Hartzenbusch Arturo Lee y Arriazu

Hartzenbusch Lee y Arriazu
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Fue un pedagogo, filósofo, educador, escritor y poeta español, que combatió, además, en el batallón Abraham Lincoln en la Guerra Civil Española.
NombreHartzenbusch Lee y Arriazu
Nacimiento28 de noviembre de 1919
Berceo, La Rioja, Bandera de España España
Fallecimiento7 de abril de 1994.
Buenos Aires, Bandera de Argentina Argentina
Otros nombres"Hartzenbusch Lee", "Arturo Lee" o "Arturo Lee y Arriazu"
Ocupaciónpedagogo, filósofo, educador, escritor y poeta
PadresIsaac Lee y Mariana Josefa Arriazu
FamiliaresAbuelo A.C. Grant

Hartzenbusch (Arturo) Lee y Arriazu.Fue uno de los más grandes pensadores, filósofos, pedagogos, poetas y narradores que dio el Oriente español en el siglo XX.

Síntesis biográfica

Nacimiento

Nació en Berceo, La Rioja, el 28 de noviembre de 1919.

Ámbito familiar

Su abuelo, A. C. Grant, maestro, peleó con los Texas Rangers bajo la bandera Confederada en la Guerra de Secesión de Estados Unidos. Y su padre, Isaac Lee, emigró con 21 años a España, se enamoró y persiguió hasta conseguir casarse con una jovencita navarra. Y, vive Dios, que debió enamorarse de Mariana Josefa Arriazu, su madre, porque, amante de la poesía, ni corto ni perezoso le puso como nombre el apellido del insigne autor de 'Los amantes de Teruel'.

Trayectoria profesional

Su figura tiene todos los ingredientes de un personaje singular del siglo XIX, más propia del romanticismo que de la voraz, violenta y arrastrada historia de la guerra de la ignorancia, la miseria y la estupidez que les tocó vivir a los españoles en el siglo XX. Tópicos al margen, el riojano 'Arturo', como le gustó llamarse al final de su vida, había nacido en Berceo.

En España había escrito, se dice, dos extraordinarios poemarios, que desgraciadamente permanecen aún inéditos. Llegado a la Argentina, pasa en 1946 al Litoral, donde, por fin, entre 1949 y 1950 da forma a la que sería su obra más importante: Didáctica. Este trabajo versa, en rigor, sobre estrategias y técnicas pedagógicas orientadas a allanar, primero, la reticencia del estudiante ante el flujo de conocimientos que le propone el educador; segundo, a permitir el intercambio de saber de manera insensible para el niño, haciendo que suponga que las conclusiones a que se llega son producto de su propio intelecto y no del sistema educativo que lo alberga. Los descubrimientos de Lee en este aspecto han sido injustamente olvidados luego de la Revolución del ’55, y sólo recientemente han comenzado a tomar estado público nuevamente. Un interesante trabajo sobre la didáctica de Lee ha sido elaborado por Eva M. Samuel

Hartzenbusch (Arturo) Lee y Arriazu es, genial como fue, sin embargo, poco conocido para el común de la gente. Sólo quienes han leído su Didáctica (Ediciones de la Universidad Nacional del Nordeste, Corrientes, 1951) o su Estudio sobre la poesía argentina del siglo XIX (Ed. Del Mayoral, Buenos Aires, 1976) conocen realmente la obra de este extraordinario autor.

Obra publicada

Hartzenbusch Lee publicó:

  • Didáctica (texto sobre pedagogía, 2 tomos), Ediciones de la Universidad Nacional del Nordeste, Corrientes, 1951.
  • Trazas de la centella (novela, Petrel, Buenos Aires, 1988).
  • Brindis por un sevillano (poesía, Petrel, Buenos Aires, 1975).
  • Doria (poesía, Planeta, Buenos Aires, 1973).
  • Estudio sobre la poesía argentina del siglo XIX (ensayo), Ed. Del Mayoral, Buenos Aires, 1976.
  • Wegener, America and the introspective sight (ensayo), The Globe Publications, Ontario, 1990.

La poesía publicada de Arturo se reduce a dos poemarios: uno, Doria, editado en Buenos Aires. En la línea de Raúl Gustavo Aguirre y los “invencionistas-surrealistas” rosarinos, el libro de Lee nos han dejado algunos versos patéticos y memorables: Juan Carlos Martini Real habla de la “vehemencia creadora” que se hace evidente en la poesía de Hartzenbusch Lee: “La poesía de Arturo Lee está alentada por una generosidad verbal a veces desenfrenada, a veces ávida de fructuosas imágenes. A través de la revista Poesía Buenos Aires –el más severo órgano de difusión poética de los años 50-, se ha esforzado por tocar distintas temáticas y formas, mostrando un gran dominio de los elementos y de las normas del quehacer poético.

Su segundo libro de poesía, Brindis por un sevillano, de temática mucho menos lírica y cercana, acaso, a la poesía combativa de Raúl Alberto Pascual, Gianni Siccardi y Armando Tejada Gómez, gira en forma evidente sobre las experiencias del autor en la Guerra Civil, recordando en el poema más largo del volumen a George Fletcher, el “sevillano” del título, camarada de armas de Lee en la Brigada y muerto sin abandonar su puesto de ametralladorista durante la Ofensiva del Ebro:

Quedan allí el ensayo sobre la geología americana y la novela Trazas de la centella. Quedan sus trabajos inéditos y sus obras magnánimas, ignoradas. Queda la injusticia con que juzgaron su vida y su obra por ser socialista, pero, después de todo, quedamos también algunas voces que seguiremos cantando con las melodías que Hartzenbusch Lee plasmó en sus libros como sobre papel pautado.

Que no haya publicado más es nuestra condena. Que sus libros inéditos existan aún, nuestra esperanza. Los niños que aprendieron con sus métodos: sus otros, muchos, innumerables hijos.

Obra inédita

Su biógrafo más importante consigna una lista no exhaustiva de las obras inéditas de Lee:

  • Dos obras de teatro.
  • Un libro de prosa poética.
  • Dos monografías sobre pedagogía.
  • Una obra sobre psicología evolutiva de la infancia.
  • Tres novelas cortas.
  • Seis poemarios inéditos.
  • Cinco novelas (aparentemente posteriores a "Trazas de la centella").

Muerte

Murió en Buenos Aires el 7 de abril de 1994. Murió tranquilo, como un pájaro, trabajando, como siempre, en su jardín invertido, según la apropiada metáfora de su mayor adepto. Los árboles y los arbustos floridos, como no, habían crecido y fructificado. Estaban al revés, es cierto, pero sabemos, gracias a la física, que la posición espacial es relativa al observador. Acaso los que se encontraban de cabeza fueran los otros, aquellos que decían que el jardín del viejo Lee estaba patas arriba. Vivió todo, y le gustaba que le dijeran Arturo. Republicano como era y como supo ser, no le agradaban las resonancias germánicas de su nombre de pila.

Fuentes

Enlaces externos