Guillermo Acevedo

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Guillermo Acevedo
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patriota matancero, 1863-1912
Bandera de cuba grande.png
General de Brigada de el Ejercito Mambí
1895 - 10 de diciembre de 1898
Escudo-de-cuba.png
Miembro de el Partido Revolucionario Cubano
1894 - 1898
Datos Personales
NombreGuillermo Acevedo Villamil
Nacimiento29 de mayo de 1863
Provincia de Matanzas, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento23 de febrero de 1912
Provincia de La Habana, Bandera de Cuba Cuba
OcupaciónMilitar, General de Brigada del Ejercito Mambí

Guillermo Acevedo Villamil. Cubano. Le tocó vivir intensamente las angustias de la esclavitud colonial. Figuró en el núcleo de los conspiradores matanceros que prepararon el levantamiento del pueblo cubano el 24 de febrero de 1895 alcanzando el grado de General de Brigada del Ejército Libertador.

Síntesis biografía

Nació el 29 de mayo de 1863 en la ciudad de Matanzas, en el seno de una familia de clase media alta, propietarios de una finca en la periferia yumurina.

Sus padres fueron Miguel y Juana, naturales de Alacranes y Matanzas, respectivamente, descendientes de portugueses, franceses y españoles que formaron una familia de once hijos

Estudios

Por la posibilidad económica de la familia, reciben educación en el colegio Los Normales, fundado en 1870, continuidad histórica de su antecesor La Empresa, cuna de intelectuales y revolucionarios separatistas de bien ganada fama en esos menesteres a nivel de país.

Guillermo continuó estudios superiores de Derecho; pero por razones desconocidas no concluyó la carrera. Todo indica que se dedicó a explotar la producción agrícola en la finca de la familia, situada en lo que hoy es el área del acueducto de la ciudad, en San Juan. Por ello devino en gran conocedor del área y caminos de toda la zona donde se dieron, posteriormente, combates fundamentales contra las tropas coloniales e incluso el alzamiento del 24 de febrero.

El 24 de diciembre de 1884 Guillermo contrae matrimonio, a los 21 años, con la cubana María Dominga Aurelia Castro Linares, residente en Matanzas, quien lo acompañó y alentó toda la vida. Con ella tuvo cinco hijos: Ofelia Cira (3-8-1886); Benjamín Guillermo Dagoberto (9-3-1890); Ester Aurelia María Bonifacia (15-5-1892); Filiberta Aurelia María (4-8-1893) y Carlos Benjamín Guillermo Feliciano (6-10-1895); este último nacido mientras Guillermo se encontraba realizando acciones combativas en el sur de la provincia, después de llegar de Estados Unidos.

Actividades conspirativas

Guillermo, con su hermano mayor Pedro Ignacio (1860-1946), participa en las actividades conspirativas, a principios de la última década del siglo XIX, en una cédula de la logia clandestina “Caballeros de la Noche”, organización creada para laborar por la independencia de Cuba al amparo de la Logia “El Salvador” de la Orden Caballeros de la Luz, radicada en Manzano No. 42 esquina a Jovellanos, lugar donde servía el pastor reverendo Pedro Duarte Domínguez en la capilla de la Iglesia Episcopal.

Ante el llamado de Martí y el Partido Revolucionario Cubano (PRC) formaron parte de un subcomité del Comité Revolucionario de Matanzas, presidido por el ingeniero Emilio Domínguez. Entre sus principales actividades conspirativas, además de organizarse y consolidar sus ideas emancipadoras, estaba la adquisición de armas y municiones en La Habana, las que traían para el territorio matancero mediante disímiles formas.

Muchas de estas acciones revolucionarias y combativas de Guillermo fueron realizadas conjuntamente con su hermano Pedro, por lo que en varias reseñas hacen mención a “los Acevedo” o a los “hermanos Acevedo”.

Participación en la guerra necesaria

Guillermo gana su lugar en este proceso histórico pues el 17 de febrero de 1895 forma parte del grupo matancero, representado por Antonio López Coloma y Pedro E. Betancourt Dávalos, que en junta celebrada en La Habana con el mayor general Julio Sanguily Garrite y el entonces coronel José María Aguirre Valdés, ambos veteranos del 68, dirigidos todos por el patriota matancero Juan Gualberto Gómez Ferrer, representante del delegado del Partido Revolucionario Cubano, José Martí, convino dar inicio a las hostilidades mediante levantamiento armado el 24 de febrero de 1895

Aunque Pedro y Guillermo no participaron personalmente en dicha junta, conocían de su realización y eran representados directamente por López Coloma; fueron además quienes, conjuntamente con Pedro E. Betancourt, posteriormente intentaron incorporarse pese al descalabro ocurrido y lucharon por reorganizar el grupo concebido en Matanzas.  

