Historia del municipio Antilla (provincia de Holguín)


Historia del municipio de Antilla (provincia de Holguín)
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Cronología
Comunidad primitiva
Colonia
Aparición de la Virgen de la Caridad
Economía y sociedad
El pirata William Hastings
Leyenda de Taita Antonio
Guerras de independentistas
La Guerra de los 10 años
Tregua Fecunda
La Guerra del 95
República neocolonial
Economía, política y sociedad (1899-1924)
Sociedades de instrucción y recreo
Demografía de Antilla
Lucha insurreccional
Revolución en el poder
Medidas revolucionarias
Estructura administrativa
Los antillanos en las tareas de la Revolución

Historia del municipio Antilla (provincia de Holguín). La historia del municipio Antilla inicia con las comunidades aborígenes, y llega hasta la actualidad. Durante la colonia propone un acercamiento a la aparición de la Virgen de la Caridad, la economía, la sociedad, las historias del pirata William Hastings y la leyenda de Taita Antonio, así como las acciones desarrolladas durante las luchas por la independencia; en la etapa de la república neocolonial comenta sobre las sociedades de instrucción y recreo, la demografía de Antilla y la lucha insurreccional, hasta llegar al triunfo revolucionario, período en el que analiza las medidas revolucionarias, la estructura administrativa y la defensa del suelo patrio.

Es uno de los 14 municipios que integran la provincia Holguín. Es el de menor extensión territorial de la provincia y uno de los más pequeños de Cuba. Antilla se fundó como municipio el 21 de enero de 1925, es famoso desde tiempos lejanos por su belleza, leyendas y aspecto original. Posee una extensión superficial de 100.81 km2, conformado por una estrecha franja costera que ocupa la Península El Ramón, la cual separa la Bahía de Nipe y la Bahía de Banes, lo que le confiere características distintivas al municipio. Está comprendido en 3 Consejos Populares de ellos uno con características urbanas y dos mixtos con 35 circunscripciones. Posee una población de 12 415 habitantes (censo 2012).


Comunidad primitiva

Este territorio estuvo habitado por el grupo cultural Pre–agro alfarero de Barrancones, cerca de la costa y fue un lugar de paradero; el de la Cueva del Júcaro que está en la parte baja del Cerro, y La Caimana, que se ubica a unos 100 m de la casa de visita del estero de La Caimana, en El Ramón. El de Canalito se ubica muy cerca del litoral. Existieron los del grupo cultural Agro alfarero en la Playita que igualmente se encuentra próximo a las costas y fue un paradero, en la Cueva de Nando Reyes, bien cerca a la costa que es una cueva ceremonial y en el Cerro de El Júcaro, ubicada en la península de La Torre (El Ramón) y fue un paradero.

Dichas colectividades aprovechaban la posición geográfica que le brindaba facilidades para su subsistencia. La no lejana zona costera con sus típicos manglares les ofrecía a los pre–agro alfareros, moluscos y crustáceos que le servían para completar la insuficiente dieta obtenida en sus actividades económicas. El ostión y el cobo constituyeron uno de sus principales alimentos. Pescaban, recolectaban, capturaban y cazaban pequeños animales. Empleaban objetos y piezas rudimentarias para desarrollar sus diferentes labores, de las cuales se pueden mencionar: puntas de piedra talladas y picos de mano.

Los agroalfareros, con un mayor desarrollo cultural, se dedicaron a la preparación de la tierra para luego sembrar maíz y yuca como fuente esencial de su alimentación, mostrando que poseían ciertos conocimientos de la agricultura. Al trabajo con la cerámica le dedicaron mucho tiempo, lo que permitió de manera progresiva ir dominando la técnica, teniendo como resultado bellos trabajos de alfarería entre los que se pueden destacar vasijas ricamente ornamentadas, con asas tabulares, así como el imprescindible burén para la elaboración del casabe. En su ajuar predominaban objetos y piezas valiosas que demostraban un mayor nivel de especialización en la búsqueda de texturas más acabadas y pulidas en las gubias de conchas, hachas petaloides, morteros y majaderos líticos, sumergidores para redes.

Por las bahías de Banes y Nipe iba la principal ruta de comunicaciones que enlazaba la Península de la Torre (El Ramón) con las áreas de mayor concentración aborigen en los tiempos precolombinos, comprendiendo los llamados cacicazgos de Baní y Barajagua. [1]

De la misma forma que en otras regiones del país, en Antilla existen leyendas importantes entre las que se destaca la de los ídolos Taguabo y Maicabó. Taguabo, el Dios de las Aguas de los aborígenes, fue encontrado el 8 de septiembre de 1928, en excavaciones practicadas en el Júcaro por los exploradores antillanos, que dirigió Alejandro Reyes Atencio (Nando). Exactamente un año después fue encontrado el Dios de la Seca.

La leyenda señala la existencia de dos importantes grupos indígenas en la parte nordeste de la provincia oriental de Cuba:

« el de Baní y el de Birán. El jefe del primero nombrado Guaicaba, había tomado por esposa a Guáimara, la cual después de muchos años de matrimonio no logró darle ningún hijo. Entristecida se refugió en la cueva del Júcaro y se condenó a morir de hambre. Guaicaba mandó a construirle allí una tumba, donde le rendía asiduo culto, llevándole valiosas ofrendas. Una noche de luna, el cacique fue a visitar aquel sacratísimo lugar y escuchó una voz temblorosa que creyó ser la de Guaimara, diciéndole que Atabeira, la Eterna Madre de lo Creado, había dispuesto que fuese a Birán y se apoderase de la hija menor del gran cacique llamado Bitirí y se casara con ella, a fin de lograr un hijo robusto y valeroso que andando el tiempo quedase al frente de ambas tribus para, unidos todos defenderse contra el enemigo común.» «Así lo hizo Guaicaba y se casó con gran pompa, quedando por este enlace, más unidos los dos cacicazgos mencionados. Poco tiempo después otra voz misteriosa se escuchó en el fondo de la cueva que guardaba los restos de la infortunada Guaimara, y la misma anunció que la esposa de Guaicaba llevaba ya en sus entrañas el futuro gran cacique. Acto seguido formuló el último mandato que ordenase a Sibaguatey, escultor aborigen, que se dirigiese al lugar donde había un robusto guayacán más antiguo que el mundo y desprendiese de él una parte, sobre la cual tallaría la imagen de Taguabo, el cual tendría el poder de facilitar la lluvia cuando el período de seca se aproximase. De una piedra negra que hallaría cerca del guayacán, esculpiese a Maicabó, el cual a ruegos del cacique sabría contener las aguas del cielo cuando fuesen excesivas.»

Ambas piezas tienen notable importancia y están vinculadas a las inclemencias del tiempo en el territorio.

Etapa colonial (1492–1898)

Es a partir de 1511, con la llegada de los conquistadores españoles encabezada por Diego Velázquez y la posterior entrada de éstos a la zona nororiental, al mando de Francisco de Morales, que comenzaría la paulatina extinción de la población aborigen en la región BanesNipe, a la cual se sumó una importante reducción de los colonizadores. El primer movimiento tuvo como causa fundamental los desmanes y procedimientos más represivos por los españoles a la población indígena, para someterlos y convertirlos en esclavos, y el segundo movimiento fue causado por el avance de los conquistadores a otras regiones que como México y Perú resultaban más ricas y productivas, lo que arrastró tras de sí a muchos de los conquistadores que apenas habían llegado a asentarse en tierras cubanas. [3]

Aparición de la Virgen de la Caridad

La coincidencia de estos movimientos trajo como resultado el abandono y la despoblación de muchas regiones de la isla. En esta etapa es necesario reflejar la leyenda de la aparición de la imagen de la Virgen de la Caridad. Existen relatos contradictorios en cuanto a la fecha de aparición, diciendo que fue en el año 1608, 1610, 1612, según los católicos, y otros en 1618 y hasta en 1628. También unos expresan que ocurrió durante una tempestad y otros que fue un día claro, tranquilo y hermoso.

La primera versión que está bien extendida, consigna que la imagen sagrada avanzó sobre las olas, de pie, ataviada y sin mojarse sus vestiduras, para proteger a tres pescadores que tripulaban a punto de zozobrar. Se agregaba además que esos tres tripulantes se nombraban Juan el Indio, Juan el Negro y Juan el Blanco.

