Georges Lemaître

Georges Lemaitre
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Georges Lemaitre a los 38 años (en 1933).
Fecha de nacimiento17 de julio de 1894
Lugar de nacimientociudad de Charleroi,
Bélgica
Fecha de fallecimiento20 de junio de 1966 (71 años) 
Lugar de fallecimientoLovaina,
Bélgica
ResidenciaBélgica
Nacionalidadbelga
Campocosmología, astrofísica
InstitucionesUniversidad de Lovaina
Alma máterUniversidad de Lovaina
Conocido porexpansión del universo, teoría del big bang
Influyó enEdwin Hubble

Georges Lemaitre (Charleroi, 17 de julio de 1894 - Lovaina, 20 de junio de 1966) fue un astrofísico, matemático y sacerdote belga. Fue uno de los precursores de la teoría cosmogónica del Big-bang, según la cual todo el universo tuvo su origen en la gran explosión de un átomo.

Síntesis biográfica

Primeros años

Georges Lemaître nació en 1894 en Charleroi, una ciudad minera del sur de Bélgica, a 68 km al sur de la ciudad de Bruselas. Después llegaron sus hermanos Jacques, Maurice y André. Este último murió siendo muy pequeño. La familia Lemaître vivía al ritmo de los tiempos: su padre Joseph había estudiado derecho en la Universidad de Lovaina y era dueño de una fábrica de vidrio. Su madre, Marguerite, hija de un empresario cervecero, era de carácter alegre y decidido.

Su formación y labor

Desde sus primeros estudios en el colegio jesuita del Sagrado Corazón de su ciudad, mostró su interés por la ciencia. Por consejo de su padre (dueño de una fábrica de vidrio), ingresó en 1913 en la Escuela de Ingenieros de la Universidad Católica de Lovaina, a 30 km al este de Bruselas. Al estallar la primera guerra mundial (1914-1918), sirvió como voluntario de artillería en el ejército belga, recibiendo a su término la Cruz de Guerra nacional por su desempeño. Durante ese período cambió sus estudios por los de física y matemáticas, recibiendo el doctorado en 1920 con una tesis titulada L’approximation des fonctions de plusieurs variables réelles (‘aproximación a las funciones de diversas variables reales’).

Es mismo año, llevado de su vocación religiosa, ingresó en el seminario de Malinas, siendo ordenado sacerdote el 22 de septiembre de 1923 por el cardenal Mercier. Despuntando ya como un brillante físico, recibió dos becas de investigación, una belga y otra de una fundación estadounidense. No obstante, se decidió por la Universidad de Cambridge (Reino Unido), donde ingresó como investigador del departamento de astronomía junto a Arthur Eddington, el físico que dio a conocer la teoría de la relatividad de Einstein al mundo anglosajón en 1919 y demostró que la energía en el interior de las estrellas era transportada por radiación y convección. Eddington fue el maestro que le dotó de una sólida formación en cosmología, astronomía estelar y análisis numérico.

En 1924 se trasladó al observatorio de la Universidad Harvard, en la ciudad de Boston (Massachusets), donde estudió junto a Harlow Shapley, uno de los mayores expertos mundiales en cuerpos astronómicos (particularmente estrellas y nebulosas) de su tiempo.

Fue profesor de la Universidad de Lovaina. En 1927 dedujo matemáticamente y explicó la fuga de las nebulosas en el espacio. Mostró que las ecuaciones de Einstein tenían como solución natural un universo dinámico.

En 1928, cuando Lemaitre tenía 33 años, participó en un congreso internacional de astronomía celebrado en Ámsterdam (Países Bajos). Allí dialogó con el astrónomo estadounidense Edwin Hubble (de 38 años) a quien le contó acerca de que el corrimiento hacia el rojo que mostraban las galaxias lejenas solo podía explicarse asumiendo que se alejaban de la Tierra, y que cuanto más lejos estaba una galaxia, más alta era su velocidad de alejamiento. De regreso en California, Hubble le encargó a su compañero astrónomo Milton Humason ―quien lo notó «muy excitado»― que recopilara la mayor cantidad de datos que avalaran estas ideas.

En 1929, Edwin Hubble publicó la «ley de Hubble», que en 2018 ―al revelarse el plagio― fue renombrada «ley de Lemaitre-Hubble».[1]

El origen del universo: el átomo primitivo

Lemaitre ha pasado a la historia de la Ciencia universal por haber intuido, avant la lettre, la que luego sería conocida como teoría cosmológica del big-bang acerca del origen del universo.

Sus primeras aportaciones sobre este tema crucial de la astrofísica moderna fueron difundidas en 1925, cuando el científico belga presentó un primer modelo cosmológico sobre la evolución del universo, basado en algunas nociones generales de la teoría de la relatividad de Einstein. Según estas primeras hipótesis del joven Lemaitre ―avaladas desde el principio por un astrónomo de crédito internacional como Arthur Eddington―, el universo habría permanecido estabilizado durante un período de tiempo indefinido; pero, en un momento dado, había experimentado algún cambio que le alejó de este equilibrio y se sumió en un proceso de expansión también indefinido.

