Historia del municipio Moa (provincia de Holguín)


Historia del municipio Moa (provincia de Holguín)
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Cronología
Comunidad primitiva
Colonia
Intentos para constituir una colonia.
Los Palenques en Moa.
Guerras por la Independencia
Guerra de los Diez Años
Guerra del 95
Neocolonia
Demografía de Moa
Explotación minera
Explotación de la industria forestal
La lucha insurreccional
4 Revolución en el poder
Estructura administrativa
Internacionalismo proletario recibido en Moa
Logros en la educación, cultura, salud y deporte

Historia del municipio Moa. La historia del municipio Moa inicia con la comunidad primitiva y llega hasta la actualidad. Analiza los intentos para constituir una colonia, la formación de palenques, así como las luchas por la independencia; y durante la república neocolonial comenta sobre la demografía, la explotación minera y de la industria forestal y la lucha insurreccional, hasta llegar a la etapa revolucionaria.

Es uno de los 14 municipios que conforman la provincia Holguín, se localiza en su región noreste. Limita al norte con el océano Atlántico, por el sur con el municipio Yateras, al este con Baracoa, perteneciente y por el oeste con Sagua de Tánamo y Frank País. Se reconoce internacionalmente por sus yacimientos minerales, que hacen que Cuba sea el quinto productor mundial de níquel. Es municipio más oriental de la provincia. La zona montañosa del territorio se halla dentro del Plan Turquino y una gran parte de ella está dentro del Parque Nacional Alejandro de Humboldt, Patrimonio de la Humanidad.

Comunidad primitiva

El área que actualmente ocupa el municipio Moa formó parte de territorio de la provincia India de Xagua, que compartía el espacio geográfico desde Levisa hasta Nibujón, esto justifica los hallazgos arqueológicos que se produjeron en Cañete, zona costera, que por mar tenía comunicación directa con Nibujón y Baracoa, lugares con una mayor población aborigen.

La tradición popular se encargó de dar a conocer la existencia de un grupo de tumbas delimitadas por caracoles marinos, acompañadas por cruces de madera, ubicados en una estera frente a Punta Guarico[1]. En 1989 un grupo de jóvenes egresados de una escuela de Espeleología realizaron la primera expedición al lugar, entrevistaron pobladores y formularon la correspondiente notificación a la entonces filial de la Academia de Ciencias, pero no fue hasta el 10 y 11 de abril de ese año, que un grupo de especialistas del Centro Oriental de Arqueología del CITMA en Holguín, acompañados por el entonces historiador del municipio Ibrahim Montero Ramos y sirviendo como guías y conductores de la rústica embarcación los hermanos Ramiro y Gerino González González, descubrieron que no eran leyendas sino sitios arqueológicos que aportaban un nuevo capítulo a la historia de Moa.

El hallazgo de artefactos indígenas y restos de conchas derivadas de su elaboración, así como el reporte de caracoles con perforación circular, sugieren que una gran parte del depósito, fue generado por la acción humana. La presencia de cerámica es un importante indicio para determinar la filiación al grupo agroalfarero. En sitios cercanos y ya en terreno firme se encontraron otros que fueron bautizados como Tiguabillo 1 y 2 en la finca de la familia Amaro Reynosa. En las márgenes del río Jaguaní en la zona montañosa de la Melba, se han hecho reportes de hallazgos de artefactos de factura aborigen[2] .

Colonia

Entre los días 24, 25 y 26 de noviembre de 1492 se reporta el paso de Cristóbal Colón y la tripulación de sus carabelas por las costas moenses, su admiración por las tierras rojizas y los recursos naturales de esta. El Almirante describe con admiración el paisaje que forma la sierra de Moa, sus anchos ríos que descienden desde las montañas, lindísimas aguas y piedras brillantes que parecían ser oro. Mención especial merece la floresta, en la que destaca los grandes pinares, y recomienda que se podían hacer cuantos navíos deseasen[3].

En la noche del 24 de noviembre navegó despacio y vio los arrecifes que protegen la costa de los fuertes oleajes, y bautizó la bahía como Santa Catalina, por ser ese día de conmemoración a esa santa de la Iglesia Católica. El día 25 escribió que vieron por la playa muchas más piedras de color de hierro, y otras que decían algunos que eran minas de plata, refiriéndose a los minerales de la región; ordenó a sus marineros que recogieran un grupo de aquellas piedras para llevarlas a España. Esta es la primera referencia que se tiene de la existencia de minerales en Moa, aunque tuvieron que pasar más de cuatro siglos para que fueran explotados los yacimientos de la zona.

La descripción que hizo Colón el 26 de noviembre coincide con el paisaje de la región: describe que al sudeste del Cabo del Pico (Punta Guarico), están dos islotes que tendrán cada uno dos leguas de circunferencia y también tres maravillosos puertos y dos grandes ríos. Se trata de los Cayos del Medio y Chico, las bahías de Cañete y Yamanigüey y los ríos de los mismos nombres. El Almirante refirió en su diario que en toda esta costa no habían visto poblado alguno, que podría haberlo para el interior, que sus marinos observaron en algunos sitios de la costa señales de gente y huesos.

Uno de los intentos de lucha de los aborígenes contra los españoles tuvo por escenario territorios adyacentes a Moa y fue protagonizado por un cacique de la zona de Baracoa llamado Guamá que se alzó por allí en los primeros años de la década de 1520 y estuvo luchando hasta el año 1533, cuando murió de forma misteriosa. Durante más de diez años el cacique Guamá, junto a su esposa y numerosos aborígenes vivió de forma independiente en las montañas del macizo Sagua- Baracoa, por lo que debió estar en el territorio, entonces un lugar aislado, intrincado y totalmente deshabitado.

