Francisco Agüero Velasco

(Redirigido desde «Francisco Agüero Velazco»)

Artículo destacado

Francisco Agüero Velasco
Información sobre la plantilla
MártirFrasquito.jpg
Primer combatiente muerto por la independencia de Cuba.
NombreFrancisco Agüero Velasco
Nacimiento1793 ó 1795
Villa de Puerto Príncipe.
Fallecimiento16 de Marzo de 1826
Camagüey
Causa de la muerteAhorcamiento
NacionalidadCubana
Otros nombresFrasquito
CiudadaníaCubana
Conocido porConspirador independentista del Camagüey
PadresJosefa María Velasco y Agüero y Pablo Antonio de Betancourt Agüero Agüero
FamiliaresDoña María Vicenta y Doña Angela de la Merced (mediahermanas)

Francisco Agüero Velasco (Frasquito) primer combatiente muerto por la independencia de Cuba. A principios de 1826, Agüero desembarcó cerca de Santa Cruz del Sur y comenzó a estructurar un movimiento insurreccional, con la consigna de "Independencia o muerte", pero fue detenido. Mientras este patriota de 31 años de edad atravesaba, encadenado, la Plaza Mayor al encuentro del verdugo, recitó los versos de José María Heredia:

“Siempre vence el que sabe morir”.

Fue uno de los precursores y principales jefes de las conspiraciones y luchas independentistas surgidas en Santa María del Puerto del Príncipe y Nuevitas en 1822 y 1823.[1]

Síntesis biográfica

Fue hijo de Josefa de Velasco en relaciones extramatrimoniales con su pariente Pablo Antonio de Betancourt Agüero; presumiblemente nació en 1793 ó 1795 en la villa de Puerto Príncipe. [2]Cuando ya era adulto Agüero Velasco era de tez blanca, canilludo, de pies largos, boca chica, buena dentadura, pelo negro y crespo, ojos pardos algo dormidos, nariz regular, barba poblada, cara larga y “ser algo cargado la espalda”.[3]

La niñez y juventud de Frasquito se desarrolló en Puerto Príncipe, Nuevitas, y también en La Habana, donde residía su medio hermana Vicenta Agramonte Velasco, casada con un hijo del segundo Conde de Lagunillas.[4]

En 1820 al restablecerse el sistema constitucional en España penetraron en la Isla diversas corrientes revolucionarias que recorrían América y Europa. El predominio de las ideas liberales entre los camagüeyanos fue motivo de constante preocupación para las autoridades coloniales y las clases dominantes pues en mayo de 1821 habían circulado, sin reserva alguna, un impreso con el proyecto de independencia mexicana, consignas subversivas y un artículo abogando por la igualdad de clases que ha alentado a los originarios de África de un modo que puede producir muy fatales consecuencias.

En agosto de ese año varios pardos y morenos de la ciudad de Puerto Príncipe solicitaron permiso para fundar una hermandad y, aunque no fue autorizada porque no eran ciudadanos con derechos, el teniente gobernador de la jurisdicción Francisco Sedano, con el apoyo de los absolutistas, solicitó del capitán general el envío de unos de los batallones que, expulsados de América del Sur por los independentistas, habían arribado a Cuba. Sedano pensaba controlar mediante la fuerza la situación existente.

El traslado a la ciudad del Regimiento de Infantería de León —400 hombres de tropa y 28 oficiales— recibió el repudio mayoritario de los vecinos pues eran tropas que habían derramado sangre de los hermanos de América y ahora ofendidos por la derrota podían tomar revancha en Puerto Príncipe. El Ayuntamiento camagüeyano acordó solicitar al Capitán General que no se cumpliera la orden; sin embargo, el citado regimiento llegó a Puerto Príncipe a fines de diciembre de 1821.

Vejaciones y atropellos contra la población

Ya en la ciudad, la soldadesca del mencionado regimiento comenzó las vejaciones y atropellos contra la población y, el 2 de mayo de 1822, al hacer las descargas de ordenanza en los festejos celebrados en la Plaza de la Constitución,[5] mató a la joven Ángela Recio Sánchez[6] e hirió a varios vecinos. Los abusos y los atropellos de los leoneses eran mayores cada día, pero ni los sables ni las bayonetas pudieron impedir que, en repetidas ocasiones, resonaran los gritos de:


¡Mueran los godos!.

