Historia de la navegación en Isla de Pinos

Historia de la navegación en Isla de Pinos
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Historia de la navegación en Isla de Pinos. La historia de la navegación en Isla de Pinos como en toda Cuba se escabulle por los vericuetos de su prehistoria, lo que hace bastante difícil seguir su pista en tiempos de los cuales no se tienen sino recuerdos orales.

Inicios

Los aborígenes eran expertos navegantes en frágiles embarcaciones de troncos ahuecados, con las que recorrían todo el Mediterráneo americano y en ocasiones se aventuraban hasta más allá de sus límites. Prueba de todo ello fue el viaje que hace un tiempo efectuó y capitaneó el doctor Antonio Núñez Jiménez: en canoas desde el Amazonas hasta el Caribe. En las mundialmente conocidas Cuevas de Punta del Este, en el sur pinero, según; la hipótesis de algunos, existen verdaderos mapas para la orientación de los marinos indígenas que tanto circulaban entre nuestras islas con los más diversos fines, desde la pesca y un rudimentario comercio, hasta la actividad guerrera de defensa o de invasión.

La conquista y colonización hispanas extinguieron, casi por completo, a las culturas autóctonas de nuestro país y en el caso de Isla de Pinos significaron un atraso de siglos que llevó a aquel territorio, por su abandono, convertirse en guarida, lugar de aguada y aprovisionamiento, de los más famosos piratas de la historia americana, incluyendo en esa condición a filibusteros, corsarios y bucaneros. En estos años La Evangelista de Cristóbal Colón conoció los más disímiles bajeles y navíos, aunque de forma esporádica y sin beneficios directos o indirectos para su desarrollo, pues a diferencia de otras islas caribeñas, como Tortuga, para tomar un ejemplo, aquí la piratería no hizo un enclave colonial sino un lugar de tránsito.

Los primeros tiempos: la piratería

En el Siglo XVI la pequeña ínsula pertenecía a la hidalga e influyente familia de los Rojas, uno de los cuales, Juan, había sido compañero de Colón. Dos de sus descendientes, Jerónimo de Rojas y Avellaneda, y Hernán Manrique de Rojas, escenificaron en aguas pineras uno de los primeros hechos recogidos por la historia en la persecución de la piratería. Hacia el año 1596 ambos fueron advertidos de la presencia en aguas caribeñas de los hombres del sanguinario pirata Francis Drake; Manrique, quien entonces se encontraba accidentalmente en Bayamo, organizó una flota de fragatas armadas que coincidió en aquella comarca con la de Bernaldino de Avellaneda. Los dos acordaron presentar batalla a los maleantes y para ello se dividieron en dos bandos: Bernaldino por el sur y Hernán por el norte. En este momento la flota pirata estaba comandada por Thomas Baskerville, pues Drake y Hawkins asociados a esta empresa pirateril habían muerto de fiebres en el viaje por estos mares. Baskerville, pirata y marino sagaz y experimentado, supo serlo suficientemente hábil como para escapar y lograr eludir una derrota decisiva a manos de los españoles, quienes querían apresarlo en aguas de la bahía de la Siguanea.

La etapa colonial

En 1792 llegó a Isla de Pinos Don Dionisio Franco, secretario del virrey del Perú y permaneció en el territorio por espacio de cuarenta días, lo que le permitió escribir un detallado informe sobre las condiciones físicas, naturales, demográficas y económicas del lugar. Fue este el primero que sobre la zona se realizó y no tuvo carácter oficial. Cinco años mas tarde, por decisión real, llegó a aquel lugar el capitán de fragata Juan Terry y Lacy a bordo de un balandro de 45 toneladas y seguido por una canoa. Traía el objeto de estudiar si los árboles y pinos, así como sus resinas, servían para el uso de los bajeles de la armada hispana, y además rendir un informe que permitiera conocer si el territorio era sensible a una futura y fructífera explotación económica. El quehacer isleño continuó lento, casi al mismo ritmo con que transitaban los barcos que unían la Isla con Cuba por varios puertos del sur.

