Fortificaciones coloniales de Cuba

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Fortificaciones Coloniales Cubanas
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Castillo de la Real Fuerza.jpg
Concepto:Fortificaciones cubanas construidas en la etapa colonial.

Fortificaciones Coloniales. Durante los primeros años del siglo XVI los conflictos entre las potencias europeas se mantuvieron alejados del Nuevo Mundo. Los piratas y corsarios franceses, ingleses y holandeses que atacaban a las naves españolas no iban nunca más allá de las islas Canarias o las Azores. Pero la paz en los mares americanos duraría muy poco tiempo.

En 1521, un florentino al servicio de la corona francesa, Juan de Verrazano llegó hasta las aguas caribeñas y capturó parte del tesoro de Moctezuma que Hernán Cortés enviaba al emperador Carlos V. Esta presa extraordinaria que cayó en poder de Francia provocó que los mares del Nuevo Mundo, especialmente el Caribe, se llenaran súbitamente de corsarios y piratas. Ante el evidente traslado de los conflictos europeos a tierras americanas, los habitantes de las villas comenzaron a pedir la fortificación de éstas. Por ello, en 1526, el Consejo de Indias ordenó que se efectuaran estos trabajos en todas las poblaciones costeras.

Los primeros ataques piratas se produjeron en Cuba en 1537, cuando, en dos ocasiones, fue atacada en el puerto de La Habana la flota procedente de Veracruz. En 1538 los corsarios franceses atacaron Santiago de Cuba, pero, al ser rechazados se dirigieron a La Habana, donde saquearon las viviendas, la iglesia y quemaron la primitiva villa.

Sin embargo, el costo de las fortificaciones era grande, y la pobreza de Cuba no hubiera permitido su construcción sin la ayuda pecuniaria de Nueva España y a veces también de Panamá y Nombre de Dios, en la forma que constituyó el régimen de los situados. El oro de México y la plata de Tierra Firme facilitaron así el pago de las obras militares y los sueldos de las guarniciones, siendo el situado “el precio pagado por el servicio que prestaba la Isla con su posición geográfica y el abrigo del puerto de La Habana”

La Fuerza Vieja y el Castillo de la Real Fuerza

La Fuerza Vieja –como se le llamara después– distaba unos trescientos pasos al norte del actual castillo de la Real Fuerza. La obra se comenzó en junio de 1539 y su construcción se dio por terminada en 1540, bajo la dirección de Mateo Aceituno, vecino de la villa de Cuba.

A partir de 1541 cuando quedó implantada la comunicación por flotas entre América y España, La Habana se convirtió en el punto de reunión de todos los navíos que regresaban a la Metrópoli con su valiosa carga, siguiendo la corriente del Golfo. De este modo la situación se hizo en extremo peligrosa para los habitantes de la isla.

La Fuerza Vieja demostró estar mal trazada y ubicada, y tener una baja capacidad defensiva, ya que pese a las sucesivas mejoras de que fue objeto, no fue suficiente a defender la plaza del ataque y saqueo del corsario Jacques de Sores en julio de 1555. Necesaria mientras se terminaba de construir una nueva fortaleza, fue finalmente demolida en 1582.

La más antigua fortaleza existente en Cuba, fue comenzada en el año 1558 y terminada en 1577. El Castillo de la Fuerza, de dimensiones modestas, pero trazado sobre relaciones geométricas cuidadosamente calculadas, constituye un ejemplo inicial de la aplicación de los nuevos conceptos arquitectónicos del renacimiento en las fortificaciones de América. Desde fines del siglo XVI hasta 1762, fue residencia de varios capitanes generales.

Su torre fue levantada en 1632 por orden del gobernador Juan Bitrián de Viamonte quien mandó a colocar en lo alto de la misma una estatua de bronce llamada La Giraldilla, obra del escultor habanero Jerónimo Martínez Pinzón, considerada símbolo de la Ciudad de La Habana.

No obstante, pronto se descubrieron sus limitaciones para defender un puerto que se hacía cada vez más importante dentro de la estrategia general americana de la corona Española, pero debieron transcurrir casi veinte años antes de que se realizara una defensa completa del puerto.