En el año 1598 se realizó el primer reconocimiento geológico en la isla, el que se extendió hasta la parte oriental, descubriéndose la existencia de diversos minerales. Sin embargo, no parece que el territorio de Moa, donde Colón había observado la existencia de minerales, fuera explorado y no aparece ninguna referencia al respecto. Esos yacimientos permanecieron sin ser explorados.

En la segunda mitad del siglo XVIII fue constituido el hato de Tánamo y otros en la parte oeste de Moa incluyendo el de Cananova. En la región de Sagua de Tánamo se inició la explotación forestal con el fin de enviar la madera al astillero de La Habana, en tanto algunos agricultores fundaron asentamientos y se dedicaron a la siembra del tabaco. Sin embargo, la zona de Moa se mantenía despoblada.

Intentos para constituir una colonia

Según documento firmado el 3 de septiembre de 1831, se reunieron en la casa de gobierno en La Habana las máximas autoridades de la Isla para autorizar la formación de una colonia, en el lugar conocido como Punta Gorda. Según expediente promovido por el señor Don Andrés Garr, el mismo fue aprobado con las condicionantes de construir las estructuras para la ubicación de la Iglesia Católica, casa del ayuntamiento, plazas, calles, sitios para la batería, casa del cura, cárcel, escuelas de primeras letras y un cuartel para la tropa que la sirva y custodie. Así mismo, se platea que la casa del ayuntamiento, la Iglesia formal, el hospital y el pago para los empleados serian materia de tratamiento cuando la colonia hubiese progresado[4].

Los Palenques en Moa

La fundación de palenques como medio para huir del maltrato al que eran sometidos los esclavos colocó a Moa un lugar en la historia de esa época. De este modo surge el palenque El Frijol que según el doctor José Luciano Franco “fue uno de los más renombrados del oriente cubano”, en este vivieron unos 300 apalencados entre hombres y mujeres. Estos realizaron acciones de rebelión contra los hacendados de los territorios cercanos. A raíz de la toma de posesión en 1816 del gobernador militar y político de Santiago de Cuba: Eusebio Escudero, existían muchas quejas de los propietarios de cafetales y otras haciendas cercanas sobre las incursiones de los apalencados y los daños ocasionados a las plantaciones en la jurisdicción.

Las incursiones de los apalencados las hacían contra las haciendas de los territorios de Cuba, Guantánamo, Baracoa y Sagua. En numerosas ocasiones fueron organizadas partidas de rancheadores para batirlos y desalojarlos. En 1836 se anunció un asalto a este palenque, sin embargo, el 26 de junio de 1840, todavía se relataban correrías de los apalencados y se aseguraba que las lomas de Moa seguían infectadas de esclavos.

Guerras por la Independencia

Guerra de los Diez Años

Al iniciar la guerra por la independencia, en 1868, la mayor parte del territorio de Moa pertenecía a Baracoa y la parte este correspondía a Sagua de Tánamo que era jurisdicción de Guantánamo. Sagua era una población de cierta importancia con fuentes económicas propias y alguna infraestructura social, desde 1868 las fuerzas del Ejército Libertador comenzaron a operar por zonas aledañas, hostilizando a las fuerzas españolas. En marzo de 1869, al crearse en el territorio holguinero dos Brigadas del Ejército Libertador, la occidental y la oriental, las dos subordinadas al Mayor General Julio Grave de Peralta y la oriental al General Luis Marcano, bajo cuyo mando quedaron las columnas de Mayarí y Sagua.

El 13 de agosto de 1871 el general Máximo Gómez ordenó al sexto batallón al mando del teniente coronel Silverio del Prado dirigirse en misión de distracción sobre la zona de Sagua de Tánamo, y el 18 al cuarto batallón, al mando del teniente coronel Antonio Maceo y Grajales, operar en Monte Líbano y luego a Sagua de Tánamo. Las fuerzas del teniente coronel Del Prado incursionaron sobre Sagua y sus alrededores incendiando vegas, fincas ganaderas, e hicieron varios prisioneros. Las de Antonio Maceo quemaron varias fincas en el oeste de Sagua y ocuparon dos correos enemigos. Ambas fuerzas regresaron al cuartel general antes de finalizar agosto. Así la guerra llegó con fuerza a Sagua de Tánamo y sus lugares cercanos, incluyendo zonas de Moa.

A finales de noviembre de 1876, el Titán de Bronce dispone la concentración de sus unidades para ejecutar la proyectada invasión a Baracoa. El día 23, salió Maceo con 1 300 hombres en dirección a Sagua. Parte de las fuerzas penetraron en la propia ciudad de Sagua de Tánamo y también se apoderaron de los caseríos Cedro, Juan Díaz y Zabala. El éxito de la operación fue completo, no sólo en lo estratégico, sino también por el valioso botín conquistado. Después de este ataque, el brigadier Maceo llegó al río Sagua o uno de sus afluentes y por él se corrió hacia el sur, no dejando huellas. Luego se internó en las montañas vírgenes de la Gran Tierra Desierta de Moa. A los diez días de iniciada esta caminata sobrenatural, sólo soportable por la infantería oriental del Ejército de Maceo, llegaron a la zona de Baracoa.

Guerra del 95

En 1895 Moa continuaba desierto, aunque en Cañete residían algunas familias y en zonas aisladas otros que se dedicaban a la tala de árboles y la siembra de frutos menores para el autoconsumo, no había caminos que facilitaran comunicación con Sagua o Baracoa y ni siquiera había un muelle en sus costas.

Al reiniciar la contienda bélica el 24 de febrero de 1895 en el área de Moa no se libraron combates porque las condiciones no lo propiciaron, fundamentalmente por la inexistencia de un asentamiento poblacional, la incomunicación del lugar y la no permanencia de tropas españolas allí.

