Historia del municipio Calixto García (provincia Holguín)


Historia del municipio Calixto García (provincia Holguín)
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Cronología
Comunidad Primitiva
Colonia
Guerras de Independencia
Guerra de los Diez años
Tregua Fecunda
Guerra del 95
Republica Neocolonial
Lucha Insurreccional
La Revolución en el poder
Constitución del municipio Calixto García y sus organizaciones políticas y gubernamentales
Transformaciones económicas, políticas y sociales
Calixto García en el siglo XXI

Historia del municipio Calixto García (provincia Holguín). La historia del municipio Calixto García inicia con la comunidad primitiva y llega hasta la actualidad. Ofrece una breve caracterización de los elementos fundamentales del municipio. Analiza el periodo de la colonia, donde aborda las Guerras por la independencia y la tregua fecunda; y durante la república neocolonial la lucha insurreccional. Concluye con la etapa revolucionaria, partiendo de un análisis de la constitución del municipio, sus organizaciones políticas y gubernamentales, y las transformaciones económicas, políticas y sociales, así como el quehacer del municipio en el siglo XXI.

Surgió en 1963 como uno de los municipios que conformaron la Región Holguín-Gibara y luego pasó a ser uno de los 14 municipios que constituyen la provincia Holguín. Es el más occidental de los municipios holguineros, Buenaventura es la cabecera municipal. Sus habitantes reciben el gentilicio de calixteños. Posee una extensión territorial de 585, 57 km² (6,6 % del área total de la provincia) y una población de 53 028 habitantes.

La cultura local está muy ligada a la vida campesina, la décima y a la música del órgano oriental.

Comunidad Primitiva

Hay evidencias que demuestran la presencia aborigen en el territorio del actual municipio. Destaca la cantidad de fragmentos de vasijas y varias hachas petaloides encontradas en la parte cercana al nacimiento del río Aguarás.

De la misma manera, cercano al asentamiento de San Agustín se descubrieron unos colgantes de piedra pulida y un hacha de 19 centímetros de diámetro.

En Las Calabazas, en el centro del municipio, se hallaron dos hachas petaloides, una de ellas uno de los ejemplares más perfecto de los localizados por su forma y pulido; además, se localizó un hacha de arenisca de pala abultada y 11 centímetros de longitud en Guaramanao, y otros dos hachones de jaspe verde muy pulidos y de gran simetría, hallados en una aguada al sur del territorio en el lugar conocido como Ojo de Agua de Las Mantecas[1].

Colonia

Lentamente, la composición étnica y social de la nueva zona ocupada se conformó con una mezcla variopinta de algunas familias españolas y criollas blancas, un grupo no numeroso de esclavos y un puñado de descendientes aborígenes. Esta mixtura humana permitió un encuentro étnico que se extendió por varios años y de ella empezó a formarse, gradualmente, un campesinado con hábitos y prácticas vinculadas a la actividad agroganadera, y en menor medida a la producción de tabaco de calidad media y raspadura.

Debe mencionarse la pequeña industria azucarera existente. En 1765 se reportaban 11 trapiches en la jurisdicción dedicados a la producción de raspadura o mieles, y diez años más tarde ya eran una veintena; tan solo en el asiento de Aguarás se declararon siete de estas pequeñas industrias movidas por tracción animal o esclavos, que se mudaban de lugar cuando las tierras bajaban sus utilidades y en 1779 eran seis[2], pero la principal industria local de este tipo fue un ingenio con máquinas de vapor que la familia Rubio edificó en Guaramanao en 1852, y que en algún momento, por causas desconocidas, antes de la guerra de 1868 fue desmontado.

La demarcación de la jurisdicción de Holguín en 1752 produjo repetidos litigios territoriales con los bayameses, que por todos los medios pretendieron quedarse con las haciendas de: Máguanos, El Ciego de la Rioxa, San Agustín, Aguarás, Malagueta, Majibacoa y Maniabón, territorios mercedados por ellos antes de 1752. Para 1827 la población holguinera ascendía a 17 729 habitantes, con 47 haciendas de ceba y cría, 427 estancias, 59 colmenas y 4 tenerías, a lo que se unían 451 sitios de labor, de ellos 108 en nuestro territorio.

