Gobierno de Diego Mazariegos en Cuba
Gobierno de Diego Mazariegos en Cuba  | ||||
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| Gobernador de Capitanía General de Cuba | ||||
| Gobierno | ||||
| Gobernador: | Diego Mazariegos | |||
| País: |  Capitanía General de Cuba | |||
| Período: | 7 de abril de 1556 - 19 de septiembre de 1565 | |||
| Cronología | ||||
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Gobierno de Diego Mazariegos en Cuba. Es un periodo histórico comprendido en la etapa colonial de la Historia de Cuba cuando la actual República cubana era denominada Capitanía General de Cuba y estaba sujeta a las leyes y costumbres del Imperio Español. El gobierno del militar Diego Mazariegos está comprendido entre el 7 de abril de 1556, cuando el Virrey de Mexico lo designó para sustituir al abogado Gonzalo Pérez de Ángulo quien era duramente criticado por su cobardía frente al ataque de Jacques de Sores en 1555, y finalizó el 19 de septiembre de 1565 cuando fue ascendido y en su lugar se ubico al capitán de galeones don Francisco Osorio.
En los inicios de su mandato hizo construir, a la entrada del Puerto de La Habana, una torre de cal y canto de 6 estados y medio de altura, que permitía descubrir a los corsarios y piratas, y ayudaba a los barcos a encontrar el puerto, constituyendo éste el antecesor del Morro. También se hicieron los proyectos para la construcción de la Zanja Real y, en 1558, se comenzó a construir el Castillo de la Real Fuerza.
Gobierno
En 1555 el temible pirata francés Jacques de Sores ataca, saquea e incendia La Habana mientras que el gobernado cubano Gonzalo Pérez de Ángulo se alejaba de la ciudad para salvar su vida, este acto de cobardía fue muy criticado por los pobladores por lo que el Virrey de Mexico le sustituyó por el militar Diego Mazariegos, quien se había distinguido pacificando a los indios de Chiopa a las órdenes del célebre Hernán Cortés.
El 7 de abril de 1556 Mazariegos se encargó del Gobierno, fijando su residencia en La Habana, según cédula de la corte que así lo disponía, y en la que se creaba también la plaza de asesor o lugarteniente de los gobernadores; habiendo sido designado para desempeñarla el licenciado Martínez Barba. Como La Habana había sido destruida se dedicó Diego Mazariegos a su reedificación, reparando ante todo sus medios de defensa.
Mazariegos, a pesar de su prudencia, tuvo sus diferencias con los alcaldes y Ayuntamientos cubanos, los que prohibió fuesen elegidos a la entrada del año 1557. La Audiencia de Santo Domingo revocó esta medida, restaurándole a los Municipios su pequeña autonomía, poniendo así de manifiesto el espíritu de liberalismo y rectitud que animaba a la metrópoli en sus proyectos de colonización de los países conquistados.
La llegada del famoso marino Menéndez Avilés al frente de algunas galeras bien armadas, desvaneció por entonces los temores a los ataques de los piratas franceses. En efecto, el valiente marino, después de varios golpes afortunados en que cogió gran número de prisioneros, logró limpiar aquellas aguas de corsarios.
Mazariegos entretanto continuaba su obra de reconstrucción, esforzándose también eñ ordenar todos los ramos de la administración pública: dio grande impulso a las obras de la zanja de la Habana, acrecentó la población, repartiendo solares a los recién llegados de la Florida y atrajo gran número de buques al puerto con la acertada medida de suprimir los derechos de anclaje que venían imponiéndose. Con estas disposiciones y otras: no menos acertadas, adquirió gran desarrollo la Habana, desapareciendo por completo los tristes vestigios de los ataques de piratas y corsarios.
Los protestantes franceses encaminaron entonces sus excursiones a la Florida y al río de San Juan. Bien pronto sus éxitos y sus atrevimientos hicieron preciso que la corte de España pensara seriamente en castigar su osadía. Encomendóse esta empresa al célebre Menéndez Avilés, que desplegó las condiciones de valor y de audacia qué le habían valido tan justo renombre.
Ascendido Mazariegos al puesto de gobernador de Tierra firme, fue sustituido por el capitán de galeones don Francisco Osorio en 19 de septiembre de 1565.
Fuentes
- Don José de Alcázar (1898): Historia de España en América: Isla de Cuba. Madrid: Tipografía Herres a cargo de José Quesada. pp. 33-35.