¡Viva la independencia![7]

El 9 de diciembre del mismo año, los absolutistas impidieron por la fuerza la participación de los liberales en las elecciones para renovar el consistorio,[8] hecho que fue denunciado por los constitucionalistas que suscribieron un acta ante un escribano.

Cuando los simpatizantes del sistema constitucional llegaron a la convicción de que, ni con los liberales y mucho menos con los absolutistas, nada podía esperar Cuba de la metrópoli, comenzaron a conspirar, y así surgió en 1822 la llamada Liga de La Cadena, denominada indistintamente Cadena Triangular y Cadena Eléctrica, cuyo objetivo era lograr la independencia, mediante un levantamiento armado que tendría lugar en Puerto Príncipe, donde serían ajusticiados los absolutistas más representativos de la localidad y su jurisdicción. Esta conspiración tenía muchos partidarios en Puerto Príncipe y Nuevitas y sus inmediaciones; Frasquito Agüero era uno de ellos.

Para esta fecha, ya había ocurrido un incidente que evidencia el comprometimiento de Frasquito; en La Habana, junto a Agustín de Varona fue sorprendido por un militar redactando proclamas independentistas pero lograron destruir los documentos antes de la llegada de las autoridades.[9] Fue su primo Alonso Betancourt Betancourt,[10] quien lo inició en los trajines conspirativos y puso en contacto con los grupos bolivarianos.

Actos conspirativos en Nuevitas

En febrero de 1823 las autoridades conocieron que en Nuevitas se realizaban actos contra la seguridad pública y al realizar las investigaciones apareció involucrado un mozo nombrado Frasquito, quien frecuentemente trataba de fomentar una revolución en contra del Gobierno español” en sociedad con Alonso Betancourt.

El mismo Frasquito había manifestado:

“iba a poner las leyes en manos de los cubanos para que fueran libres” y “ponderaba las grandes ventajas que resultaban para Cuba de hacerse independiente bajo la protección de Colombia...”

Sin duda, Agüero Velasco pertenecía a la Liga de la Cadena y era uno de los enlaces con Nuevitas, donde residía una tía suya nombrada Loreto de Velazco, propietaria del Ingenio Buenavista,[11] situado en los montes de Santa Rita, en las inmediaciones de la localidad. Además, en marzo de 1823, pertenecía al Tercer Grado Simbólico de la Logia San Juan, constituida al Oriente de Puerto Príncipe bajo el título distintivo de la Ley Natural. Esta institución secreta tenía por objetivo desarrollar en su seno actividades conspirativas, tratando de burlar la vigilancia de las autoridades coloniales. Descubierta su identidad y ordenada su detención, Frasquito Agüero logró abandonar la localidad y posteriormente la Isla.

El 20 de diciembre de 1823 fue restaurado el absolutismo en Puerto Príncipe, y, al igual que en el resto de la Isla, surgió un fuerte movimiento de repulsa, que se manifestó en la organización de varias conspiraciones que buscaban o eran apoyadas fundamentalmente desde Colombia y México, naciones que temían que su antigua metrópoli utilizara a Cuba como base de operaciones para intentar la reconquista de los territorios del continente.

Buscando la ayuda de Simón Bolívar

Las gestiones realizadas por los cubanos para lograr la ayuda del libertador Simón Bolívar a la independencia de Cuba, fueron bien acogidas por el ilustre venezolano que era partidario de la unidad continental frente a las ambiciones de las potencias europeas por reconquistar sus antiguas colonias de América, impedir la expansión y el control económico y político de los Estados Unidos de los territorios al sur del río Bravo y lograr la independencia de Cuba y Puerto Rico que aún sufrían el coloniaje.

En 1823, los camagüeyanos José Agustín Arango Ramírez, Gaspar Betancourt Cisneros(El Lugareño), Fructuoso del Castillo Varona, el trinitario José Aniceto Iznaga Borrell y el argentino José Antonio Miralla, visitaron la Gran Colombia con el propósito de obtener el apoyo de Bolívar.