Fuera del espacio de labor existían terrenos áridos, sabanas y potreros, pero la mayor parte se mantenía cubierto de espesos montes y así estaría hasta principios del siglo XX. Por ello, para viajar y comunicarse, las escasas familias lo hacían a caballo por los tortuosos caminos, elemento que dificultaba las relaciones sociales y limitaba que los niños asistieran a la escuela. De hecho, la enseñanza llegaba solo en la práctica diaria de contacto directo con la tierra, en un ambiente representado por el trabajo y la reclusión en el hogar desde que anochecía. Para trasladar los productos a los mercados se usaban carretas tiradas por bueyes y el campesino de menores recursos debía emplear serones en su caballo o mulo, y no pocas veces llevar la carga en sus propios hombros.

A finales de la primera mitad del siglo XIX solo habían logrado concretarse dos núcleos poblacionales de cierta relevancia: San Agustín y el propio Aguarás, originados con la ya mencionada llegada de colonos y la delimitación de los hatos, que actuaron como cimientos de la formación de nuevos pueblos.

Todo indica que la edificación de una capilla en la hacienda, en fecha desconocida, probablemente por interés particular de una familia, entrelazó definitivamente el nombre de San Agustín con Aguarás.

Guerras de Independencia

Algunos hacendados locales estuvieron vinculados al movimiento revolucionario encabezado por bayameses y manzanilleros. Con el inicio de la guerra se marcharon a la manigua y con ellos llevaron a los campesinos. Todos juntos formaron una masa unida por disímiles lazos al proyecto independentista.

No obstante, antes del grito independista del 10 de octubre ya había aires de lucha en nuestro territorio. Un grupo de hombres se había aglomerado en la finca de Luis Figueredo Cisneros en El Mijial desde septiembre de 1868. Las condiciones boscosas del territorio y su ubicación entre las jurisdicciones de Holguín, Bayamo y Las Tunas lo convirtieron en un ente activo en el proceso liberador. Los espesos montes favorecieron la lucha y el refugio de mambises y familias rebeldes en las prefecturas mambisas, componentes civiles que abordaremos por separado.

Guerra de los Diez años

Desde marzo de 1869, la comarca quedó incluida en la Brigada Occidental de Holguín. El 14 de mayo Antonio Maceo combatió en la hacienda de San Agustín, donde fue herido su padre Marcos, quien murió más tarde en un hospital de la manigua. Otro hecho notable estuvo relacionado con el ataque por parte del general norteamericano Thomas Jordan al campamento español de La Cuaba. Tras el asalto este retiró sus tropas hacia a Las Calabazas, donde fueron sorprendidos, el día 27 de mayo, replegándose desordenadamente y sin resistencia.

El siguiente año los colonialistas incrementaron sus operaciones con la intención de liquidar la insurrección. Los combates, aunque de poca envergadura, fueron constantes: Las Calabazas, San Lorenzo, Buenaventura, Aguarás, Cañada Honda, Jagüeyes y el camino de Las Parras a San Agustín fueron escenarios de varias acciones.

Una nueva etapa de la insurrección se inició en febrero de 1872, cuando Calixto García Iñiguez asumió la jefatura de la División de Holguín. Bajo su mando, las tropas insurrectas, mejor dirigidas, enfrentaban al enemigo con mayor agresividad. Buenaventura, la hacienda Santa Bárbara y el campamento del general tunero Vicente García en la loma de La Bartola fueron escenario de acciones combativas.

Entre septiembre y octubre de 1873 Calixto operó nuevamente entre las jurisdicciones de Holguín y Las Tunas, y el día 22 de septiembre dirigió el combate de El Martillo con la participación de: Antonio Maceo, Flor Crombet, Guillermón Moncada y Ricardo de Céspedes, entre otros.

No se recogen combates significativos en 1874 y 1875 en el territorio y la actividad militar insurrecta descendió sensiblemente. Ese último año Vicente García encabezó un acto sedicioso y el acontecimiento fue respaldado en el territorio.

Durante 1876 se registraron escasas y aisladas escaramuzas. En 1877 la guerra estaba bastante debilitada y Vicente García encabezó otro acto sedicioso, que nuevamente encontró apoyo en la zona. Maceo, en su calidad de jefe de la División, se personó en el territorio para capturar a los amotinados.

Belisario Grave de Peralta, con pequeñas partidas, encabezó las acciones el último año de la guerra en la comarca, pero la escasez de municiones y armas poco pudieron hacer contra la ofensiva político-militar española. Él y Limbano Sánchez se mantuvieron combatiendo esporádicamente hasta el mes de junio. La Guerra había terminado en la jurisdicción.