Durante el resto de los años veinte y, sobre todo, en la década de los treinta, esta teoría cosmológica (conocida como el «modelo Lemaître-Eddington») fue aceptada comúnmente por la comunidad científica internacional. A pesar de ello, el propio astrofísico belga, que no andaba del todo satisfecho con sus primeras intuiciones, formuló en 1927 una nueva hipótesis cosmológica (o «modelo Lemaître») que venía a modificar ligeramente su propuesta inicial, ya que planteaba la posibilidad de que, en sus orígenes, el universo no fuera más que un punto concreto (el huevo cósmico o superátomo primitivo) sujeto desde el principio a un constante proceso de expansión indefinida.

Tras la publicación, en 1929, de los trabajos en los que Hubble demostraba que el universo estaba inmerso en dicho proceso de expansión, todas las teorías que la predecían volvieron a cobrar un auge espectacular. Entre ellas ocupó un primer plano el «modelo Lemaître», definitivamente fijado en 1933 por el científico y sacerdote belga en su obra Discusión sobre la evolución del universo. Allí, Lemaître sostenía que todo el universo procedía de lo que llamó el «átomo primitivo», una forma inicial de densidad insospechada, de forma esférica y con un tamaño treinta veces superior al del Sol, en la que estaba contenida toda la materia que después formó parte del universo tal y como hoy lo conocemos. A raíz de una violenta explosión, esta materia comenzó a extenderse en todas las direcciones, lo que dio lugar a la amplitud y diversidad de galaxias actuales.

Como ya se ha indicado más arriba, la teoría del big-bang, desarrollada por Gamow y otros colegas a mediados de los años cuarenta vino a confirmar, con ligeros retoques, esta hipótesis de Lemaître, científico al que, dentro de este capítulo primordial de la Astrofísica, siempre se le recordará por dos intuiciones geniales: la presunción de que hubo un acontecimiento inicial que desencadenó la expansión del universo (es decir, la gran explosión dentro del átomo primitivo), y es proceso de expansión indefinida en que se halla inserto el cosmos.

Lemaitre, la ciencia y la religión

En 1936 fue elegido miembro de la Academia Pontificia de Ciencias (de Ciudad del Vaticano), donde tuvo un papel activo que le llevaría a la presidencia en marzo de 1960.

Cuando en 1951 el papa Pío XII afirmó que el libro de Lemaitre La hipótesis del átomo primigenio (publicado en 1946) demostraba científicamente la creación, Lemaitre le solicitó al asesor científico del papa, Daniel O’Connell, que convenciera al papa de no volver a mencionar públicamente el creacionismo en relación con su teoría, pues consideraba que la ciencia y la religión, no alcanzaban ambas la Verdad por caminos incompatibles, y no debían prestarse a confusión.

En marzo de 1960 fue elegido presidente de la Academia Pontificia de Ciencias (de Ciudad del Vaticano).

Durante el Concilio Vaticano II fue llamado como perito científico para la comisión especial encargada de argumentar la guerra del Vaticano contra los anticonceptivos. Habiendo sufrido un reciente infarto en 1964, Lemaitre no pudo viajar a Ciudad del Vaticano, por lo que declinó el honor. No obstante, en una carta contemporánea a su amigo el sacerdote dominico Henrí de Riedmatten, manifestaba que consideraba peligroso para un matemático aventurarse fuera de su especialidad.

Georges Lemaitre, devoto católico y maestro de físicos, no pudo ejercer su ministerio sacerdotal de manera ordinaria, pero siempre fue fiel a su espíritu. A diferencia de otros científicos estudiados en esta sección, él sí vivió plenamente la controversia entre ciencia y religión provocada por el escepticismo académico que ha rodeado el mundo de la investigación desde hace más de un siglo. En numerosas entrevistas y escritos expuso su opinión a este respecto. Entresacamos diversas frases realmente descriptivas de gran interés para los fieles católicos- a propósito:

Lemaitre estaba convencido de que ciencia y religión son dos caminos diferentes y complementarios que convergen en la verdad. Al cabo de los años, declaraba en una entrevista concedida al periódico estadounidense The New York Times:

Yo me interesaba por la verdad desde el punto de vista de la salvación y desde el punto de vista de la certeza científica. Me parecía que los dos caminos conducen a la verdad, y decidí seguir ambos. Nada en mi vida profesional, ni en lo que he encontrado en la ciencia y en la religión, me ha inducido jamás a cambiar de opinión
Georges Lemaitre

Encuentro con Albert Einstein

El 24 de octubre de 1927 comenzó en Bruselas el 5.º Congreso Solvay de Física Cuántica. Lemaitre aprovechó su presencia allí para hablar a Albert Einstein de su artículo científico ―publicado ese mismo año de 1927― sobre el universo en expansión. Gracias al profesor de física Auguste Piccard, que ejerció de introductor, Lemaitre y Einstein debatieron durante varios días. Lemaitre consideró que ese primer encuentro fue decepcionante, pues Einstein le dijo que había leído su artículo, y que ―aunque consideraba que sus cálculos eran correctos― creía que su física era «abominable». Einstein no varió su opinión pese a que Lemaitre le demostró los resultados acerca de la velocidad de las nebulosas (tema relacionado con la expansión del universo). Einstein entonces estaba convencido de la teoría del universo estático (que había sostenido introduciendo la errónea «constante cosmológica»), y se mantuvo en su postura.