La casi ausencia de medios de transporte y comunicación entre ambas islas afectaba no sólo al comercio y a la naciente industria local, sino también a la vida en general de la zona, pues la existencia a principios y hasta mediados del siglo de un frágil guairo semanal como único transporte estable de pasajeros y carga, hacia que pocos se decidieran a viajar en este difícil e inseguro barco de tres velas triangulares. No obstante, pequeñas embarcaciones como la anterior permitieron los inicios de la colonización en la siempre verde Isla de Pinos, en el proyecto que se denomino Colonia Reina Amalia. Fueron años de abundante actividad, generalmente en débiles barcos, pequeños unos y mayores otros, en los que arribaron a tierras de la futura colonia Hipólito Odoardo Grand-Pre y José Labadía, quienes en 1826 sendos informes con interesantes datos sobre el lugar. Labadía la circunnavegó en dos canoas en sólo once días, y destacó lo abrigado de sus puertos naturales, tomando como prueba el hecho de que el bergantín de guerra norteamericano Sparch estuvo guarecido al sur, evitando vientos del sudeste, durante diez jornadas. Los trabajos de Clemente Delgado y España, futuro gobernador de la naciente colonia, así como la de Manuel Medina, José M. Oliva y Cristóbal Gallegos, dieron pie a que en 1831 el agrimensor militar de origen francés Alejo Helvecio Lanier cuyo nombre lleva hoy la ciénaga que divide el norte del sur pinero-investigara todas aquellas aguas en tres menudas naves y acompañado por prácticos marineros y soldados, lo cual le sirvió para hacer el mapa del territorio y el trazado de Nueva Gerona.

Por estos años el embarcadero de la recién nacida población llevaba el nombre de “La Guásima”, según nos dice Joaquín de Miranda y Madariaga en su informe sobre Isla de Pinos, fechado en 1835. A ese puerto, en la ribera izquierda del río Mercedes, luego Las Casas, habían comenzado a llegar en endebles embarcaciones, más o menos desde 1824, decenas de presos comunes y políticos que darían inicio a la historia de la colonia como centro de deportación. Este aspecto se incremento con el inicio de la Guerra de 1868, y después entonces rondaron por aquellas aguas barcos de guerra españoles especialmente cañoneras, como las que casi siempre fondeaban el puerto neogernense.

Década del 40

En enero de 1847, en saber si los bosques meridionales isleños eran favorables para una explotación ventajosa, utilizable en las construcciones navales. Esa misión fue encomendada a la goleta de la marina real Cristina. Esta expedición fue aprovechada por el conde Arthur Morelet, uno de los más importantes naturalistas del Siglo XIX, para visitar el territorio, hacer investigaciones en la zona, testimoniando que Nueva Gerona era una población muy bonita, aseada y alegre. Un año después, en enero de 1848, El faro Industrial de La Habana anuncio la puesta en marcha del pailebote Correo de Isla de Pinos, alias Rosa, hermoso buque de vela según el decir del comercial que daría cuatro viajes mensuales entre Batabanó y Nueva Gerona con pasajeros, carga y animales.

Inicio de la navegación a vapor

El 15 de septiembre de 1850, Don Manuel Calvo y Aguirre, vasco con grandes intereses en Cuba e Isla de Pinos, inauguro la navegación a vapor entre ambas islas con la puesta en marcha de una nave llamada El Cubano. Este barco, primado de la navegación a vapor en los mares sureños, hacia los viajes una vez por semana, ida y vueltas al precio de seis pesos oro por personas. El nuevo vapor dio un gran impulso al desarrollo de la entonces Colonia Reina Amalia, sobre todo facilitando el arribo a la región de numerosos enfermos cada año, pues buscaban el uso de las aguas termo-minero-medicinales de Santa Fe y el clima sano y benigno de aquella zona. A pesar de ello, este impulso al desarrollo no se mantuvo por mucho tiempo debido a las trabas coloniales españolas. En 1860 se había fundado la Sociedad de Fomento Pinero, de la cual eran accionistas acaudaladas figuras criollas y españolas de la Cuba colonial. Esta compañía tenía un barco en servicios entre las dos mayores islas de nuestro archipiélago, el cual se llamaba Fomento Pinero según aseguro Julián Ajo y Jacques en 1875 en un extenso informe que escribió sobre la Isla de Pinos y el proceso de industrialización que se llevaba a cabo en ella por esos años.