Estadía en Estados Unidos

Frasquito Agüero, quien había pasado a Estados Unidos, permaneció más de un año en la ciudad de Filadelfia, donde se relacionó con Gaspar Betancourt Cisneros, El Lugareño, José Aniceto y Antonio Abad Iznaga Borrell. Como otros cubanos, probablemente durante su estancia en Norteamérica, tuvo su primer conocimiento de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en el folleto de Thomas Paine, “Los Derechos del hombre” que traducido al español circuló subrepticiamente en Cuba e influyó en los criollos más ilustrados.

Pero lo que interesó especialmente a muchos cubanos fue la referencia de Paine al “español esclavizado”, y su alegato en pro de “la independencia de Sudamérica de España, la apertura de esos países de inmensa extensión y riqueza al comercio general del mundo, como ahora sucede en Norteamérica.[12] Convencido Frasquito de que en EU. no podría recibir ayuda para sus planes insurreccionales buscó el apoyo de Bolívar. Embarcó hacia Maracaibo a bordo de la goleta «Sofía», y arribó el 16 de mayo de 1825 a dicho puerto, donde presentó un documento solicitando residir en Colombia.

Conformando su ideología

En esta época, en su ideología se advierte la influencia de los filósofos materialistas mecanicistas franceses del siglo XVIII y se manifiesta como panteísta, al expresar:

La naturaleza, en todo tiempo, dió al hombre sus lecciones con pruebas invariables, y le advierte, señalando el rumbo por donde debe hacer su jornada, y aquél la entiende, pero se escandaliza sin consultarse; su ignorancia y soberbia alucinan su razón, encandilan sus ojos y pervierten su alma…[13]

Hace un análisis del estrecho contubernio entre la iglesia católica y el poder absolutista, con el marcado anticlericalismo de los revolucionarios burgueses de su época:

Las fábulas fueron el apoyo siempre de los tiranos de la Iglesia, de sus sacerdotes, que éstos pronto se crearon, y ellos crearon a Dios, a un infierno, a un purgatorio, a un paraíso, a la vez quedaron dueños absolutos del corazón del hombre, al que han gobernado a su placer como un jardinero lo hace con sus flores. Con paso tan gigante en pro del mal, los sacerdotes del altar, en comunión de los tiranos del trono, a un compás marcharon, los primeros creando dioses de superstición y con hipócrita conducta fervorizando el fanatismo; y los segundos creando leyes facticias, instituciones malvadas, reglamentos de ignominia, contra el hombre ya esclavo.

Pero en aquellos tiempos no se conocía una brújula tan activa como la de los tiranos del día, pues con la de aquel tiempo que fue el sacerdotismo, han reunido otra que se nombra política de gabinete. Este es el área donde salieron en España las leyes del Señor, las de Partida, las de India —nueva recopilación—. Estas son las que virtuosamente dividen al pueblo en tantas clases como tiene de hombres, pues conviene que haya muchos de los llamados plebeyos, los cuales bajan de distintas causas: la pobreza, la ilegitimidad de un hombre; bastardía; adulterio; sacrilegio; la criminal desgracia de no tener a tiempo una madre o hermana linda, que deleite a un príncipe, a su excelencia o alteza… La comisión de blanco y negro en los pueblos heterogéneos.

Pero que si hay dinero, el príncipe puede enmendar la naturaleza de un hombre, como el Papa pasa las almas por su crisol quedando después tan limpias como antes de ensuciarse. Esto es con dinero, porque sin él todo un pueblo será plebeyo, y todas las almas condenadas a perpetuo infierno.[14]

A continuación expresa que:

... las leyes de los príncipes, para que sean divinas, tienen que empobrecer a sus pueblos, dividirlos y sumergirlos en la ignorancia y superstición.

Duda que en los pueblos de América, encadenados por tres siglos, podrá crearse una sana moral para que ilustrándose adquiera riquezas, valor, entusiasmo y honor[15] aún cuando en la metrópoli se promulguen constituciones liberales burguesas, como la de 1812, pues nunca consideran al hombre americano “libre e igual ante la ley; en discurrir, en hablar, en adquirir, en poseer, en ilustrarse, etc.”[16]

En Frasquito Agüero están presentes las ideas de la Revolución Burguesa Francesa de 1789 y las bolivarianas. Como hombre americano, tiene conocimiento de las problemáticas económicas, políticas y sociales de América Latina.

