Golda Meir

Golda Meir
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Primer ministro del Estado de Israel

Primera ministra de Israel
1969 - 1974
PredecesorLevi Eshkol
SucesorIsaac Rabin
Datos Personales
Nacimiento3 de mayo de 1898
Kiev, Bandera de Ucrania Ucrania
Fallecimiento8 de diciembre de 1978
Jerusalén, Bandera del Estado de Israel Israel
Causa de la muerteCáncer
OcupaciónProfesora y política
Partido políticoPartido Laborista Israelí
Creencias religiosasJudía


Golda Meir (en hebreo: גולדה מאיר). Fue una figura política israelí que asumiera entre 1969 y 1974 el puesto de Primera Ministra de dicho estado, siendo la primera mujer en ocupar dicho cargo. Fue una de las primeras jefas de gobierno del mundo —sólo precedida por Sirimavo Bandaranaike de Sri Lanka e Indira Gandhi de la India—, y la primera de Medio Oriente, seguida sólo por la primera ministra Tansu Çiller de Turquía. Meir fue fundadora del Estado Israelí siendo una de las firmamentes de su Declaración de Independencia el 14 de mayo de 1948.

Sintesis biográfica

Golda fue la séptima de los ocho hijos de los Mabovitch, una familia judía tradicionalista y de condición muy humilde, radicada en Kiev, actual capital de Ucrania y por aquel entonces parte del Imperio ruso. Su niñez supo de penurias y sufrimiento: cinco de sus hermanos mayores murieron de pequeños a causa de la pobreza y las enfermedades; su familia vivió en carne propia los pogromos antisemitas que asolaron a los judíos europeos a principios del siglo XX; en tanto su padre Moshé, un modesto carpintero, debió emigrar a los Estados Unidos en busca de sustento, dejando atrás a la pequeña Golda de 5 años, junto a su madre autoritaria, y a sus hermanas: la pequeña Tsipke, y su hermana mayor, Sheine. Golda admiraba a esta última, que se había afiliado a círculos sionistas socialistas clandestinos, castigados duramente por las autoridades del Zar.

Con el padre lejos y sumidas en la miseria, las cuatro mujeres se marcharon a Pinsk —hoy Bielorrusia— en busca de mejor suerte. El hambre era a veces tal, que las pocas migajas alcanzaban a alimentar sólo a Tsipke. Golda Meir diría años más tarde:

"Siempre sentía demasiado frío por fuera, y demasiado vacío por dentro"
Golda Meir (1962)

Cuando a todo ello se sumó el peligro de que las actividades prohibidas de Sheine amenazaran a la integridad de la familia, decidió la madre, en 1906, reunirse con el padre, y la familia emigró a Milwaukee, Wisconsin. Aquellos duros primeros años, fraguaron el carácter de quien recibiera mucho más tarde el apodo de "la mujer de hierro".

"Llevo conmigo el complejo de los pogromos, lo reconozco(...) mi recuerdo más remoto es ver a mi padre tapiando con tablas las entradas de la casa, ante la inminencia de las hordas enardecidas(...) si cabe una explicación al rumbo que tomó mi vida, es seguramente mi deseo y determinación que nunca más tuviera un niño judío que vivir semejante experiencia"
Golda Meir (1962)

Vida en Estados Unidos

Establecida la familia Mabovitch en Milwaukee, no acabaron las vicisitudes para la pequeña de 8 años: su padre apenas ganaba para el sustento de la familia, en tanto su madre había abierto un almacén de barrio, en el que Golda trabajaba para ayudarle desde la más temprana madrugada, por lo que llegaba siempre tarde a la escuela, habiendo llorado durante todo el camino. Sus roces con sus padres, estrictos y conservadores, fueron aumentando con el tiempo, y se hicieron insostenibles cuando su madre se negó terminantemente a que Golda realizara su sueño: estudiar el magisterio en el colegio secundario. En cambio, y como correspondía por aquellas épocas a una moza judía de 14 años, pretendió casarle con un pretendiente mucho mayor que ella; ante lo cual, Golda huyó del hogar sin previo aviso— sólo dejó un recado explicatorio dirigido a sus padres, que reaccionaron de muy mala manera—, para refugiarse en la casa de su recientemente casada hermana Sheine, en Denver, Colorado.

