I Concilio de Nicea (325)

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Concilio Ecuménico I de Nicea
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Iº Concilio Ecuménico
de la Iglesia Católica
Concilio Nicea.jpg
Icono conmemorativo del Primer Concilio de Nicea
Fecha de inicio325
Fecha de término325
Aceptado porIglesia católica, Iglesia ortodoxa, Iglesia copta, Iglesia luterana e Iglesia anglicana
Concilio anteriorConcilio de Jerusalén
Concilio posteriorConcilio de Constantinopla I
Convocado porEmperador Constantino I el Grande
Presidido porObispo Osio de Córdoba
Asistencia318
Temas de discusiónArrianismo

Concilio Ecuménico I de Nicea o Primer Concilio Ecuménico. Convocado por el emperador Constantino el Grande contra los arrianos. Tuvo lugar en Nicea en el año 325 con la asistencia de 318 obispos.

Causas del concilio

Reunido el emperador Constantino durante el pontificado de San Silvestre. Contra el arrianismo. Definió la consubstancialidad del Verbo, largamente defendida por Atanasio, diácono de Alejandría; sancionó los privilegios de las tres sedes patriarcales de Roma, Alejandría y Antioquía, y extendió a toda la Iglesia la costumbre romana concertando la fecha de la celebración de Pascua. El Verbo es verdadero Hijo de Dios, de la misma substancia del Padre, y por lo tanto verdadero Dios.

Papel de Constantino en el concilio

Constantino I, aunque simpatizaba con los cristianos, según la tradición no recibió el bautismo hasta que se halló en su lecho de muerte. Sin embargo, aparentemente ya se había convertido al cristianismo tras su victoria militar sobre Majencio en 312, ya que había invocado al Dios de los cristianos antes de la batalla. Por ello interpretó su victoria como indicio de la superioridad del Dios cristiano, aunque se guardó de compartir esta interpretación con sus tropas.​

La visión que presenta Eusebio de Cesarea en su obra Vida de Constantino es la del emperador participando e influyendo activamente en el desarrollo del concilio, y poniendo orden ante las disensiones que iban apareciendo en la asamblea.​ Sin embargo, el autor J. M. Sansterre, en su obra Eusebio de Cesarea y el nacimiento de la teoría cesaropapista, ha cuestionado esta posición, señalando que la actuación de Constantino fue respetuosa de los temas que eran de estricta competencia de los padres conciliares. Esto se ve reforzado por los artículos de la Enciclopedia Católica, que sostiene que Constantino I nunca pudo influir sobre los temas teologales, ya que su formación a este respecto era prácticamente nula. Por el contrario, sostiene la misma fuente, Constantino I se encargó de dar el marco físico y político al concilio, con el fin de evitar que los disensos dogmáticos (herejías) pudiesen desembocar de hecho en una fractura política del Imperio.

El emperador, a modo de presidente honorario del concilio, pronunció un discurso de bienvenida a los asistentes tras el cual dio la palabra a quienes lo presidieron.​ Gelasio nos ha transmitido la sorpresa de Constantino porque los obispos no llegasen a un acuerdo en cuestiones de fe y propuso que lo resolvieran acudiendo a «los testimonios de los escritos divinamente inspirados».​ Posteriormente declaró que todo el que se negara a endosar el credo sería exiliado. Ordenó además que las obras de Arrio fueran confiscadas y quemadas, mientras que sus partidarios fueron considerados como "enemigos del cristianismo".26​ Sin embargo, la controversia continuó en varias partes del imperio

Controversia Arriana

Arrio negaba la divinidad del Hijo, “consubstancial” al Padre. Si Jesús nació, hubo entonces un tiempo en el que no existía. Si El se convierte en Dios, hubo un tiempo entonces en que no lo era.

El Concilio declaró las enseñanzas de Arrio una herejía inaceptable para la Iglesia y decretó que Cristo es Dios, siendo de la misma esencia con Dios el Padre.

El Credo

La primera parte de los siete artículos del Credo fue ratificado en este Primer Concilio Ecuménico quedando así:

Creemos en un solo Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos. Luz de luz; Dios verdadero de Dios verdadero; nacido, no hecho; consubstancial al Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió de los cielos y se encarnó del Espíritu Santo y de María Virgen, y se hizo hombre. Fue crucificado bajo Poncio Pilato, padeció y fue sepultado. Resucitó al tercer día, según las escrituras; y subió a los cielos, y está sentado a la derecha del Padre; y otra vez ha de venir con gloria a juzgar a vivos y a muertos; y su reino no tendrá fin.