La Guerra de los Diez Años terminó sin la independencia y unos meses más tarde salieron los cubanos a desafiar nuevamente al imperio español. El primer levantamiento de esta nueva contienda, que se denominó Guerra Chiquita por su duración, se produjo el 24 de agosto de 1879 en el barrio de San Lorenzo de La Rioja, en el lugar conocido como Los Itabos. El pronunciamiento lo encabezó Belisario Grave de Peralta, junto a otros oficiales que habían combatido en el territorio poco tiempo atrás.

Tregua Fecunda

A partir de 1878, la Metrópolis reorganizó la administración de la colonia con una serie de nuevas medidas, dividió la isla en seis provincias y surgieron los Términos Municipales. Desapareció la Jurisdicción y la Tenencia, manteniéndose el gobierno local como ayuntamiento dependiente de la autoridad militar.

Durante la denominada Tregua Fecunda, el recobro económico fue pausado. Muchas propiedades habían quedado improductivas y el erario municipal absolutamente exhausto. Tras diez años de cruenta lucha, más de la mitad de los potreros y la mayoría de las fincas habían desaparecido o habían sido abandonadas por sus dueños, otras habían sido embargadas a los propietarios acusados de insurrectos.

Guerra del 95

José Miró Argenter con un grupo de conspiradores se trasladó a Mala Noche, donde junto a los revolucionarios de la zona, veteranos y jóvenes, se pronunciaron el día 24 de febrero de 1895. Ese día y en fechas posteriores, se produjeron otros levantamientos en la región. Miró mantuvo su tropa en constante movimiento, buscando nuevos combatientes y mantener en jaque a los colonialistas. En marzo, el general bayamés Bartolomé Masó se trasladó a la jurisdicción con el objetivo de impulsar las acciones militares.

Desde la Guerra de los Diez Años se consideró imprescindible para el triunfo definitivo una campaña invasora al Occidente de la isla, como forma de extender la guerra por todas las regiones de Cuba y destruir la base económica del régimen español. Finalmente, el 22 de octubre de 1895, el contingente invasor compuesto por unos 1 000 hombres comenzó su marcha desde Mangos de Baraguá y llegó a Mala Noche el 31 de octubre.

La salida de la numerosa tropa disminuyó el número de insurrectos en la zona y su capacidad combativa. La Brigada Occidental quedó bajo el mando de Cornelio Rojas, pero era pobre en armamentos, de ahí que las acciones militares se concretaran a pequeñas escaramuzas.

En marzo de 1896 Calixto García Íñiguez se incorporó a la guerra, fortaleciendo con ello la capacidad militar mambisa y fue nombrado jefe militar del Departamento. Las últimas acciones bélicas en la comarca se produjeron cuando tropas colonialistas acantonadas en Holguín, salieron de operaciones en dirección al campamento insurrecto de La Jíquima entre los días 4 y 14 de abril de 1898.

El 10 de abril de 1898 se suspendieron las hostilidades y las tropas españolas se concentraron en las principales ciudades. El 2 de mayo abandonaron San Agustín y el 18 de agosto se conoció del fin de la guerra.

Cuando terminó la guerra el municipio Holguín quedó fuertemente afectado por las operaciones militares, yacía en manos estadounidenses y en precarias condiciones socioeconómicas.

Republica Neocolonial

Holguín tenía 23 barrios en 1902, de los cuales tres estaban en el territorio del actual municipio Calixto García. Estos eran: San Agustín con 2 163 habitantes, San Lorenzo con 1 060 y Mala Noche con 768. Para 1907 Mala Noche perdió dicha condición y se constituyeron: Aguarás, Las Calabazas y Ciego La Rioja. Estos barrios se subdividían territorialmente en cuartones.

La densidad poblacional era baja y el crecimiento natural era lento, pero para 1907 la población había crecido gracias a migraciones impulsadas por tres procesos muy vinculados: el desmonte de madera, la construcción de la línea de ferrocarril y la creación de nuevas haciendas citrícolas, cañeras y ganaderas. Una parte del territorio orientó su economía nuevamente a la crianza de ganado y a la siembra de viandas y frutas. Rápidamente Holguín ocupó el primer lugar en la siembra de plátano macho y la comarca, que se había destacado siempre en ello, constituyó un baluarte en su producción. También la crianza de reses se aceleró.