El Coronel Félix Ruenes, en unión de otros jefes de la guerra del 68, organizaron la lucha en las cercanías de Baracoa y el triangulo entre Baracoa, Guantánamo y Moa; es así como en este territorio fue creada una retaguardia de las tropas mambisas en la zona de Cañete que estaba algo poblada. En 1896 fue establecida en dicho lugar una especie de prefectura con el objetivo de fabricar sal a partir del agua del mar para suministrarla a las tropas mambisas que operaban en las zonas aledañas.

Para atender la salina fue definido un pelotón de soldados mambises, entre ellos algunos que residían en el propio lugar, como Juan Francisco Reinosa Real (Panchito), que había nacido en el territorio de Moa. Esta salina funcionó hasta la terminación de la guerra en 1898 y el lugar donde se encontraba fue conocido desde entonces como La Comandancia, ya que allí estaba la dirección de la prefectura y era visitado por mambises de diferentes campamentos.

En La Veguita, junto al río Moa, fue creado en 1897 un campamento de tránsito mambí con un pelotón al mando de un sargento para ayudar a los correos y tropas que viajaban entre Sagua de Tánamo y Baracoa. En ese lugar vivió hasta la segunda mitad del siglo XX Alejandro Baldomero Cuba Jardines, miembro del ejército libertador.

Neocolonia

Demografía de Moa

El año 1899 el gobierno interventor norteamericano realizó un censo de población, en el que por primera vez en estas investigaciones aparecen los barrios formando parte de los municipios. En las memorias de dicho censo se halla el barrio de Cañete como parte de Baracoa con una población de 97 habitantes, se estima que todo lo que hoy es el municipio Moa formaba parte de ese barrio, lo que demuestra que era una región casi deshabitada en los años finales del siglo XIX[5]. En la primera década del siglo XX unas pocas familias se establecieron en este territorio en zonas montañosas y comenzaron a cosechar frutos menores y café, los primeros para el autoconsumo. Las actividades que realizaban eran la pesca, la caza y la agricultura como medio de subsistencia.

Durante la segunda intervención estadounidense se realizó un nuevo censo poblacional, ya no aparece como un barrio el de Cañete sino el de Nibujón, por lo que todo lo que es hoy el territorio de Moa pertenecía a él. El número de habitantes residentes en ese barrio era de 327[6].

En el año 1908 el ayuntamiento de Baracoa acordó segregar del barrio de Nibujón la región comprendida en la Gran Hacienda de Moa o Gran Tierra de Moa y crear un nuevo barrio con este nombre. En noviembre de ese año el alcalde municipal de Baracoa designó como alcalde de barrio en Gran Tierra de Moa al ciudadano Juan Gaínza y como segundo alcalde de barrio a Catalino Cancañón.

En el año 1931 se realizó un nuevo censo de población en Cuba y la población residente entonces en el barrio de Gran Tierra de Moa era de 572 personas[7], lo que indica que en doce años sólo se había incrementado en 227 personas, pese a que ya se habían realizado varias exploraciones mineras. En lo que es hoy la ciudad de Moa sólo residían cuatro familias en 1930, el resto de los habitantes vivían en la comunidad de Cañete y zonas aledañas como Cupey, esas familias se dedicaban a la tala de árboles para la comercialización de la madera.

La explotación de algunos yacimientos de cromo refractario y cromita y la exploración y desarrollo de los cotos mineros fue una modesta fuente de empleo para los pocos vecinos de la región, ya que cuando se realizaban esas labores los residentes eran contratados como peones por las compañías participantes. También la industria forestal tuvo alguna importancia en la economía de los habitantes de Moa.

Los resultados de los censos poblacionales manifiestan un crecimiento en la cantidad de habitantes desde 1907 hasta 1943[8]. Según el periódico Adelante editado en Baracoa se refiere en el Padrón Electoral del año 1947 participaban unos 510 moenses en las elecciones de los distintos partidos políticos. De igual modo, el libro de población por barrios que se conserva en los fondos del museo de Baracoa muestra la población de Moa de la siguiente manera 1899, 97 habitantes; 1907, 327 habitantes; 1931, 572 habitantes. Contemplando a Moa desde Cayo Guan hasta Cananova en 1899 y desde Cananova hasta Managua como barrio de Nibujón[9].

En el año 1943, al realizarse el censo de población y viviendas, el barrio de Gran Tierra de Moa tenía 2 mil 445 habitantes, cuatro veces y media los que había en 1931[10]. Este brusco incremento fue propiciado por la apertura de dos centros de trabajo, la industria forestal y las minas de cromo, así como la aparición de algunos comercios y otros servicios.

En 1953 se realizó el último censo de población y viviendas de la etapa de la seudorepública; la población de Moa era entonces de 4 mil 445 habitantes[11], es decir, que casi se duplicó en diez años producto del surgimiento de nuevos asentamientos y la apertura de otros centros laborales, como es natural la infraestructura social, especialmente lo referente al comercio minorista, tuvo algún crecimiento en esta etapa. De 1954 a 1958 se produjo un nuevo crecimiento poblacional, esta vez en el propio poblado de Moa, debido a que la compañía minera Freeport Sulphur, aumentó el número de sus trabajadores y creó una base de apoyo para la construcción de la fábrica de níquel y el desarrollo minero.

Explotación minera

El gobernador militar Leonardo Wood, por orientaciones de su gobierno dispuso la realización por especialistas estadounidenses de una amplia investigación de las riquezas naturales de la Isla, particularmente en el Oriente. La información obtenida refiere sobre los yacimientos de Moa: “Hay una cantidad de minas de hierro cromoso sobre la superficie del terreno.” [12] Hacen alusión a las minas a cielo abierto que hoy se explotan en este territorio.

En los años 1902 y 1903 compañías estadounidenses continuaron realizando exploraciones en Moa y otros sitios del norte oriental, pero siempre consideraban como mineral de hierro sólo una parte de las lateritas. En 1904 la compañía American Spanish Iron, subsidiaria de Pensilvania Steel Co. inició las exploraciones en Pinares de Mayarí mientras solicitaba del gobierno cubano grandes concesiones de tierra donde estaban enclavados los cotos mineros.