Balandro Margarita

El 11 de enero de 1896, Isla de Pinos volvió a ser escenario de otro hecho de armas ligado a los barcos que por ella transitaban. En esta fecha, diez jóvenes patriotas dieron el grito de ‘’ Viva Cuba Libre’’ a bordo del balandro Margarita, que cargaba mercancías en el embarcadero del Júcaro. Después de obligar a la tripulación a tomar rumbo a Cuba donde se uniría a las huestes de Maceo, comenzaron un difícil viaje entre escollos, bajos e isletas, perseguidos de cerca por el vapor Protector y los cañoneros Almendares y Águila, hasta que al fin, después de embarrancar cerca de la desembocadura del río Guama, en la costa pinareña, se unieron a las tropas del ejército invasor

La colonización norteamericana y la república burguesa

El Protector era un vapor de rueda lateral, con un calado de metro y medio a dos, unos cuarenta metros de largo y una manga e quince. Su velocidad promedio era de ocho nudos. Contaba además con limpios camarotes de comodidades aceptables para veintidós personas. El referido vapor salía de Batabanó a las diez y treinta de la noche del domingo y llegaba a Nueva Gerona con rumbo al Júcaro, en La Fe, de donde zarpaba hacia Batabanó a las tres de la tarde, para arribar a su destino el jueves a las dos de la madrugada. En aquel sureño pueblo habanero permanecía hasta el siguiente domingo en que reiniciaba su ciclo viajero. Hasta 1902 Isla de Pinos tuvo comunicación con Cuba y de ella a los Estados Unidos a través del Protector, pues en Batabanó hacia conexión con el tren de la compañía inglesa United Railways of Habana por un precio total, este último año, de diez pesos cincuenta centavos, oro, hasta la capital cubana. La unión también se hacia directa hasta Washington por un total de $ 54.50.

Utilidad de las embarcaciones

Una de las principales actividades en la zona ha sido la pesca, y es por ello que embarcaciones de todo tipo, se vieron en el puerto de Nueva Gerona, junto al Río Las Casas. Goletas, bongos, guairos, balandros, chalupas y un sinfín más de barcos surcaron esta agua. También estuvieron los barcos destinados al transporte de madera desde el sur pinero hasta Nueva Gerona y de allí a Cuba o Estados Unidos.

A la vez existían decenas de barcos menores para la captura de esponjas, trabajo que se realizaba en las aguas poco profundas del lugar, ricas en toda la fauna y flora marina que caracterizan al trópico caribeño.

Auge de embarcaciones

En 1903 los horarios de viajes habían cambiado. El barco que operaba entre Nueva Gerona y Batabanó se llamaba Island of Cuba y salía los lunes por la noche desde el último punto. Desde finales del Siglo XIX, los barcos que provenían de Cienfuegos, Trinidad, Manzanillo, Islas Caimán y otros puertos cruzaban por los mares al sur de la Isla, tomando a Caleta Grande, al suroeste del territorio pinero, como punto para escalas técnicas, lugar intermedio hasta los puertos del Golfo de México y bahía de refugio en caso de ciclones y tormentas severas por estas zonas. Este argumento, junto a otros, fue utilizado por el gobierno estadounidense para no abandonar la Isla y evitar, en 1904, la ratificación del tratado Hay Quesada que la devolvía a Cuba. En este propio año los norteamericanos, a través de la Isle of Pines Steamship Company, habían puesto en servicios el vapor James J. Campbell, barco de madera con ruedas a ambos lados, que viajaba también entre Batabanó e Isla de Pinos al precio de $4.30 por persona, sin comida, en tercera clase, y $7.60 moneda estadounidense, en primera, comida incluida. Este barco estuvo en funciones hasta después de 1910, operando junto al Cristóbal Colón, que lo hizo hasta después de 1920.

En 1905 existía también, según documentos del Juzgado deNueva Gerona, una empresa que operaba la goleta Paquete Isla de Pinos, dedicada a transportar carga entre la capital pinera y el Surgidero de Batabanó. En el periodo comprendido entre 1904 y 1906 se creó una línea naviera entre Mobile, Alabama, en Estados Unidos, y Nueva Gerona, de la cual era propietario Samuel H. Pearcy, connotado capitalista y furibundo anexionista, con grandes intereses en el territorio pinero. En Julio de ese mismo año de 1908 ya había tres líneas navieras encargadas del transporte en aquellas aguas insulares, lo cual se explica por el peso que tenían las inversiones de capital norteamericano en la explotación de la agricultura pinera, principalmente el cultivo de la toronja, naranja, pepinos, melones y pimientos. También existía The Vuelta Abajo Steamship Company propietaria del vapor Veguero, que unía la Isla con el Surgidero y la Coloma como puntos principales. Por último, The Isle of Pines Transportation and Supply Company tenía una goleta para hacer viajes entre Mobile y Nueva Gerona, en la cual sólo se transportaba carga.

