Huséin al-Hakim Bi-Amrillah

Huséin al-Hakim Bi-Amrillah
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Concepto:Título de los soberanos que, como sucesores de Mahoma, ejercieron la suprema autoridad religiosa y civil entre los musulmanes.

Huséin al-Hakim Bi-Amrillah. Es el sexto califa fatimí en Egipto (996-1021).

Síntesis biográfica

Nacido en Egipto en 985, Hijo de madre cristiana y educado en cristianismo, sucedió a su padre Abu Mansur Nizar al-Aziz Billah, en 996 a los once años de edad. En su largo reinado como califa fatimí, Hakim extendió el gobierno fatimí al emirato de Alepo. Al-Hakim desapareció en 1021.

Dinastía de los Califas Fatimíes

La dinastía de los califas fatimíes que reinó en una parte del Magreb (909-969) y posteriormente en Egipto (969-1171), marcó la historia arquitectónica y artística de estas regiones. La dinastía no comienza en Egipto, sino en la Túnez actual. La etapa magrebí constituyó sin lugar a dudas una fase importante de aprendizaje y de experimentación de numerosos símbolos visuales utilizados más tarde. De esta época, sólo queda una parte de la mezquita de Mahdiya, por aquel entonces capital. Su plano, al tiempo que retoma elementos locales, introduce características arquitectónicas típicamente fatimíes, en particular, la presencia de un pórtico monumental en la fachada. Esta primera mezquita fatimí ejerció una notable influencia en las posteriores mezquitas.

Egipto se convierte en la sede del califato a partir del 969. El traslado de la dinastía viene acompañado de la creación de una nueva capital, El Cairo, rodeada de una muralla de ladrillos y situada unos quilómetros al norte de la antigua, Fustat, se construyeron dos palacios, una mezquita y dos grandes mezquitas: al-Azhar (969-973) y la mezquita conocida como de al-Hakim (990-1013). Los fatimíes fueron, en Egipto, los precursores de una nueva función arquitectónica con los mausoleos o mashhad.

El visir Badr al-Jamal al-Juyush (m. 1096), señor de Egipto como sustituto del califa a partir del 1073, hizo construir también un mashhad denominado “al-Juyushi” (1085). Esta forma decorativa tuvo un gran éxito entre los artistas locales y constituyó por aquel entonces en Egipto un tipo de ornamentación totalmente nuevo. Las cabezas de carnero grabadas en Bab al-Futuh recuerdan el nombre de la ciudad y la atracción que sentía la dinastía por la astronomía; el carnero, símbolo del planeta marte, (al-Qahir) dio su nombre a la ciudad del Cairo (al-Qahira).

El arte fatimí destaca sobre todo por la riqueza de su decoración. Las escenas de baile o de caza, por lo demás bien conocidas, se vuelven casi invariables bajo el reinado de los fatimíes.

La cerámica con reflejo metálico de la época fatimí es una de las joyas de la cerámica medieval de los países del Islam. El arte fatimí dejó también numerosas muestras del trabajo del vidrio moldeado o soplado. Ese gusto por el lujo y la pomposidad propio de los fatimíes se deja entrever un poco más en la atracción que los grandes de este período manifestaron por las prendas confeccionadas a partir de los tiraz de lino y de seda, cuyos talleres se encontraban en manos de los coptos de las ciudades del delta como Damieta o Tinnis. Aunque un gran número de estos objetos desaparecieron en los pillajes e incendios de la ciudad, algunos encontraron comprador en comerciantes o peregrinos europeos que los trajeron consigo, contribuyendo así a una gran difusión del arte fatimí incluso tras su eliminación por Saladino en 1171.

Al-Hakim como Califa

Tāriquil al-Hakīm, llamado bi Amr al-Lāh (Árabe “Gobierna por Mandato de Dios”). La transferencia acertada del poder era una demostración de la estabilidad de la dinastía fatimí. Para unos El califa loco y para otros manifestación de la divinida].

El reinado de Hakim se caracterizó por un disgusto general. Una rivalidad entre dos facciones opuestas, los turcos y el grupo bereber dentro del ejército fatimí. La tensión creció entre el califa y sus visires y próximo al final de su reinado se comenzó a formar el movimiento de los drusos, una secta religiosa agrupada alrededor de Hakim.

A partir del año 1004 el sexto califa fatimí de Egipto reacciona brutalmente contra los cristianos, promulga decretos, confisca los bienes de la Iglesia, hace quemar las cruces y después las iglesias. Obliga a los cristianos a llevar al cuello una cruz de cobre de cinco kilos, a los judíos un cepo de madera representando una cabeza de ternero y una campanilla. Tanto unos como otros debían llevar un sombrero negro.

