Gilda Navarra

Gilda Navarra
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Nacimiento23 de mayo de 1921
Santurce Bandera de Puerto Rico Puerto Rico
PadresEsteban García Cabrera y Ángela Daubón
FamiliaresAna García (hermana)


Gilda Navarra. Destacada bailarina, coreógrafa, directora y mimo puertorriqueña. Es conocida en el ámbito teatral puertorriqueño como la mujer de silencios, la narradora sin palabras. Tales apelativos describen dos de sus grandes inclinaciones: la pantomima y la mímica; disciplinas teatrales milenarias que, con gran esfuerzo, voluntad y dedicación, Gilda introdujo en el panorama de las artes representativas puertorriqueñas.

Datos biográficos

Nació en Santurce, Puerto Rico, el 23 de mayo de 1921. Su padre fue el médico don Esteban García Cabrera y su madre doña Ángela Daubón. Gracias a ellos, tanto Gilda como su hermana Ana García fueron expuestas desde temprana edad a las diversas manifestaciones del arte representativo. Junto a sus progenitores asistieron a actividades culturales como dramas, comedias, a los espectáculos de los bufos de Cuba y hasta a encuentros de boxeo. En una de sus visitas al teatro, Gilda tuvo el privilegio de ver a la bailarina española Pilar López. Cuando vio en escena a López, Gilda quedó fascinada con la fuerza escénica de la artista y desde entonces quedó cautivada por el baile español. Poco después, en 1934, sus padres contrataron los servicios de la profesora Lottie Tischer para que enseñara a su hija baile. La instructora, de origen judío norteamericano, recibió su formación en España, país donde llegó a bailar con el seudónimo de Paquita Díaz. Con ella, Gilda, quien contaba con 14 años, recibió sus primeras clases en las que aprendió ballet, acrobáticos, tap y bailes españoles. Estos últimos fueron siempre sus preferidos.

Dos años después Gilda García Daubón, su nombre de pila, comenzó un nuevo ciclo como estudiante universitaria en el Mount Saint Vincent's College de Nueva York. Allí completó su bachillerato en tres años.

Inicios

A su regreso a Puerto Rico en 1939, Gilda comenzó a trabajar en el consultorio de su padre. Simultáneamente estudió con Manolo Agulló director de Presagio, grupo de baile compuesto por Dorita Ortiz, Ruth Vera, Evelyn Tristrani y Ana García, su hermana.

En 1944 se trasladó nuevamente a Nueva York para especializarse en baile en la School of American Ballet. Dicha institución fue fundada por los bailarines Georges Balanchine y Lincoln Kirstein. En la escuela la puertorriqueña permaneció por dos años, tiempo en el que tuvo el privilegio de presenciar los espectáculos de consagrados bailarines como Martha Graham y Anthony Tudor.

A pesar de vivir experiencias enriquecedoras en la Gran Metrópolis y en la Academia de Baile, en ésta no ofrecían cursos de danza española. Sin embargo, para esa misma fecha la bailarina Pilar López se encontraba en Nueva York. Al enterarse, Gilda comienza a tomar clases privadas con ella una vez a la semana. Así la puertorriqueña aprendió el arte que desde un principio la motivó a continuar una carrera en el campo de la danza.

Poco después Pilar decide regresar a España. Ante los planes de su profesora, Gilda tomó la decisión de seguir sus pasos. A pesar de que contaba con el respaldo de su madre, su padre mostró cierta resistencia. No obstante, al final cedió y su hija terminó mudándose a la patria de Cervantes.

Trayectoria artística

En España reanudó sus clases de baile con maestros como La Quica, Estampío y José Greco, a quien conoció en la ciudad de Nueva York. Luego de haber sido discípula de dichos maestros, en 1947, Gilda fue admitida a la Compañía de Ballet Español dirigida por Pilar López. En ese momento se encontraban en Pamplona, ciudad del reino de Navarra. En la ciudad, como la reconocida bailarina tenía la costumbre de cambiarle el nombre a cada persona que ingresaba a su grupo, la puertorriqueña pasó a conocerse como Gilda Navarra en honor al aludido reino.

Mientras formaba parte de la Compañía de Ballet Español, la artista boricua se fue de gira con el reconocido bailarín José Greco, realizando presentaciones en Portugal, París y Bruselas.

En España también conoció a los artistas Fernando Rivero y José Manuel Capuletti, pintores con quienes Gilda entabló relaciones de amistad. Posteriormente ambos hicieron retratos de ella. Para Capuletti, Gilda fue su musa. Asimismo, con él, la artista fue iniciada en el amplio mundo de la pintura moderna al visitar museos y galerías. En esos espacios José Manuel se encargó de explicarle cada obra de arte. Por otro lado, Rivero fue el compañero con quien la puertorriqueña iba a los teatros y espectáculos de baile.