El presidente de esa compañía en su división de Oriente norte era el señor Charles F. Rand que mantenía relaciones de trabajo con los hermanos Aguilera Kindelán[13], quienes estaban asociados a ese consorcio en la explotación de minas de manganeso. Eugenio Aguilera Kindelán acompañó al señor Charles Rand en una visita a los yacimientos lateríticos de Mayarí y Moa y le aconsejó sobre la importancia de esos grandes depósitos de hierro.

Con el fin de llevar a cabo pruebas con esos minerales, se efectuó el primer embarque de Cuba a Estados Unidos, consistente en cinco mil toneladas de la mina Candelero en el barrio de Caboníco. Ese mineral fue procesado en los altos hornos de la compañía y con el acero obtenido se fabricaron carriles que fueron colocados en las líneas del ferrocarril del estado de Pensilvania. El resultado fue satisfactorio y quedó comprobado que este mineral reunía condiciones para la fabricación de aceros.

Al conocerse esos resultados, las denuncias realizadas por la compañía estadounidense American Spanish Iron Co. para lograr concesiones mineras, trajeron debates con los propietarios de las tierras, que sostenían que los terrenos no eran minerales sino ocres. Sin embargo, triunfó el alegato del presidente de la compañía, Mister Rand, y fueron dadas las concesiones a la empresa foránea.

El contenido de níquel en las lateritas cubanas fue descubierto en 1905 cuando la compañía Bethlehem Cuba Iron Mines Co. embarcó mineral de unos depósitos de Mayarí y en Pensilvania comenzó a producir hierro cechino en altos hornos. Se encontró que el mineral contenía suficiente níquel para ofrecer fragilidad al acero.

Estos descubrimientos provocaron que los yacimientos de Moa llamaran la atención de los intereses mineros estadounidenses. Entre 1905 y 1906 la compañía American Spanish Iron Co, que presidía Mister Rand, comenzó a desarrollar los yacimientos de Moa.

En 1909 se conocía de personas interesadas en adquirir en calidad de arrendamiento el territorio de la finca rústica llamada Gran Tierra de Moa, el alcalde de Baracoa acordó sacar a subasta los referidos terrenos en una extensión de 10 mil hectáreas, con un precio de arrendamiento de entre 25 y 30 pesos por caballería. El 4 de septiembre de 1909 culminó esta subasta y los terrenos fueron adquiridos en calidad de arrendamiento por 25 años por el señor Eugenio Aguilera Kindelán, socio de Mister Rand, el presidente de la American Spanish Iron Co. Así los yacimientos minerales de Moa pasaron a manos de esa compañía estadounidense.

En 1910 los trabajos de exploración de los yacimientos lateríticos de esta región habían sido realizados en Pinares de Mayarí, Sagua de Tánamo, Baracoa oeste, Yamanigüey, Los Lirios, Cabañas, Yagrumaje y otros. Entre 1900 y 1920 diferentes compañías estadounidenses exploraron los terrenos cercanos a la costa y hasta las premontañas entre Moa y Baracoa y descubrieron y denunciaron un grupo de yacimientos de cromo refractario y cromita. Entre estos se hallaban las minas de Cayo Guan, Narcisa, La Delta, Amores, Merceditas, Piloto, Trío Falio, Potosí Superior, Carmen, Las de Calunga y otras. En algunos de ellos extrajeron poco mineral antes de 1915, pero más que para su comercialización, para su análisis y conocer tipos y cantidad de metales contenidos.

En el año 1919 fue creada la Compañía Minera de Moa, integrada por consorcios estadounidenses que tenían concesiones en la región. El propósito principal de esta compañía era explotar una mina de oro que se creían radicada en el lugar conocido por El Johnson. Después de excavar y tomar muestras no encontraron oro. Sin embargo, los técnicos de esa entidad analizaron otros yacimientos como los Naranio, Cromita y Cayo Guan y comprobaron que los mismos tenían una existencia de 36 por ciento de óxido de cromo, y que era factible su explotación tanto a cielo abierto como en la minería subterránea, pero no fueron explotadas hasta terminando la década de 1930.

Durante la Segunda Guerra Mundial se extrajeron cifras considerables de alrededor de 200 mil toneladas anuales de cromita al 33 por ciento, la mayor parte fueron llevadas hacia Estados Unidos en embarcaciones que viajaban en convoyes con barcos de guerra de custodios para evitar ser hundidas por los submarinos alemanes que merodeaban estos mares. Para lograr los volúmenes de mineral fue necesaria la explotación de diferentes yacimientos como Cromitas, la Delta, Calunga, Piloto, Merceditas, Potosí, Cayo Guan y Narcisa. En el otoño de 1951, la Freeport Sulphur Co. y su subsidiaria Nicaro Nickel Co, comenzó a desarrollar sus yacimientos de minerales lateríticos en la zona.

Explotación de la industria forestal

Entre los años 1900 y 1930 la explotación de las riquezas forestales de Moa estuvo limitada a las márgenes del río Jiguaní y zonas aledañas y consistió en la tala de árboles, muchos de madera preciosa, que fueron convertidos en bolos y embarcados a través del propio río o del muelle de la bahía de Taco. La industria forestal no tuvo importancia económica en esa etapa por la carencia de aserraderos y muelles, además de otros medios para aprovechar las riquezas contenidas en los bosques de la región, limitándose a la tala selectiva de algunas especies.

En el año 1914 una compañía de intereses holandeses, después de hacer algunos estudios, solicitó autorización para la explotación de los pinares existentes en los bosques de Moa, con el objetivo de extraer la resina, muy utilizada en producciones química. Tras lograr el permiso, convino con la entidad que poseía los derechos para la utilización de estas tierras y realizó algunas inversiones en la bahía de cayo Moa. Poco más de un año después, y teniendo en cuenta que la compañía no percibía las ganancias que había previsto, se retira y el negocio de la extracción de la resina de pino fracasa.