Pero el Dr Rafael Estenger, que hizo una investigación de valor histórico, sostiene que la aparición de lo que es hoy la Patrona de Cuba, no ocurrió en la circunstancia terrorífica de la tempestad. Señala la fecha aproximada de tan curioso suceso un siglo después del naufragio de Ojeda, en el que se habla de la aparición de otra imagen de la Virgen de la Caridad pero no tallada.

«Expresa que fueron dos hermanos aborígenes, Juan y Rodrigo de Hoyos en unión de un negrito de 9 a 10 años conocido por Juan el Moreno, los que salieron del puerto de Barajagua, en busca de Salinas. Se alojaron en Cayo Francés, que también se suele llamar Cabo Vigía para continuar el viaje al día siguiente; pero una tempestad los retuvo en la desapacible soledad del Cayo, sin medios de regresar ni seguir. Terminada la tormenta, en el amanecer del cuarto día, los tres peones siguieron en busca de sal. El mar estaba tranquilo. Apenas comenzaron a mover los remos, clareaba sobre los montes y el mar espejeaba parecido a una lámina de estaño en un sosiego de éxtasis. Ningún oleaje enfurecido como aparece en los grabados devotos. De pronto y no muy lejos, los tres amigos descubren una imprecisa forma blanca a manera de aquellos pájaros que vuelan tocando con las alas las olas del mar. La pequeña forma venía hacia ellos, a impulso de la corriente marina y pronto reconocieron que aquello que le parecía un ave, era la imagen de María Santísima, Ave de Gracia Llena.» «El hallazgo no le trocó el propósito mercantil de la aventura. Recogieron sal en depósitos de yaguas y regresaron al Cabo Vigía. Allí colocaron la imagen en una de las camas que llaman barbacoa, mientras preparaban el retorno al Hato de Barajagua. Pronto al enterarse del hallazgo el capitán Don Francisco Sánchez de Moya, administrador del Real de Minas y hombre piadoso, ordenó que se construyera una ermita a la Virgen, la cual fue hecha de paja y situada frente a la casa de vivienda del hato, quedando al cuidado del sacristán Diego de Hoyos. Tal fue el primer templo que tuvo en Cuba la Virgen.»

Después se dispuso su conducción al Real de Minas del Cobre, que luego continuó prodigándolos de un modo especial durante las guerras independentistas, según testimonios de los mambises que en ella tuvieron fe y fue causa de que destacados jefes de la Revolución, entre otros Tomás Padró, Vicente Miniet, Bernardo Camacho y Jesús Rabí le dirigieron una solicitud al papa Benedicto XV, pidiéndole que la declarase Patrona de Cuba lo cual se logró el 10 de mayo de 1916 por decreto de la Sagrada Congregación de Ritos [4].

Más tarde fue trasladada a la ciudad de Santiago de Cuba, y en un acto de gran popularidad celebrado en la Alameda Michaelsen, fue coronada por su sucesor Monseñor Valentín Zubzarreta, siendo después reintegrada a su santuario habitual donde es visitada y recibe ofrendas del pueblo de Cuba sin distingos de categoría, sexos ni razas[5].

Economía

Desde el año 1751, Antilla pasó a formar parte de Holguín, importante bastión colonial nororiental (siglo XVIIIXIX), separándose de la Villa de San Salvador de Bayamo. La posición geográfica de estos litorales en relación con Nassau, la Isla Inglesa, y la época de la piratería, más el tráfico de esclavos africanos que tanta importancia llegó a adquirir en el nuevo continente, deben tenerse presente en este contexto. Esto propició que los primitivos pobladores del lugar que es hoy Antilla, después de los aborígenes y de algunos españoles, ya en la colonización de la isla fueran aventureros del mar, piratas ingleses o de otras nacionalidades y esclavos africanos.

El desigual crecimiento económico en la jurisdicción holguinera, las escasas y pésimas condiciones de los comercios que podían realizarse en este territorio con los principales centros comerciales holguineros, los cuales además trataban siempre de desplazarse hacia la parte occidental y distante, eran factores que afectaban negativamente a la población de estas tierras provocando un aislamiento y estancamiento general.

Existen evidencias arqueológicas de la presencia en las costas de Antilla, de buques en los primeros siglos de la colonización española, posiblemente piratas, corsarios y contrabandistas. Zona poco poblada y alejada de los grandes centros del poder político, lo que propició la anónima historia del contrabando. A mediados del siglo XIX la burguesía comercial de Gibara inició las primeras tentativas de explotación forestal para la exportación a Europa. Se establecieron enclaves de leñadores que talaban los árboles, los que eran transportados a los buques anclados en la bahía y luego conducidos a al viejo continente. Los litigios provocados por accidentes y transacciones dejaron evidencia escrita en notarías y aduanas de ese incipiente tráfico comercial.

El pirata William Hastings

El pirata inglés William Hastings, a quien está asociado un mito relativo a la gestación de lo que es hoy el municipio, residía en la Isla Nassau, Las Bahamas, y había situado su centro de maniobras para realizar exploraciones y ataques, pero cierto día fue perseguido y atacado por buques gubernamentales de Inglaterra o España, entabló combates con ellos y su embarcación resultó hundida cerca de estas costas. El célebre pirata, avezado a combatir contra la furia de los desastres, se lanzó al mar y asido a unas tablas logró alcanzar las costas de la bahía de Nipe, que al parecer ya conocía de anteriores correrías, pues hay quienes afirman que en determinado lugar había escondido un tesoro. De primera intención se quedó oculto entre los espesos bosques que poblaban el territorio y pasado algún tiempo, el suficiente para reponerse de sus quebrantadas energías y rescatar sus tesoros, le compró al gobierno español en la primera mitad del siglo XIX, los terrenos de Punta de Salinas donde se instaló definitivamente[6].

Siendo el propietario de las tierras alrededor de la bahía de Nipe, aprovechó la primera oportunidad que se le presentó para volver a Nassau y de regreso trajo consigo a sus dos hijos Charles y Julián, además de un buen número de esclavos y luego se fue apropiando de otros, entre los que se encontraba Taita Antonio, alrededor del cual se tejió una leyenda, bastante arraigada en los vecinos del barrio de Canalito, en la península de El Ramón y está ligada al pirata Hastings.

La hacienda pasó luego a poder de los hijos del pirata y más tarde se repartieron las tierras entre los nietos, correspondiéndole a Catalina Hastings la parcela de Punta de Corojal donde se encuentra la zona urbana del municipio de Antilla [7]. De los dos hijos que trajo Hastings de Nassau, Charles tuvo una familia compuesta por los sucesores Catalina, Luis y Julio; el otro, Julián, formó una familia de seis que fueron: Vicente, Domingo, Miguel, Pablo, Santiago y Francisco. Los descendientes del pirata llegaron alrededor de 700 entre hijos, nietos, bisnietos y tataranietos.

Leyenda de Taita Antonio

Se cuenta que un día, cierto negro africano, perteneciente a un lote de esclavos de la hacienda Santa Lucía, tuvo noticias de que en el Júcaro había un grupo de esclavos en rebeldía. El esclavo ansioso de libertad desertó de su batey y se corrió hacia el lugar, llegando cerca de una playa al fondo de la bahía de Banes. Cansado y sediento, advirtió que había un pozo y se dirigió hacia él para aplacar su sed. Cuando se afanaba en la tarea de traer agua observó a un hombre blanco que lo estaba mirando. Era nada menos que el dueño de las tierras: William Hastings. Rápidamente el negro se dio a la fuga, pero el otro era ágil y fuerte, y además portaba un machete. Corrió tras él y le tiró el arma a los pies con tanta destreza que logró herirlo en un tobillo. Cayó al suelo horriblemente adolorido e inutilizado para escapar. Se quejaba amargamente del dolor de la herida y creía que habían llegado sus últimos momentos. El pirata, sin pérdida de tiempo se acercó al esclavo, recuperó su machete y le interrogó sobre su presencia en aquel sitio.