Los patricios se reunieron en áreas del demolido ingenio “La Ignacia”. En la noche del 23 de febrero comenzaron a llegar quienes formarían las huestes revolucionarias que dirigiría el mayor general Julio Sanguily; pero solo un grupo de dieciséis valientes, entre ellos Juan Gualberto Gómez y Antonio López Coloma, se encontraban a la hora indicada de la mañana del 24 de febrero, dándose, no obstante,  el grito de “¡Viva Cuba Libre!”

Informados de que los principales jefes había sido detenidos en La Habana Betancourt, Pedro y Guillermo, hacían ingentes esfuerzos por acudir al lugar indicado; pero no fue posible.

Por orden de Betancourt, Guillermo quedó en áreas de su finca al frente de un grupo de hombres  que se pudieron organizar, mientras él y Pedro Acevedo continuaban en el intento de contactar con Juan Gualberto y los otros. Más tarde, Guillermo y Betancourt hicieron hasta lo imposible por reorganizar el grupo para cumplir su misión independentista mientras Pedro cumplía otra tarea; pero nada pudo realizarse y fue disuelta la partida; unos presos, otros escondidos por las fincas y en la ciudad. Todos dispuestos y en espera de una nueva oportunidad para lanzarse en pro de la lucha libertaria.

Guillermo empeñado en la reorganización de posibles insurrectos, regresó a la ciudad de Matanzas en marzo de ese propio año. Tenía todo preparado para un nuevo levantamiento, pero fue detenido e interrogado y advertido que tenía que abandonar la Isla de Cuba o sería fusilado. Ante tal situación, vigilado por los sicarios, no le quedó otra alternativa que dirigirse temporalmente a territorio norteamericano donde se nucleaban grupos revolucionarios.

Se presentó ante el general Enrique Collazo, representante de la Junta Revolucionaria, quien lo incluyó en una futura expedición; pero ante la prolongada espera y lo inquieto, ágil y decidido de su temperamento, se valió de documentación falsa y disfrazado, desembarcó en La Habana, en julio de 1895 a la vista de las autoridades de la colonia.

Se instala en el ingenio “Carmen” en Sabanilla del Encomendador y en breve tiempo, al frente de una partida de patriotas, llegó a la zona de Manjuarí en la Ciénaga de Zapata. Se presenta el 11 de noviembre al jefe Eduardo García Vigoa, de quien recibe los grados de comandante y se convierte desde ese momento, según los historiadores, en uno de los más bravos oficiales de la provincia. Era ya un joven de 32 años, de mediana estatura, de extremidades superiores largas y finas donde se destacan manos y dedos delgados, de cara fina y barbilla partida, su mirada era profunda, pelo lacio y abundante, pronunciadas entradas en la frente y un bigote copioso, rasgo característico de la época.

En el mes de noviembre de ese propio año 1895, en conocimiento de que el general en jefe Máximo Gómez y el lugarteniente general Antonio Maceo venían invadiendo las provincias de occidente, con fuerzas ya organizadas bajo las órdenes de García Vigoa van a su encuentro y se unen a los invasores en Las Villas. Operan junto al lugarteniente hasta el 30 de diciembre en que, a propuesta de García Vigoa, es ascendido al grado de teniente coronel, nombrado segundo jefe de las fuerzas que luego formaron la Brigada Sur de Matanzas y le confían a su custodia los heridos de la invasión para su resguardo y cura e instalan a tales efectos un hospital en la Ciénaga de Zapata. En tan solo un mes que operó conjuntamente con las tropas invasoras se reporta la realización de veintiún combates; entre éstos, el famoso de Coliseo, efectuado el 23 de diciembre, en el que se destaca y es uno de los motivos de su ascenso en grados militares.

El 25 de febrero de 1896 bajo su mando los mambises atacan cuatro fuertes españoles situados en Limones, Canímar y Mariposa; lo que ocasiona sensibles pérdidas al enemigo. Al siguiente mes, el día 24, ataca y toma el poblado de Santa Ana, cabecera del término municipal de la provincia, destruyendo el Ayuntamiento, la Iglesia y sesenta casas y haciendo huir en desbandada a las tropas que custodiaban al pueblo.

En una demostración de gran arrojo, se presenta en el barrio La Cumbre, prácticamente en la urbe yumurina, da candela a varias quintas y al cuartel de la Guardia Civil.

En el Lazo de la Invasión se le asigna la difícil misión de cuidar a los numerosos heridos en los recientes combates, instalando a tales efectos un hospital en la Ciénaga de Zapata.