En el año 1937 los propietarios de una compañía consignataria de Boorkes de Santiago de Cuba, Mister Warmore y Mister Brooker, en unión de conocedores de la re-gión, visitaron esta zona y se interesaron por las riquezas forestales existentes en sus bosques. Por esa misma época, el señor Gerardo Aulet, que se dedicaba a diferentes negocios, se interesó por las minas de cromo de Cayo Guan y Narcisa, que en esos momentos estaban inactivas.

Luego de conseguir el permiso correspondiente para la explotación de las riquezas forestales y llegar a un acuerdo con la Juragua Iron Co., que poseía las concesiones mineras, los dos norteamericanos junto al ciudadano jamaicano Mister Greth, constituyeron la compañía Maderas de Moa SA. y lograron los créditos bancarios para construir un aserradero, adquirir equipos para la explotación forestal y realizar otras inversiones necesarias. Para embarcar en goletas la madera, cortada en bolos, traviesas y aserrada, fue construido un muelle por donde también recibían las mercancías y los viajeros. La propia compañía maderera construyó una pequeña pista aérea de tierra para recibir las avionetas alquiladas que los propietarios utilizaban.

La industria forestal aumentó durante la Segunda Guerra Mundial sus niveles de procesamiento de la madera; en los primeros años se taló la madera de pino, pero luego fue extendida a las preciosas y las duras; se construyeron caminos y de lugares lejanos la madera llegaba en camiones adecuados para el trabajo. El producto era embarcado hacia Estados Unidos y países del Caribe, en tanto una parte era usaba en el país, especialmente para traviesas del ferrocarril. En 1947 fue puesto en operaciones otro aserradero, situado por Quemado del Negro, y su puesta en servicios provocó que la comunidad tuviera un crecimiento, al construir los obreros del mismo sus viviendas en el lugar.

La lucha insurreccional

Al producirse los acontecimientos del alzamiento de Santiago de Cuba el 30 de noviembre de 1956 y el desembarco del Granma el 2 de diciembre, en Moa no estaba organizado el Movimiento 26 de Julio, como sí lo estaba en Sagua de Tánamo, Cayo Mambí y Nicaro, donde los mineros de la planta de Lengua de Pájaro René Ramos Latour y Rafael Orejón Forment lo habían vertebrado.

En el desarrollo minero de Moa laboraban algunos trabajadores de Santiago de Cuba que tenían conexiones con los revolucionarios de aquella ciudad, entre ellos los agrimensores Félix Rodríguez Bravo (Tato) y Arquímedes del Toro, Mario Lamelas, operador de equipos que tenía un hermano que pertenecía al Movimiento 26 de Julio en la ciudad santiaguera, el mecánico Ramón González (Quico) y otros, los que formaron una célula que se dedicaba a la recaudación de dinero, aunque sin entregar bonos que entonces no existían, enviando los aportes a la dirección del Movimiento en aquella ciudad.

Por otra parte Juan Antonio Vázquez, que era contador de la compañía que operaba el aserrío, hizo contacto con Raúl Arderí Stoll, agente de una marca de cigarros en Sagua de Tánamo que pertenecía al Movimiento en aquella ciudad y viajaba a Moa de forma sistemática; a través de Arderí, Vázquez se integró al Movimiento y creó una célula en el aserrío, recaudando fondos que entregaba a Sagua de Tánamo para su envío a Santiago de Cuba.

La dirección del Movimiento 26 de Julio en Baracoa visitó a principios de 1957 las minas de Cayo Guan y se creó allí una célula para recaudar fondos. A esta se integraron los trabajadores: Nery Galván, Jail Jiménez, Juanito de la Cruz, José Manuel Camejo, Galudis Chie Gamboa, José Niuvó Rodríguez, Bebo Rodríguez Legrá, Orestes Suárez Hernández y otros.

En Moa Abelardo Rodríguez Font organizó una célula en el área minera, otra en el puerto que dirigía Enrique Sierra, algunas en las obras de construcción de la fábrica y las enlaza con Santiago de Cuba para enviar las recaudaciones económicas y recibir instrucciones. Rodríguez Font fue descubierto en Moa y tuvo que partir al extranjero porque su vida peligraba.

El 11 de marzo de 1958 se creó el Segundo Frente Oriental Frank País con la llegada a la zona de la columna 6, con el Comandante Raúl Castro Ruz al frente. El 30 de marzo de 1958 el capitán Efigenio Ameijeiras, recibió en el campamento de Aguacate a unos dirigentes del Movimiento 26 de Julio de Guantánamo, que le informaban que por orden de la dirección debía tomarse en la noche del otro día la pista aérea de Moa para recibir una nave procedente de Costa Rica con armas y hombres para el Ejército Rebelde.

En jeeps y camiones partieron en horas de la tarde del 31 de marzo desde el campamento, se situaron postas en los caminos de Moa a Sagua y de Moa a Punta Gorda y al oscurecer los vehículos penetraron en el poblado. Allí conocieron que los soldados se habían marchado en una lancha al atardecer y que en un bar llamado Tinguaro estaba el soldado Bienvenido Caro que era un azote para los vecinos. Al llegar al bar salía el esbirro, al darle el alto los rebeldes, trató de usar su arma, pero fue ajusticiado y murió en el instante, en uno de sus bolsillos se le encontró un papel con el nombre de varios revolucionarios que residían en Moa.

Un pelotón al mando del teniente Samuel Rodiles Planas tomó la pista aérea y requisando cogieron varías camionetas las colocaron en las orillas de la misma para iluminarla cuando escucharan la nave. Un grupo de los rebeldes ocupó dos fusiles y 30 revólveres a los guardas jurados de la compañía, además confiscaron jeeps, camiones, otros equipos, combustible y lubricantes. Cerca de la madrugada, al no recibirse el avión se ordenó la retirada.

