Fusil monocapsular de retrocarga

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Fusil Monocapsular de Retrocarga
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Fusil que utilizó el cartucho unitario

Calibre11 mm y 20 mm
Alcance efectivo400 m

Fusil Monocapsular de Retrocarga. Fusil que utilizó el cartucho unitario, conteniendo en un único elemento el proyectil, la carga de proyección y el cebo o fulminante que iniciaba el disparo.

Antecedentes

La aparición del cartucho unitario en 1850, que contenía en un único elemento el proyectil, la carga de proyección y el cebo o fulminante que inicia el disparo, fue una gran innovación. Hasta entonces los elementos del cartucho venían separados o envueltos en un trozo de papel que se empleaba para atacar la carga (comprimirla dentro del cañón).

Los primeros cartuchos unitarios, que aparecieron sobre la década de 1840, solían ser de envoltura de cartón o tela encerada y a veces no incluían el cebo, que se colocaba de forma similar a las armas de percusión tradicionales rasgándose el cartucho por su parte posterior al insertar el cartucho y acerrojar el arma. La carga del arma se simplificó y aceleró al máximo con el uso del cartucho unitario, aunque la mayoría de las armas seguían siendo de un solo tiro.

La máxima perfección se obtuvo con el sistema de bala autoforzada, que inventó el francés Claude E. Minié (1849). Una vez dilatado el culote del proyectil en el fondo de la recámara como consecuencia de un enérgico baqueteo, al producirse el disparo el estriado del ánima del cañón dotaba a la bala cilindrocónica de un movimiento de rotación en torno a su eje mayor que estabilizaba su trayectoria.

Características

Con el conjunto de la llave de percusión, el ánima estriada y bala autoforzada, se pudo hablar por primera vez de tiro de verdadera precisión, aunque los calibres no cambiaron, oscilando entre 11 mm y 20 mm. El alcance pasó de 200 a 400 metros y era posible batir un blanco aislado a 200 m. Pero en batallas como Gettysburg y en las Guerras de Prusia se corroboró que el sistema de avancarga (carga por la boca) tenía puntos débiles y la ventaja pasaba al bando que tiraba con armas de retrocarga, por engorrosas y complicadas que fuesen. El fusil de avancarga obligaba al soldado a ponerse en pie y descubrirse ante un fuego más eficaz que el de los fusiles de ánima lisa. La baqueta se perdía frecuentemente y el soldado quedaba desarmado. Había que conseguir, pues, una carga más rápida y susceptible de efectuarla a cubierto.

Todas las armas portátiles, como los arcabuces, mosquetes o fusiles, se habían venido cargando por la boca. O sea, cada proyectil debía ser introducido por toda la longitud del ánima. Pero desde 1836, el inventor alemán Johann Nikolaus von Dreyse (1787-1867) venía trabajando en un fusil provisto de recámara, que permitiera alimentar el arma por la parte posterior del cañón, con lo que la recarga seria mucho más rápida. En 1841 se perfeccionó el dispositivo con la incorporación del percutor. Este iba provisto de una aguja que al incidir sobre la carga de pólvora del cartucho, la hacía estallar y el proyectil salía disparado. Este fusil fue adoptado por el ejercito prusiano, lo cual contribuyó a su superioridad sobre las otras potencias europeas.

En 1867 el ejército español optó por el sistema Berdan. Este sistema permitía, introduciendo una sencilla pieza llamada obturador de recámara, utilizar el arma en avancarga cuando surgía algún problema de municionamiento.

La cadencia de tiro pasó de tres disparos por minuto a nueve o diez, y un alcance efectivo sobre grupos de 1000 m en la modalidad de tiro colectivo.

Pasado este período comenzaron a aparecer las soluciones definitivas en nuevas armas que conseguían una mayor tensión de trayectoria y una disminución de los calibres (11mm como promedio).

En Cuba

En 1871 apareció el fusil monocapsular Remington, con el que fue dotado el Ejército de Operaciones español en Cuba, donde estuvo de servicio en las unidades regulares hasta que en 1895 se introdujo el Mauser de repetición. No obstante, las unidades de voluntarios y guerrilleros continuaron empleándolo hasta 1898.

Fuentes