Más adelante realizó una acción que repercutió dolorosamente en la propia familia. Tras quemar la casa vivienda de la finca “La Ignacia”, en las cercanías de Ibarra. El alcalde de la ciudad, Ruperto Crespo, y el gobernador provincial Adolfo Porset Iriarte, afectados por tener propiedades en dicha finca, toman venganza en la vida de Armando, uno de los hermanos de Guillermo.

Policías amparados en la oscuridad de la noche y disfrazados de mendigos, siguieron a Armando y lo ultimaron a balazos en la calle Milanés, entre América y Compostela, en donde una placa recuerda el vil hecho.

Al igual que un buen grupo de patriotas, Guillermo tomó parte activa en el famoso combate de Hato de Jicarita, el 3 de junio de 1896, y en el que se distinguió, al igual que su hermano Pedro quien ostentaba el grado de teniente coronel.

Por los méritos obtenidos en la manigua y en especial en este combate, a propuesta del general Lacret Morlot fue ascendido Guillermo, en el mes de julio, al grado de coronel con la tarea de organizar la Primera Brigada de Infantería, de la que quedó como su jefe, en sustitución del general García Vigoa, cargo que ocupó hasta inicios de 1897, desarrollando innumerables acciones combativas, en algunas de las cuales fue herido. En este año de 1897, por orden del general Avelino Rosas, entregó Guillermo el mando de la Brigada nuevamente al general García Vigoa, quien había sido retornado de Colón.

En noviembre de ese propio año pasó al Estado Mayor del mayor general José María Mayía Rodríguez, desempeñándose por su orden en la provincia de La Habana, comisión que fue recompensada con su ascenso al grado de general de brigada con el que concluyó su vida militar.

El 15 de julio de 1899 se licenció del Ejército Libertador y apoyó la candidatura de Bartolomé Masó en contra de las aspiraciones de Estrada Palma, quien era el candidato manifiesto del Gobierno interventor norteamericano. Su hoja de servicios a la patria, acreditada en el año 1900 con las firmas del general de división José Lacret Morlot y el mayor general José María Rodríguez, a quienes en algún momento de la guerra estuvo subordinado, está marcada por su arrojo, distinciones y buen comportamiento, en ella se destaca que fue herido en varias ocasiones y participó en los hechos de armas más importantes ocurridos durante su permanencia en las provincias de Matanzas y La Habana.

Participación en la etapa republicana

Iniciada la campaña para la elección del primer presidente de la República tomó partido por el general Bartolomé Masó, pero fue elegido Tomás Estrada Palma en el que Guillermo tuvo participación sin cargos ni remuneración alguna, a petición de Estrada Palma.

En el año 1906, Guillermo figura entre los comisionados que tenían la misión de representar a los cubanos en las negociaciones con los Estados Unidos para regularizar la situación de Cuba y poner fin a la segunda intervención norteamericana en la Isla. En el propio período de intervención yankee, vislumbrando que la vida en su país dependería de la agricultura, Guillermo publicó una revista que se tituló Cuba Productora, donde luchó por el avance de este sector productivo, y presentó un proyecto de inmigración de familias con el que se daría gran impulso a la producción agrícola, el que fue retomado por el Gobierno interventor y se conoce que un año más tarde fue aplicado con algunos cambios en Estados Unidos.

Fue enemigo de la forma de gobierno de su compañero de la guerra, general José Miguel Gómez, presidente de la República de 1909 a 1913, etapa que se caracterizó por la corrupción administrativa, profusión de negocios turbios y servilismo a intereses extranjeros, razón por la cual Guillermo tomó las armas nuevamente el 11 de julio de 1911, al igual que muchos patriotas de la guerra. El movimiento insurreccional fue aplastado y el presidente Gómez quiso sumarlo, o quizás alejar a tan ejemplar enemigo, proponiéndole una credencial de ministro embajador en una de las grandes naciones extranjeras, lo que dada su estirpe no aceptó.

Guillermo fue uno de los firmantes de la primera Constitución de la República de Cuba, en 1901. Como huella-trofeo de guerra, Guillermo lucía en el rostro una larga cicatriz recuerdo de la contienda.

En la vida civil, el General Acevedo Villamil apoyó empeños sociales de honda repercusión como el proyecto de favorecer la inmigración de familias de otros países para impulsar la agricultura.

No aceptó la propuesta de representar a Cuba ante una potencia extranjera. Para no comprometerse con la politiquería naciente ya en esa época.