Los tres Reyes del Morro y San Salvador de La Punta

Castillo de los Tres Reyes del Morro

A finales del siglo XVI se comenzó la construcción del Castillo de los Tres Reyes del Morro y del Fuerte de San Salvador de la Punta, a uno y otro lado del canal de entrada de la bahía, el cual se cerró con una cadena. En un nivel inferior del Morro, por la parte de la bahía, se levantaron la

Batería de los Doce Apóstoles y la Batería La Pastora. Ambas fortalezas, junto al castillo de la Fuerza, se representaron en el escudo concedido a la ciudad en 1665.

Estas obras formaban ya parte de la defensa continental concebida durante el reinado de Felipe II por un grupo de ingenieros venidos de Italia. En este proyecto el Mar Caribe era claramente avizorado como principal campo de batalla donde las potencias europeas coincidirían para influir en el destino continental. Antes de mediar el Siglo XVII, la ciudad poseía una pantalla protectora de fortificaciones y trincheras enfrentadas al mar, cuyos polos extremos eran los torreones de Cojímar y La Chorrera. Era una plaza fuerte de primera magnitud.

La torre del Morro comenzó a utilizarse como faro en 1764. En 1844 se demolió la antigua torre y se inauguró otra con el nuevo sistema de Fresnell.

La Muralla

Entre 1673 y 1740 se levantó en torno a La Habana una muralla que completaba la defensa brindada por sus fortalezas. El recinto amurallado limitó la expansión urbana a la península que se adentraba en la bahía. Dentro de esta área, nítidamente separada del ambiente rural por la línea poligonal de la muralla, se fueron extendiendo y compactando las edificaciones, dejando libres solamente los espacios correspondientes a las plazas y plazuelas.

No obstante esto, durante todo el siglo XVIII el peligro de los ataques filibusteros y, sobre todo, la posibilidad de una gran avanzada de alguna nación europea con las cuales España entraba en guerra, hacían temer por la seguridad de la ciudad, y se señalaban en distintos lugares de su entorno, elevaciones y puntos cuya posesión por el enemigo sería catastrófica. Entre estos, la altura de la Cabaña había sido señalada desde el siglo XVI como un “padrastro” desde el cual se podían dominar no sólo los castillos de la Fuerza y del Morro, sino también una buena parte de la ciudad.

San Carlos de la Cabaña

Fortaleza de San Carlos de la Cabaña

Hacia 1757 llegó a La Habana el ingeniero José Abarca, mandado a buscar por el gobernador Cagigal de la Vega, con el fin de analizar la defensa de la ciudad y, específicamente, la de la loma de la Cabaña. Abarca realizó los planos para la construcción de un castillo de planta cuadrada con baluartes en las esquinas, posiblemente más pequeño de lo que realmente era necesario. Aún así, cuando el plano fue enviado a la metrópoli para su aprobación, las gestiones y trámites en la corte se dilataron tanto, que muy poco se pudo hacer para evitar que la ciudad cayera en poder de la flota inglesa en 1762.

Demostrada de forma elocuente la ineficacia de los viejos castillos, en 1763, cuando se firmó la paz de Basilea y la ciudad pasó de nuevo a poder de España, se solicitó la presencia del ingeniero Silvestre Abarca –hermano de Jorge, quien ya había muerto– el cual junto con un relevante grupo de ingenieros militares se dio a la tarea de trazar el plan de defensa del puerto. Este programa incluyó la reedificación y ampliación del Morro, la construcción de tres grandes fortalezas: la Cabaña, el Príncipe y Atarés, así como de un grupo de baterías, cuarteles y almacenes que conformaron un amplio sistema defensivo, que hacía de La Habana una ciudad prácticamente inexpugnable.

Castillo de Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua en Cienfuegos

Esta será la única fortaleza construida en el centro de la isla en 1745: Nuestra Señora de los Angeles de Jagua. Como consecuencia de los ataques de corsarios y piratas que afectaban a la vida y el comercio en la zona central sureña de Cuba, la metrópoli española decidió construir este tipo de fortificación en la bahía de Jagua.

La idea surgió en 1662, pero no fue hasta 1733, cuando el ingeniero militar francés Joseph Tantete se le encomendó la dirección de esta obra que se concluyó en 1745. El Castillo de Jagua fue un proyecto del ingeniero Bruno Caballero, Mide cerca de 90 metros de largo por 60 de ancho. Cuenta con fosos de unos 10 metros de ancho. Se localiza en la ribera occidental de la bahía de la ciudad de Cienfuegos, en la Loma de la Vigía. Es una sólida construcción en piedra, de estructura cúbica, con dos niveles, un puente levadizo y una garita abovedada.

