Guerra de 1895 en Zulueta

Guerra de 1895 en Zulueta
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Lugar:Zulueta
Descripción:
El comienzo de la Guerra del 95, desencadenó una serie de acciones represivas de las autoridades españolas en Zulueta.

Inicio de la guerra de 1895 en Zulueta. El inicio de la Guerra del 95 tuvo una repercusión en varios poblados del país, dentro de ellas Zulueta.

Repercusión

Ante el ataque de los insurrectos, todos los pueblos crearon sus fortificaciones, cosa que había orientado el régimen español.

En Zulueta, poco se hizo en los primeros meses de iniciada la contienda, pues se esperaba que aquel movimiento fracasara, sin ofrecer peligro fuera de Oriente. Sin embargo, la realidad fue otra y se comenzaron a tomar otras medidas de seguridad.

Ante la amenaza de la llegada de los insurrectos al territorio, los comerciantes de la localidad huían llenos de pánico. En una ocasión un comerciante instalado en la calle Céspedes y Martí, horrorizado ante el inminente desembarco de Francisco Carrillo, empaquetó toda su mercancía y se trasladó a Placetas; donde se creía más seguro.

Otros comerciantes ubicados frente al hotel Europa, al oír las explosiones de un combate que se desarrollaba en las inmediaciones del central San José, huyeron a Remedios.

Organización en Zulueta

Durante este hecho, se les entregó armas a los simpatizantes al régimen español, para proteger al pueblo; dentro de estas personas se hayaba Francisco E. Bravo, quien organizó un tercio de voluntarios para defender a Zulueta del posible ataque de los insurrectos.

Se formaron 2 compañías; parte de los integrantes estaban obligados debido a la amenaza de su seguridad. Además se dictó un dando por el Capitán General, donde se decía que todos los que tenían de 18 a 50 años, debían tomar las armas. Esas fueron las fuerzas de defensa de Zulueta, ubicadas en 4 fuertes principales, uno a cada salida del pueblo, más 2 pequeños fortines. Existían además zanjas y alambradas que circunvalaban el pueblo; y las personas eran obligadas a trabajar en la construcción de las mismas.

Resultados

Si bien es cierto que Zulueta no sufrió como otros pueblos el duro rigor de la guerra, lo cierto es que no faltó aquí la miseria, la intranquilidad, el horror de los crímenes y se presenció el triste espectáculo de ver a los reconcentrados morir de hambre.

Entre los hechos criminales ocurridos por aquí, se encuentra el asesinato del anciano Francisco Rodríguez, al salir de su casa.

También en Hoyo la Mina fue asesinado Simón Montalbán, quien venía con su familia para el pueblo. Se encontró con un grupo de voluntarios y un soldado destacado del grupo, lo increpó y lo mató a a machetazos.

En el Boquerón fue asesinado un sexagenario, natural de Islas Canarias, llamado Baltasar Acosta.

En Tahón un oficial de guerrilla español incendió casas con sus habitantes dentro e hizo preso en una ocasión a 5 ancianos, que por miedo se refugiaban en la márgenes del río Hacha; los torturaron buscando confesión de informes. Al no poder estos darle la información solicitada, los enviaron próximo a Zulueta, en la loma Guacacoa, los mataron a machete no enterrándolos, y viéndose después a las auras comérselos como en un festín. Este era el teniente Martínez, pequeño de estatura, pero tan sanguinario como Valeriano Weyler.

También se haya el caso del joven remediano Ricardo Rodríguez, que salió a alzarse con los insurrectos, pero por desgracia chocó con una guerrilla española dirigida por Vicente González, capitán y cubano de nacimiento. Esto ocurre en la finca Guaguao.

Ricardo y el capitán español se conocían. Ricardo se creyó a salvo, pero el capitán en persona le da un tiro y lo mató. Luego exhibieron el cuerpo en el batey del ingenio San Agustín. Poco después, el revolucionario cubano Eustaquio Abreu, en una emboscada mató al capitán español y llevó también para el batey el cadáver como venganza.

Al terminar la guerra, se designó al coronel Quintín Bravo y Rojas para garantizar el orden interno, preservado por los soldados del Ejército Libertador. Por su buen desempeño el coronel mereció elogios.

Fuentes

  • Archivo histórico del Museo Municipal de Remedios