Pero en todo el territorio existía un inmenso obstáculo para poder cultivar y los dueños se deshicieron rápidamente él: el gran monte lleno de maderas preciosas y refugio, apenas unos seis años atrás, de nuestros bravos mambises. La tala y exportación de esta madera preciosa fue la primera industria desarrollada por el capital nacional y foráneo en la zona.

Desde inicios de siglo comenzaron a florecer en todo el territorio nuevos negocios en los sectores del comercio, la manufactura y los servicios, algunos propiedad de veteranos que invirtieron en este ramo el dinero que se les pagó al licenciarse el Ejército Libertador, pero la inestabilidad de estas pequeñas empresas hacía que aparecieran y desaparecieran con rapidez, según la solvencia del dueño y la fidelidad de los clientes. Por toda la geografía se contaban innumerables bodegas, tiendas mixtas, talabarterías, zapaterías, aserríos y carpinterías, que afloraban y se desvanecían.

Sin lugar a dudas, que un impulso significativo al comercio de productos agrícolas y a la conformación de los núcleos poblacionales lo constituyeron las diferentes vías de comunicación, que en un momento u otro atravesaron el territorio y aceleraron la relación de intercambio de la zona rural con la cabecera municipal.

La línea férrea central revolucionó las comunicaciones y contribuyó al desarrollo comercial de la región, al acortar el recorrido de las carretas tiradas por bueyes que realizaban el transporte de mercancías.

El ferrocarril, literalmente imperó hasta finales de los años 20, cuando tuvo que ceder ante el paso de la Carretera Central que cruzó el territorio en 1929. La nueva vía significó un impulso a la economía y un salto a la modernidad de pequeños caseríos como Buenaventura y el retraimiento paulatino de San Agustín, Sabanazo y Mir. Con la carretera se revolucionó el transporte de mercancías y aparecieron los servicios de ómnibus, que enlazaban a los principales poblados con la cabecera municipal.

Con el advenimiento de la República comenzó la división de los independentistas en diferentes partidos políticos, que buscaban desesperadamente formar núcleos de seguidores en cada localidad, especialmente el Partido Liberal y el Conservador. Estos tuvieron numerosa membresía en el territorio, acarreada muchas veces por haber servido sus seguidores en las filas de los principales caudillos de ambas organizaciones durante la guerra.

La década del 40 fue de calma política. La solución de conflictos agrarios entre trabajadores agrícolas y dueños, quedaba entre ellos mismos o a favor de los segundos, una vez que no existían asociaciones campesinas para aglutinar y orientar a los hombres del campo. Estos vivían en la existencia monótona de la cotidianidad, olvidados por los “gobiernos urbanos”, que cuando hablaban de Holguín se referían solamente a la urbe.

A finales de la década del veinte y los primeros años de la siguiente, la situación en el campo se tornó muy difícil, sí bien los precios de la ropa, alimentos y calzado eran bajos, los obreros agrícolas, cuando conseguían trabajo, se atareaban en largas jornadas de 10 y 12 horas por 20 centavos. Una ligera mejora se experimentó en la década del cuarenta, aunque era común ver a hombres que deambulaban por los campos en la búsqueda desesperada de un contrato de trabajo, y en los cincuenta el contexto económico-social no había cambiado mucho para la mayoría.

A lo largo de la Carretera Central, en los años cuarenta, se construyeron una serie de modernas escuelas, que incluían la casa del maestro, entre las localidades beneficiadas estuvo: Jagüeyes, Buenaventura, Las Casimbas y Las Calabazas, pero el asunto de la educación pública sobrepasaba la existencia o no de los edificios y la disponibilidad el maestro.

El billar, los juegos de azar y en especial las peleas de gallos, donde destacaba la valla de Villa Magaly en Buenaventura, eran otras de las atracciones predilectas de la población campesina. Las vallas del territorio atraían a galleros de otras partes del país y los humildes lugareños cifraban esperanzas de mejorar con el pollo entrenado por meses, que no siempre ganaba. Las carreras de caballos, el rodeo, corridas de cintas y otros ejercicios ecuestres, eran formas de mostrar las habilidades del hombre y su bestia, que en la mayoría de los casos era también su medio de trabajo y locomoción.

