Gaston Bachelard

Gaston Bachelard
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Filósofo francés (epistemólogo), poeta, físico, profesor de física y crítico francés
NombreGaston Bachelard
Nacimiento27 de junio de 1884
Bar-sur-Aube, Bandera de Francia Francia
Fallecimiento16 de octubre de 1962
París, Bandera de Francia Francia
EducaciónLicenciatura en Letras
Licenciatura en Matemáticas
OcupaciónFilósofo, crítico literario y matemático
CónyugeJeanne Rossi
Obras destacadasEl valor de inducción de la Relatividad (1929)
El pluralismo coherente de la química moderna (1932)
La intuición del instante (1932)
El nuevo espíritu científico (1934)
La formación del espíritu científico, Planeta, (1985)
Psicoanálisis del fuego, Alianza, (1966)
La filosofía del no, Amorrortu, (1980)
El agua y los sueños (1994)
El aire y los sueños (2003)
La tierra y las ensoñaciones del reposo (1946)
La tierra y los ensueños de la voluntad (1948)
El racionalismo aplicado (1949)
La dialéctica de la duración, Villalar, (1950)
El materialismo racional (1953)
La poética del espacio, FCE, 2000 (1957)
La poética de la ensoñación (1960)
PremiosLegión de Honor
Gran Premio Nacional de las Letras

Gaston Bachelard. Fue un filósofo francés (epistemólogo), poeta, físico, profesor de física y crítico francés. Autor inclasificable, estuvo interesado por la historia de la ciencia, moderna o contemporánea, y al mismo tiempo por la imaginación literaria. Era profesor en la Sorbone (1940-1954) y se especializó en epistemología (“La formación del espíritu científico”, 1945). Estudió también la imaginación poética en relación a los cuatro elementos (“El psicoanálisis del fuego”, 1938; “El agua y los sueños”, 1942; “La poética del espacio”, 1957).

Síntesis biográfica

Nace en Bar-sur-Aube en el seno de una modesta familia de vendedores de periódicos y tabaco. Estaba casado con Jeanne Rossi, joven profesora de su tierra.

Estudios

Bachelard se centró en sus primeros trabajos en el estudio de la historia y la filosofía de la ciencia. De este ámbito pasa a desarrollar una contribución muy original en el campo de la filosofía del imaginario. En esta vertiente destacan sus trabajos sobre la imaginación de la materia (fuego, aire, agua, tierra), estableciendo una fecunda línea de comunicación entre la epistemología y la poética.

La teoría de la relatividad echó por tierra sus ideas sobre la física, por lo que regresó al estudio de la filosofía occidental, obteniendo una segunda licenciatura en letras en 1920. Después consiguió una cátedra tras aprobar una oposición (agrégation en Francia), y en 1927 defiende su tesis doctoral en filosofía y letras en la cual obtuvo premios.

Trabajos realizados

Trabaja de 1903 a 1913 en la oficina de correos y telégrafos y en la estación de ferrocarril de París. Lucha en la Primera Guerra Mundial y adelanta la licenciatura en matemáticas, que sólo puede culminar en 1920.

Al acabar los estudios secundarios trabajó en la oficina de correos de Remiremont hasta 1906 y más tarde en París entre 1907 y 1913. A pesar de trabajar 60 horas por semana en París, empezó a estudiar y se licenció en matemáticas en 1912. Su deseo de ser ingeniero se vio truncado por el estallido de la I Guerra Mundial y su alistamiento en el ejército. Después de la desmovilización, fue nombrado profesor de física y química en Bar-sur-Aube.

En 1930 la nueva orientación de su pensamiento le merece la cátedra de filosofía en Dijon, a la que renuncia en 1940 y se vincula a la Universidad de la Sorbote en las materias de historia y filosofía de las ciencias. Parte de la idea de que "la ciencia actual no tiene la filosofía que merece" y su trabajo se encamina en ese sentido. Sostiene que la filosofía es un desolador ejemplo de pensamiento rígido, rutinario y académico que no logra una efectiva unión con la ciencia.

Propone dos conceptos básicos para sacar la filosofía de su sueño dogmático: el de los obstáculos epistemológicos, o dificultades con que tropieza la ciencia en su desarrollo, y que lejos de oponérsele, nacen de su evolución; y el del nuevo espíritu científico, pues ante tales obstáculos se genera una constante movilización del pensamiento que empuja al científico más a la búsqueda, que a la satisfacción del descubrimiento, donde permaneció hasta 1954.

Recibió la Legión de Honor en 1951 y el Gran Premio Nacional de las Letras. Una mente tan versátil no podía contentarse con un enfoque filosófico sencillo. A la vez que filósofo, crítico y epistemólogo, era también un científico, un pensador profundo y un poeta. Sus trabajos reflejan tanto su precisión científica como su sensibilidad poética.

Muerte

Murió en Paris perteneciente a Francia el 16 de octubre de 1962 a la edad de 78 años.

Obras más significativas

En sus obras “El nuevo espíritu científico” (1934) y “La formación del espíritu científico” (1938) expone sus ideas sobre la Filosofía de la Ciencia. Su obra más importante en este terreno es: “El materialismo racional” (1953). Supone su planteamiento una superación del debate empirismo/racionalismo, combatiendo a cada uno de ellos por separado. Para Bachelard, el materialismo racional se halla en el centro de un espectro epistemológico cuyos extremos son el idealismo y el materialismo. El hecho científico se construye a la luz de una problemática teórica, y se prosigue con un materialismo racional.

Bachelard se consagrará a profundizar sobre el problema de la imaginación poética. Sus estudios sobre psicología de los elementos, el agua, el aire, la tierra, en sus relaciones con la literatura son hoy clásicos: “Psicoanálisis del fuego” (1938), “El agua y los sueños” (1942), “El aire y los sueños” (1943), “La tierra y la ensoñación de la voluntad” (1948). En estas obras se refleja cierta influencia de Carl Gustav Jung, Marie Bonaparte y el surrealismo. Sus últimos libros, desde 1938, muestran una búsqueda más poética, acaso culminada con: “La poética del espacio” (1957) y “La poética de la ensoñación” (1960).

Frases y pensamientos

Un hombre es un hombre en la medida en que él es un superhombre. Un hombre debe definirse por la suma de esas tendencias que le impulsa a superar la condición humana.
¿Cómo puedo soñar mientras escribo? Son de la pluma los sueños. La página en blanco le da el derecho a soñar.
Si se me pide que nombre el principal beneficio de la casa, debería decir: la casa alberga un día soñando, la casa protege el soñador, la casa le permite a uno soñar en paz.
Soy un soñador de palabras, de palabras escritas.
¿Acaso el sueño no es el testimonio del ser perdido, de un ser que se pierde, de un ser que huye de nuestro ser, incluso si podemos repetirlo, volver a encontrarlo en su extraña transformación?
Cuando se presenta a la cultura científica, el espíritu no es nunca joven. Es incluso muy viejo, pues tiene la edad de sus prejuicios.

Fuentes