Gobierno del Capitán General Lorenzo de Cabrera en Cuba

Gobierno del Capitán General Lorenzo de Cabrera en Cuba
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Gobernador de Capitanía General de Cuba
Gobierno
Gobernador:Lorenzo de Cabrera
País:Bandera del Imperio Español Capitanía General de Cuba
Período:20 de julio de 1624 - 7 de octubre de 1630
Cronología
-
Predecesor:
García Girón de Loaysa
(Gobierno)
◄ • ► Sucesor:
Juan Bitrian de Biamonte
(Gobierno)

Gobierno del Capitán General Lorenzo de Cabrera en Cuba. Es un periodo histórico comprendido en la etapa colonial de la Historia de Cuba cuando la actual República cubana era denominada Capitanía General de Cuba y estaba sujeta a las leyes y costumbres del Imperio Español. El gobierno del Maestre de Campo Lorenzo de Cabrera está comprendido entre el 20 de julio de 1624, cuando fue designado para sustituir al entonces gobernador de Cartagena de Indias y Cuba García Girón de Loaysa por la inconformidad de este con el mando asignado respecto a Cuba, y finalizó el 7 de octubre de 1630 por el Almirante de Galeones Juan Bitrian de Biamonte debido a faltas cometidas en su gobierno.

Gobierno

El 16 de marzo de 1624 falleció en La Habana el entonces Capitán General de Cuba Francisco de Benegas, encargándose interinamente del Gobierno su Lugar Teniente Damián Velázquez de Contreras, que llevó a cabo la edificación de una cárcel y fundó un convento de monjas.

Para suceder a Benegas fue nombrado en 1624 el gobernador de Cartagena de Indias D. García Girón de Loaysa quien renunció y en su lugar fue ubicado el entonces Corregidor de Cádiz Lorenzo de Cabrera, maestre de campo y Caballero de la Orden de Santiago, quien ocupó el puesto de manera oficial el 20 de julio de 1624. Con Cabrera llegó un reemplazo de las fuerzas militares y políticas que gobernaban la Isla. En el mando del Castillo del Morro sustituyó a Esquivel el Capitán Cristóbal de Aranda, y en el Gobierno de Santiago de Cuba a Rodrigo de Velasco, el Capitán Pedro de Fonseca.

En este tiempo se intensificaron los ataques de la Compañía Holandesa de las Islas Occidentales contra los puertos bajo dominio español. Una escuadra de 60 buques se apoderó de los puertos de Bahía, Río de Janeiro y Fernambuco en Brasil, hasta que una flota compuesta de todas las fuerzas marítimas de España y comandada por Fadrique de Toledo Osorio, los arrojó de aquellos puertos aprisionando las guarniciones y obligándoles a regresar de nuevo a Europa. También se establecieron por entonces en la Isla de la Tortuga los famosos corsarios franceses llamados Filibusteros, lo que incrementó considerablemente la presencia de piratas en el mar de las Antillas.

Una vez en tierras cubanas el Gobernador Cabrera y el marqués de Cadreyta, cuya flota naval había conducido al nuevo gobernador cubano, se dedicaron a inspeccionar las fortificaciones para proponer las mejoras y reformas que con urgencia se necesitaban para enfrentar a los piratas. Además de las que consideraron más apremiantes, Cabrera dispuso la fabricación de una cadena de cobre para cerrar la entrada de los dos castillos habaneros, edificando además una trinchera capaz de albergar dos compañías.

Como no se consideraba próxima la terminación de la guerra con Holanda, Cabrera previno otras contingencias, abasteciendo las fortalezas con grandes acopios de víveres; y en efecto, los holandeses dirigieron nuevas expediciones sobre América.

En el mes de junio apareció una flota de más de 30 buques con 3.000 hombres de desembarco, comandada por Pitt Hein, uno de los más famosos marinos de su tiempo. Las naves holandesas sostuvieron diversos combates con las flotas españolas, teniendo que retirarse de La Habana, donde inútilmente intentaron penetrar; y si bien obtuvieron algunas ventajas sobre la armada que dirigía Juan de Benavides, los españoles en cambio, en el siguiente año ocasionaron grandes pérdidas a la flota que comandaba Cornelius Fols, rechazándolo de la Habana y apoderándose de una de sus fragatas.

Reunida entretanto en Cádiz una imponente escuadra comandada por el marqués de Valdueza y llevando de segundo al célebre marino Antonio de Oquendo, se dirigió á América con el fin de purgar de piratas todas las Islas que aquellos ocupaban en el mar de las Antillas.

En las Nieves se apoderaron de cuatro corsarios holandeses, y en septiembre se dirigieron las naves españolas a combatir la Isla de San Cristóbal, apoderándose de los fuertes de Charles y de Richelieu, obligando a rendirse a discreción a los filibusteros que los guarnecían.

Aquel brillante hecho dé armas dio por resultado que, en el corto espacio de veinte días, se apoderaron los españoles de 2.300 prisioneros, 173 piezas de artillería, siete navíos y un grande acopio de armas, pólvora y tabaco, perdiendo además con las Islas los piratas más de 50 millones en propiedades.

A pesar de las actitudes patrióticas del Gobernador Cabrera, contra este se elevaron varios quejas que obligaron al Rey a disponer que el fiscal de la Audiencia de Santo Dominago, Francisco de Praga, se trasladase a La Habana para residenciarle, y fue sustituido el 7 de octubre de 1630 por el almirante de Galeones Juan Bitrian de Biamonte.

Fuentes