Desde finales del siglo XIX, probablemente en 1888, llegó al territorio el órgano y se convirtió en centro de los bailes campesinos. Este instrumento recibió un gran impulso, ya en el siguiente siglo, cuando Federico Ramírez Montaña lo reintrodujo en 1910, y se consolidó de manos de familias como: Marrero, Ricardo y Ajo. De esta última se destacó José Ajo Góngora, quien se convirtió en afamado arreglista, reparador y fabricante de órganos. Pepe y sus hijos se situaron como figuras claves en el desarrollo de este instrumento en Cuba. En 1957 realizaron su primera grabación y al año siguiente produjeron un disco con la compañía RCA Víctor.

Lucha Insurreccional

Tras el ataque a los cuarteles Moncada y Carlos M. de Céspedes, los lugareños se organizaron y comenzaron a enfrentarse al régimen. Fue justamente en Mir, donde inicialmente se organizó la primera célula del Movimiento 26 de Julio (MR-26-7) a mediados de 1956, por miembros del desmembrado Partido Ortodoxo. Pronto la organización creció hasta alcanzar nuevas células en: Buenaventura, Jagüeyes, Domínguez, Las Calabazas y San Agustín. Estos grupos pasaron a una segunda etapa de lucha en 1957, con apoyo directo a las tropas que operaban en la Sierra Maestra, recogiendo armas e incorporando nuevos miembros a las guerrillas.

El territorio sintió la represión batistiana en carne propia: el día 26 de diciembre de 1956 en Aguarás, fue asesinado el campesino Isaac Hernández Oliver, el 29 de noviembre de 1958, José Piña Guzmán corrió igual suerte y el 22 de octubre de 1958 fue ahorcado el campesino Ramón Reyes Pupo.

En el segundo semestre de 1957, en los montes de las llanuras de los términos municipales de Holguín, Bayamo y Las Tunas, se organizaron grupos guerrilleros, generalmente de luchadores clandestinos, que por la persecución policial se veían obligados a abandonar las ciudades. AI principio, la labor fundamental de estos grupos se centró en recolectar armas, construir una infraestructura logística y hacer trabajo político con la población, luego, sabotearon vías telefónicas y de comunicación, aniquilaron delatores, y en otra etapa, emprendieron operaciones más significativas, que implicaron emboscadas a patrullas militares.

Fidel, en enero de 1958, designó a Orlando Lara como jefe de operaciones de estos grupos. A mediados de marzo, Orlando Lara consolidó una pequeña tropa y decidió atacar al cuartel de Mir, para enunciar la presencia de guerrillas en la zona, en un momento que el ejército negaba su existencia. A la vez que se apoyaba la huelga general y se creaba un estado psicológico favorable entre la población y los luchadores del área. En definitiva, el 31 marzo de 1958, alrededor de las diez de la noche tuvo lugar el ataque, considerado el primero de este tipo en el llano.

Las armas ocupadas al ejército en su fracasada ofensiva en la Sierra Maestra, permitieron formar un frente de lucha en el llano, para distraer las tropas acantonadas en los principales centros urbanos, controlar las vías de comunicación, paralizar los principales objetivos económicos y obligar al régimen a aceptar el fin de la contienda. En octubre se constituyó el IV Frente “Simón Bolívar”, pero en realidad el grueso fundamental de las fuerzas que lo integraron se encontraba operando en la zona mucho antes. Fidel nombró a Delio Gómez Ochoa al frente de esta misión.

El ataque al cuartel de Buenaventura se produjo el 31 de diciembre y para ello previamente se concentraron las tropas que lo atacarían en el Cruce de Mir. La rendición se produjo el día 1 de enero en horas de la tarde.

La Revolución en el poder

El período desde 1959 a 1962 fue de lucha ideológica intensa, pero resultó básico en la consolidación de la Revolución, al crearse y desarrollarse las estructuras que consolidaron al estado socialista.

La vida política local era un hervidero de ideas y opiniones encontradas. Los integrantes del MR-26-7, eran mayormente del Partido Ortodoxo, pero había numerosos miembros sin afiliación partidista alguna. En abril de 1960 se reestructuró el MR-26-7 y quedó encabezada por Amaro Sierra, como presidente; Clara Castillo, tesorera y Prudencio Pérez, encargado de la propaganda.

Las intervenciones y, en especial, la reforma agraria generó las primeras acciones contrarrevolucionarias. Rápidamente proliferaron organizaciones compuestas de propietarios afectados, ex militares del ejército batistiano y del Ejército Rebelde.