La relación entre ambos no mejoró los siguientes años, pese a que los reyes de Bélgica procuraron varios encuentros, así como la defensa que Eddington hizo de las conclusiones de Lemaître en su encuentro personal con Einstein en 1930. Por fin, con la traducción al inglés del artículo ese año gracias al equipo de Eddington, comenzó a ser conocido en el mundo anglosajón.

Lemaitre, mientras tanto, obtuvo con su tesis El campo gravitacional en una esfera fluida de densidad uniforme invariable de acuerdo a la teoría de la relatividad su doctorado en Ciencias Físicas, pasando a ser profesor titular de la Universidad Católica de Lovaina, donde trabajaba.

En 1932 (cinco años después del primer desagradable encuentro), Albert Einstein asistió a una conferencia de Lemaitre, donde este explicó su teoría, según la cual el universo nació de la explosión de un «átomo primordial» y no ha dejado de expandirse. Como Einstein había leído y aceptado el trabajo del estadounidense Hubble ―tomado de las ideas de Lemaitre―, al final de la conferencia Einstein se puso de pie y exclamó: «Es esta la más bella y satisfactoria explicación de la creación que haya oído nunca».

Al final del camino

Al final de su vida, Lemaitre se dedicó cada vez más a los cálculos numéricos. Su interés en las computadoras y en la informática terminó por fascinarlo completamente. En 1966 se enteró del descubrimiento de la radiación de fondo de microondas cósmicas, que constituía la prueba de su teoría.

Falleció en Lovaina ―a 30 km al este de Bruselas (Bélgica)― el 20 de junio de 1966, a los 71 años.

Lemaitre dejó un ejemplo de honradez intelectual, nos ha abierto el camino para comprender un poco mejor el mundo en el que vivimos: un universo inmensamente grande al que accedemos por el conocimiento de lo extremadamente pequeño, que nos lleva a superar las paradojas de la existencia de un instante físico inicial, rompiendo con la visión estática del cosmos que se tenía hasta ese momento. Y esto fue posible gracias a su sano optimismo; optimismo que tenía su origen en el Dios misterioso y a la vez real en quien depositó su fe y al que tendían sus investigaciones científicas.

En agosto de 2018 comenzó un debate en la Unión Astronómica Internacional acerca de si cambiar el nombre de la ley de Hubble por «ley de Hubble-Lemaître».[2] Finalmente, con 4060 votos emitidos, el 30 de octubre de 2018 el 78 % de los astrónomos de la IAU se mostró a favor del cambio de nombre de la famosa ley, lo cual devolvió al belga Georges Lemaitre el honor del descubrimiento y demostración de la expansión del Universo.[3]

Obras más relevantes

  • 1933: Discusión sobre la evolución del universo.
  • 1946: La hipótesis del átomo primitivo.

Premios y medallas

  • 1934: Premio Francqui.
  • 1941: Premio Decenial de Ciencias Aplicadas de Bélgica.
  • 1953: Medalla Eddington, la primera que otorgó la Sociedad Astronómica Real del Reino Unido.

Fuentes

  • «Georges Lemaitre», artículo publicado en el sitio web Biografías y Vidas. Consultado el 21 de abril de 2015.
  • «Georges Lemaitre», artículo publicado en el sitio web MCN Biografías. Consultado el 21 de abril de 2015.
  • «Georges Lemaitre», artículo publicado en el sitio web Busca Biografías. Consultado el 21 de abril de 2015.
  • «Georges Lemaitre», artículo publicado en el sitio web Info Católica. Consultado el 21 de abril de 2015.
  • «Georges Lemaitre», artículo publicado en el sitio web Biógrafo. Consultado el 21 de abril de 2015.
  • «¿El mayor descubrimiento astronómico del siglo XX fue atribuido al científico equivocado?», artículo publicado el 11 de noviembre de 2011 en el diario ABC (Madrid).
  • «Astrónomos debaten renombrar la Ley de Hubble para reconocer a Lemaitre. La propuesta es que la ley pase a llamarse Hubble-Lemaitre, para rendir honor también al astrónomo belga», artículo publicado el 20 de agosto de 2018 en el sitio web de la revista Bohemia (Cuba).
  • De Jorge, Judith (2018): «Los astrónomos hacen justicia a Lemaître, olvidado autor del mayor hallazgo astronómico del siglo XX. La ley de Hubble, que describe la expansión del Universo, deberá llevar también el nombre del sacerdote belga que descubrió el Big Bang», artículo publicado el 31 de octubre de 2018 en el sitio web del diario ABC (Madrid).