Hotel Cabarrouy

Hotel Cabarrouy
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Obra Arquitectónica  |  (Hotel)
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Primer hotel de San Diego de los Baños, construido con el objetivo de fomentar el turismo medicinal por estar cercano al célebre Balneario San Diego de los Baños, margen izquierda del rió de igual nombre.
Descripción
Tipo:Hotel
Estilo:Estructura colonial de amplios pasillos, salones y jardines.
Localización:Bandera de Cuba Cuba, Pinar del Río, Los Palacios, San Diego de los Baños.
Uso inicial:Hotel de turismo en salud y de recreo.
Uso actual:En el año 1968 se adopta la decisión de cerrar el hospedaje debido a que presentaba filtraciones por las viguetas de la segunda planta.
Datos de su construcción
Inauguración:1842
Demolición:2008 Sus últimos muros fueron derrumbados por los huracanes Gustav y Ike.


Hotel Cabarrouy. Primer hotel de San Diego de los Baños por algo más de 120 años para la alta sociedad cubana de los siglos IXX y XX. Preferido por encima de otros muchos más lujosos y cercanos a la célebre estación balnearia en la margen izquierda del rió de igual nombre.

La mayor parte de los visitantes ilustres que arribaron al pueblo en estos años se alojaron en sus habitaciones en un tiempo en que el Hotel Soler se consideraba el más moderno y cercano a los baños y el Hotel Mirador, que coincidiera en un espacio de tiempo de 17 años.

Este hotel es el primero edificado en San Diego con materiales de la localidad. Piedra, barro y cal del monte cercano que junto a las maderas preciosas los hicieron confortable y acogedor.

Historia y Urbanización

El descubrimiento de las fuentes termales en las márgenes del Caiguanabo, a finales del siglo XVII, por un esclavo de la datación de los Zayas- Bazán, se convirtió en el suceso que trasladó la atención de la isla hacia estas tierras centro pinareñas conocidas por “Corral de San Diego”.

A partir de este momento comenzaron a arribar, provenientes de todos los puntos de la provincia, y del resto del país, enfermos aquejados de las más diversas dolencias con la esperanza de encontrar alivio en los famosos manantiales; por haberle devuelto la salud al esclavo, desahuciado por padecer una enfermedad infecciosa de la piel.

Aunque las noticias tardaban mucho tiempo en propagarse, debido a lo despoblado de la región, la inexistencia de caminos , y las grandes distancias, es probable que Don Diego de Zayas Bazán, síndico del reino con carácter de Juro de Heredad del ayuntamiento de la Habana, en contacto habitual con las demás autoridades de dicha corporación, la “buena nueva” del descubrimiento de las fuentes medicinales no tardara más de lo acostumbrado para diseminarse por las familias influyentes y otros círculos del poder de la alta sociedad .

Una vez del conocimiento de los funcionarios del Cabildo, se crearon las condiciones para hacerse públicas y traspasar las fronteras de las demás jurisdicciones y ayuntamientos de la isla.

El ‘Corral de San Diego”, estancia de tipo mixto, distante 40 leguas en la banda de sotavento, en lejanos parajes del Occidente, carente de vías de comunicación idóneas para el traslado de mercancías como carnes, pieles, cebo y maderas preciosas solo contaba con la corriente fluvial del Caiguanabo; río navegable en sus ultimas tres leguas hasta la desembocadura en la ensenada de Dayaniguas; lugar de almacenaje y traslado hasta el puerto de Batabanó y después hacia la península.

Maderas del entorno del hato San Pedro de las Galeras abastecieron el astillero de La Habana y los palacios imperiales españoles como “El Escorial” y otros de Madrid, Sevilla y Barcelona. También aportaban otros bastimentos necesarios para las flotas que se surtían en el sur en sus afanes de conquistas de nuevas tierras y otros puertos de México y el Perú.

El movimiento alrededor del Sitio de los Baños debió ser muy intenso durante la etapa desde inicios del siglo XVII hasta sus finales, a pesar del criterio extendido sobre la soledad y abandono del lugar. Contrabandistas, corsarios y piratas infectaron las costas meridionales de la actual Provincia de Pinar del Río .La necesidad de los productos mencionados anteriormente junto al tabaco en rama y otros derivados, cultivados en las vegas y arroyos de la zona, a pesar de las restricciones impuestas por las autoridades coloniales, hicieron del lugar motivo de frecuentes incursiones.