Una vez satisfechas, aunque a medias sus preguntas, lo ingresó en su cuadrilla y trató de hacerlo trabajar. Más, había quedado cojo y solamente podían emplearlo en ciertas labores de la hacienda. Transcurrió así algún tiempo, varias semanas, cuando un día se presentaron en la hacienda del Júcaro los verdaderos propietarios del esclavo a reclamarlo. Hastings no se opuso a ello, pero al observar los legítimos dueños que el esclavo estaba inútil para la faena del campo, pidieron una indemnización que fue aceptada y el Taita se quedó en el Júcaro. Allí se le dio una mujer para que por lo menos procreara y aumentara la servidumbre. Pero a pesar del defecto de su pierna tenía la extraña manía de hacer travesuras en el batey, y era su obsesión principal apoderarse de cuantas ropas y víveres veía, escondiendo el botín en lo intrincado del monte, incluso a sus propios hijos y compañeros de cautiverio. Explicaba que lo hacía por placer, viendo a todos afanarse y desesperarse en la búsqueda. En vano lo castigaba su amo porque las travesuras se repetían, sin embargo gracias a la labor de su numerosa familia y los demás cautivos en poco tiempo la hacienda adquirió las características anunciadoras de un naciente centro urbano con miras a un próximo futuro de engrandecimiento y opulencia. No se revelaba todavía cuales serían las fuerzas poderosas para la estructuración definitiva ni cuál sería el nombre que se le pondría el día del bautismo de ese nuevo pueblo.

William ya de edad avanzada falleció como luego ocurrió con el Taita, y de esta forma, parte de la historia se torna legendaria debido a que la hacienda comenzó a decaer, las plantaciones se marchitaban. Eran trastornos unos tras otros, y empezaron a decir los esclavos que eso era una maldición de Taita. Aseguraban ver su espíritu vagar, parecido a un fantasma por los bosques, y reírse a carcajadas como solía hacerlo cuando escondía.

Luchas independentistas

Guerra de los Diez Años

La Guerra de los Diez Años (1868-1878) estalló el 10 de octubre de 1868 en el ingenio La Demajagua, actual provincia de Granma, bajo el liderazgo del Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes.

Unos meses más tarde, 11 de mayo de 1869 arribó a la costa nipeña la expedición del Perrit, organizada por la por la Junta Central Republicana de Cuba y Puerto Rico. Estaba compuesta por aportes de la inmigración de diversas procedencias, la mayor parte de origen cubano, estadounidenses, venezolanos y mexicanos. El cargamento traído consistió en 4 000 fusiles, varios cañones y otra considerable cantidad de material de campaña[8].

En la Bahía de Nipe, por el estero de Canalito, península del Ramón, desembarcó esta expedición, al mando de Thomas Jordan y conducida por Francisco Javier Cisneros. El contingente expedicionario lo integraban más de 200 hombres[9]. Se plantea que venían 80 norteamericanos, entre los cuales se encontraba Henry Reeve; algunos canarios, pues se conoce que en esta expedición vino el General Manuel Suárez Delgado. También engrosaron este contingente cierto número de venezolanos, colombianos, peruanos y naturales de otras repúblicas americanas, así como una buena cantidad de cubanos. Como se evidencia algo que caracterizó a los expedicionarios que arribaron a nuestras costas fue la presencia en casi todos ellos de combatientes internacionalistas.

Una vez terminada la ardua tarea del desembarco, el 13 de mayo, al marcharse el vapor definitivamente, por temor a ser sorprendido por las tropas españolas, quedaba la obra de conducir la expedición tierra adentro; labor muy compleja debido a la falta de medios de transporte y por otra parte la gran actividad del enemigo y la imperiosa necesidad de ganar tiempo. Presionado por las características geográficas adversas de la península de El Ramón podían aparecer los españoles e interrumpirles el paso y realizar operaciones combinadas de tierra y mar.

El 15 de mayo por el mediodía, el buque español Marsella entró de forma repentina en la Bahía de Nipe y los expedicionarios cometieron el error de dispararle varios cañonazos. Este no respondió y se retiró pero alertó a las autoridades de la colonia, enterándose el enemigo de su llegada y del lugar donde desembarcaron, de tal forma que lo supieron antes que las fuerzas insurrectas de Oriente, fueran en su ayuda.

Combate de El Ramón

Al amanecer del día 16 de mayo de 1869 remolcando varias lanchas llenas de tropas españolas, hicieron su aparición en la bahía el vapor español Guantánamo, uniéndosele otra nave, presumiblemente El Marsella. Ambas partes combatieron con bravura. El enemigo ocupaba a la sazón el territorio que comprendía entre la costa y el ranchón, defendido este por Manuel Suárez y su compañía de rifleros. Las tropas colonialistas se desplegaron en guerrilla frente al rancho, llevando como de costumbre la bandera al centro, mientras se apoyaban para su avance en dos guardarrayas de palmas. La compañía de rifleros cubanos maniobró igualmente, sin embargo, su resistencia no fue todo lo suficiente para permitirles mantener la posición, a pesar de que su valor no disminuyó, tuvieron que retirarse abandonando el parque y el rancho. Este arsenal estaba próximo al caserón ocupado por las fuerzas del coronel Cristóbal Acosta las cuales se vieron atrapadas entre dos fuegos: el de los barcos que cruzaban por la costa y el de sus propios cañones, ahora en poder español.

Algunos expedicionarios subieron en hombros desde la playa, un cañón de bronce con el que empezaron a disparar contra el enemigo fuertemente atrincherado, sobresaliendo en este hecho por su decisión y valentía un joven soldado norteamericano llamado Henry Reeve, quien recibió sus primeras heridas en el brazo y en el tórax, por un costado. Con esta acción se derramaba sangre norteamericana en suelo cubano como ejemplo de internacionalismo.

Un ataque resuelto de los cubanos encabezado por el coronel venezolano Cristóbal Acosta, culminó en la toma por asalto de la casa y ocupación de la bandera española que en su desesperada fuga dejaron abandonada sus antiguos defensores.

Los españoles tuvieron que replegarse al cocal próximo, pero siguió un nutrido fuego de fusilería cubana que los dispersó y obligó a retirarse a sus respectivos botes, rumbo a los barcos anclados en la bahía. El aspecto de la casa era espeluznante, en el camino se tropezaron con el cadáver del expedicionario que atendía los obuses; a la entrada del caserón yacían dos cubanos, que además de las heridas de bala, tenían hendidos sus rostros a machetazos.

Detrás de estos el alférez español Bonavia, con el hombro desecho por un balazo; al fondo el cadáver de otro cubano; más lejos agonizaba un sargento enemigo en medio de un charco de sangre; entre las astillas de un taburete palpitaban los miembros de un capitán español hechos pedazos por una bala de cañón; dos soldados españoles habían caído al atravesar la casa; moribundo Chamizo el corneta cubano.[10]

Verdaderamente, alrededor de la casa, la muerte se mostraba en todas sus manifestaciones. Los españoles al ser derrotados experimentaron más de 50 bajas entre los muertos y heridos. Varios cadáveres fueron arrojados al único pozo de agua potable de la península. También los cubanos tuvieron sensibles bajas, 12 en total. Luego de aproximadamente 5 horas de combate se había logrado rescatar el armamento. Aún se oía el inoperante fuego de cañón de los barcos.

El Mayor General Tomás Jordán decidió el 19 de mayo marchar hacia Canalito, llevando un cañón detrás de la vanguardia. El día 20 tropezaron con un campo enemigo atrincherado para obstruir el camino. El periódico El Republicano, de Cayo Hueso, Estados Unidos, del 7 de agosto de 1869 publica el parte del Mayor General Jordán que plantea lo siguiente:

«[…] nos acercamos y nos hicieron una descarga, al tiempo que nuestros cubanos rompían sus fuegos. El enemigo trata de flanquear nuestra derecha, pero frustré el movimiento. Avancé a través de los bosques hasta un costado de sus trincheras seguido por 30 cubanos y 4 norteamericanos, a quienes ordené avanzar en línea recta. Rechazamos dos veces al enemigo y aunque eran superiores en número le hubiéramos cortado la retirada de los botes si mi guía no hubiera equivocado el camino que me causó perder la dirección. El fuego de los españoles fue precipitado e inefectivo; el nuestro era seguro, y aunque los españoles estaban protegidos por los fuegos de sus buques, abandonaron sus posiciones y se retiraron precipitadamente, quedando nosotros en posesión del campo. Los españoles que fueron después hechos prisioneros, de ellos 4 eran criollos, fueron inmediatamente fusilados. En ambos combates me he convencido de que los españoles asesinan a los prisioneros heridos.»