Estancia en Sudamérica

Durante su estancia en Sudamérica redacta los estatutos de una organización masónica: la Arcana Globa de Mara, Orden Chimborajana y Círculo de la Esfera. En sus estatutos o reglamentos se advierte una marcada influencia bolivariana y de la “de la parte más interesante de la historia indiana”; es obvio señalar la derivación del vocablo “Chimborajana”.

Dado el carácter secreto que tenía este tipo de sociedad, eran el medio adecuado para realizar actividades conspirativas y de captación para reunir a todos los independentistas y, de ese modo, asegurar el éxito de los proyectos liberadores.

Para pertenecer a la Orden Chimborajana es imprescindible ser honesto por amor propio, por no someterse al interés y por procurar la subsistencia por su aplicación al trabajo.[17]

Además, se requería tuviera “amor a su patria, a la independencia, libertad e igualdad”, y no podría ser “empresario, comensal” (que vive a expensas de otro) ni subsistir “de persona sospechosa”.[18] Era imprescindible ser “indiano en la extensión de la tez o colombiano de primera naturaleza”, lo cual demuestra que no tenía limitaciones raciales y, además, amplio concepto americanista con una profunda conciencia del mestizaje existente en nuestro continente.

Es interesante observar cómo Agüero quería excluir de la citada organización a todos los que viviesen del trabajo ajeno u obtuviesen ganancias de dudosa procedencia, en medio de una sociedad esclavista que alcanzaba el primer lugar mundial como productora de azúcar con mano de obra esclava. Como material de estudio, se utilizarían “Los derechos del hombre” y “La edad de la razón” de Tomás Paine, las fábulas de Voltaire y “El Contrato Social” de Rousseau, obras que representaban el pensamiento revolucionario más avanzado de la época.

De ese tiempo, es también su décima “Por mi Patria y Libertad”, en la que canta la rebeldía de los americanos contra la metrópoli española.

En vano el León se enfurece
Contra el indiano jovial
La saheta mortal
Le hirió y ya desfallece
Al ver su pérdida crece
Su furor y atrevimiento
Mas el indiano contento
Canta ya su victoria
Dejando para su gloria
Las fieras escarmiento.[19]

Por estos tiempos, varios revolucionarios cubanos que habían participado en las luchas independentistas en varios países de Sudamérica, estaban estrechamente vinculados u ocupaban cargos en sus gobiernos, compartían la idea bolivariana de transformar toda la América del Sur en una sola república federal y apoyaban los planes independentistas para Cuba y Puerto Rico. Probablemente Simón Bolívar esperaba la oportunidad que un movimiento en Cuba encendiese la llama de la insurrección, aunque fuese con carácter local, y proclamase la independencia para venir en su ayuda y culminar con el dominio español en América.

Intentando encender la llama de la insurrección

A pesar de las restricciones políticas absolutistas imperantes en Cuba, Frasquito Agüero, convencido de que si lograba encender la llama de la insurrección, recibiría el apoyo inmediato de Simón Bolívar, decidió marchar a la Isla; el 10 de noviembre de 1825 obtuvo el pasaporte expedido por la Intendencia del Séptimo Departamento de la República de Colombia.[20] El plan es pasar a Jamaica, un lugar más cercano desde donde se podía llegar a Cuba de forma clandestina, organizar un levantamiento armado e inmediatamente solicitar el apoyo de Bolívar.

Arribó a Kingston el 1° de diciembre, y días después se trasladó a Montego Bay. Lo acompaña el también camagüeyano Andrés Manuel Sánchez Pérez; había nacido el 9 de diciembre de 1805,[21] y aunque hijo de mulatos libres, era nieto por la línea paterna de Bernabé Ignacio Sánchez-Pereira Miranda. Estudió en Filadelfia[22] y, años después “hiso un robo de prendas en el Santuario del Cobre: y se fue a Costa Firme”. [23]

El historiador Philip S. Foner, escribe que Agüero y Sánchez:

“… en reuniones celebradas en Jamaica con dos coroneles colombianos y son Sévere Courtois, el haitiano jefe de la escuadra colombiana, se trazó un plan para que los dos cubanos suscitaran en Cuba un levantamiento revolucionario que sería apoyado por una expedición procedente de Colombia.[24]