Ante la acción realizada el 31 de marzo en la operación La Niña, los dirigentes del Movimiento 26 de Julio en Moa estimaron que era la señal que ordenaba el inicio de la Huelga General Revolucionaria y el primero de abril ordenaron a los trabajadores que abandonaran sus labores y se marcharan del pueblo para evitar represalias de los soldados de Batista.

Las obras de construcción, los trabajos mineros y el aserrío, detuvieron sus labores y el pueblo quedó desierto pues los obreros se marcharon en goletas y otras embarcaciones, vehículos o a pie. Realmente la huelga comenzó en el país el 9 de abril, pero en Moa se inició el primero y los trabajadores no regresaron hasta el día 11, cuando se conoció que el movimiento huelguístico había fracasado.

En mayo de 1958 se reorganizó el Movimiento 26 de Julio en la localidad y se constituyó la dirección clandestina en Moa, que era dirigida por Luis Abdalá Sánchez, como coordinador, y que integraban Enrique Sierra, como segundo, Robert Rojas Arias coordinador obrero, Miguel Ángel Manals como organizador, Tomás Castillo Suárez jefe de acción y sabotaje, Martínez Cruz en propaganda y Arístides Franco tesorero. Se constituyeron varias células clandestinas con más de cien integrantes, la mayoría trabajadores de las obras de construcción de la fábrica.

El 22 de junio de 1958 el Comandante Raúl Castro Ruz, jefe del II Frente Oriental, dictó la Orden Militar # 30, conocida como Operación Antiaérea. Los objetivos fundamentales eran detener a los ciudadanos estadounidenses hombres, mayores de edad, que trabajaran o residieran en la región, para conducirlos a la zona campesina y que allí conocieran del apoyo que daba su gobierno al de Batista.

A la columna 9 que operaba en la zona de Mayarí hasta Moa, se le asignó la misión de atacar a Moa. Esa fue la única acción bélica que tuvo lugar dentro de la Operación Antiaérea y es conocida como la segunda toma de Moa por el Ejército Rebelde. La operación se realizó el 26 de junio de 1958 por 255 combatientes de la compañía C de dicha columna, al mando del luego traidor capitán Higinio Díaz “Nino”. Fue atacado el cuartel de La Playa donde había 18 soldados de la tiranía, que después de dos horas de combate escaparon por el muelle en una lancha y el cuartel fue ocupado y quemado. En esta acción cayó víctima de una granada lanzada desde el cuartel, el jefe de ese ataque, primer teniente Pedro Sotto Alba, expedicionario del Granma.

En Los Mangos fue herido el combatiente Ángel Romero Videaux, quien se guareció en un sótano donde, al marcharse las fuerzas rebeldes, fue denunciado, detenido y asesinado. Por errores cometidos por el jefe de la acción, capitán Nino Díaz, las fuerzas rebeldes salieron del pueblo de forma desorganizada y cuando en la madrugada salían los últimos carros, en el camino a Centeno fueron emboscados por una patrulla del ejército de la tiranía y en la acción cayeron cinco combatientes: José Antonio Boizán Barrientos, Austergercilio Vargas, Manuel Terrero, Alcibíades Deroncelet Isidro, y Renato Oliver Galván.

La Segunda Toma de Moa fue la acción militar y política más importante llevada a cabo en este territorio durante la lucha insurreccional, y pese a que caen siete combatientes rebeldes, todas las misiones se cumplieron y se hicieron varias bajas al enemigo. El 27 de junio, cuando se procedía en las márgenes del río Castro al entierro de las víctimas, al despedir el duelo el Comandante Raúl Castro afirmó que algún día el centro industrial minero de Moa llevaría el nombre de Pedro Sotto Alba. Ese mismo día, por una orden militar fue ascendido post morten el primer teniente Pedro Sotto Alba al grado de capitán y nombrado Comandante de Honor de todos los poseedores de la Legión al Mérito Frank País.

Hasta el fin de la guerra se establecieron otros campamentos en la zona entre Punta Gorda y Yamanigüey. En Quesigua una tenencia dirigida por los tenientes Fernando Ruiz Bravo y Joaquín Méndez Cominches, en Yamanigüey un puesto dirigido por Augusto “Manengue” Caballero. Grupos dirigidos por los sargentos “Beruto” Suárez Abella y Rafael Mondelo y el cabo Manolo Leyva.

En agosto, en reunión efectuada entre el capitán Reinerio Jiménez Lage, jefe de la compañía C de la columna 19, y la dirección del Movimiento 26 de Julio en Moa, se acordó crear una red de suministros desde Moa, Cayo Guan y Yamanigüey para abastecer la fábrica de explosivos de Cayo Perico y los campamentos rebeldes. Se utilizaría a Moa para recibir informes desde Santiago de Cuba por medio de una célula existente en el aeropuerto de aquella ciudad, que era dirigida por José Festary y la integraban también el piloto que cubría la ruta entre Santiago y Moa, Napoleón Diego Cobelo, que piloteaba un avión de la Moa Bay Minino, Co. y los mecánicos Alipio Piñeiro y José Ramírez.

Durante el mes de septiembre de 1958, combatientes de las Fuerzas Aéreas Rebeldes, entre ellos Bebo Rodríguez Legrá, acopiaron materiales eléctricos en las zonas de Moa y Cayo Guan para iluminar las pistas rebeldes de Mayarí Arriba y Cananova, incluso ocuparon una planta eléctrica en Cañete. Los materiales fueron llevados a La Melba en el camión conducido por el Rubio Cadry que vivía en Yamanigüey.

