Genserico

Rey Genserico
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Rey de los vándalos asdingos, causó grandes devastaciones en su avance.
NacimientoNacido aproximadamente en el año 400
posiblemente en Hispalis (Sevilla; España)Bandera de España España
Fallecimientoel 25 de enero del año 477
Cartago (Túnez) Bandera de Túnez Túnez
Otros nombresGeiserish

El Rey Genserico. Rey de los vándalos y los alanos entre 428 y 477. Fue pieza clave en los conflictos ocurridos en el siglo V en el Imperio romano de Occidente, y durante sus casi cincuenta años de reinado elevó a una tribu germánica relativamente insignificante a la categoría de potencia mediterránea, conquistó el sur de la península ibérica y se asentó con su pueblo en el norte de África, desde donde continuó acosando al Imperio Romano.

Historia

Rey de los vándalos asdingos, hijo natural de Godogisdo, hermano de Gunderico y padre de Hunerico. Nacido aproximadamente en el año 400, posiblemente en Hispalis (Sevilla; España), y muerto el 25 de enero del año 477, en Cartago (Túnez).

Como político y guerrero, Genserico es considerado uno de los monarcas más destacados de los pueblos germánicos que invadieron la parte occidental del Imperio romano. En el curso de las migraciones populares que se sucedieron, coordinó el desplazamiento del pueblo vándalo hasta el sur de la península Ibérica, bajo la presión de los visigodos, y desde Hispania hasta el norte de África, donde fundó un efímero reino que duraría hasta el año 534, cuando el general bizantino Belisario expulsó a Gelimer, el último rey vándalo.

A la muerte de su hermano Gunderico, en el año 428, Genserico subió al trono de los vándalos asdingos y de una parte del pueblo de los alanos. Al comienzo de su mandato y tras derrotar al ejército imperial romano y a una coalición de pueblos del sudeste ibérico, se replegó con su pueblo en los territorios de la Bética, donde no tardó en controlar todos los puertos importantes de la región. Con una clara visión política y sin duda apoyado por el conocimiento de la lamentable situación interior que estaban atravesando las provincias romanas del norte africano, Genserico se embarcó rápidamente en la construcción de una poderosa flota para transportar a todo su pueblo a África, integrado por unas 80.000 personas (de ellos tan sólo 15.000 guerreros). Antes de partir, en el año 429, Genserico se enfrentó a los suevos mandados por su rey Hermigario, a los que venció en las proximidades de Emerita Augusta (Mérida), en cuya batalla murió el rey Suevo a orillas del río Guadiana. Ese mismo año, Genserico y su pueblo desembarcaron en África del norte. Después de someter a la ciudad de Hipo Regis (Hipona; Túnez) a un sitio de más de un año, en el transcurso del cual murió San Agustín, el 28 de agosto del año 430, el conde Bonifacio, quien gobernaba la región en nombre de la emperatriz Gala Placidia, rindió la plaza y huyó apresuradamente a Italia con las pocas fuerzas militares de que todavía disponía.

A lo largo del período que se extiende entre los años 429 y 439, Genserico se hizo con el control virtual de toda esta región, una de las más romanizadas del Imperio romano, lo que le permitió organizar un reino que dominaría el Mediterráneo occidental durante algo más de un siglo. De los distintos pueblos germánicos, sólo los vándalos lograron ejercer un poder efectivo sobre el mar.

Merced al tratado firmado el 11 de febrero del año 435, el emperador romano de Occidente Valentiniano III reconoció a los vándalos como un pueblo federado con Genserico como dueño absoluto de toda África del norte, a excepción de las ciudades de Constantina y Cartago. Pero, a pesar del convenio firmado, en febrero del año 439 Genserico se apoderó por sorpresa de Cartago, a la que convirtió en su flamante capital, para proseguir su campaña expansionista y de devastación por la isla de Sicilia. Esta nueva situación forzó a Valentiniano III a firmar un nuevo acuerdo, en el año 442, por el que Roma reconocía oficialmente la soberanía de Genserico sobre todos los territorios conquistados por los vándalos hasta la fecha.

La nueva dominación fue terrible para los propietarios romanos y, al mismo tiempo, para la Iglesia católica, cuyas posesiones fueron expropiadas en favor del clero arriano. En adelante, Genserico se comportaría como un enemigo implacable de Roma. Así pues, no contento con todo el poder que había acumulado y con el reconocimiento de su soberanía por parte de Roma, en el año 455 Genserico mandó a sus terribles tropas contra Roma ante la pasividad del emperador Petronio Máximo y del papa León I. La intercesión del pontífice ante Genserico para que éste no mandara incendiar la ciudad santa ni martirizase a sus habitantes, no logró ablandar el corazón del rey vándalo, ya que sus guerreros saquearon la ciudad durante catorce días seguidos, cometiendo todo tipo de atrocidades. Genserico regresó a Cartago con sus buques repletos de tesoros y, sobre todo, de prisioneros, entre los que se encontraban la emperatriz Eudoxia, viuda de Valentiniano III, y su hija, Eudoxia, a la que Genserico dio en matrimonio a su hijo y sucesor al trono Hunerico.

Tras un período de menor beligerancia que coincidió con el reinado de Mayoriano (457-461), con quien Genserico inició conversaciones de paz, en el año 461 la flota de éste volvió al ataque al infligir una severa derrota a una flota coaligada de los emperadores romanos de Oriente y Occidente, León I y Antemio, respectivamente. Con esta victoria, Genserico y sus vándalos se convirtieron de repente en dueños absolutos de todo el Mediterráneo. En su política expansionista y decidido a aprovecharse de la debilidad de los emperadores romanos, Genserico fijó su siguiente objetivo en las islas griegas.

En el año 476, el emperador bizantino Zenón, con una visión bastante realista y prudente de la situación, pactó con Genserico la paz por la que Bizancio se comprometía a reconocer la soberanía de los vándalos sobre toda África del norte y el Mediterráneo occidental (Sicilia, Córcega, Cerdeña e islas Baleares), y a no entrometerse en los asuntos internos del reino germánico. Por su parte, Genserico se comprometió a no volver a intentar anexionarse ningún territorio dentro de la órbita bizantina, esto es, todos los territorios al este de las islas griegas. A su muerte, ocurrida el año siguiente, el reino pasó a su hijo Hunerico (477-484).

Genserico creó en su reino un régimen dual basado en la división de las funciones; en manos de los vándalos, en minoría, dejó la defensa militar y las inmensas rentas procedentes de las grandes propiedades expropiadas (en especial procedentes de los dominios imperiales y eclesiásticos), mientras permitía a la población romana y autóctona continuar disfrutando de sus propias leyes y magistrados en una posición subordinada. Asimismo, Genserico codificó un sistema sucesorio basado en líneas transversales, la famosa tanistry vándala, que hacía recaer la corona en el miembro de mayor edad de la familia real. Pero las tensiones políticas y sociales a que se vio sometido el reino vándalo se vieron magnificadas por la división entre arrianos y católicos.

Curiosidad

Casi trescientos años después de la caída en desgracia de Bonifacio, quien le facilitó el acceso al territorio que él controlaba, el musulmán Tariq y sus hombres desembarcarían en Hispania en ayuda de un aristócrata godo inmerso en un conflicto sucesorio, realizando esta misma acción a la inversa y con un resultado similar, quedarse. Para ellos, la antigua Bética era la tierra de los vándalos, “La Vandalucía”, o “Al-Andalus”, pues la v no tiene sonido en árabe. De ahí puede venir el nombre.

Fuentes