Nuevamente en esta acción fue elogiado por su arrojo el joven ordenanza del mayor general Jordán, es decir; Henry Reeve El Inglesito, acerca de quien en un momento del combate dijo aquel: denle un fusil a ese muchacho que es más valiente que Julio Cesar.[12]

Muy tarde llegó el coronel español Buseta con sus tropas a Canalito. Los rebeldes ya habían abandonado la Península de El Ramón rumbo a Júcaro, jurisdicción de Holguín

A medio camino de Guáimaro, en un lugar conocido como El Pesquero, jurisdicción de Holguín, se encontró Francisco Javier Cisneros con los generales Manuel de Quesada, Donato Mármol, Peralta y otros, quienes se dirigieron al encuentro de la expedición. El diputado Antonio Zambrana, quien también los acompañaba les informó sobre la nueva Constitución del Gobierno y el nombramiento del General en Jefe del Ejército que había recaído en Manuel de Quesada.

Ya finalizada la mañana del 20 de mayo de 1869, fresco aún el triunfo insurrecto de Canalito, llega a Júcaro el general Quesada y su escolta, recibiendo posesión de todo en presencia de Jordán. En este lugar los expedicionarios reorganizaban sus fuerzas y distribuían los heridos. Se habilitaron hospitales de sangre en la zona. En el de Tacajó se encontraba uno de los médicos de la expedición Sebastián Amábile, en estado de gravedad, lo colocaron junto a otro herido, el alférez del ejército español de apellido Bonavia y como este se quejaba continuamente, Amábile que había perdido los ojos de un balazo que recibiera en el primer combate del Ramón preguntó:

«¿Quién se queja tanto? Otro herido, le contestó, sin revelarle que era un oficial español. Y Amábile le contestó: Si le duele mucho amigo, fúmese un cigarro y si le sigue doliendo grite fuerte ¡¡Viva Cuba Libre!! Y verá cómo se le calma el dolor.»

El teniente Bonavia no volvió a quejarse. Amábile murió a los pocos días.

Cuando el General en jefe Quesada conoció la noticia del desembarco de la expedición y de los ataques enemigos a ésta, marchó en auxilio de los expedicionarios. No llegó a entrar en acción, pues cuando estableció contacto con ellos, ya los españoles habían sido derrotados. Al respecto apuntaba:

«Recibí el aviso en Río Vázquez de la llegada de Cisneros en el vapor Perrit con armamento y municiones. Puse en el mando de las tropas allí reunidas al general Vicente García, y con mi Estado Mayor y una escolta de diez rifleros, me dirigí a la Península de El Ramón. Allí tuvieron lugar dos combates en que el enemigo sufrió grandes pérdidas en muertos, heridos y prisioneros. En Bijarú, 8 leguas del lugar, reciben avisos. Dispuse en el Júcaro que los fusiles, parque y demás efectos del Perrit se repartieran por partes iguales en los tres distritos militares: Holguín, Bayamo y Cuba, que dejé organizados con el general Jordán como General en Jefe de Operaciones del Departamento Oriental y los generales Donato Mármol, Luis Marcano y Peralta a sus inmediatas órdenes. Quedaban abolidos los demás grados por decreto de la Cámara.»

Cumpliendo las orientaciones de Morales Lemus, Cisneros entregó el cargamento traído, bajo inventario, a Quesada. Parte del material de guerra lo recibió Donato Mármol para sus operaciones en el Sur. También Máximo Gómez recibió ayuda con este desembarco, pues en su diario señala:

“el 16 de este mes recibí ordenes de Jordan para que pasara a Limones, así lo hice, allí me entregaron algunas armas y pertrechos de la operación del Perrit"

Ya entregada la expedición por Cisneros y nombrado Jordán Jefe de Oriente, culminaba el episodio del Perrit.

Este hecho tiene una gran importancia histórica ya que, en aquellos días tan difíciles, dio nuevos bríos a la revolución en la zona oriental. Fueron pocas las expediciones que cumplieron felizmente su cometido, debido por una parte a los obstáculos y persecuciones del gobierno norteamericano y otra, en menor grado, a la vigilancia naval española. Hasta 1875 se organizaron unas 20 expediciones, (de las cuales 15 correspondieron al período de los años 18691871), aunque solo algunas llegaron a Cuba, entre ellas “El Perrit”.

Se manifestó evidentemente el internacionalismo, destacándose los expedicionarios estadounidenses Henry Reeve (El Inglesito) y el mayor general Thomás Jordán, venezolanos como José María Aurrecoechea y Cristóbal Acosta, el mexicano Gabriel González y el español Manuel Suárez. En fin, la expedición del vapor Perrit fue, como se ha planteado, de las que alcanzaron con éxito su objetivo, pues aun cuando no se pudo aprovechar toda la carga disponible resultó un gran aporte en hombres y equipos a la causa mambisa.

Combate de Canalito

Los vencedores fortificaban sus posiciones, mientras enviaban a su destino las armas y municiones. Las tropas españolas concentraban fuerzas para un nuevo ataque, es por ello que regresó el vapor Guantánamo con un convoy de municiones y hombres, los cuales, reunidos con otras tropas de los lugares próximos, formaron en la península una columna de más de 400 hombres que integraban el primer batallón de artillería, los Regimientos de la Corona Cazadores de Reus y Aragón, al mando del coronel Baltazar Hidalgo.

En la Bahía de Nipe se fueron acumulando fuerzas navales españolas: además del Guantánamo, estaban las goletas Andalucía y África, los vapores Morella y Vasco Núñez de Balboa. Las tropas españolas parapetadas en el istmo de la península ocupaban el camino que conducía a Canalito, por el que necesariamente tenían que pasar los recién estrenados combatientes del Perrit. También las fuerzas navales apoyaban con sus artillerías a los soldados colonialistas.

Tregua fecunda

Durante el período en esta zona no se efectuaron actividades vinculadas a la lucha independentista, sin embargo, hubo un accionar en la vida económica y social.

Los descendientes de William Hastings siguieron llevando adelante la dotación de esclavos que se encontraba enclavada en El Júcaro. En aquel tiempo Punta de Salinas y Punta de Corojal formaban la gran hacienda de Puntas de Salinas.

Punta de Corojal consistía en una faja o parcela de tierra de una capacidad aproximada de 11 caballerías. Tenía numerosas palmas de la especie que produce el fruto llamado corojo y de ahí el nombre que se le dio a la parcela. Era además un lugar favorable para la pesca, en cuyas proximidades residían y vivían algunos colonizadores y nativos que comerciaban con otros elementos similares, que desde Mayarí la costa opuesta y distintos lugares de esa comarca, se dirigían allí tripulando canoas y otras pequeñas embarcaciones.

Punta de Salinas se extendía hacia el sur de la Bahía de Banes con líneas limítrofes en Punta de Corojal, pero sin poderse precisar a simple vista su verdadera capacidad y sus linderos. Hay quien cree tenía un área aproximada de 500 caballerías. La dotación de esclavos, bajo la dirección de sus amos, se dedicó al desarrollo de la agricultura, el tráfico de sal y la crianza de cerdos y ganado.

La Guerra del 95 (1895–1898)

Después de una ardua labor desarrollada por el Héroe Nacional de Cuba y otros revolucionarios en el período de reposo turbulento, se reinicia la lucha independentista contra el gobierno tiránico español el 24 de febrero de 1895 y en esta localidad nipeña sucedieron varias acciones.

Expedición Roloff–Castillo Duany

El desembarco de esta expedición se produjo el 21 de marzo de 1897 por la Bahía de Banes, dirigiéndose hacia el lugar conocido como Esterón del Júcaro, territorio perteneciente al municipio de Antilla. Estuvo dirigida por Carlos Roloff Mialofsky como jefe de tierra y Joaquín Castillo Duany como jefe de mar, junto a 37 expedicionarios.

Para no levantar sospechas la carga y el personal fueron recogidos en alta mar, luego se trasladaron próximos a la Isla San Salvador, para esperar el vapor en el que finalmente realizarían la travesía a Cuba. Fracasada la combinación que había planeado el Departamento de expediciones, los jefes expedicionarios decidieron continuar viaje en el Laurada, apoyados en la experiencia que poseía el capitán de la nave, el norteamericano O´Brien, conocido como Dinamita, quien en más de una ocasión había traído a Cuba expediciones de gran valor.