Lejos de su hogar, Golda pareció florecer: prosiguió con sus anhelados estudios secundarios, hasta graduarse como maestra; y se integró de lleno en el grupo de jóvenes sionistas socialistas que se reunía a menudo en casa su hermana, y a cuyas entusiastas tertulias nunca faltaba. Uno de aquellos jóvenes, culto e instruido y también emigrado de Ucrania, era Morris Myerson, del que Golda pronto se enamoró. Luego de reñir también con su hermana mayor, tuvo que dejar su casa e irse a vivir con unas amigas, trabajando de costurera para ganarse el sustento. Finalmente, y al cabo de cuatro intensos años lejos de su casa, accedió al pedido de su padre —quien, temeroso por la salud de su madre, le suplicó que volviera—, y regresó, a los 18 años, a casa paterna.

Primera actividades pro-sionismo

Ya de vuelta en Milwaukee, Golda encontró a sus padres más holgados económicamente y viviendo en una casa amplia; más compenetrados con la vida comunitaria judía, y habiendo adquirido cierta posición social. Ciertamente, los años consiguieron abrir a los Mabovitch a nuevas ideas: ya no objetaron que su hija estudiara y enseñara. La joven Golda, por primera vez sin necesidades básicas que la agobiaran, pudo abocarse de lleno a lo que le apasionó desde siempre: la docencia, y la actividad sionista. Dentro de este último marco, se afilió al partido político socialista «Po'alei Sión» (del hebreo, 'obreros sionistas'); asistió a encuentros con dirigentes sionistas prominentes, como David Ben-Gurión e Isaac Ben-Tsvi; organizó una manifestación en Milwaukee, como acto de repudio a los pogromos antisemitas de la época en Ucrania, en la que fue principal oradora; y fue elegida representante de su ciudad ante el Congreso Judío Estadounidense. A los 19 años, en 1917, logró convencer finalmente a su prometido Meir Myerson de hacer aliyá y emigrar a Palestina, lo que allanó el camino a su boda. La inmigración de ambos se concretó finalmente en 1921, junto a su hermana Sheine y su familia (sus padres les siguieron los pasos, en 1926).

Tras el Aliyá

Recién llegados a Palestina, a la sazón bajo mandato colonial británico, la pareja Myerson se instaló en un apartamento alquilado en Tel Aviv; y al poco tiempo, pidieron incorporarse como miembros del kibutz Merjavia, al norte del país. La respuesta negativa del kibutz, que temió que la pareja americana fuera demasiado refinada para las rudas tareas agrícolas, no afectó a Golda, quien no cejó en sus intentos hasta que fueron aceptados. Golda disfrutó de aquellos cuatro años en el kibutz, en los que trabajaron duro, plantando árboles y criando pollos, aun estando lejos de sus aspiraciones de dedicarse a la enseñanza del inglés. No así su esposo Morris, quien pronto se hartó de la vida comunal, las privaciones y las enfermedades.

Aquellas épocas fueron el comienzo de la desarmonía conyugal; Morris se negó terminantemente a tener hijos, en tanto no dejaran la comuna. Finalmente él ganó por cansancio, mudándose ambos nuevamente a Tel Aviv, y luego a Jerusalén en la cual recibieron sendos puestos de trabajo en la constructora Solel Boné, una de las empresas de la organización sindical Histadrut.

Allí, Golda Myerson dio a luz a sus dos hijos: Menájem y Sara. Su estancia en Jerusalén, supuso para ella el reencuentro con una vieja conocida: la pobreza. Golda rememoró en su autobiografía esa época de estrechez, en la que lavaba la ropa sucia de todos los niños del jardín de infantes al que enviaba a su hijo mayor, por no tener cómo pagar la mensualidad, como «la más miserable de toda mi vida».

Trayectoria política

El gran cambio en la vida de Golda Myerson, llegaría durante 1928, cuando le fue ofrecido ocupar el cargo de directora de la rama femenina de la Histadrut. Al aceptar el puesto, que supondría numerosos viajes, Golda reconocía también la irreversibilidad de la ruptura conyugal. Se trasladó con sus hijos a un pequeño apartamento en Tel Aviv, en el que la madre durmió por largo tiempo en el sofá de la sala de estar, en tanto el padre venía de visita los fines de semana.

Golda y Morris nunca se divorciaron formalmente; él moriría en 1951. Entre 1932 y 1934, Myerson fue enviada a los Estados Unidos para recaudar fondos para la causa sionista, estancia que aprovechó para tratar a su hija Sara de la grave insuficiencia renal que sufría. De vuelta al país, fue elegida delegada del Partido Laborista al ejecutivo del poderoso e influyente gremio sindical Histadrut, cargo que ocupó ininterrumpidamente hasta la creación del Estado en 1948, junto a figuras de la talla de David Ben-Gurión, Moshé Sharet y Berl Katzenelson.