Mir se benefició con la construcción de una colectividad campesina vinculada a una de estas cooperativas. La moderna comunidad se denominó “Calixto García” y estaba compuesta de más de 30 casas, una tienda del pueblo, un círculo social obrero y un moderno centro escolar, a la vez que se electrificó y se le dotó de otras facilidades.

La construcción de centros docentes y dotarlos de maestros, fue una de las tareas priorizadas. El 14 de marzo de 1959, cuando apenas habían transcurrido unas semanas del triunfo, se emprendió un censo por los maestros en barrios y fincas para determinar el número de niños analfabetos.

La forma y los motivos de celebración también se fueron transformando. El Unión Club de San Agustín, las Sociedades de Buenaventura y Mir se abrieron y aceptaron fiestas populares. En 1961 fueron convertidos en Círculos Sociales Obreros.

El 21 de julio de 1963, se organizó en Mir el comité municipal del PURSC y ese propio año, motivado por la reestructuración y planes que se trazaba el país, se transformó la división político-administrativa existente y se creó la Región, una nueva instancia entre la provincia y los municipios. El territorio de la actual provincia de Holguín quedó dividido en tres regiones: Holguín-Gibara, acompañada por Banes-Antilla y Mayarí- Sagua de Tánamo- Moa-Nicaro.

Constitución del municipio Calixto García y sus organizaciones políticas y gubernamentales

Uno de los nuevos municipios fue: Mir-Buenaventura o Calixto García, que así se le encontraba indistintamente en la prensa y documentos oficiales. Calixto, como popularmente se le empezó a llamar, nació con una extensión de 909 Km2, una población de 39 035 personas y una tasa de crecimiento del 2,55 %, mientras la densidad de población era de 42, 9 h / Km2.

Por primera vez el territorio dejaba de ser parte del término de Holguín y tenía su propia estructura municipal. Los núcleos poblacionales fundamentales eran: Mir, Buenaventura, Omaja, San Agustín, Las Parras y Sabanazo.

Ese propio año, el día 16 de diciembre, en este lugar quedó constituido la Dirección municipal de la FMC. La cosecha de algodón, el apoyo a los macheteros en la zafra y las inscripciones de los jóvenes al Servicio Militar Obligatorio, constituyeron las tareas priorizadas. Al nuevo municipio se le consideraba agropecuario en casi su totalidad, limitándose la producción industrial a siete panaderías, par de tabaquerías y dos aserríos, que poco más tarde desaparecieron, ubicados en Monte Alto y Las Calabazas.

Junto a la creación del municipio se puso a dura prueba su capacidad de organización y recuperación. En 1963 fue aniquilado un grupo contrarrevolucionario armado en Guayabo y la mayor parte de las cosechas se perdieron por el ciclón Flora que provocó grandes inundaciones con inmensas pérdidas económicas y de vidas humanas.

En el campo se produjeron transformaciones que rompieron el aislamiento en que vivía el campesino. Ahora, estos agricultores, en el marco de sus reuniones, abordaban retos emulativos, fortalecimiento de los planes de trabajo y designación de los productores de avanzadas; todas cuestiones nuevas, para quienes por años habían permanecido relegados y sin organización, pero también aparecieron restricciones al mercado privado de productos agrícolas y los pequeños plantadores debieron comercializarlos a través del sistema de acopio estatal, que no siempre era un comprador seguro, además de imponer precios fijos y en ocasiones demasiado bajos.

Una forma de gobierno más práctica que las anteriores y ligada a la comunidad, fueron las Administraciones Locales o Poder Local, establecidas en Holguín en enero de 1966. En esa etapa se arraigó definitivamente Buenaventura como sede gubernamental.

Transformaciones económicas, políticas y sociales

En diciembre de 1971 se inició la construcción de dos Escuelas Secundarias Básicas en el Campo (ESBEC) en el barrio de Guaramanao en el municipio de San Andrés. El propósito era construir siete en San Andrés. Las dos primeras secundarias serían nombradas posteriormente como: “Mariana Grajales” y “Bartolomé Masó”.

Parte de la vida diaria en los cuartones comenzó a girar en torno al Circulo Social y la Tienda del Pueblo que suministraba la canasta básica. Asistir a la bodega e intercambiar con los vecinos sobre los productos que desaparecían o que eran sustituidos por nuevos procedentes de los países del campo socialista, empezó a imponerse como una práctica cotidiana y abarcar una parte de la conversación diaria en el hogar.