Luego de haber estudiado en el extranjero por seis años, en 1950 Gilda regresó a Puerto Rico. Al llegar a su tierra se encontraba sin dinero y su familia estaba pasando por una situación económica difícil. En vista de las nuevas circunstancias a su madre se le ocurre la idea de organizar una escuela de baile. De esa forma se lo comunica a sus dos hijas y pronto ambas se dieron a la tarea de fundar la Academia de Ballet y Baile Español ese mismo año.

En la nueva escuela Gilda Navarra dirigió todo lo relacionado con la danza española. En ese campo se destacó como bailarina y coreógrafa. Poco a poco la iniciativa tuvo éxito y con el tiempo la academia se transformó en dos entidades: el Teatro del Niño y en Ballets de San Juan. Este último fue fundado por Ana y Gilda en 1954.

Cuatro años después la bailarina tuvo una revelación al presenciar un espectáculo del mimo mexicano José Limón. Por medio de su presentación en Puerto Rico la artista descubrió una novedosa manera de expresarse a través del cuerpo. Otro encuentro significativo lo vivió al asistir a una de las presentaciones del actor francés Marcel Marceau. En esa ocasión conoció sobre el trabajo de Etienne Decroux, maestro del aclamado mimo.

Ambas experiencias hacen que su vida tome un nuevo rumbo al lanzarse a estudiar pantomima y mímica al estado de Nueva York. Pero antes de llegar a su destino la coreógrafa solicitó una beca de estudios al Instituto de Cultura Puertorriqueña. Allí le concedieron una partida de $100.00 dólares al mes. Con esa modesta cantidad la puertorriqueña estudió en el Actors Studio.

En la prestigiosa institución fue discípula de Etienne Decroux en dos de sus cursos. Con el profesor francés aprendió a controlar el cuerpo, conocer las partes del mismo y poder usar cada una de ellas sin depender de las otras.

Al completar sus estudios de pantomima con Decroux, éste regresó a Francia. Y una vez más Gilda, repitiendo los hechos que vivió con la bailarina española Pilar López, optó por seguir los pasos de su maestro hacia la ciudad luz, París. Allí conoció y fue estudiante de uno de los grandes maestros de mímica, Jacques Lecoq.

Sin embargo, antes de llegar a Francia aprovechó la oportunidad de estudiar con Martha Graham por un año. Con la afamada bailarina Navarra aprendió que tanto en la danza moderna como en la pantomima el cuerpo se utiliza de la misma forma.

Cuando culminaron sus días como estudiante en París, Gilda cruzó los Pirineos y llegó hasta España. En ese país retomó sus cursos de danza española al inscribirse en clases de flamenco.

En el año 1964 llegó Gilda Navarra a Puerto Rico luego de permanecer tres años entre Nueva York y Europa. Poco después de su llegada, Gilda Navarra llevó a escena el clásico de Plauto La olla, con la compañía Ballets de San Juan. Fue la primera obra de pantomima que hizo en Puerto Rico. Con los años la misma sería repuesta en distintos lugares como el Colegio San Ignacio, la Universidad de Puerto Rico y el Taller de Histriones.

Poco después, la Universidad de Puerto Rico le extendió una invitación para que ofreciera cursos de pantomima y mímica en el Departamento de Drama de la institución. Así se mantuvo dedicada a la academia hasta que en 1971 fundó, junto a sus estudiantes, el Taller de Histriones. Con este proyecto Navarra pasó a convertirse en una de las figuras principales del teatro contemporáneo puertorriqueño.

Con el Taller de Histriones la profesora realizó adaptaciones de obras literarias y las llevó a escena con coreografía de mímicas. De esa manera fueron apreciadas Ocho mujeres, recreación de La casa de Bernarda Alba y en donde se plantea el tema de la opresión; La mujer del abanico, del escritor Yukio Mishima, que aborda la temática de la espera; Las olas, de Antonio Díaz Rollo hace un examen sobre nuestra herencia africana; mientras que los Relatos o fragmentos precolombinos nos introducen al imaginario del mundo indígena de América.

Otras de las obras que Navarra trabajó y que fueron representadas fueron Historia del soldado (1971), Los tres cornudos (1972), Eleuterio boricua (1975), Asíntota (1976), Abelardo y Eloísa (1978), Un guiñol y Atibón, Ogu, Erzuli (1979), Soleá (1980), Metamorfosis (1981), Tocata para percusión (1982), Aura y Adoquines (1984) y Polimnia (1985).

