Genocidio Armenio

Genocidio Armenio
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Fecha:24 de abril de 1915
Resultado:
Asesinadas 600 000 - 1 800 000 víctimas
País(es) involucrado(s)
Bandera de Armenia Armenia
Ejecutores o responsables del hecho:
Imperio otomano, Jóvenes Turcos


Genocidio Armenio. También conocido como el holocausto armenio, o Gran Crimen, fue la deportación forzosa y exterminio de un número indeterminado de civiles armenios, aproximadamente entre uno o dos y medio millones de personas, desde 1915 hasta 1923.

Historia

El 24 de abril más triste de la historia

Armenia es una nación milenaria. De acuerdo con el relato bíblico, el arca de Noé se posó en el Monte Ararat. Según Génesis 10:3, Jafet, uno de los tres hijos de Noé, tuvo un nieto llamado Togarma (Torkom para los armenios). Una tradición cuenta que un hijo de Togarma, Haik, se estableció en la planicie más alta del Ararat fundando el pueblo armenio. Sin embargo, historiadores como Herodoto sostienen que los armenios eran oriundos de Europa y habrían vivido en Asia Menor hasta asentarse finalmente en la tierra de Urartú (Ararat). De un modo u otro toda la antigüedad clásica menciona a Armenia como una nación altamente influyente, que sirvió campo de batalla para los imperios romano y persa entre los cuales se encontraba.

Una tradición armenia acerca del Señor Jesús coincide con el relato que Eusebio de Cesarea, obispo e historiador cristiano de principios de Siglo IV, detalla en su conocida obra “Historia Eclesiástica”. Es el pedido epistolar al Salvador de parte del Rey Abgaro, gobernante de un importante territorio armenio denominado Edesa, para que lo sanara de una grave enfermedad. Cuenta Eusebio que:

Jesús no respondió a su llamado entonces, pero juzgó que era digno de una carta particular en la que le prometía enviarle uno de sus discípulos para procurarle la curación de su dolencia juntamente con la salvación para él y todos los suyos. Poco después le cumplió la promesa… Tomás, uno de los doce apóstoles, impulsado por Dios, envió a Edesa como heraldo y evangelista a Tadeo”.

Más adelante Eusebio dice:

“Hay testimonio escrito disponible de todo esto en los archivos de Edesa… De todos modos nada será tan exacto como escuchar las cartas que nosotros hemos sacado de los archivos y traducido…”

Y transcribe las cartas de Abgaro y la atribuida a Jesús. Es la única mención de un acto de Jesús que hace Eusebio fuera de los correspondientes al Nuevo Testamento.

Luego de conversiones, persecuciones y martirios a lo largo de más de dos siglos, un hecho cambia el curso de la historia religiosa del país. El rey Trdát o Tiridates III es sanado en el nombre de Cristo por San Gregorio, el “Iluminador”, y convierte en el 301 a Armenia en la primera nación que adopta como religión de estado.

Luego de una gran persecución por los persas, en el Siglo V se restablece la libertad religiosa en el país. Posteriormente los armenios caen políticamente en manos de los árabes. Dice el doctor Eduardo Bedrossian en su “Síntesis de la Historia Armenia” que:

“Durante los siglos de dominación árabe fue respetada la religión y cultura armenia”, pero “la llegada de los turcos selyúcidas en el Siglo XI cambió la situación de los armenios porque traían la intención de acabar con la armenidad y con la fe cristiana”.

A lo largo de los siglos siguientes, con breves periodos de libertad e independencia, los armenios son sometidos por ejércitos extranjeros. Los invasores comparten la filiación turca y la religión musulmana. Bajo el Imperio Turco Otomano se masacran entre 1884 y 1886 unos 300,000 armenios, muchos de ellos quemados en los templos en los cuales buscan refugio. Estos asesinatos masivos fueron denunciados por la prensa mundial, y las naciones más poderosas de la tierra expresaron su condena. En 1909 los turcos asesinan 30,000 armenios en Adana y alrededores. Las muertes continúan. Pero la medianoche del sábado 24 de abril de 1915 inaugura el período más triste de esta historia. En Estambul (antes llamada Constantinopla) son detenidos y posteriormente asesinados cientos de líderes armenios. Es el comienzo de una deportación masiva que llevará a la muerte de los modos más crueles a 1,500,000 de armenios. Lo acaecido el 24 de abril de 1915 no fue la acción improvisada de una turba sino la puesta en marcha de un plan minuciosamente planificado. Pergeñado por los “Jóvenes Turcos”, un grupo de oficiales “progresistas” que pocos años antes terminaron con el sultanato otomano, este plan tenía como propósito la aniquilación de una minoría considerada potencialmente peligrosa.

De ese genocidio, mi abuelo Agop, es un heroico sobreviviente. Luego de ser deportado junto a su madre y hermanitos por meses, llegan a una montaña donde les prometen que les darán ropa y comida, pero del otro lado escuchan los gritos desgarradores de los que son asesinados. Su madre, María, toma un puñado de tierra y lo pone en sus bocas como si fueran los sagrados sacramentos.

“Hijos, en un momento estaremos en la presencia de Cristo”.

Ella es asesinada con una espada y él golpeado en la cabeza y dado por muerto. Lo arrojan a una fosa común poblada de cadáveres donde por horas simula estar muerto. Cuando los asesinos turcos se van, sólo unos pocos niños sobreviven. El se va con un árabe que lo toma para pastorear sus ovejas y salva su vida.

Agop es una excepción a la regla. Quedan muy pocos para llorar a tantos muertos. Una parte de Armenia queda sometida a Turquía, y la parte oriental que declara brevemente su independencia, termina en manos de los rusos que, paradójicamente, al someterla la salvan de su destrucción total.

En 1991 con la caída de la Unión Soviética, Armenia, la pequeña Armenia del este, se vuelve una nación soberana. El Parlamento Europeo, el Parlamento del Mercosur y numerosas naciones, incluyendo la Argentina, Canadá, Francia, Alemania, Grecia, Italia, Suecia, Suiza, Uruguay, Ciudad del Vaticano y Venezuela reconocen el genocidio padecido por los armenios. Sin embargo, en Turquía afirmar que el genocidio ocurrió es considerado “insulto a la identidad nacional” (delito de opinión). El valiente Premio Nobel turco, Orham Pamuk fue acusado ante los tribunales de su país por afirmar en un periódico suizo:

“30,000 kurdos y un millón de armenios fueron asesinados y nadie se atreve a hablar de ello”.

En enero de 2007 el periodista armenio Hrant Dink, jefe de redacción del influyente diario Argos, voz de la comunidad armenia en Turquía, fue vilmente asesinado por un fanático nacionalista turco que posteriormente posó para la prensa mundial junto a sus captores. El negacionismo es impuesto por la ley y por la fuerza.

El autor de bíblica “Epístola a los Hebreos” hace mención de una gran nube de testigos que nos precedieron en la fe. Entre ellos menciona héroes anónimos, de los cuales dice:

“Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido”.

Dentro de ellos, sin duda, se encuentran ese admirable millón y medio anónimo de armenios asesinados, mártires a los cuales queremos, al recordar su historia, rendirles respetuosamente nuestro más sentido homenaje.

Fuente