En la segunda mitad de los sesenta y la primera de los setenta se produjo un aumento considerable de la población en los cuatro asentamiento principales, por ello, tras los resultados del censo de 1970, cuando la población del municipio era de 46,600 habitantes, se incluyó a San Agustín, Mir y Buenaventura en la categoría de urbanos.

En los años setenta se consolidó el municipio como potencia beisbolera, representado por el equipo de Domínguez, y el 21 de julio de 1974 se convirtió en campeón regional de primera categoría jugando frente a Báguano.

En 1975 tuvo lugar el primer congreso del PCC, donde se aprobaron un conjunto de estrategias, tesis y resoluciones que regirían la vida del país, entre ellas, las primeras elecciones a los órganos del Poder Popular, forma de gobierno que sustituyó al Poder Local. Previamente se había dictado la ley que estableció una nueva División Político Administrativa y como resultado de ella se le anexó al territorio una importante y fértil extensión que antes había pertenecido al municipio San Andrés, así como pequeñas porciones de Maceo y Velasco, mientras que se cedió parte de la zona occidental a Las Tunas. Buenaventura se consolidó oficialmente como la cabecera municipal.

Al iniciar esta década “Calixto García” constituía ya el polo agroganadero, educacional y avícola más importante de la provincia.

Durante el primer lustro el plan de escuelas en el campo se consolidó y llegó al máximo de su capacidad histórica en cantidad de planteles educacionales, si bien muchas de ellas mostraban ya cierto deterioro y los afanes por obtener cifras desmedidas de promoción, la baja retención escolar y asistencia de los alumnos, así como el descuido del mobiliario, afectaban la calidad del proceso docente-educativo. Las actividades deportivas se masificaron y diversificaron como nunca antes. A la tradicional práctica del béisbol, que comenzó la construcción de un nuevo estadio en Buenaventura, se unió la de fútbol, atletismo, boxeo, del que se construyó un gimnasio en 1982, voleibol, ajedrez, equitación, que obtuvo resultados relevantes y judo, de manos del destacado atleta Alejandro Amores.

También, la infraestructura de Cultura creció considerablemente. Funcionaban en el territorio una biblioteca, dos cines, dos conjuntos musicales, una brigada artística nombrada “XX Aniversario”, un anfiteatro, un coro, una librería, un grupo de teatro y dos proyectores de 16 mm, que llevaban a los lugares más apartados el disfrute del séptimo arte[3]. A la par, se terminó la Casa de Cultura de Buenaventura y en noviembre de 1984, se culminó la Casa de Cultura Comunal en Mir.

El movimiento cooperativista de producción agropecuaria y el de créditos y servicios (CCS) avanzó a finales de los setenta y el lustro siguiente, para ir decreciendo posteriormente la primera modalidad. En un primer momento las CPA impactaron en la población rural, por presentar un proyecto nuevo de producción, distribución y transformación de las condiciones de vida de las familias que ingresaran, pero esta tarea se afectó producto a malas orientaciones e interpretaciones.

En el informe de Rendición de Cuenta a la Asamblea Nacional del Poder Popular, tercera legislatura, en 1987, las referencias a nuestro municipio lo situaban como uno de los menos fuertes en las fuentes de empleo y también se señalaban sus pocas posibilidades de desarrollo acelerado debido a su tipo de economía.

A finales de los ochenta empezaban a verse las consecuencias de los cambios que ocurrían en el campo socialista europeo, principales socios comerciales de Cuba. Un sinfín de productos empezaron a escasear y una serie de servicios dejaban de prestarse por falta de materias primas.

En esta década el municipio se vio conmovido hasta los cimientos en todas sus estructuras sociales y económicas, pero en especial, en los sectores de servicios como la salud, la gastronomía, la educación y el transporte; de la misma manera sufrió grandemente el suministro de alimentos. La población se enfrentó a situaciones nunca experimentadas y para las que no estaba preparada.

A toda costa se mantuvo el programa de construcción de los consultorios médicos en las comunidades. Salud Pública tomó medidas urgentes en cuanto al Programa Materno Infantil. A partir de numerosas medidas se registró una disminución en los casos de rabia, leptospirosis, además de una mejoría en la calidad del agua y la leche.