Fuera de Puerto Rico, el Taller de Histriones se presentó en Saint Thomas, en Venezuela y en Nueva York, en el Public Theatre de Joseph Papp, donde cautivó con su exquisito arte.

A mediados de 1980, debido a la falta de recursos económicos, el Taller de Histriones cesó sus funciones. Así, según lo estableció Marilú de Laosa en la sección Viva del rotativo El Reportero (31 de agosto de 1987):

con él muere una etapa del desarrollo histórico del teatro en Puerto Rico. Taller de Histriones fue, sin lugar a dudas, la única compañía puertorriqueña dedicada al arte de la pantomima.

El grupo estuvo compuesto por actores como Wanda de la Cruz, Ramfis González, Alma Concepción, Luz Minerva Rodríguez, Haydée Medina, Nelson Santos, Marisol Palés, Cordelia González, Melba Brown, Sharon Riley, Maritza Martínez, Astrid Aponte, Jaime Vázquez y José Méndez Erzulí, entre otros.

En el diseño de luces laboró Enrique Benet, Gloria Sáez en los vestuarios, Ricardo Molina y Antonio Martorell en el arte gráfico y en las escenografías trabajaron Fernando Rivero, Cheko y Jaime Suárez.

Con su trabajo Navarra expuso y le dio un nuevo tratamiento a temas universales como la esperanza, la desesperación, la libertad, la tiranía, la dominación, la dependencia, la espera, los mitos, el origen del hombre y su desarrollo. Durante su existencia, la agrupación realizó un total 16 mimodramas.

A pesar de los triunfos del grupo y del hecho de que conquistaron el favor de la mayoría de los críticos con su trabajo, hubo otros que catalogaron sus propuestas como muy sofisticadas para el gusto popular.

Luego de que bajara el telón para Taller de Histriones, Gilda continuó laborando como profesora para la Universidad de Puerto Rico. En el recinto se tomó un año de sabática para escribir el libro Cartilla de un oficio, que salió publicado en 1986. En el mismo se recogen las técnicas de maestros como Etienne Decroux y Jacques Lecoq además de varios ejercicios de Martha Graham. Actualmente se usa como texto en varias de las Universidades del país.

En 1988, a dos años de haber publicado su primer libro, llegó a las estanterías de las librerías de Puerto Rico Polimnia: Taller de Histriones 1971-1985. A través de sus páginas Navarra hace un recuento de los orígenes y la trayectoria del reconocido grupo. Con la ayuda de la National Endowment for the Arts, el libro fue impreso en Barcelona en edición de lujo con una tirada de 1,000 ejemplares.

Pero no todo se quedó ahí, su gran pasión y férrea voluntad la llevaron organizar el grupo Síntesis. Con este grupo la artista concibió la pieza Sillas, y no de Ionesco, Móviles y Tríptico deikela. La primera y la tercera fueron presentadas en el Centro de Bellas Artes. En Sillas participaron María Fernanda López, Julio Ramos y Gilda Navarra.

En Tríptico deikela Gilda presentó tres piezas distintas: Coloquio, un diálogo entre los dioses del cielo y de la tierra que se torna amargo; Swastika, un planteamiento sobre las dictaduras del terror y Canciones tristes, propuesta evocadora de un ambiente apocalíptico en donde figuras aparecen y desaparecen mientras campanas repican. Para ese conjunto de piezas el compositor Carlos Suriñach creó la música.

En alusión a esas obras, en una reseña escrita por Susan Homar para el periódico The San Juan Star (30 de mayo de 1996), la profesora señala que:

sus experimentos (los de Gilda) revitalizan el teatro porque revelan nuevas perspectivas, una emoción intensa, un sentido diferente del espacio y del cuerpo.

Su formación cosmopolita más sus años de experiencia, en los que se fraguan sus incalculables aportaciones al ámbito teatral, le permiten alcanzar el rango de catedrática de la Universidad de Puerto Rico en 1993. Con dicho ascenso se jubila del primer centro docente del país. Dos años después, la Universidad del Turabo la honra con un Doctorado Honoris Causa.

En 2001 Gilda colaboró junto a Rosa Luisa Márquez en la adaptación de tres cuentos del escritor argentino Osvaldo Dragún. Para ese mismo año la Galería Botello realizó una exposición de pinturas inspiradas en su figura y obra. La presentación se llevó a cabo en conmemoración de su cumpleaños número 80.

A comienzos de 2003 Gilda Navarra participó, una vez más, con Rosa Luisa Márquez, en el proceso creativo de la puesta en escena de Los Romeos y las Julietas.

Fuente