Como el vapor estaba en mal estado, y solo alcanzaba una velocidad aproximada de 3 a 4 nudos por hora, el Coronel Justo Carrillo aconsejó que “se debía buscar la distancia más corta, y de ir al sur de Oriente habría de hacerse un recorrido mucho mayor, pasando por Punta de Maisí.”[16] El General Roloff y Castillo Duany decidieron entonces desembarcar en el puerto habilitado de Banes, a pesar de la existencia allí de un fuerte español.

En la madrugada del 21 de marzo los expedicionarios se encontraban frente al Cabo Lucrecia. El primer grupo de 6 exploradores se dirigió en un bote a la Bahía de Banes. De ellos 4 tenían la misión de observar los movimientos del enemigo y el resto fue a la zona de Bijarú para avisar del arribo de la expedición. Se envió un mensaje al comandante Bruno Meriño y otro grupo con torpedos para ocupar la entrada.

De manera insólita, en la mañana, a la vista de las fuerzas españolas que ocupaban el fuerte de la Bahía de Banes, se comienza a descargar todo lo que tenían. Por la tarde un combatiente del regimiento de Oriente y un expedicionario se trasladaron a la prefectura de Mula en busca de ayuda. Al llegar el comandante Bruno Meriño con fuerzas a su mando, se destina una parte de ellas para la descarga del vapor, entre los que se destacaron Candelario Naranjo, su hijo Inocencio, Benjamín Consuegra, Rafael Leyva y Luis Ochoa (todos mambises que vivieron en Antilla), a los combatientes desarmados se les entregaron fusiles para custodiar los alrededores. Se despacharon correos especiales a los generales Calixto García y Máximo Gómez con la información sobre el feliz arribo de la expedición. Más de 30 hombres habían desembarcado para incorporarse a los campos de batallas.

Esta expedición tiene una gran significación histórica ya que el desembarco se efectuó con éxito, fue una muestra de la solidaridad con la lucha libertadora ya que junto al polaco Carlos Roloff se encontraba Alfonso Migaux, capitán de artillería de nacionalidad francesa, Temístocles Molina, coronel peruano y Arthur B. Jack, norteamericano; además los cubanos de gran trayectoria revolucionaria como Joaquín Castillo Duany, subdelegado del Partido Revolucionario Cubano (PRC); con el grado de subteniente, José Martí Zayas Bazán, hijo de José Martí y José A. Agramonte y Cisnero, sobrino de Salvador Cisnero Betancourt y descendiente por línea del mayor general Ignacio Agramonte (quien vivió muchos años en Antilla). Fue de gran ayuda por la escasez del material bélico, la carencia absoluta de medicinas y las inclemencias del tiempo que hicieron peligrar la estabilidad de la Revolución. Las armas fueron utilizadas por los combatientes cubanos, los expedicionarios se incorporaron a la contienda y ya estaba en el campo de la lucha insurreccional el Secretario de Guerra Mayor General Carlos Roloff.[17]

Combate de El Júcaro

La Armada Española llegó a la altura de Banes el 18 de abril de 1897 con el objetivo de dominar lo relacionado a la entrada y salida de la Bahía de Banes y sus alrededores, para frenar cualquier movimiento que hicieran los luchadores mambises, principalmente las expediciones del exterior. Es por eso que comenzó ese mismo día su desembarco, el que realizaron por Punta Negra, Canalito, perteneciente al municipio de Antilla, donde se debieron batir con las fuerzas cubanas al mando del General Mariano Torres. Después de este primer desembarco se producen otros nuevos por este mismo lugar. Con las fuerzas desembarcadas y tres batallones que lo hacen por Cayo Salinitas efectúan reconocimientos por el Cañón de Banes. Este fue batido por las tropas cubanas y tomaron Júcaro donde estaban posesionados los cubanos.

El combate del Júcaro comienza el 25 de abril. Protegidos por el fuego del Nueva España avanzaron las columnas hasta ocupar las alturas atacando él fuerte de que estaban posesionadas las tropas libertadoras y después de rudo combatir, de perder 40 soldados que murieron en el asalto, lograron tomarlo[18]. En poder de esta posición pudieron comunicarse con la guarnición del fuerte que permanecía hacía 45 días, cercada por las tropas cubanas. Con esto se pone fin a su agonía.

Mientras se combatía por la altura de Júcaro, otra columna española atacaba el cañón de Banes apoyada por dos cañoneros que bombardeaban ese lugar, donde se encontraba las fuerzas del coronel del Ejército Libertador, Cartagena. Después de resistir los ataques de la infantería y el cañoneo de los buques por unas horas, debieron retirarse al agotársele el parque. Cartagena dejó hombres de la fuerza de Baracoa repeliendo el ataque. Esta guerrilla sufrió el asedio de otra columna que desembarca en la parte derecha del cañón, apoyada por dos cañoneros. Al final del día las tropas españolas se habían apoderado de la boca de la Bahía de Banes. Ocupado el cañón, la escuadra pudo hacer su entrada en la bahía al día siguiente. Las autoridades españolas no pudieron emplear la armada del 21 al 24 producto al mal tiempo, en apoyo de la infantería desembarcada; solo el 25, cuando la emplea, puede desalojar del resto del cañón de la bahía a las fuerzas cubanas.

Al entrar en combate la escuadra, el poder de fuego de las fuerzas españolas era superior a lo que le podían oponer las columnas que se mantuvieron observando sus movimientos. Apoyados por los navíos pudieron hacerse fuerte en tierra y reconocer la Península del Ramón, el Istmo del Esterón y la Loma de El Júcaro. Estas zonas sufrieron el bombardeo de la escuadra por varias horas, al término de las cuales se hicieron nuevos desembarcos.

Las tropas españolas, al tratar de avanzar por el Cañón de Banes hacia su interior, son rechazadas por las fuerzas de las líneas occidentales de Holguín, del Brigadier Remigio Marrero, apostada en esa zona. Se ordenó a un grupo de tiradores cubanos armados con Máuser, tirotear al cañonero que se encontraba en el embarcadero, el cual responde con varios cañonazos y fuego de fusilería.

Al amanecer del 27 de abril, se continúa el fuego contra el fuerte y el cañonero, y luego se haría contra las tropas que habían penetrado en el puerto. La escuadra respondió con un centenar de disparos. En la tarde el destacamento embarcó junto a otras fuerzas que se encontraban en el fuerte del embarcadero. Al fuerte y las casas que rodeaban el lugar se les prendió fuego antes de ser abandonado por el ejército español. Fue construido entonces uno en la boca de la Bahía con el fin de controlar la entrada y la salida del puerto. El General Calixto García expresó que:

«en nada nos perjudica (el fuerte construido) pues queda a disposición nuestra, extensa y riquísima zona de cultivo y todo el litoral del puerto, dado por la posición que tenía de estar avanzado al mar»

El fuerte quedaba aislado en el mar, de cara al este y su poder de fuego no podía evitar la entrada y salida de embarcaciones cubanas a la Bahía. Por la noche de este mismo día se retira la escuadra española. Al siguiente día sostienen fuego fuerzas del general Mariano Torres con la avanzada de las tropas españolas apostadas en el cañón de Banes, donde estaban ejecutando el fuerte. El 29, ante la retirada de la armada y del grueso de las tropas españolas, el general Calixto ordenó se retiraran sus fuerzas que se encontraban en Mano de Pilón (Antilla) y Banes, dejando guerrillas para tirotear al enemigo, las que sostendrían combates con las que construían el fortín. Su construcción finaliza el 5 de mayo.

Acciones de la Guerra Hispano–Cubano–Norteamericana

Es poco conocido el hundimiento del crucero de guerra español Jorge Juan en la bahía del municipio de Antilla y ocurre en el desarrollo de la Guerra Hispano–Cubano–Norteamericana. El mencionado buque estaba viejo y debía ser destinado a otros servicios, es por ello que al ser hundido el portón Hernán Cortes en la bahía, el veterano Jorge Juan vino a sustituirlo.

La dotación del crucero estaba compuesta por decenas de hombres y la oficialidad. Contaba con botes salvavidas. Prestaba servicio en Nipe y tenía un teléfono cuyos hilos partían de Mayarí y conectaban con una glorieta que había sobre el mar. Servía de cárcel para los prófugos que capturaban en los montes cercanos, además de depósito de víveres, ropas, entre otros, para las guerrillas y otras tropas que tenían sus campamentos en Mayarí, El Ramón de Antilla, Punta de Tabaco, hoy Guatemala y otros lugares estratégicos de los litorales nipeños.