Los materiales para la construcción de viviendas dejaron de entrar. Para paliar tal situación, el municipio construyó una fábrica de bloques con capacidad para más de 3 500 unidades diarias y creó el Consejo Técnico Asesor, que agrupaba a los mejores innovadores en la búsqueda de soluciones a los problemas más acuciantes del territorio, cuando las inversiones estatales eran cada vez menores

El Gobierno y los Organismos se esforzaron para garantizar la alimentación de la población; cuando la producción de dulces de harina se vio afectada por la falta de mantequilla, leche y manteca hidrogenada. Con medios rústicos se elaboró mermelada de frutas, pasta de maní criolla, encurtido de tomate, entre otros productos.

La economía del municipio en 1996 comenzó a dar señales de recuperación, aun cuando las necesidades eran muchas y los recursos con que se contaba insuficientes. En 1998 se construyó la Plaza de la Revolución de Buenaventura y la pista de Rodeo de este poblado.

Al finalizar el siglo, el municipio contaba con 142 médicos, 29 estomatólogos y 147 enfermeras cifras inimaginables a inicios de la Revolución y la situación económico social era de franco avance.

Nuevos retos y perspectivas se presentaban en el horizonte de los calixteños, en especial en la búsqueda de una agricultura sostenible adecuada a nuestros suelos, ya que de la totalidad de tierra del territorio, el 51,3 se registraba como dedicado a la agricultura, pero de ellas solo el 21,9 se dedicaba a los cultivos[4].

Calixto García en el siglo XXI

La primera década del siglo actual fue de recuperación después de diez largos años de fuertes privaciones. Los renglones económicos donde el municipio había sido potencia histórica estaban resquebrajados. El número de cabezas de ganado había disminuido sensiblemente y con él la producción de leche y carne. Las vaquerías mecanizadas cerraron por falta de piezas y no se volvieron a recibir los piensos de importación para la alimentación vacuna y avícola.

El transporte de pasajeros se mantuvo con altas y bajas durante toda la década por la falta de ómnibus y solo con la flexibilización del cuentapropismo en el año 2010 y la incorporación de carros particulares, logró un elevado número de viajes y millones de viajeros transportados, en especial, la ruta de Buenaventura-Holguín, si bien los precios del pasaje subieron abruptamente y la situación del transporte en las zonas rurales mejoró muy poco.

Se experimentaron mejoras en la producción de materiales de la construcción, y en ello influyó la recuperación de la cantera de áridos ubicada en Cañada Honda, a su vez la producción privada de ladrillos creció y para el 2006 alcanzaba cifras significativas.

Un acontecimiento sin precedentes ocurrió en el año 2006 en Buenaventura. Exactamente el 9 de febrero, se produjo la llegada de un grupo de 20 jóvenes bolivianos que vivirían en casas de familias, con el propósito de cursar la carrera de medicina, recibiendo clases de los médicos locales y haciendo sus prácticas en el hospital de este pueblo.

Otro acontecimiento que revolucionó al territorio fue la Universalización de la Educación Superior. Con esta oportunidad, centenares de jóvenes matricularon carreras universitarias y numerosos profesionales se vincularon como profesores.

En medio de esta situación se produjo un evento meteorológico en la madrugada del 8 de septiembre de 2008, que propinó un duro golpe a la economía y sacudió la vida local hasta sus raíces: el huracán Ike. Ante el advenimiento de este fenómeno se tomaron medidas para proteger a la población y los recursos económicos, pero la terrible tempestad destruyó, en horas, el esfuerzo y sacrificio de meses y años de trabajo. A su paso resultaron afectados 98 establecimientos de Comercio y Gastronomía, 7 969 viviendas, de ellas, 792 derrumbadas totalmente y 68 escuelas fueron dañadas, impidiendo el inicio del nuevo curso escolar[5].

Con perseverancia y un entusiasmo digno de ser recordado, el pueblo se dio a la tarea de la recuperación.

Un signo de recuperación de la agricultura y la ganadería, en el año 2009, fue la producción de cuatro millones de litros de leche, convirtiéndose nuevamente en el primer productor de leche, carne de res y viandas de la provincia, así como el tercero en granos.

Al finalizar la década se crecía en la producción agropecuaria y aumentaban constante los trabajadores por cuenta propia, dándole un nuevo matiz a la economía local, pero continuaban las insatisfacciones por los altos precios del transporte, los alimentos y los artículos de primera necesidad; la burocracia, la dualidad monetaria y la baja efectividad contra el delito.

Referencias

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