Marineros, leñadores y esclavos que se aventuraban en la floresta con los más diverso propósitos, utilizaron reiteradamente el recién nombrado Río de San Diego como vía de comunicación excepcional para extraer las producciones agrícolas y maderables.

En este contexto histórico – geográfico situamos el sitio fundacional del Corral de San Diego y el entorno de los baños termales, frecuentados desde mucho antes de su mercedación el 31 de marzo de 1632 y también a toda la dinastía de los Zayas Bazán durante su administración en el periodo 1632 - 1687.

La fama de las aguas se incrementaron a medida que la agricultura se desarrolló en las numerosas fincas enajenadas de la hacienda matriz, dedicadas al cultivo del tabaco, la caña de azúcar, al ganado y la extracción de madera y carbón.

El historiador Ramiro Guerra quien en su obra “Historia Económica de la Nación Cubana “(pág.32) ilustra la idea siguiente:

“Los conquistadores fundaron, en lugares favorables a las comunicaciones, lo que facilitó las relaciones interiores durante el primer período colonial”.

Bien por los baños termales, las maderas preciosas, la agricultura o la ganadería lo cierto es que numerosos caminos y serventías fueron habilitados para respaldar el creciente comercio con las flotas del sur y contrabandistas que arribaban al embarcadero de la ensenada. Así nacen los caminos desde la sierra hasta el sur, necesarios para el traslado de mercancías y temporadistas. Después el camino hacia la capital que bordeando la sierra norte se aproxima a Santa Cruz,San Cristóbal y continúa hacia el Este.

A la vez, crecían los núcleos primitivos como el propio “Corral de San Diego” y sus alrededores cercanos a los montes, favoreciendo la existencia de cortes de madera y estaciones de tránsito que unido a la presencia de personas necesitadas del comercio con los leñadores y carboneros formaban campamentos de cierta permanencia.

Las casas del viajero surtidas de carnes del lugar y de vegetales de la estancia, posibilitaban el suministro a los viajantes ocasionales en esta etapa de principio del Siglo XVIII.

En los inicios del Siglo XIX, exactamente en 1819 los censos no registraban población urbana fija en el lugar de las fuentes medicinales, aunque ya en la zona rural se distribuían más de 300 fincas dedicadas a los cultivos de la caña de azúcar, el tabaco y otros cultivos menores. Una población flotante de varios centenares frecuentaban las márgenes del Río de San Diego en busca de salud y descanso.

Marineros y soldados españoles fueron traídos para recuperarse en la Estación de Aclimatación a pesar de que las condiciones eran muy primitivas. Carentes de refugios contra la inclemencia del tiempo y los insectos, los enfermos acudían movidos por la necesidad de la atención médica que acompañaban a las tropas colonialistas y por ser este el único centro de asistencia médica en muchas leguas a la redonda de la entonces Jurisdicción de la Nueva Filipina.

En el año 1828 el Doctor M propietario de la Hacienda “La Recompensa” del distrito de San Marcos, actual Artemisa, visitaba los manantiales termales del Río de San Diego dejando la siguiente impresión sobre las condiciones del lugar:

“La concurrencia anual a los Baños de San Diego ha sido de unas 700 personas, pero tengo entendido que este año su número se ha incrementado muchísimo.

Tan grande es la confianza que las virtudes de estas aguas inspiran al gobierno que todos los años hacen arreglos especiales para enviar un destacamento de tropas y marineros en número de cientos, enfermos con varias dolencias para que se beneficien con los manantiales. Es de lamentarse que las comodidades existentes en las proximidades de unos manantiales de tanto valor sean de una calidad ínfima.

Hay un número de casas pésimamente construidas para que la ocupen enfermos, pero una gran parte de los visitantes viven en ranchos y en cobertizos cerrados por los que pagan un elevado alquiler durante el tiempo de su estancia, llamada “La Temporada” que dura unos 40 días.”[1]

Más adelante el citado Doctor M abunda en las consideraciones sobre el estado de los baños medicinales de la siguiente forma:

“Estos manantiales son visitados en los meses de Febrero, Marzo y Abril. Hay unas trescientas cincuenta personas a un mismo tiempo en el local. Cien soldados inválidos están por lo general aquí, alojados miserablemente, para disfrutar de los beneficios del baño. A las personas ricas casi se les trata igual y pagan cuantiosas sumas por los cobertizos que ocupan. Hay unos treinta ranchos que se alquilan a forasteros, a treinta pesos al mes cada uno, que son unos bohíos de muy ligera estructura, con techo y costado de guano (…)”“Hay unas pocas casas en los manantiales construidas un poco mejor; y por estas toscas como son, cobran ciento diecinueve pesos por treinta o cuarenta días y se alquilan dos y tres veces durante la temporada.”[2]

Casi 10 años después es Francisco Antomarchi, médico personal de Napoleón, en carta enviada al Capitán General Miguel de Tacón y Rosique con fecha 11 de abril de 1837 quien escribe las edificaciones que servían de alojamiento a los huéspedes junto al río:

“Hay unas miserables chozas de guano, muy mal construidas, muy mal abrigadas en lo alto del barranco.