En 1898, aproximadamente en febrero, antes del bloqueo establecido en el país por la armada norteamericana, las autoridades militares de España dieron la orden de que fuese cerrado el puerto de Nipe y al efecto se procedió a colocar líneas de torpedos en la entrada, los cuales fueron conducidos por la lancha Chiquita y auxiliados por el remolcador Enrique, más conocido por la Guasasa. Se lograron colocar en dos hileras separadas los unos de los otros por una distancia de 25 pies. Antes de cerrado el puerto había llegado el remolcador Humberto Rodríguez, conduciendo dos lanchas repletas de mercancías, las cuales fueron a Mayarí donde radicaba el principal campamento español.

Después de cerrado el puerto alrededor de los meses de junio o julio de 1898, se encontraban al costado del barco de guerra una lancha llamada Estefanía y la lancha Chiquita, embarcaciones que fueron llevadas a El Ramón de Antilla donde había una loma y allí un fuerte de vigilancia para recoger la guerrilla que prestaba su servicio. Cuando las lanchas se acercaban al lugar indicado fueron avistadas por buques de guerra estadounidenses que navegaban rumbo a la bahía nipeña. Muy pronto estuvieron en la boca de la bahía y un submarino entró audazmente rompiendo la cadena de torpedos, en tanto los otros seguían avanzando y cañoneando al Jorge Juan y a la lancha Chiquita que no pudo por esa situación recoger la guerrilla.

La Chiquita se fue por Estero Corto y se refugió en el Chucho, la Estefanía se colocó al costado del Jorge Juan y con la mayor rapidez posible cargó los utensilios, armas, víveres y la caja de caudales del crucero, prestando igual servicio otra lancha nombrada Pepilla.

Con antelación se había preparado el hundimiento del viejo barco de guerra, a fin de que la inmersión se produjese lo más rápidamente posible y al efecto le abrieron en el casco grandes boquetes cerca de la línea de flotación. Así al acercarse los buques de la flota norteamericana y comenzar a cañonearlo, ordenó el comandante, que abrieran las válvulas para que empezara a anegarse y pronto se aumentara el calado hasta conseguir que las aguas se precipitaran por las aberturas practicadas. En tanto la escuadra estadounidense seguía cañoneándolo, por lo que el comandante antes de abandonarlo junto con la dotación, ordenó que respondieran el fuego, así se trabó un breve combate. Un cañonazo de los buques norteamericanos logró hacer blanco causándole averías en el palo mayor, volándole la bandera y le perforó la chimenea y parte del puente.

El Jorge Juan disparó dos cañonazos, sin efecto y enseguida, la oficialidad y marineros embarcaron en varios botes y se dirigieron al Chucho, viendo mientras se alejaban, que el crucero se iba sumergiendo cada vez con más rapidez hasta desaparecer casi totalmente bajo las aguas de la desembocadura del río Mayarí.

Cuando llegaron al Chucho, las autoridades de EE.UU, los mandaron a buscar y les dijeron que la guerra había culminado, autorizándolos para irse cuando quisieran. La lancha cañonera Baracoa que había ido a auxiliar los lanchones que se refugiaron en el río, para protegerse de los disparos de los buques norteamericanos, los condujo hasta la cabeza de Vuelta Larga, donde los soltó y después se dirigió a uno de los lugares de mayor profundidad donde la dotación la echó a pique.

Los tripulantes se dirigieron al fuerte Moisés del Valle y más tarde, se disgregaron. Pasado cuatro días, Mayarí fue ocupado por tropas mambisas. Los guerrilleros que se encontraban en El Ramón de Antilla y que no pudieron ser rescatados antes del hundimiento del buque de guerra español, pudieron trasladarse a Cayo Saetía, en un bote y luego se presentaron a Mayarí.

A los dos meses de ocurrido estos sucesos un capitán de la armada norteamericana y varios hombres a su mando lograron poner a flote la lancha Baracoa, llevándola a Boca de Pontezuelo donde fueron de manera conveniente y ordenaron que se llevara a Santiago de Cuba.

Estos fueron los movimientos navales que se realizaron durante la Guerra Hispano–Cubano–Norteamericana en la majestuosa bahía[20]

En Antilla vivieron destacados patriotas que sobresalieron en las guerras de independencias, entre los que se encuentran: los coroneles Armando de Feria Guerrero, Luis Ochoa Feria y la capitana Luz Palomares García

Etapa neocolonial (1902–1958)

Economía, política y sociedad

La posición geográfica privilegiada del territorio fue codiciada desde los colonizadores, piratas y negociantes hasta los norteamericanos, que con su afán de extender sus garras a finales del siglo XIX y principios del XX, a través de compañías, impulsaron fuertemente las actividades comerciales, ferroviarias y portuarias. Esto hizo posible la formación del barrio de Punta de Corojal, con gran prosperidad, al que unos querían llamar Segunda Habana, Nueva Habana y otros España Chiquita. Pero realmente el nombre de Antilla lo sugirió Andrés Oliver Mut, hombre de negocios que se apoyó en el apelativo que lleva el archipiélago del que Cuba es la Perla de las Antillas[21].

Durante la primera ocupación estadounidense, el gobierno interventor emitió órdenes militares que facilitaban la inversión del capital de ese país en Cuba. Es por eso que en la primera década del siglo XX la United Fruit Company (U. F. Co.) se apropió de grandes extensiones de las mejores tierras de la zona norte de Oriente por diferentes vías, aplicando métodos y transacciones fraudulentas, el engaño, la falsificación de información. Esas acciones se vieron favorecidas por la Orden Militar No. 62, sobre el deslinde y división de las haciendas, promulgada en 1902 y refrendada por el presidente Tomás Estrada Palma, que le dio la posibilidad a la compañía de apoderarse “legalmente” de tierras comunales[22].

De conformidad con esa orden militar se exigía presentar a los tribunales todos los documentos acreditativos del derecho de posesión de la tierra sujeta al deslinde. Se consideraban así los llamados pesos de posesión, que eran la valoración en pesos de toda la hacienda comunal, cuya legalidad se determinaba por dos representantes plenipotenciarios elegidos por el Consejo de la comunidad.

Nipe, estaba integrada por dos grandes propiedades: una en posesión de la Sociedad Agrícola e Industrial de los Terrenos de Nipe y la otra en poder de la familia Herrera. La Sociedad Agrícola había adquirido desde 1884, una obligación financiera en el Banco Romano de París, ascendente a 243 200 francos, con intereses al 6 %. Después de 15 años sin liquidar la deuda ni pagar intereses la Sociedad fue demandada por el Banco y condenada a cumplir el compromiso. Coyuntura aprovechada por Hipólito Dumois para adquirir esas tierras[23]. Para posesionarse viabilizó el traspaso de esos terrenos a sus manos y por consiguiente a las de la U.F.Co. Al interpretarse que la Enmienda Foraker no prohibía la compra de tierras por parte de compañías, nada impedía que Dumois vendiera sus tierras a estadounidenses. En 1901 los terrenos de Nipe fueron traspasados por este a Minor Keith y Andrew Preston, vicepresidente y presidente de la U.F.Co respectivamente.

La tierra de Nipe quedó distribuida entre dos empresas ligadas financieramente a la U.F.Co, una la Dumois Nipe Company, a través de Dumois, y la otra la Nipe Bay Company, a través de Preston y Keith. El proceso de apropiación había sido en apariencia, más simple que en Banes, pero en realidad fue solamente más concentrado; la ilegalidad en los procedimientos fue una constante en la región Banes – Nipe, ella caracterizó todos los mecanismos de apropiación de tierras practicados por la U.F.Co[24].

Poco después al proponerse el monopolio de la Rail Road Co. extender sus terrenos hasta la costa norte de Oriente, buscando un buen puerto donde concluir una terminal e instalar muelles y almacenes, se fijó como era lógico en la Bahía de Nipe, considerada una de las más grandes del mundo. Al enterarse los Dumois de este proyecto, calculando la importancia que le daría el ferrocarril a Banes y Saetía al llegar sus trenes a Punta de Corojal, decidieron obsequiarle a la Cuban Raild Road Co, 5 de las 8 caballerías para que se construyera la estación de ferrocarril. Sin embargo, no les entregaron 5 pues cuando se midieron correctamente tenían más de 10 caballerías, lo que dio lugar a un litigio que después resolvieron armónicamente. De esta manera se inicia la ocupación norteamericana.