En el año 1005, obligó a los habitantes de El Cairo a trabajar de noche y dormir de día, la ciudad debía permanecer iluminada durante toda la noche, y él recorría las calles a lomos de su asno, ordenó matar a todos los perros, porque sus ladridos le molestaban, asesinó, en algunos casos personalmente, a visires, funcionarios, jueces, poetas, cocineros, médicos, soldados y parientes, judíos, cristianos, e incluso cortaban las manos de esclavas en su palacio. Mataba a todos aquellos que no cabían en sus cárceles. Ordenó incluso guillotinar a su tutor cuando tenía sólo 15 años, por temor a que le arrebatara su poder.

Prohibió un plato llamado mulukhiyya, regulaba qué se podía comer o beber. No permitía comer uvas ni plátanos, ni beber vino. Además no podían coincidir ambos sexos en un mismo establecimiento. En el 1014 prohíbe a las mujeres salir de casa e incluso asistir a funerales. Las no musulmanas debían llevar zapatos de dos colores: uno rojo y otro negro, para poder identificarlas, los zapateros recibieron órdenes de no fabricar zapatos femeninos. En los baños públicos la gente debía cubrir su cuerpo, y cristianos y judíos tenían que llevar ropas diferentes. Daba regalos a los jóvenes para que saltaran desde un lugar alto del palacio a un estanque. Muchos fallecieron porque en vez de aterrizar en el estanque se golpearon contra las rocas.

El califa convirtió la iglesia del santo sepulcro en depósito de basura. El 18 de octubre del año 1009 la hizo derribar. En menos de 10 años miles de iglesias y sinagogas fueron quemadas o saqueadas, y muchos cristianos salvaron la vida haciéndose musulmanes. Los sunitas tampoco se libraron de sus persecuciones.

En 1013 Al-Hakim, para complacer al emperador de Oriente, consiente en dejar emigrar a tierra de Bizancio a los cristianos que así lo deseen, pero las persecuciones prosiguen hasta el año 1016, cuando el califa, ahora convencido de que él mismo es de esencia divina, hace proclamar su divinidad, prohíbe a los musulmanes el ayuno del Ramadán y el peregrinaje a La Meca.

En 1019 planeó el robo de los restos de Mahoma, pero no se efectuó porque se reunió una multitud impidiendolo. La excitación de los fieles llega al punto cuando Hakim impone que en el servicio de las mezquitas se sustituya el nombre de Alá por el suyo propio. Busca entonces las simpatías de los cristianos y de los judíos contra los musulmanes ortodoxos. Los a

Rivalidades

Su mayor opositor y más constante era el califato abasí en Bagdad, que pretendió parar la influencia de ismailismo. Lo que condujo al manifiesto de Bagdad de 1011, en el cual los abasíes observaron la descendencia de Hakim indicando que no descendía legítimamente de Alí.

Muerte

Al-Hakim desapareció en 1021 viajaba lomos de su burro por las colinas de Muqattam sin ninguna guardia protectora. El burro fue encontrado después cerca de un pozo cubierto con sangre. Se profesa que su hermana se valió de asesinos para matarlo por conflicto entre ellos.

La secta de los drusos

Los seguidores de Al-Hakim los drusos fueron los que primero se refirieron a Hakim diciendo que: “Gobierna por mandato de Dios”. El nombre de drusos deriva de uno de sus fundadores, Al-Darazi. Ejercen una religión que lo considera la última manifestación de la divinidad, Esperan el regreso de Al-Hakim a la tierra como el Mesías para gobernar en una nueva edad de oro. Creen que no murió, sino que Dios lo ocultó, y comenzaron a adorarlo en las montañas del Líbano.

En la actualidad los drusos habitan en el Líbano, Israel, Siria y Jordania., pero existen pequeñas comunidades por todo el mundo. En total son un millón. Mantienen en secreto buena parte de los detalles de su fe, no aceptan conversiones ni permiten matrimonios con miembros de otros credos. Creen en la reencarnación. Rechazan la poligamia, tabaco, alcohol o carne de cerdo. Peregrinan a La Meca, pero no es obligado hacerlo.

Los afiliados se visten con ropa negra, llevan bigote, se afeitan la cabeza y la cubren con un turbante blanco. Los ignorantes, reciben apoyo de los iniciados aunque sin tener vía a la literatura secreta sagrada. Cualquier persona puede solicitar ser un iniciado, pero para ello debe tener una vida de recta moral y pasar largos períodos de prueba en los que ha de mostrar su capacidad para guardar los secretos que se le confiarán.

Fuentes