A bordo del Maryland

El 11 de enero de 1826, a bordo de la balandra “Maryland” y junto a Andrés, sale rumbo a Cuba; después de ocho días de mal tiempo y otras dificultades, desembarcan en el estero de Sabanalamar, próximo a Santa Cruz del Sur. Según el diario de Sánchez, la ayuda sería inminente:

“La expedición se acerca ya. Sólo he venido a noticiároslo. Traten ustedes de asegurar su familia y sus intereses. Los mexicanos y colombianos han hecho los más grandes esfuerzos y empeños para hacernos libres… es menester que no nos desacreditemos para con ellos y pensar lo que se ha de hacer.”[25]

Desde su llegada a Puerto Príncipe, Agüero, con la ayuda de Sánchez, reanuda sus vínculos con vecinos importantes que muchos fueron cadenarios en 1822-1823 y otros menos importantes como un negro libre y un esclavo además de familiares que colaboran con él[26]

Primeramente ambos se ocultaron en la casa de su medio hermana Ángela Agramonte Velasco en la calle San Diego 20,[27] y posteriormente pasan al ingenio San José de Las Cuabas, propiedad de Francisco Zequeira Agramonte,[28] sobrino de Frasquito y de Ángela.

Frasquito Agüero fue extremadamente activo durante su permanencia clandestina en Puerto Príncipe, no sólo en la selección de contactos, para informarles sobre los planes de invasión y organizarlos para un levantamiento armado sino también en la búsqueda de información —para enviar al exterior— respecto a la situación interna, la organización y disposición de las defensas de la Isla y al apoyo interno que se podría brindar a la expedición.

Utilizó a Sánchez, como mensajero, en distintas oportunidades, para establecer los diferentes contactos, y para comunicarse con éstos confeccionó una clave. Asimismo, estableció todo un sistema dé señas y contraseñas, y para evitar cualquier sospecha de las autoridades usó un nombre falso, Joaquín Durandarte.[29]

En estas actividades Frasquito Agüero, que esperaba que el Congreso de Panamá adoptase una medida favorable en relación con la independencia de Cuba, se mantuvo vinculado a su primo Alonso Betancourt Betancourt —lo había iniciado en los trajines conspirativos en 1823— pues en marzo de 1826, Betancourt, al frente de la expedición denominada de los trece[30]intentó infiltrarse en la Isla por la costa sur del territorio camagüeyano, pero desistió, y se reembarcó con sus compañeros, al conocer la detención de Agüero y Sánchez.

Extrema vigilancia de las autoridades españolas

Como el teniente gobernador Sedano conocía, desde fines del año anterior, la posibilidad de que Agüero y Sánchez se infiltraran en territorio bajo su mando, es de suponer mantuviera vigilados a todos los sospechosos, máxime cuando llevaba quince años en el mando político y militar de la jurisdicción.

El 16 de febrero de 1826, Andrés Sánchez arrepentido de la empresa en que está involucrado y dispuesto a claudicar con tal de salvar la vida envía una carta a su padrino y regidor Francisco de Borja Agramonte Recio informándole los planes revolucionarios y solicitándole una entrevista.[31] El padrino y el ahijado se entrevistaron esa misma noche, y al tener Frasquito Agüero conocimiento del hecho, tuvo una violenta discusión con Sánchez, y ordenó a los esclavos del ingenio que lo capturaran, pero éste logró ocultarse en los potreros de Las Cuabas, donde permaneció hasta que se produjo su detención por las autoridades coloniales. Andrés Manuel Sánchez fue, sin duda, un personaje contradictorio; esta característica de su personalidad se evidenció después de su captura, en la declaración voluntaria del 22 de febrero de 1826.

Contradicciones de Andrés Manuel Sánchez

Sin conocerse con exactitud como las autoridades conocieron el paradero de Frasquito y Sánchez, en la noche del 19 de febrero las autoridades acompañadas de un piquete armado y del capitán jefe de la cuadrilla rural, asaltaron el ingenio San José de Las Cuabas, donde sorprendieron y capturaron a Agüero y Sánchez,[32] quienes fueron conducidos a Puerto Príncipe y encerrados separadamente en los calabozos del Cuartel del Regimiento de León.[33] Las autoridades ocuparon a los detenidos dos pistolas, un cuchillo, una canana con cartuchos y numerosos documentos comprometedores.