Hasta ahora han venido refiriéndose a la transformación de este territorio en centro urbano hasta cristalizar en un poblado. Pero en el transcurso de lo planteado anteriormente todas las personas que aparecen como primitivos habitantes o vecinos de este pueblo eran elementos procedentes de distintos territorios: Mayarí, Baracoa, Holguín y la mayoría españoles. Había nativos de esos lugares y hasta de otros más próximos.

Lógicamente que surgir con el pueblo los nativos y he aquí lo que se refiere en ese aspecto Eugenio Navarro Basallos (Bombita), que había ido a Saetía en 1902 desde Santiago de Cuba. Hombre de mar que había capitaneado embarcaciones se traslada para Punta de Corojal en 1904, llevando consigo a su familia. Atendiendo al relato de Navarro Basallos se repiten textualmente sus palabras:

«[…] El primer nacimiento que hubo [...] fue un varón, hijo del entonces sereno Enrique Saborí, y el segundo fue su hija Reina Esther que falleció siendo ya una mujer a consecuencia del primer alumbramiento. Tenía entonces 19 años de edad y el fallecimiento ocurrió en Santiago de Cuba en la entrada de El Cobre. Así la breve historia de los dos primeros nacimientos [...]: el varón Saborí y la hembra Rosa Esther Navarro»

En 1905, Clarence D. Moore y Clarence St Jhon Reig comenzaron a negociar en maderas trayendo este artículo desde Abaco (Islas Bahamas) y el estado de Florida, al principio en pequeña escala, las cuales se efectuaban con el nombre de The Bahamas Timber Co. La prosperidad que fueron alcanzando hizo necesario ampliar el campo de operaciones; los almacenes y oficinas principales estaban en Antilla y tuvieron que hacer otros en Camagüey, Caibarién, Nuevitas, Sagua la Grande, así como también en las Islas Bahamas. Al cabo de algún tiempo le cambiaron el nombre por el de Compañía de Maderas de Las Antillas, hasta que en 1918 la volvieron a titular The Bahamas Cuban Co LTD. En Antilla su administrador fue Lorenzo Fresnedo San Martín.

El 1 de abril de 1907 la agencia consular en Antilla abrió sus puertas en un edificio propiedad de la Cuba Railroad Company, situado en la parte norte de la calle Miramar (hoy René Ramos Latour). En 1913 la oficina fue trasladada a una casa propiedad de Mr. Bayless, en la esquina sureste de las calles mencionadas. El 1 de agosto de 1918 fue transferida a una sección de la planta baja del edificio del Hotel Antilla.

El auge creciente en el orden económico adquirido por Antilla, por los repetidos y cada día más embarques de azúcares que se hacían por su puerto, trajo consigo la instalación de entidades bancarias; ya en 1910, la mayoría de los bancos que funcionaban en la República, establecieron sucursales en tan floreciente centro urbano. La primera de ellas fue la de The Royal Bank of Canadá, que tuvo sus oficinas en un departamento del Hotel Antilla, hasta que decidió construir un edificio adecuado, sólido y amplio, en el que después estuvo instalado el Consulado de E.U.A (hoy Banco Nacional de Cuba). En años sucesivos, se inauguraron las sucursales del Banco Español de la Isla de Cuba, Banco Nacional, y Banco Internacional, los que animaron grandemente al comercio local y facilitaron el desenvolvimiento de distintas industrias.

La aduana de este puerto fue creada en agosto de 1906, con el nombre de Aduana de Nipe, instalándose en el barrio de Punta de Tabaco (Central Preston) del término municipal de Mayarí, permaneciendo en dicho lugar hasta el 10 de julio de 1911, que por decreto presidencial, de el general José Miguel Gómez, fue trasladada al barrio de Antilla.

Un impulso poderoso al progreso de esta villa, fue indudablemente la instalación de una planta eléctrica para el alumbrado y la fuerza motriz, en beneficio de las industrias, por Galvani y Núñez, hecho ocurrido en los años 1915 y 1916. Hasta entonces esta villa, cuando llegaba la noche, no gozaba de otra luz que la macilenta de las lámparas y faroles de petróleo y acetileno o carburo, o la de la luna y las estrellas, si el cielo estaba despejado. A partir de ese momento, la localidad antillana cobró un aspecto más alegre en las calles y más confortable en los hogares.

En noviembre de 1911, Evaristo Pérez creó la mueblería La Competidora en Antilla. Esa industria estuvo dotada de ebanistas expertos, que eran capaces de construir cualquier clase de muebles, ajustados a los tiempos modernos. Así también, Andrés Prieguez, vino desde Banes para Antilla el 10 de mayo de 1920 e instaló la Tenería en un edificio en la Avenida Martí.

Sociedades de instrucción y recreo

El siglo XX en Cuba, abrió una etapa que se caracterizó por el incremento de las asociaciones. Se organizaron con la finalidad de integración social, cultural y de beneficio; muchas de las cuales trataron de dar respuesta a las carencias y necesidades espirituales de las diferentes clases, sectores y grupos sociales. Fueron concebidas de acuerdo con las normas sociales vigentes y presentaban distintas formas de organización por el status social, la filiación racial o el origen étnico.

En Antilla se fundaron varias sociedades de este tipo, entre ellas sobresale El Liceo, fundado en 1917[26]. Fue una institución que admitió exclusivamente a personas de raza blanca y tuvo como objetivo la promoción de las artes, la sensibilidad hacia la lectura, la música, el teatro y la beneficencia entre sus miembros. En el organizaron fiestas y veladas, en las cuales tuvieron lugar recitales y conciertos de poesía y música. Tenía habilitada una biblioteca o sala para la promoción de la lectura.

A raíz de la visita del líder negro jamaicano – estadounidense Marcus Garvey a la región, a principios de marzo de 1921, se fundó en 1926 la división 326 de la Asociación Universal para el Adelanto de la Raza Negra. Organizada por los inmigrantes jamaicanos y sus descendientes, que aceptó entre sus miembros a otras personas de raza negra y condición social humilde. Tuvo como objetivo esparcir entre sus miembros y los que asistían a sus reuniones y fiestas públicas, la cultura, la moral, la fraternidad y la protección. Celebraban semanalmente una conferencia o actos cultuales, sociales, de recreo o filantropía para estimular a los socios. Cada miembro pagaba una anualidad de 1.00 $ y abonaban 0.60 centavos como cuota de entrada y 0.25 como mensualidad.

En este período surgió el Rotarismo, asociación de profesionales o cívica, que se distinguía por una membresía elitista y el pragmatismo burgués estadounidense del siglo XX. El 11 de diciembre de 1934 se constituyó en Antilla el Club Rotario, en una población que mantenía permanente y estrecho vinculo comercial con Estados Unidos[27]. En este municipio existía un consulado estadounidense y algunos ciudadanos de ese país que se desempeñaban en diversas instituciones, tuvieron un rol destacado en el funcionamiento del club. Su presidente fue Manuel Guarch.

Demografía de Antilla

El puerto de Nipe, pese a ser el más tardío, se revela como el de mayor actividad en el transporte de pasajeros, debido a su enlace con la línea del ferrocarril central al construirse el ramal Alto CedroAntilla en 1905, y surgir con el la ciudad del mismo nombre. Los primeros pasajeros entrados por Nipe (Antilla) datan de 1906. A partir de ese momento, este puerto pasó a ser uno de los más importantes del Oriente cubano[28]. Se puso a la cabeza de los puertos de la región en recepción de braceros. Entre 1908 y 1919 entraron por allí 10 825 personas[29]. En el periodo intercensal de 1920 a 1931 paso a ocupar el tercer lugar nacional, después de La Habana y Santiago de Cuba, al desembarcar por el un total de 32 258 inmigrantes[30]. Aunque la mayoría de esos inmigrantes que arribaban por este puerto eran trasladados a otros territorios, la Nipe Bay Company y la United Fruit Company fue contratando extranjeros que se radicaron en esa ciudad portuaria, lo que favoreció el crecimiento de su población.

El censo de 1931 reporta en Antilla una población total de 19 899 habitantes, de ellos 16 977 cubanos, 736 españoles, 46 del resto de Europa, 16 de Estados Unidos de América, del resto de América, 76 de China y 58 del resto de Asia[31], esto hace que se ubique en el lugar 58 a nivel de país, con una densidad poblacional de 18.99 habitantes por km2. En el censo de 1943 la población de ese municipio alcanzaba los 27 864 habitantes, manifestando un crecimiento de 40.02 %[32]; ya para 1953 se encontraba en el puesto 46, con una población total de 32 578 habitantes[33].

