin de la Guerra de Independencia (1898)

Fin de la Guerra de Independencia (1898)
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Fecha:25 de agosto de 1898
Lugar:Bandera de Cuba Cuba
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba CubaBandera de España EspañaBandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos

Fin de la Guerra de Independencia (1898). El 12 de agosto de 1898, el secretario de Estado norteamericano, William A. Day y el embajador francés, Jules Cambon, en representación del gobierno español, firmaron el Protocolo de Paz, en Washington; pero aún quedaban dos escollos espinosos por salvar: las ansias de independencia del pueblo, el gobierno y el Ejército Libertador cubanos, y las aspiraciones análogas de los filipinos.

Situación histórica

El 12 de agosto de 1898, el secretario de Estado norteamericano, William A. Day y el embajador francés, Jules Cambon, en representación del gobierno español, firmaron el Protocolo de Paz, en Washington, sin embargo aun persistían los ideales de indepencia en la Isla.

En consecuencia, al día siguiente, el abogado y amigo personal de McKinley, Charles E. Magoon, le confió a Estrada Palma la encomienda de su presidente, de que los cubanos aceptaran el fin de la guerra.

En realidad se trataba de conseguir que el Consejo de Gobierno de la República en Armas aceptara el fin de las hostilidades con España sin ser reconocido por el de EUA ni proclamada la independencia de Cuba, cuando según lo prescrito en la Constitución de La Yaya el tratado de paz con España había de ser ratificado por la Asamblea y no podía ni siquiera iniciarse sino sobre la base de la independencia absoluta e inmediata de toda la isla de Cuba.

Pero Estrada Palma aceptó de inmediato, a nombre del Gobierno provisional de Cuba, las demandas de su interlocutor a cambio de nada. Ese mismo día, Estrada Palma cursó telegramas al presidente Bartolomé Masó, con copias al vicepresidente Méndez Capote, que por entonces se encontraba en la Florida, y a Calixto García, todavía lugarteniente general, así como cartas al General en Jefe Máximo Gómez; a Mayía Rodríguez, jefe del Departamento Occidental; a Pedro Díaz, jefe del 6º Cuerpo y a Pedro Betancourt, jefe de la División del 5º Cuerpo El texto del telegrama dirigido a Masó decía que debía dar inmediatas órdenes al ejército en toda Cuba de suspender todas las hostilidades.

Sin embargo, el mensaje no llegó al Consejo de Gobierno hasta el 25 de agosto, de manos de Méndez Capote, recién llegado de Estados Unidos.

Lectura del Tratado de Paz

En la sesión de ese día se leyó el Protocolo de Paz de Washington y una proclama de McKinley, en la que decretaba la suspensión de hostilidades entre los dos países —España y Estados Unidos—. A continuación, Méndez Capote leyó el telegrama de Estrada Palma recibido por él, cuyo texto decía que había aceptado el armisticio a nombre del gobierno nuestro, y que había mandado, con autorización del Gobierno de Washington, un cable al presidente Masó informando la aceptación, y recomendándole ordene a los militares la suspensión de las hostilidades.

Consecuencias

No le quedaba entonces al Consejo de Gobierno otra alternativa que aceptar el compromiso contraído por su representante plenipotenciario u optar por la tremenda: desautorizarlo y mantener; aunque fuera solo de manera formal, tal beligerancia insurrecta que presionara a los norteamericanos a negociar, pero a riesgo de provocar una alianza entre españoles y norteamericanos para “pacificar la isla”.

Ante tal disyuntiva, el Consejo de Gobierno: después de deliberar extensamente sobre todos y cada uno de los particulares anteriores, acordó dar por terminada la guerra que sosteníamos contra España, supuesto que esta nación abandonaba toda pretensión de soberanía y dominio sobre Cuba y se obligaba a evacuar inmediatamente todo el territorio de la Isla, y por consiguiente debía suspenderse las hostilidades en todo el territorio de la Revolución y que se comunicara sin pérdida de tiempo este acuerdo por las vías más rápidas posibles.

Menguado fin de una guerra en la que uno de los bandos beligerantes se comprometió a cesar las hostilidades contra el otro sin que su oponente hiciera lo mismo.

Fuente