Inicialmente alrededor de un centenar de hombres con 10 piezas de artillería formaron la dotación del castillo. En el Siglo XIX, durante la lucha de los cubanos por la independencia, los españoles utilizaron el castillo como cuartel y prisión.

Fortalezas militares en Santiago de Cuba

Los antecedentes más antiguos de defensa de la isla posiblemente puedan hallarse en la Real Cédula del 13 de abril de 1513, en la cual se hacía merced a Diego Velázquez de la alcaldía y tenencia de la fortaleza de la Asunción, con 20 000 maravedíes al año. Otra Real Cédula relacionada con la arquitectura militar, fechada el 12 de diciembre de 1518, informa que la “...fortaleza de la Asunción, y porque esta se cayó, se le hace merced (a Diego Velázquez de Cuellar) de la tenencia de la villa de Santiago, o de la primera que en la isla se hiciere..”

Santiago de Cuba tuvo un desarrollo lento en cuanto al sistema de defensa. Documentos del año 1539 testimonian la existencia de un baluarte que guardaba el puerto y el muelle de la ciudad. En 1618 se levantaba en cuatro días un reductillo y en 1619, una plataforma para colocar piezas de artillería. Sin embargo, se necesitaron más de seis décadas para que se pensara en una fortaleza equiparable a las habaneras.

El primer gran proyecto para edificar en la bahía santiaguera una excelente fortaleza militar puede hallarse en 1638. Por esta época, Juan Bautista Antonelli con Pedro Roca de Borja, inspeccionan la entrada y boca del puerto, para elegir el punto más adecuado a su defensa. Dos años después en 1640, se informaba al monarca que la fábrica de la fortaleza de San Pedro de la Roca estaba en estado razonable, cerrada con una muralla de veinticuatro pies en su base, y que se procedía a la construcción de un aljibe y alojamiento para la tropa.

En Octubre de 1662 fuerzas inglesas procedentes de Jamaica volaron la fortificación y destruyeron el presidio de la ciudad de Santiago, planteando la urgente necesidad de comenzar la reedificación militar. Al siguiente año Pedro de Bayona Villanueva puso obra a un fuerte Real en el sitio del convento de San Francisco, con cuatro baluartes de fagina terraplenados, dispuestos a la defensa de los pobladores de un ataque por tierra.

Sin embargo, sería el Siglo XVIII el siglo de oro de las fortalezas militares. Se modernizan las ya existentes acorde a los avances de la estrategia militar y se fabrican nuevas como Jagua, La Cabaña, Atarés y El Príncipe; y en Santiago de Cuba, se completa la defensa costera con un sistema de fuertes ubicados alrededor del Morro –La Estrella, Aguadores, Juraguá, Cabañas y Guaicabón– y en el cayo Esmit de esa bahía.

La historia y el patrimonio

La pérdida casi total del imperio americano, a principios del siglo XIX, redujo las posesiones españolas en América a Cuba y Puerto Rico. A partir de entonces, se multiplicaron por todo el país los cuarteles y fortines, pero nada impidió que la guerra estallara en 1868. A fines del siglo, ante la certeza de intervención de otra potencia en el conflicto bélico desatado entre Cuba y España, se renovó la artillería de los viejos castillos y se construyen nuevas baterías y fuertes, sobre todo en la costa habanera. Estas fortificaciones de escasa elevación sobre el nivel del mar, fueron una evolución de la arquitectura militar ante el desarrollo de los acorazados.

Sin embargo, las viejas fortificaciones permanecen hasta hoy no sólo como callados testigos de más de tres siglos de historia americana, sino también como expresión de relevantes valores constructivos y formales, cuyas moles imponentes ya son parte del patrimonio nacional.

Fuentes

  • Real Academia de la Historia. Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas de Ultramar. Segunda serie. Madrid. 1885.
  • Fortificaciones Coloniales de la Ciudad de La Habana. Dirección de Patrimonio Cultural. La Habana, 1982. Investigación realizada por Tamara Blanes y José A. Herrera.
  • Francisco Pérez Guzmán. Documentos sobre las fortalezas militares de Santiago de Cuba. En revista Santiago. Nº 26-27, jun-sept, 1977. Pág. 181-200.
  • Radio Taino
  • Galería Cubarte