Lucha insurreccional

En los años 50 el maltrato y la explotación se agudizaron aún más, se realizaron desalojos a trabajadores y padres de numerosas familias que mantener. La mayoría de los habitantes de Antilla dependían del azúcar y había mermado en la entrada y salida de este producto, provocando un gran desempleo ya que la per cápita de cada trabajador era acondicionada a 60 turnos anuales a base de $935.00 en cada turno, sin embargo no se lograba materializar ya que nunca llegaban a esa cantidad, afectando a todos los trabajadores.

Entre 1955-1956 debido a que los obreros de los almacenes ganaban más que los del puerto y ambos realizaban la misma función se realizó una protesta, la cual fue victoriosa para los obreros portuarios ya que se reguló el salario. Otra muestra fue el llamado a la Huelga de abril de 1958, pues en el Puerto no había trabajo, sin embargo los obreros situaron pizarras frente a sus locales condenando los males del régimen batistiano.

Con el ataque a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente, se demostró que existían hombres capaces de combatir la oprobiosa tiranía. Es a partir de esa acción heroica que comienzan a formarse grupos de simpatizantes que luego formarían el movimiento 26 de julio. Esto ocurrió en todo el país y por supuesto en el territorio antillano.

La Historia me absolverá llegó a esta región procedente de Holguín por vía del Ferrocarril y fue repartida por Roberto Pardiñas, quién tenía un kiosco en la misma estación del Ferrocarril, cuestión que le facilitaba ciertas operaciones. El 11 de septiembre de 1955 y previa coordinación vinieron a la localidad Pedro Díaz Coello, Primer Coordinador del Movimiento 26 de Julio en Holguín, Antonio Pérez H, Francisco Vadía, Juan de la Cruz, Luis Peña M, a fundar la primera célula de este movimiento, para ello se reunieron en el Hotel Comercio, local que fue conseguido por Juan Brito sobrino del dueño y persona de confianza, quién se quedó de guardia por su hubiese peligro. Luego se crearon numerosas células y fue seleccionada la Dirección Municipal. De esta manera el Movimiento fue alcanzando la organización y discreción que necesitaba, además de incrementar su membresía y el apoyo del pueblo.

Durante todo el año 1957 y 58 las actividades clandestinas del MR 26 – 7 y de otros grupos opositores cobraron más fuerza, recaudaban fondos, a través de la venta de bonos; distribuían volantes, regaban puntillas en zonas frecuentemente transitadas por los vehículos de la guardia rural y la policía; quema de campos de caña para interrumpir las labores de la zafra.

En virtud de la Orden Militar No. 40, del 3 de agosto de 1958, el Segundo Frente Oriental Frank País llegó a contar con seis columnas que operaban en los territorios de varios municipios, entre ellos Banes y Antilla, con la presencia de la Columna No. 16 Enrique Hart.

Este pueblo tiene al principal mártir de la localidad en la última etapa de lucha revolucionaria, René Ramos Latour, el Comandante Daniel[34].

Revolución en el poder

Fue realmente a partir del 1 de enero de 1959 que se realizó una verdadera revolución vinculada a las clases más humildes de la sociedad, obreros y campesinos, los cuales desde sus inicios se han ido fortaleciendo cada día más.

Con el triunfo de la Revolución es que en definitiva se logra lo que fuera la máxima aspiración de los trabajadores de Antilla, la unidad de los obreros marítimos-portuarios, creando en virtud de la legislación revolucionaria el Sindicato Único de Trabajadores del puerto. No sin antes haberse tenido que establecer una fuerte lucha contra algunos elementos corrompidos y mujalistas que protestaban con su política de división.

Medidas revolucionarias

A partir de septiembre de 1960 se nacionalizaron en el municipio los negocios bancarios que existían sobre todo extranjeros, como fue el Banco Oriente que estaba situado en la actual calle Martí, unido a las compañías extranjeras que tenían inversiones en el territorio. Otras de las nacionalizaciones fueron las Tiendas de Ropas el 5 de diciembre y las escuelas particulares, también en ese mismo año se efectuaron las intervenciones de las tiendas de víveres en 1967.

Estructura administrativa

Al triunfo de la Revolución el Ayuntamiento fue sustituido por la Comisión Municipal, pero se manifestó inestabilidad política, por el nombramiento de varios comisionados, entre 1959 y 1960. En Antilla fue nombrado un comisionado que era oficial del Ejército Rebelde y además fungio como delegado del INRA. Ello dio paso a la JUCEI, estructura de gobierno que quedó constituida en el municipio el 14 de abril de 1961.

En 1963, surgió un nuevo elemento de la división político administrativa: la región, dando paso a la región BanesAntilla, integrada por los municipios Banes, Samá, Los Ángeles, Deleyte, Antilla y Tacajó. Su extensión territorial era de 12 533 km² aproximadamente y su población era de 107 607 habitantes. El centro de población más importante era Banes con 28 000 habitantes. La característica económica de la región era fundamentalmente agrícola, seguido de la ganadería.

En los meses de octubre y noviembre de 1965 se produjo el traspaso de la JUCEI al Poder Local, y en 1976 se fundó el Poder Popular.

Los antillanos en las tareas de la Revolución

Un hecho que demostró la disposición de la mujer antillana ante la patria fue el ataque yanqui simultáneo a los aeropuertos de Santiago y a La Habana, o sea, el preludio de la invasión por Playa Girón, ellas con gran firmeza dieron un paso al frente para incorporarse a la defensa del país. Se formaron dos grupos, uno para ayudar a las milicias y el otro dedicado a la prestación de los primeros auxilios en el hospital de la localidad, también hicieron recogidas de cigarros, ropas y alimentos para la movilización.

Una de las tareas más importante emprendida en el municipio fue la alfabetización desarrollándose censos en zonas urbanas y rurales, localizando a los ciudadanos que necesitaban ser alfabetizadas prestando gran ayuda el Sectorial de Educación. Varias federadas se convirtieron en alfabetizadoras.

La población cederista tuvo y tiene la tarea de combatir al enemigo a fines de neutralizar cualquier acción interna de elementos contrarrevolucionarios, se movilizan ante la lucha ideológica y cumplen importante papel contra la especulación, el contrabando y la delincuencia, promueve el trabajo voluntario como factor inapreciable para el desarrollo de la conciencia revolucionaria de las masas, han trabajado con dinamismo en el desarrollo de las actividades culturales, deportivas y recreativas en este pueblo.

En relación con las organizaciones militares podemos decir que estas fuerzas han desempeñado un papel excepcional en el desarrollo político de este pueblo, han participado junto a las milicias en la erradicación de las bandas contrarrevolucionarias en el Escambray, muestra de ellos es que varios antillanos formaron parte del batallón 113. Estas fuerzas militares y hombres de la vida civil cumplieron misiones internacionalistas muy arriesgadas en diferentes partes del mundo como Angola, Etiopía, Congo, etc. y derramaron allí su sangre.

Referencias

Fuentes

  • Periódico El Sol, Año XXXII, Antilla, septiembre 6 de 1955. num. 316, Pág.1. *Periódico El Sol .Año XXXII. Antilla, septiembre 6 de 1955. num. 316, Pág.2 *Tomado de la Ficha Técnica del Departamento de Cultura Popular y Tradicional de la Casa de Cultura Adelaida de Mármol de Antilla.
  • Periódico El Sol. Año XXXII. Antilla, septiembre 6 de 1955. num. 316, Pág.1. *Labrada Enoa, Julio. Historia de Antilla. Monografía Inédita.
  • Inventarios de sitios arqueológicos. Dirección de Patrimonio Cultural. Ministerio de Cultura (excavaciones realizadas en los sitios arqueológicos en 1983, 1984 y 1986 por el Departamento Centro Oriental de Arqueología, Holguín.
  • Comisión de Historia. Versión de la Historia del Municipio Antilla, 1981
  • Ángela Peña Obregón, Roberto Valcárcel Rojas Miguel A. Urbina, Ediciones Holguín La Mezquita 2012. Holguín
  • Joaquín Navarro Palomares y Pascasio Díaz del Gallego. Volumen I Compilación del periódico La Defensa, Historia de Nipe, Antilla Oriente, octubre de 1939