El 1 de julio de 1909 salió en su primer viaje el vapor Corinto con rumbo a tierra pinera, para unir a Nueva Gerona y Gran Caimán también con el transporte de pasajeros.

Iniciado 1911, las compañías norteamericanas propietarias de tierras o dedicadas a otras actividades firmaron contratos para traer mercancías a Nueva Gerona a través de los barcos que arribaban a la capital cubana procedentes de cualquier puerto norteamericano. En 1918 la compañía puso en servicios el vapor de mucho mayor calado, Hannover, al que los pineros llamaban por corrupción de la voz extranjera Génova. Este barco fue dedicado al transporte de flete, fundamentalmente a la carga de toronjas. En 1923 se incorporó a la flotilla de la compañía el buque La Isla, que al igual que los barcos de los primeros tiempos estaba hecho de madera. Esta nave solo pudo trabajar tres años, ya que en octubre de 1926 fue hundida por el terrible ciclón que azotó parte de nuestro país, incluida Pinos.

Barco El Pinero

Recién iniciado el año 1926 la Isle of Pines Steamship Co., trajo desde Estados Unidos un barco que pasaría por siempre a la historia de nuestra pequeña Isla. Se le dio por nombre el gentilicio de los allí nacidos: Pinero, y definió toda una actitud ante la lucha de este valiente pueblo El Pinero sirvió también, además de buque de carga y pasajeros, como barco de traslado de decenas de presos que eran enviados al presidio de la isla, mal llamado Modelo. Muchos de los jóvenes luchadores de la Generación del Treinta entraron o salieron de la Isla en sus cubiertas, e igualmente sucedió con los jóvenes que iniciaron la última etapa de la Revolución Cubana.

La historia de este barco alcanza su momento culminante el 15 de mayo de 1955, cuando sirvió de transporte entre Nueva Gerona y Batabanó, a Fidel Castro Ruz y a otros asaltantes del Moncada la Generación del Centenario que después de permanecer cerca de dos años en presidio retornaba a la lucha, una vez obtenida la amnistía por presión popular. Los bajeles Cristóbal Colón, Cuba y Pinero forman la trilogía de barcos que llenaron cinco décadas de navegación entre las Isla de Cuba y de Pinos, contribuyendo en forma muy directa a afianzar el sentimiento de nacionalidad en el pueblo pinero, a contrapelo de todas las presiones, maniobras, propaganda y diversionismo ideológico yanqui para norteamericanizar la Isla.

Compañía de Vapores Isla de Pinos

En Noviembre de 1958 The Isle of Pines Steamship Co. cambió de dueño y tradujo su nombre por el de Compañía de Vapores de Isla de Pinos, para oficializar una denominación que se le venía aplicando desde hacía algún tiempo. La familia Mills, su propietaria, la vendió a una junta integrada por el Ingeniero Manuel Ángel González del Valle, como presidente, Ramón Rodríguez Gutiérrez, tesorero, y Marino J. Díaz Iglesias, administrador. El primero estaba íntimamente ligado a los intereses económicos de la tiranía batistiana, ya bastaba con esto para implicar a los demás. La presidencia anunciaba ingentes y necesarias mejoras en las rutas: se proponían adquirir nuevos barcos, especialmente para el servicio de pasajeros y automóviles, así como rebajar los precios de fletes y pasajeros, todo en concordancia con el Boom financiero provocado por la zona franca y el incremento turístico de la Isla.

Para 1959 la compañía anticipaba la puesta en marcha de un barco con capacidad para más de 500 personas y 40 automóviles, el cual haría el clásico recorrido entre Nueva Gerona y Surgidero de Batabanó y viceversa. El mismo viajaría de día en sólo tres horas y media, contaría con pasajes en primera y segunda clase y con mayores posibilidades para el transporte de automóviles. El triunfo revolucionario impidió la realización de planes como este que venían avalados por una reputación de muy dudosa moralidad.

Fuente

  • Lic. Francisco Hechevarría Saumell: Esbozo para la historia de la navegación en Isla de Pinos, Cuba, o la historia pinera a través de los barcos.
  • Tomado de la Publicación ¨Derroteros de la Mar del Sur¨. Año 1No. 1 1993. Lima, Perú.