El 26 de diciembre, al ser derrotadas las fuerzas de Batista en Sagua de Tánamo, las tropas militares que la dictadura tenía acantonadas en Moa abandonaron por vía marítima el poblado y se dirigieron a Baracoa y de ahí a Santiago de Cuba. Esa misma noche los combatientes y escopeteros que estaban en los alrededores de Moa tomaron la localidad. Entre los combatientes que penetraron ese día y declararon a Moa Territorio Libre de Cuba, se hallaban el sargento Rafael Mondelo, el cabo Manolo Leyva, Marcelo López, Alfredo Becle “Sony”, Juanito de la Cruz, Goyito Leyva y otros.

En Sagua de Tánamo el comandante Belarmino Castilla Más (Aníbal), se reunió con la dirección del Movimiento 26 de Julio de Moa y dio la orden de ocupar el importante enclave minero, así como la planta de níquel que se construía y preservar las propiedades. Así la dirección de la Revolución se hace cargo en Moa de la conducción política y militar del territorio, el 27 de diciembre de 1958.

Revolución en el Poder

Al triunfar la Revolución de 1959, Moa era un barrio de Baracoa con una población aproximada de 16 000 habitantes y más de 7 000 flotantes que participaban en la construcción de la fábrica de Níquel y otras obras inducidas. El impulso económico que significó para la población de casi todo el Oriente cubano trajo consigo el surgimiento de asentamientos poblacionales como los barrios: Joselillo, Los Mangos, Haití Chiquito (Hoy 26 de junio) y el incremento de viviendas en La Playa y Las Coloradas vieja, todos carentes de infraestructura social.

A partir de la atención brindada por el naciente gobierno revolucionario y las visitas del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Ernesto Guevara y otros dirigentes con la finalidad de chequear los avances que en materia social se exhibían. El Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) con el amplio espectro de su objeto social dirigió la construcción de barrios para sustituir cuarterías, los que tomaban el nombre del organismo. En este aspecto desempeñó un rol importante la Cooperativa de Carpinteros, formada por un grupo de trabajadores de la Fábrica de Níquel Pedro Sotto Alba que habían quedado sin empleo después del cierre por los estadounidenses[14].

Estructura administrativa

En Moa fueron creadas las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), este territorio tenía una subordinación atípica, pues dependía administrativamente de Baracoa, políticamente de Mayarí y algunas dependencias como educación, de Sagua de Tánamo. Al comenzar el año 1963 el Gobierno Central decidió la creación del municipio Moa como parte del Regional Mayarí-Sagua-Moa (MASAMOA).

Comenzaron a organizarse las dependencias estatales municipales, que se subordinaban a Mayarí como cabecera del regional. Fue establecido en el primer Gobierno municipal, la Junta de Coordinación, Ejecución e Inspección (JUCEI), su presidente fue Alfredo Becle (Soní) y como vicepresidente Arlis Capdesúñer Pérez.

En el año 1965 desaparece la JUCEI y da paso al Poder Local como órgano de Gobierno municipal. Una década más tarde, en 1976, se celebraron sufragios para elegir a los delegados a la Asamblea Municipal del Poder Popular, con una asistencia casi total de los electores a las urnas. Fueron seleccionados los delegados de las 38 circunscripciones en que se dividió el municipio. En la primera sesión de la Asamblea fueron electos: como Presidente Asdrúbal Pérez Rojas, vicepresidente Alberto Reinosa, secretaria Concepción Carrión. Así Moa se convierte en uno de los 14 municipios de la nueva provincia Holguín. En las elecciones subsiguientes el municipio Moa creció en el número de sus circunscripciones y llegó a tener 103, con algunas especiales; ya en 2010 el número era de 99 circunscripciones.

Internacionalismo proletario recibido en Moa

Desde antes de ponerse en marcha la fábrica Pedro Sotto Alba, en julio de 1961, en Moa se hizo patente el internacionalismo proletario con la colaboración que prestaron los especialistas soviéticos. En enero de 1961 llegó una delegación de 12 especialistas soviéticos, entre ellos el científico Salomón Sovol, algunos de los cuales, como el propio Sovol, se mantuvieron durante años en el municipio, colaborando con los cubanos. También tuvo un destacado trabajo el ingeniero Novikov.

A mediados de la década de 1960 llegaron una treintena de técnicos y especialistas de la República Popular Democrática de Corea, los que durante dos años laboraron e impartieron diferentes cursos en la fábrica Pedro Sotto Alba. Otra brigada de técnicos e ingenieros de aquel país colaboró durante más de un año en el Combinado Mecánico del Níquel a principios de la década de los 90, como trabajadores y profesores en distintos cursos en ese centro.

En 1969 una brigada de la Juventud Comunista de Checoslovaquia vino a Moa y durante un año laboró en los talleres de mantenimiento y además impartieron cursos de distintas especialidades en la fábrica Pedro Sotto Alba. Allí también laboraron ingenieros de la hermana República de Chile y algunos hispano-soviéticos.

A partir de la década de 1970 numerosos especialistas soviéticos vinieron a prestar sus servicios en Moa y durante más de 15 años se contó con esa valiosa colaboración. En 1985 laboraban en distintas empresas 754 especialistas soviéticos, la mayor parte de los cuales residía en la localidad con sus familiares. En esa época la colonia soviética en el municipio sumaba 1 978 personas. Soviéticos y cubanos mantuvieron estrechos lazos de amistad y compañerismo y juntos participaron en decenas de actividades deportivas, recreativas y culturales. Fue tan importante esta colonia que el Estado Soviético abrió en Moa un consulado de aquella nación, que desde aquí atendía a las provincias de Holguín, Granma, Las Tunas y Camagüey.

Logros en la educación, cultura, salud y deporte

En 1959 Moa adolecía de una infraestructura para la educación, intentos aislados de brindar sus conocimientos a quienes no poseían ninguno y se encontraban en Cabaña, Punta Gorda Cañete y Cayo Guan. El gobierno revolucionario trabajó de forma intensiva para revertir esa situación y en septiembre del propio año inició sus labores el centro escolar Frank País, primero creado por la Revolución. El desarrollo educacional alcanzó el más alto nivel para un municipio. Cuenta con 52 escuelas que agrupan 12014 estudiantes desde el nivel preescolar hasta la educación para jóvenes y adultos, incluyendo en ellos la enseñanza técnico profesional.