Las declaraciones e investigaciones se prolongaron hasta los primeros días de marzo y, en el curso de las mismas, Sánchez solicitó se le tomase declaración voluntaria, pues deseaba comunicar “cosas interesantes y decir la verdad”. En dicha declaración voluntaria, no sólo comprometió seriamente a Agüero, sino también a todos los contactos revolucionarios locales. Agüero, por su parte, refutó lo confesado por Sánchez, y dio muestras de serenidad, entereza de carácter e ideología definida.

Un ejemplo específico de su serenidad lo encontramos en la declaración que se le tomó el 26 de febrero de 1826, cuando, al ser acusado de haber estado en Colombia, respondió que:

“como que Su Majestad no ha reconocido la emancipación de Colombia, México y demás provincias, las juzga todavía como parte integral de su Monarquía”, y, por lo tanto, no aceptó su culpabilidad.[34]

El 10 de marzo se elevó definitivamente la causa a la Real Audiencia. Durante el proceso, el defensor de Frasquito Agüero se esforzó en salvarle la vida, sin comprometer a Sánchez; en cambio el defensor de Sánchez, trató de echar toda la culpa a Frasquito, quien:

“...por su mayor edad, su astuta perspicacia, su carácter indomable y otras circunstancias había tomado tal preponderancia en el ánimo del pobre Andrés.”[35]

El 13 de marzo, la Real Audiencia de Puerto Príncipe, en sesión pública, declaró a Agüero y Sánchez culpables del delito de traición, y condenó a ambos a pena de muerte por ahorcamiento. De nada le valió a Sánchez su declaración voluntaria ni la súplica que presentó su padre al Tribunal, subiría al patíbulo manchado por la claudicación y la delación. Poco antes de cumplirse la sentencia, Frasquito rechazó indignado los “auxilios” de la religión y únicamente, pidió le permitieran ver a su media hermana Ángela Agramonte Velasco.

Ejecución

El 16 de marzo de 1826, en las primeras horas de la mañana, fueron ahorcados Francisco de Agüero Velasco y Andrés Manuel Sánchez Pérez, en la Plaza Mayor—actual parque Agramonte— de su ciudad natal. El 29 de abril del propio año, el periódico norteamericano Niles’ Weekly Register daba esta sucinta noticia:

“Dos jóvenes, naturales de Puerta Príncipe, en la isla de Cuba, que acababan de Ilegar de la República de Colombia, fueron condenados a muerte y ahorcados en Puerto Príncipe el 16 del mes pasado por tratar de revolucionar el país.”[36]

La muerte de este revolucionario, junto a su claudicante compañero, pasó inadvertida para la prensa de la época en un intento de las autoridades españolas por silenciar y restar importancia, en la Isla y continentalmente, al movimiento revolucionario vinculado con Bolívar. La historiografía cubana los nombró protomártires de la independencia sin el análisis del pensamiento de Francisco Agüero Velasco, Frasquito, y el contexto continental americano en que actuó.

Bibliografía pasiva

  • Sed Nieves, Gustavo. Biografías. Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1977.
  • Colectivo de autores del Centro de Estudios Militares de las FAR (CEMI) Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba. Primera parte (1510 - 1898). Tomo I Biografías. Ediciones Verde Olivo, Ciudad de La Habana, 2014. ISBN 978-959-224-341-5 Página 35-36

Referencias

Fuentes

  • Crespo Baró, José Fernando. Francisco Agüero: Trazando el camino de la independencia. Publicado el 16 de marzo de 2021. Disponible en:Oficina del historiador de la ciudad de Camagüey. Consultado el 2 de octubre de 2021.
  • Cano Hidalgo, Isván Manuel . Francisco Agüero: primer mártir por la libertad de Cuba. Disponible en:Archivo cubano. Consultado el 2 de octubre de 2021.
  • Navarro Torres, Jorge. Frasquito, héroe que supo morir. Publicado el 15 de marzo de 2015. Disponible en:Entre Tinajones. Consultado el 2 de octubre de 2021.
  • Cruz Palenzuela, María Delys. Frasquito, en la raíz del independentismo. Publicado el 16 de marzo de 2016. Disponible en:Periódico Sierra Maestra. Consultado el 2 de octubre de 2021.