No hay baño, ni abrigos, ni caminos, ni comodidades…”

En ambos casos se muestran las pésimas condiciones de hospedaje y la creciente demanda de los baños medicinales del San Diego a principios del siglo XIX. Para conformar un criterio definitorio del tema acudamos nuevamente a Cirilo Villaverde desde su célebre “Excursión a Vueltabajo” “La población o mejor dicho la ranchería se extiende de Este a Oeste como quinientos pasos hasta la margen del río (…)” “La mayor parte de las casas, o ranchos de que se componen aquellas tienen sus colgadizos a la calle principal que por cierto no es nada recta ni plana (…)” “Los techos de las casas cuando allí estuvimos, es decir, en 1839 eran muy pocos de tejas y gran número de yaguas y guano; las paredes de barro, de tablas y también de paja y peciolos de palma (…)” “Prescindiendo de la población que la componen en su mayor parte unas sesenta casas de embarrado, yaguas y guano, prescindiendo que todo es provisional y por esta razón los albergues son caros, mal dispuestos y caóticos en el resto del vecindario. Sin embargo en el mismo año treinta y nueve de que hablo, tenía la población de San Diego tres tabernas, dos posadas, tres fondas y varias enfermerías (…)

También había una botica, una casa de billar y muchos puestos de frutas (…)”

Obsérvese que en estos últimos años hubo cierta mejoría en “los hospedajes, 60 casas, tabernas y enfermerías” todas en “pésimas condiciones” según describe Villaverde. Hasta este punto en el orden cronológico no se menciona ningún edificio con características que lo diferencien de las existentes, en la acepción aceptada de inmuebles con condiciones decentes de estancia y confort, servicios de cocina y baños. Mencionemos la leyenda del trazado urbanístico de Cristóbal de Gallegos del año 1843 donde se lee:

“La multitud de beneficios que ha recibido la especie humana con semejantes aguas ha sido la causa de que sean tan concurridas las temporadas y que poco a poco se halla formado un caserío en aquel punto, pero un caserío a la rústica, incómodo, desordenado y caro. Tan desventajosas circunstancias para las numerosas personas que visitan anualmente los baños, hizo concebir la acertada idea al Señor Pedroso (Luis Pedroso Echeverría) de regularizar una población en el mismo lugar, la cual fabricándose había de resultar un beneficio público con la comodidad y economía de las habitaciones que se hiciesen (…)” [3]

En el documento se sitúa dicho proyecto con fecha 2 de Enero de 1844, pero las condiciones que se mencionan se refieren, sin dudas, a fecha comprendida entre 1839 y 1843. Es decir, desde la visita de Villaverde y sus compañeros hasta el momento de redacción del citado proyecto. Continúa la descripción del Agrimensor Público y Subteniente de Caballería del Ejército Español con las siguientes anotaciones:

“Para la ejecución de este proyecto en un lugar que de antemano se habían construido porción de casas grotescas y ranchos de guano y yaguas (…)” [4]

De esta manera podemos deducir la Inexistencia de un hotel en el poblado de los Baños del San Diego antes del año 1843.

Croquis de Urbanización de San diego de los Baños. Cristobal de Gallegos 1841.

Permite imaginar la disposición del caserío de los baños al momento de la visita del escritor pinareño. Unas 60 casas alineadas alrededor de la única calle hasta el sitio de los baños.

Otras dispersas en la Plaza Isabel II  y en los contornos del vecindario. Para esta fecha la afluencia a los baños termales estaba alrededor de las 1200 personas en temporadas de 4 meses. Los enfermos pobres se cobijaban en otros ranchos de mucho menos condiciones, en su mayoría de yaguas y guano o alguna que otra casa considerada como Lazaretos o Casas de Beneficencia que en estos años estableciera el gobierno central bajo su atención y costo o por parte del Ayuntamiento de la localidad a partir del año 1866.