Su historia personal, marcada a menudo por la zozobra y la precariedad, motivó que su quehacer público hiciese hincapié en dos cuestiones principales: los derechos del trabajador —y más aún, de la trabajadora—, y el auxilio a los refugiados. En 1938, como «observadora judía de Palestina» asistió a la Conferencia de Evian realizada en Francia que buscaba ayudar a los refugiados Judíos de Alemania y Austria, Golda se enfureció con la hipocresía de los países occidentales, que llenaron sus bocas de simpatía por los perseguidos, al tiempo que explicaban que sus países no podrían ofrecerles refugio. De modo similar y por motivos humanitarios, condujo la lucha en contra de las fuertes restricciones a la inmigración judía, impuestas por el Mandato inglés mediante el Libro Blanco de 1939, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial.

Cuando, al concluir la guerra, se declaró en huelga de hambre para protestar contra los centros de detención británicos destinados a los sobrevivientes del Holocausto, sintetizó así su pensamiento:

El sionismo no tiene sentido, sino para rescatar a los judíos (...)Tenemos la barriga llena contra los ingleses. Pero nuestra principal acusación, es que su Libro Blanco nos convirtió en impotentes, mientras podríamos haber salvado cientos de miles; o aunque más no fuera, decenas de miles; o incluso, ¡un solo judío!

Promotora del Estado Israelí y fundadora

Acabada la Segunda Guerra Mundial se agudizó la tensión entre el movimiento sionista, que exigía la independencia, y las autoridades británicas, a las que la situación en Palestina se les iba de las manos. Intentando dominar la situación, los ingleses llevaron a cabo el sábado 29 de junio de 1946, una vasta operación de allanamientos y arrestos, que incluyó a buena parte de la cúpula judía (conocida como el Sábado Negro). Ante el repentino vacío de poder, Golda Myerson se convirtió, entre gallos y medianoche, en jefa del departamento de Estado del comité central de la Agencia Judía, la Sojnut; o lo que es lo mismo: en la mano derecha de David Ben-Gurión —que se libró de la cárcel por encontrarse en Europa—, y virtual canciller del «Estado en camino», en lugar de Moshé Sharet, preso en los calabozos ingleses. Aun luego de la liberación de este último, Myerson conservaría el lugar de influencia que ganó en dicha coyuntura.

En breve, se le encargó —merced a su inglés casi de cuna, cuyo inconfundible acento no perdería hasta su último día— ser principal negociadora con las autoridades inglesas, acerca del plan de Partición de Palestina. Paralelamente, se mantuvo en estrecho contacto con los principales grupos de resistencia judía armada (la «Haganá» y el «Étzel»). Luego de la histórica decisión de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947, por la que se creaba un estado judío y otro árabe, y frente al rechazo total de los países árabes al plan, la cúpula sionista comprendió que la guerra era inevitable, y enviaron a Myerson a recaudar donaciones de la comunidad judía norteamericana, para financiar la compra de armamento.

Golda, a secas, como ya se le conocía, volvió con un monto de 50 millones de dólares en su bolsillo. De inmediato, partió en delicadísima misión: de incógnito y disfrazada de mujer árabe, cruzó las líneas enemigas, para entrevistarse en Ammán, el 12 de mayo de 1948, con el rey Abdullah I de Jordania, para instarle se abstenga de intervenir en la inminente contienda. El rey se mostró evasivo, y Golda Myerson comprendió que la suerte ya estaba echada. Abdullah le pidió que tuviera paciencia, y que no se apresuraran a declarar la independencia. A lo que Golda le respondió: «Su Eminencia, nuestro pueblo ha estado esperando por 2000 años. ¿Podría usted llamar a eso 'prisa'?».

Golda Meir fue una de las 25 personas firmamente de la Declaración de Independencia del Estado de Israel, realizada en el 14 de mayo de 1948. En la foto, el momento en que Ben Gurión anuncia la creación de Israel.

Finalmente, y dos días más tarde, el 14 de mayo de 1948, David Ben-Gurión leyó en Tel Aviv el acta de declaración de independencia del Estado de Israel; en tanto Golda Myerson fue una de sus 25 firmantes, con lágrimas en sus ojos. De inmediato y sin pausa, salió nuevamente de colectas a los Estados Unidos; y allí mismo le fue comunicado acerca de su nombramiento como primera embajadora de Israel ante la Unión Soviética.