Muerte

Tras haberse expuesto ante las balas españolas en innumerables ocasiones, a principios de febrero de 1913 se hallaba enfermo en cama. Una hija fue a bajar la luz del quinqué colocado en su mesita de noche y, por descuido, introdujo la manta que la cubría y esta se encendió. Guillermo se abalanzó sobre ella para apagarla, como consecuencia de lo cual sufre quemaduras graves y estuvo agonizando durante veintiún días. Falleció el 23 de febrero de 1913.

Fue sepultado en el cementerio de Colón en La Habana.

Pese a haber sido oponente, hasta con las armas, del presidente de la República en esos momentos, el general José Miguel Gómez, este decretó a su muerte proceder con los honores militares correspondientes a su jerarquía de general del Ejército Libertador.

Después de su muerte, el Ayuntamiento de la ciudad de Matanzas acordó nombrar la calle conocida como Magdalena, que atraviesa la histórica Plaza de Armas y constituye el núcleo más antiguo de la ciudad, Guillermo Acevedo Villamil.

Guillermo terminó sus días pobre y digno, rodeado de su familia, amigos y, en especial, de generales compañeros de armas que lo estimaban, entre los que se encontraba su amigo personal, Emilio Núñez.

Logros, aportes y contribuciones

En junio de 1896 el teniente coronel Guillermo Acevedo concurre a la concentración de fuerzas cubanas movilizadas para defender el alijo de la expedición que ha traído a Playa de Camacho, cerca de Varadero, en la jurisdicción de Cárdenas, el coronel Ricardo Trujillo de Armas. Son las armas de esta expedición las que le permiten al general Lacret retar a combate a los coroneles Brualla y Aldea.

En el Combate de Hato Jicarita se atrincheran los cubanos. El general Lacret confía el éxito de la operación al brigadier Eduardo García, quien tiene por segundo al teniente coronel Guillermo Acevedo. A propuesta del general Lacret y por su heroica conducta en esa acción de guerra, se le asciende a coronel, encargándosele de organizar la infantería de la Brigada Sur de Matanzas.

En este mando permanece hasta el mes de Noviembre de ese mismo año, en que el mayor general José María Rodríguez le llama a integrar su Estado Mayor, tomando parte en todas las actividades de este jefe que vino, desde Oriente, para asumir el mando de la jefatura del Departamento Militar de Occidente. En este mando concluye la campaña de la Guerra de Independencia.

A propuesta del mayor general José María Rodríguez se le asciende a general de brigada, con antigüedad del 24 de agosto de 1898. Se licencia en el Ejército Libertador con ese rango, dedicándose a cultivar las tierras de su propiedad. Vive en la mayor modestia, pero le inquieta el destino de la República. Pasa el Gobierno Interventor de los Estados Unidos.

Bibliografía

  1. Biografía del coronel Pedro I. Acevedo Villamil.
  2. Artículo de Bohemia Oct 1957
  3. Carta de su hijo Benjamín Guillermo (Dagoberto)
  4. Docum. Periódico CUBA (1911)
  5. Memorias de la Guerra (E. Loynaz)
  6. Carta de P. Betancourt a Juan G. Gómez
  7. Diccionario Enc. Militar ( Primera Parte I )
  8. Diccionario Enc. Militar ( Primera Parte II )
  9. Crónicas de la Guerra ( Tomo II, Argenter )
  10. Juan G. Gómez, un gran informante ( Leopoldo Horrego )
  11. Síntesis Hist. Mtzas. Imp. Papyrus 2000
  12. Discurso de Juan M. Dihigo. Acad Hist de Cuba ( 1934 )
  13. Biografia de una provincia. Fco. Ponte (1959)
  14. Recopilación y estadísticas de la guerra en Matanzas (J. González)
  15. Entrevista familiares y multiples doc. Periódicos de la época.

Fuentes

  1. Centelles, Ezequiel. Discurso Logia Verdad. Diciembre, 1946.
  2. Colectivo de autores. Diccionario Enciclopédico de la Historia Militar de Cuba. Primera Parte (1510-1898). Tomo I Biografía. Ediciones Verde Olivo, 2001.
  3. Colectivo autores. Síntesis Histórica de Matanzas. Imprenta Papyrus, 2000.
  4. Dihigo, Juan y otros. Documentos varios sobre el Mayor General Pedro Betancourt Dávalos. Academia de Cuba. Discurso Junio/1934.
  5. Loynaz, Enrique. Memoria de la Guerra. Editorial Ciencias Sociales, 2001.
  6. Ponte, Francisco. Biografía de una provincia. Academia de Historia de Cuba. Edición, 1959.
  7. Trelles y Govín, Carlos M. Matanzas en la Independencia 1928.
  8. Registro de enterramiento. Libro 12 Pág. 435. Asiento 467.