Visto bajo estas mismas pruebas podemos concluir que hasta el momento de aprobarse el trazado urbanístico propuesto por Luis Pedroso Echeverría, propietario del Hato “San Pedro de las Galeras” desde 1632 (y sus antecesores) o en el intervalo de 57 años que el Corral de San Diego fuera administrado por la dinastía de los Zayas Bazán no existió un hospedaje decoroso para albergar a los numerosos dolientes de uno u otro Status Social que precediera al edificio que encabeza este articulo.

Fundadores del Hotel Cabarrouy

En el año 1841 Don Luís Pedroso Echeverría decide construir el poblado entorno a los baños termales con mejores condiciones para los numerosos visitantes que arribaban al lugar. Con tal motivo acepta los servicios de Cristóbal de Gallegos quien delinea el nuevo proyecto.

Para ese año las primitivas construcciones que protegían los manantiales se encontraban en un estado ruinoso. Las sucesivas avenidas del río acabaron tapiando las rusticas pocetas que unos años antes Pedroso había acometido.

Dos años antes Cirilo Villaverde había visitado el poblado describiendo el sitio de los baños como una grotesca ranchería en su mayoría ocupada por casas de guano y yaguas y otras de embarrado, muy pocas de tejas. Luís Pedroso propietario de las tierras y de los manantiales medicinales compartía la propiedad con otros miembros de su familia. Casi 2000 caballerías de la hacienda San Pedro de lasa Galeras.

El 2 de Enero de 1843 propone a las autoridades coloniales un trazado de 36 bloques

Placa de fundado el Hotel Cabarrouy.

de1080 varas planas cada uno con 8 solares. El nuevo asentamiento se edificaría partiendo desde el río hacia el Este y en el mismo lugar donde Villaverde encontrara la citada ranchería en 1839.

El 11 de marzo de 1844 llegó la aprobación correspondiente a dicho proyecto. Para ese instante ya se habían edificado casas más modernas en los puntos previamente seleccionados unos años antes por Pedroso, Cristóbal de Gallegos y Tranquilino Sandalio de Noda. Este último, mediante sus influencias, había intercedido ante el Capitán General para lograr la aprobación del mencionado trazado y la construcción de un pueblo acorde con los requerimientos modernos.

Santiago José Cabarrouy y Barber natural de Sanlucar de Barrameda, Cádiz, Andalucía ocupaba desde unos años antes la casa ubicada en las inmediaciones de la calle Amistad entre Recreo y Sinceridad. (Croquis casa 1)Tal como se describe en la leyenda de dicho trazado como de “embarrado y yaguas” al igual que los otros tres ranchos de Don Antonio Bardino y Gallo (Croquis casa 4) en la intercepción de Amistad y Recreo. De acuerdo con los nombres de dichas calles después de demolidas y que entorpecían el trazado de las nuevas calles.

Mariana Severina de la Cruz Frachieri y Marquesani hija de Santiago Frachieri y Maria de Jesús Marquesani era una joven de 13 años de edad en el año de 1842 cuando contrae matrimonio con Santiago Cabarrouy[5] de 29 años de edad . Es decir que Mariana Severina nació en 1829 cuando su esposo era un joven de 16 años recién llegado a la isla. Años más tarde Cabarrouy se convierte en alcalde constitucional de San Diego de los Baños. En el año 1882 con 69 años de edad y graves problemas de salud entregaba su mandato al controvertido teniente alcalde Antonio LLodrá y Sastre[6] . En esta etapa se le consigna por dicha corporación un voto de gracia por “su celo y asiduidad “a lo largo de los años al servicio del ayuntamiento 5 de mazo de 1882. O sea que para el año en cuestión contaba Santiago con 69 años de edad lo que ubica su nacimiento en 1813 .

En 1844 cuando se autoriza el proyecto de urbanización del pueblo de los baños el Hotel Cabarrouy llevaba 2 años de construido. Y el matrimonio había trasladado su vivienda hacia las habitaciones del hospedaje despejándose el camino “Amistad” cuando Don Bardino construyera su hotel en la esquina de Recreo y Amistad.(Croquis 1 casa 4)

Resulta probable que dado la cercanía de la fecha de construcción del hotel 1842 y el proyecto de urbanización realizado en 1841 pero propuesto al Capitán General en 1844 Luis Pedroso haya advertido previamente a todos los propietarios de alquileres del lugar, de sus intenciones y estos hayan adelantado sus respectivas construcciones. Al llegar la aprobación muchas de las edificaciones nuevas ya se levantaban en sus lugares definitivos. El hotel Bardino tardaría unos años más en su construcción. Así podemos decir que el matrimonio Cabarrouy Frachieri pasa a vivir en el año 1842 al establecimiento que se conoce con el apellido del andaluz: Cabarrouy.