Este Concilio sancionó los privilegios de las tres sedes patriarcales de Roma, Alejandría y Antioquía, y extendió a toda la Iglesia la costumbre romana, concertando la fecha de la celebración de la Pascua.

El Símbolo Niceno

[Versión sobre el texto griego]

"Creemos en un solo Dios Padre omnipotente, creador de todas las cosas, de las visibles y de las invisibles; y en un solo Señor Jesucristo Hijo de Dios, nacido unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial al Padre, por quien todas las cosas fueron hechas, las que hay en el cielo y las que hay en la tierra, que por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió y se encarnó, se hizo hombre, padeció, y resucitó al tercer día, subió a los cielos, y ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Y en el Espíritu Santo.

Mas a los que afirman: Hubo un tiempo en que no fue y que antes de ser engendrado no fue, y que fue hecho de la nada, o los que dicen que es de otra hipóstasis o de otra sustancia o que el Hijo de Dios es cambiable o mudable, los anatematiza la Iglesia Católica".

[Versión de Hilario de Poitiers]

"Creemos en un solo Dios, Padre omnipotente, hacedor de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un solo Señor nuestro Jesucristo Hijo de Dios, nacido unigénito del Padre, esto es, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, nacido, no hecho, de una sola sustancia con el Padre (lo que en griego se llama homousion), por quien han sido hechas todas las cosas, las que hay en el cielo y en la tierra, que bajó por nuestra salvación, se encarnó y se hizo hombre, padeció y resucitó al tercer día, subió a los cielos y ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Y en el Espíritu Santo.

A aquellos, empero, que dicen: "Hubo un tiempo en que no fue" y: "Antes de nacer, no era", y: "Que de lo no existente fue hecho o de otra subsistencia o esencia", a los que dicen que "El Hijo de Dios es variable o mudable", a éstos los anatematiza la Iglesia Católica y Apostólica".

Del bautismo de los herejes y del viático de los moribundos

[Versión sobre el texto griego]

Can. 8. Acerca de los que antes se llamaban a si mismos kátharos o puros [es decir, los novacianos], pero que se acercan a la Iglesia Católica y Apostólica, plugo al santo y grande Concilio que, puesto que recibieron la imposición de manos, permanezcan en el clero ¡ pero ante todo conviene que confiesen por escrito que aceptarán y seguirán los decretos de la Iglesia Católica y Apostólica, es decir, que no negarán la reconciliación a los desposados en segundas nupcias y a los lapsos caídos en la persecución...

Can. 19. Sobre los que fueron paulianistas y luego se refugiaron en la Iglesia Católica, se promulgó el decreto que sean rebautizados de todo punto; y si algunos en el tiempo pasado pertenecieron al clero, si aparecieren irreprochables e irreprensibles, después de rebautizados, impónganseles las manos por el obispo de la Iglesia Católica...

Can. 13. Acerca de los que están para salir de este mundo, se guardará también ahora la antigua ley canónica, a saber: que si alguno va a salir de este mundo, no se le prive del último y más necesario viático. Pero si después de estar en estado desesperado y haber obtenido la comunión, nuevamente volviere entre los vivos, póngase entre los que sólo participan de la oración; pero de modo general y acerca de cualquiera que salga de este mundo, si pide participar de la Eucaristía, el obispo, después de examen, debe dársela (versión latina: hágale participe de la ofrenda).

[La carta sinodal a los egipcios sobre los errores de Arrio y sobre las ordenaciones hechas por Melicio, v. en Kch 410 s.]

Defensores de la Ortodoxia

San Atanasio el Grande y San Basilio el Grande.

  • San Atanasio (297-373) Padre de la Iglesia, fue un valiente campeón de la Ortodoxia. Pasó diecisiete de sus cuarenta y cinco años como Obispo de Alejandría, en el exilio.
  • San Basilio (330-379) tenía un instinto natural de dirigente y organizador. Habló y escribió sobre el arrianismo. Fundó hospitales y orfanatos, entre otras cosas. Revisó y puso al día la Divina Liturgia. Contribuyó grandemente al Monacato (Este y Oeste) y fue uno de los famosos Padres de Capadocia (junto con San Gregorio de Nisa, su hermano menor, y San Gregorio Nacianceno, el Teólogo, su íntimo amigo). Los Capadocios, junto a San Atanasio el Grande, trazaron el modelo para expresar las doctrinas referentes al misterio de la Santa Trinidad.

Los Tres Jerarcas

San Basilio, San Gregorio Nacianceno y San Juan Crisóstomo son llamados los Tres Jerarcas.

Fuentes