George Albert Smith

George Albert Smith
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1870 - 1951
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Información personal
Nombre secularélder smith
Nacimientoabril de 1870
Fallecimientoabril de 1951

George Albert Smith . Religioso y octavo presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Considerado por sus miembros como profeta de Dios.

Síntesis biografíca

Niñez y adolescencia

George Albert Smith, hijo de Sarah Farr y de John Henry Smith, nació el 4 de abril de 1870 en una humilde casa de Salt Lake City. La familia Smith tenía un gran legado de servicio en el reino de Dios. El padre de George Albert posteriormente prestó servicio en el Quórum de los Doce Apóstoles y en la Primera Presidencia. Su abuelo, George A. Smith, en honor a quien recibió su nombre, era primo del profeta José Smith y fue uno de los primeros pioneros Santos de los Últimos Días que entraron al Valle del Lago Salado en 1847; George A. Smith también fue apóstol y consejero del presidente Brigham Young. El bisabuelo de George Albert, llamado John Smith, prestó servicio como patriarca de la Iglesia y como el primer presidente de estaca de Salt Lake City. Y su abuelo materno, Lorin Farr, fue el primer alcalde de Ogden, Utah, y el primer presidente de estaca de esa ciudad. El joven George Albert asumió grandes responsabilidades en su casa, en 1882, cuando su padre, que había estado prestando servicio en el Quórum de los Doce durante dos años, fue llamado a presidir la Misión Europea. La ausencia de John Henry requirió que George Albert ayudara a proveer para la familia.

Matrimonio

En 1892 Smith se casó con Lucy Emily Woodruff hija de Wilford Woodruff (hijo), en el Templo de Manti. La pareja más tarde tuvo tres hijos. Wilford Woodruff (hijo) era el hijo de Wilford Woodruff que fue el cuarto presidente de la Iglesia Mormona.

Lucy tenía muchos admiradores, y algunos de ellos eran muy adinerados y le ofrecían regalos extravagantes. George Albert, por el contrario, atrajo a Lucy con su dedicación al Señor.

Papel misional

Inicia su trabajo misional en septiembre de 1891 con los jóvenes de la Iglesia, su compañeros le ayudaron a establecer organizaciones para la juventud en las estacas y en los barrios, discursaron en muchas reuniones y animaron a los jóvenes a vivir de conformidad con las normas de la Iglesia.

Parte luego en una nueva misión, esta vez de proselitismo al sur de los Estados Unidos. El presidente de la Misión de los Estados del Sur era J. Golden Kimball, quien al mismo tiempo estaba prestando servicio como miembro de los Setenta. En dos ocasiones durante el período de servicio del Smith, el presidente Kimball tuvo que dejar la misión para encargarse de asuntos importantes en Salt Lake City. La primera ocasión fue cuando el Smith acababa de ser llamado como el secretario de la misión y la segunda alrededor de un año después. En ambas ocasiones, el presidente Kimball le dejó a Smith la tremenda responsabilidad de dirigir y administrar la misión, mientras le ofrecía apoyo y consejo por medio de numerosas cartas. En total, Smith prestó servicio como presidente en funciones de la misión durante aproximadamente dieciséis meses. Al presidente Kimball le preocupaba estar lejos por tanto tiempo, pero confiaba en su joven asistente. En una carta al Smith le dijo: “Siento que mi discernimiento e inteligencia, por limitados que sean, me permiten valorar tu integridad y valor, lo cual te aseguro que realmente valoro”. En otra carta escribió: “Siempre permite que esta idea sea la que predomine: que agradezco tu trabajo, tu afán y tu buen espíritu”.

Smith tenía un talento natural para que las personas se sintieran a gusto y para convertir enemigos en amigos. Ese talento fue de gran valor en una época en que la Iglesia en gran parte todavía era desconocida por todo el mundo y en que muchos le tenían desconfianza. Siempre estaba buscando oportunidades de hablar con las personas en cuanto a la Iglesia. Cuando sus asignaciones requerían que viajara, llevaba ejemplares del Libro de Mormón, de las revistas de la Iglesia y de otra literatura de la Iglesia que esperaba poder regalar. Debido a que el Libro de Mormón da un potente testimonio de Jesucristo, el Smith consideraba que era un regalo ideal de Navidad y con frecuencia mandaba por correo ejemplares a sus amigos de otras religiones e incluso a personas prominentes a las que nunca había conocido.

En 1919, preside la Misión Europea. Europa se estaba recuperando de la Primera Guerra Mundial, que había terminado unos pocos meses antes. Debido a la guerra, la cantidad de misioneros que había en Europa era muy baja y una de las tareas encomendadas a Smith era aumentar esa cantidad. Sin embargo, las difíciles condiciones económicas de Europa después de la guerra hicieron que los gobiernos no estuvieran dispuestos a conceder los visados necesarios. Para empeorar las cosas, aún había muchos malentendidos en cuanto a los Santos de los Últimos Días, así como prejuicios en contra de ellos. A fin de mejorar la imagen de la Iglesia, Smith se reunió con varios funcionarios del gobierno y otras personas prominentes. Al explicar el propósito de los misioneros que estaban en Europa y por todo el mundo, con frecuencia decía: “Conserven todo lo bueno que tengan, conserven todo lo que Dios les ha dado que enriquezca su vida y luego dejen que compartamos algo con ustedes que aumentará su felicidad y su satisfacción”. Para cuando terminó su servicio en 1921, Smith había obtenido éxito en aumentar la cantidad de misioneros que prestaban servicio en Europa y en cambiar algunas de las ideas erróneas que tenían en cuanto a los Santos de los Últimos Días. También había hecho amigos para la Iglesia y se mantuvo en contacto con ellos por medio de cartas durante muchos años.

Enfermedades

Durante la mayor parte de su vida, George Albert no gozó de muy buena salud. Aunque le gustaba nadar, andar a caballo y participar en otras actividades físicas, su cuerpo era delicado y muchas veces débil. Además de sus problemas crónicos de la vista, sufrió de dolores estomacales y de la espalda, fatiga constante, problemas del corazón y muchas otras enfermedades a lo largo de su vida. El estrés y la presión de sus muchas responsabilidades también le afectaron, y al principio no estaba dispuesto a disminuir su ritmo ocupado de vida a fin de proteger su salud. Como resultado de ello, desde 1909 hasta 1912 luchó contra una enfermedad de tal gravedad que lo mantuvo en cama y no le permitió cumplir con sus deberes del Quórum de los Doce. Fue un tiempo muy difícil para él, que deseaba desesperadamente reanudar su servicio. La muerte de su padre en 1911 y una gripe muy grave que afectó a su esposa hicieron que su recuperación fuera aún más difícil.

Continuó viéndose afligido por varias dolencias físicas y otras adversidades en los años subsiguientes. Quizá su mayor prueba llegó en los años 1932 a 1937, cuando su esposa, Lucy, sufrió de artritis y neuralgia. Sufría gran dolor, y para 1937 requería cuidados casi constantes. Luego un ataque al corazón, en abril de 1937, casi le costó la vida y la dejó aún más débil que antes, hasta que esta muera a la edad de 68 años.

Muerte

A pesar de estar avanzado en años, Smith siempre cumplió con sus responsabilidades sin las dolencias físicas que lo habían limitado anteriormente. Al cumplir 81 años, el 4 de abril de 1951, George Albert Smith falleció tranquilamente en su hogar, teniendo al lado a su hijo y a sus hijas.

Fuentes