El recibimiento que ofreció la comunidad hebrea rusa a la diplomática del reciente estado fue apoteósico: decenas de miles de judíos moscovitas se cercaron a Myerson, en ocasión de su visita a la Gran Sinagoga de la ciudad, y la llevaron en andas junto al libro de la Torá. Alcanzó a cumplir poco menos de un año como embajadora, intentando que las autoridades comunistas suavizaran el trato a la comunidad judía, y que eliminaran las trabas a la inmigración a Israel, sin mucho éxito.

Labor política dentro del gobierno israelí

En 1949 resultó electa por su partido, el partido Laborista, a la primera legislatura de la Knéset; y Ben-Gurión la mandó a llamar, para nombrarla ministra de Trabajo y Seguridad Social. En sus siete años en el cargo, a las órdenes de dos Primeros Ministros, demostró una gran eficacia en la construcción del Estado de Bienestar israelí y en la integración laboral y social de las masas de inmigrantes que afluían al país; dejando un sello indeleble hasta el día de hoy en la legislación laboral de avanzada que propició.

Con la renuncia de Moshé Sharet al cargo, pasó a ocupar la cartera de Asuntos Exteriores (1956-1966), hebreizando su nombre, por expreso pedido de Ben-Gurión, a Golda Meir. Como segundo canciller del país, desplegó una intensa actividad para lograr el reconocimiento y el apoyo a Israel por parte de los nuevos países independientes que surgían de la descolonización africana. Sus graves problemas de salud, estuvieron a punto de hacerle anunciar por dos veces, en 1965 y 1968, su retirada de la vida política; pero terminó retractándose a instancias de sus compañeros, para evitar que las rivalidades personales entre los líderes socialistas acabaran con la unidad del partido. En 1965 se enfrentó duramente a Ben-Gurión, que abandonó el partido Laborista, quedando Meir como secretaria general del partido. Luego, participó activamente en la reunificación de todas las fuerzas socialistas parlamentarias, en el Partido Laborista Unificado.

En 1969, a la muerte de Levi Eshkol, fue designada Primer ministro por su partido. Al principio, y bajo su dirección, el partido subió posiciones en las elecciones generales de 1969.

Primera Ministra de Israel (1969-1974)

La súbita muerte del primer ministro Levi Eshkol en febrero de 1969, encontró a Golda Meir alejada del gobierno a causa de su dolencia, pero aún miembro de la Knéset. De entre varios candidatos laboristas que se postularon para sucederle, Meir fue sorprendentemente elegida para el cargo como candidato de compromiso. Al poco tiempo se celebraron las elecciones generales para la sexta legislatura de la Knéset, de las que salió respaldada por una holgada representación parlamentaria (56 de 120 escaños). Aun así, prefirió proseguir con el gobierno de coalición nacional, vigente desde la Guerra de los Seis Días, para lo que sumó a su gobierno a Menájem Beguin y a su agrupación de derechas.

De su periodo de gobierno se recuerdan los tristemente famosos ataques terroristas palestinos del año 1972: el secuestro del avión Sabena (9 de mayo), célebre porque en su liberación participaron dos jóvenes militares, futuros Primeros Ministros de Israel, Ehud Barak y Benjamín Netanyahu; la masacre del Ejército Rojo Japonés en el aeropuerto internacional (30 de mayo), con un saldo de 25 víctimas; y más que todos, el asesinato de 11 atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Múnich (5 de septiembre). Golda Meir ordenó a los Servicios de Inteligencia israelíes dar alcance a todos los involucrados en la «Masacre de Múnich», en un operativo que dio en llamarse «Cólera Divina», y que ha sido llevado a la gran pantalla de la mano de Steven Spielberg en la película Munich.

Hacia mediados de 1973, Golda Meir había llegado a un elevado grado de apoyo y consenso en la opinión pública, tanto israelí como internacional; unos como otros la asociaban con la imagen de la yídishe mame (yidis, 'madre judía'), con sentido común y sobreprotectora con sus descendientes. Fueron célebres las reuniones de sus más íntimos allegados en la cocina de su residencia oficial, la famosa «cocina de Golda», en la que se decidían los destinos del país. Por otra parte, Golda siempre fue considerada un «halcón» político, renuente a la paz con los árabes, de los que siempre desconfió. En el terreno interno, fue acusada de conservadora y de desatender a los nuevos problemas suscitados en la sociedad israelí.

Muerte

Golda Meir se retiró al kibutz Revivim, en la casa de su hija Sara, en donde pasó sus últimos años, hasta que el cáncer la doblegó. Falleció el 8 de diciembre de 1978; y fue sepultada en el panteón de los «Grandes de la Patria», en el Monte Herzl de Jerusalén.

Véase también

Fuentes