Mariana Severina fallece en el año 1858 a los 29 años de edad. De este matrimonio nacieron tres hijos. El único varón nombrado Cristóbal Cabarrouy Frachieri (Ver Fotografía, marcado con flecha blanca) se desempeñó muchos años como tenedor de libros, llevando las cuentas del hotel.

Huéspedes del Hotel Cabarrouy

En el mes de abril de 1867 arriban diversas personas que después se destacarían en las luchas por la independencia. Ignacio Agramonte y Loynas (El Mayor) estableció diaria correspondencia con su esposa Amalia Simoni. Fueron en total nueve cartas enviadas desde el hotel Cabarrouy aparecen en el libro de Eugenio Betancourt Agramonte titulado “Ignacio Agramonte y la Revolución Cubana”.

Médicos

Autoridades religiosas

  • Monseñor Manuel Arteaga (obispo de Cuba)
  • Cura Julio Morejón.
  • Monseñor Santa Cruz.

Deportistas

  • Eligio Sardiñas (Kid Chocolate, Campeón Mundial de Boxeo Profesional)
  • Gustavo Mustelier (Kid Tunero, Campeón Mundial de Boxeo Profesional)
  • Hermanos Selaya (pelotaris)
  • Hermanos Sarracena (pelotaris)

Escritores y poetas

Artistas

Miembros del Ejército Libertador

Alcaldes de La Habana

  • José (Pepito) Izquierdo
  • Raúl García Menocal.
  • Antonio Beruff Mendieta

Músicos

Generales del Ejercito Constitucional,Policias

Sacarocracia

  • Juan (nano) Gonzales
  • Ricardo Martínez
  • Eugenio (funcionario Cuban Sugar Company)

Comerciantes

  • Sarrá (propietario de la droguería habanera)
  • Julio Lobos y Luís Galván (Galván Lobos y Compañía)
  • Familia Bengochea
  • Arcada (machetes Collins)
  • Otilio Ateca (donador de la tarja que identificó al hotel Cabarrouy desde 1942 .Actualmente en el museo municipal de Historia. Los Palacios.)
  • Luis Mion
  • Eugenio Fornasier

Gobierno

Extranjeros

Sucesos del Cabarrouy

Suicidio del médico y patriota Esteban Borrero Echeverría

Cesar García del Pino, Premio Nacional de Historia, Espeleólogo e ilustre visitante del Cabarrouy y gran admirador de su pueblo natal nos conto que:

“En el Cabarrouy se suicidó el médico y patriota Esteban Borrero Echeverría…
… me contó una vez Francisco Cabarrouy, dependiente del restaurante y trabajador del mismo desde muy joven que un día de mañana Borrerito salió de su habitación en la segunda planta, descendió por la escalera de caoba, cruzó el jardín saludando a un grupo de huéspedes que disfrutaban el descanso después del baño.
Allí en el jardín famoso del Cabarrouy, de una de las ramas de un naranjo se suicidó el patriota”. Un 29 de Marzo de 1906, enfermo y desengañado se suicidó. [8]

Referencias

  1. Abiel Abbot,Cartas,1828,Pág. 370
  2. Abiel Aboot,Cartas,1828,Pág 207
  3. Plano de la población proyectada por Cristóbal de Gallegos en 1841 para Luis Pedroso Echeverria.Folio 24, leg 2 Archivo Nacional de Cuba.
  4. Plano de la población proyectada por Cristóbal de Gallegos en 1841 para Luis Pedroso Echeverria.Folio 24, leg 2 Archivo Nacional de Cuba.
  5. Archivo Iglesia Parroquial San Diego de los Baños, matrimonio de españoles, libro 1, 1858.
  6. Revista El Fígaro, 1882, Biblioteca Provincial Ramón González Coro.
  7. Tomado de Antecedentes Históricos sobre la fundación de San Diego de los Baños. Guillermo Viñals Sampere. Cajuela de San Diego.Archivo Provincila de Historia.
  8. Publicación del Consejo Científico del MINSAP, Habana 1968, página 103

Bibliografía

Fuentes