Moa cuenta con la Universidad Doctor Antonio Núñez Jiménez, que dio inicio a su actividad docente el 1 de noviembre de 1976. Esta casa de altos estudios durante su trayectoria ha graduado 11657 profesionales en 22 carreras, se suma a su quehacer el paso por aulas, y laboratorios en 569 jóvenes procedentes de otras latitudes. Forma ingenieros geólogos, metalúrgicos, en minas, además ingenieros eléctricos, mecánicos e informáticos. Cómo parte de las carreras se estudia además licenciatura en Ciencia de la Información, y Contabilidad y Finanzas.

Un importante logro de la educación en Moa lo constituye la Filial de Ciencias Médicas Tamara Bunke, institución que dio sus primeros pasos formando personal de enfermería, no solo moenses, sino para toda la región. Hoy su horizonte es más amplio con una matrícula de 1068 estudiantes agrupados en cuatro carreras de la salud: Medicina, Estomatología, Enfermería, Tecnologías de la Salud.

El trabajo cultural se desarrolla mediante una red de instituciones culturales de los que destacan: Casa de la Cultura con centros culturales comunitarios y promotores, tanto en las zonas urbanas como rural y su plan turquino. La biblioteca pública “Alejo Carpentier” con 17 casas bibliotecas diseminadas por todo el territorio, con logros a nivel nacional y provincial; Museo, Galería de arte, Cine y salas de video y televisión. Todas estas instituciones forman la infraestructura para el logro de una vida cultural activa y un valioso aporte a la cultura general e integral de la población.

Moa, también ha brindado el aporte de sus hijos en la vida cultural, sabia combinación: Niquel+Cobalto+Buena Literatura, de la pluma del escritor Edurman Mariño Cuenca, tradiciones conservadas en el Patio Criollo de la Especialista y la personalidad de la cultura Hidrohília García De la Cruz, José Turro Navarro, con su quinceañera compañía de teatro infantil Rayitos de Lucero “La Colmenita de Moa”. Otras personalidades que han aportado con su quehacer a la cultura local y nacional: Edilberto Rodríguez Tamayo (Taíno), María Teresa Lorence Gonzáles, Meláneo Madem Betancourt, Rafael Cola Lores, Hermenegildo Fernández y otros.

En 1959 Moa no contaba con la infraestructura necesaria para la salud pública, solo un dispensario médico para los trabajadores de la fábrica de níquel, con atenciones de urgencias, el resto de la población debía trasladarse hacia otros municipios vecinos, en busca de dicho servicio. Hoy cuenta con una red de instituciones para atender la salud de la población y sus municipios aledaños. Las 99 instituciones del sistema integrado de salud prestan sus servicios y reciben personal graduado en la Filial de Ciencias Médicas del territorio. Posee un Hospital General con 351 camas, 77 consultorios del médico y la enfermera de la familia, 2 policlínicos. Laboran en este sector 2528 trabajadores de los cuales 548 son médicos.

Otro logro de la Revolución triunfante el 1 de enero de 1959, fue el “Deporte, Derecho del Pueblo”, que se hizo realidad cuando en 1961 el recién creado INDER constituyó una delegación de este organismo en Moa, que organizó y fomentó la práctica del deporte en varias disciplinas. Los aportes a la provincia son palpables, vítores y aplausos, han sido arrancados a toda la isla por atletas moenses.

Referencias bibliográficas

Fuente

  • Begdadi Herrera, Adolfo: Más Allá del Deber. Editorial La Mezquita. Holguin, 2019.
  • Betancourt, Melaneo: Un Programa de Educación Ambiental No-Formal e Informal para el Territorio Minero Metalúrgico de Moa.(ECOARTE) Moa, 2007. (Investigación)
  • Censo de la República de Cuba. 1919. Maza, Arroyo y Caso, S en C. La Habana, SAE.
  • Colectivo de autores: Síntesis histórica del municipio Moa. (Inédito)
  • Esquinel Pérez, Miguel Angel, Casals Covilla Cosme: Derrotero de Cristobal Colón por la costa de Holguín, 1492. Ediciones Holguín. Holguin, 2006
  • García Alvarez, Alejandro: La Costa Cubana del guineo. Una historia bananera. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 2008.
  • Informe General del Censo de 1943. P. Fernández y Cía., S en C. Habana, SAE.
  • Informe sobre el Censo de Cuba. 1899. Imprenta del Gobierno. Washington, 1900.
  • Memorias del Censo de 1931. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1978.
  • Moa. Primero Por el trabajo. Nro 1 año 2020. Asamblea Municipal del Poder Popular
  • Nuñez Jimenez, Antonio y Nuñez Veliz Liliana: La Cuenca del Toa. Editorial Fundación Antonio Nuñez Jimenez de la Naturaleza y el Hombre. La Habana.
  • Oficina Nacional de Estadística: Los censos de población y viviendas en Cuba 1907 – 1953. ONE. La Habana, 2007.
  • Oramas, Joaquin. Piedras Hirvientes: La Minería en Cuba. Editora Política. La Habana, 1990.
  • Pérez Díaz, Isrrael J. Niquel+Cobalto en Cuba: Lo que fuí como Ingeniero.
  • Ruiz Quintana, Juan: La Minería en Cuba. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 2016.
  • Velazco Mir, Pablo: Apuntes para la Historia de Moa. (Inédito).
  • Fondo del museo Matachin. Baracoa. Libro de censos poblacionales de Baracoa.
  • Periódico Granma, Martes, 26 de diciembre, 2019. Nro 307-año 56. Edición Única, La Habana.