Iglesia de Santa María del Rosario

Iglesia Parroquial de Santa María del Rosario
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Obra Arquitectónica  |  (Iglesia)
Iglesia de santa maria del rosario.JPG
Iglesia conocida como la Catedral de los Campos de Cuba
Descripción
Tipo:Iglesia
Estilo:Barroco
Localización:Santa María del Rosario, Cotorro, La Habana
Uso inicial:Iglesia
Uso actual:Iglesia
Datos de su construcción
Inicio:1760 a 1766
Inauguración:1766
Otros datos
Arquitecto(s):José Perera
Premios:Declarada Monumento Nacional en 1946

Iglesia Parroquial de Santa María del Rosario. Una de las mayores reliquias del patrimonio cultural del municipio Cotorro, y el monumento arquitectónico más importante del territorio, lo es, sin duda, la Iglesia Parroquial de Santa María del Rosario.

Bautizada por el Obispo de Espada, Don Juan José Díaz de Espada el 12 de febrero de 1812 como la "Catedral de los Campos de Cuba", y enclavada en el casco histórico de la “Ciudad Diminuta” –como la llamara José María Chacón y Calvo–, domina majestuosa a todo el pueblo: su monumentalidad resulta, a todas luces, gigantesca con relación al resto del paisaje urbanístico.

Características

Su construcción, de cantera y teja, y en sustitución de la primitiva capilla de madera, se sitúa entre 1760 y 1766 y se le atribuye al arquitecto José Perera.

Uno de los ejemplos más interesantes de barroco criollo en la isla, la iglesia fue declarada Monumento Nacional por el Congreso de la República en 1946, a propuesta del Rosareño académico Antonio Iraizós, y ratificada como tal en 1987 por la Comisión Nacional de Monumentos.

Sus archivos son un verdadero tesoro; también sus catacumbas. En los paños laterales bajos y los tres altos, así como las pechinas del crucero, pueden admirarse pinturas de santos atribuidas al pintor Nicolás de la Escalera, y que catalogan como imprescindibles en la historia de la pintura cubana; una de ellas tiene el especial mérito pictórico – histórico de representar, por primera vez dentro de una iglesia, la figura de un negro esclavo.

Altar de la Iglesia

El altar mayor, verdadero monumento del arte colonial, considerado como único en Cuba, es de proporciones gigantescas: 10 metros de ancho por 15 de alto, y está enclavado en un hermoso prebisterio, cuyo piso original era de mármol. Con 55 metros de largo por 25 metros de ancho, la nave crucero atesora once altares, nueve de los cuales son de Estilo chirruguiresco, labrados en cedro imitando mármol y con dorados de oro de 22 quilates. Está por aclara si realmente perteneció a la iglesia un cuadro de Velázquez representando a Ignacio Loyola, y si entre sus alhajas de plata repujada contaron con un cáliz salido de las manos de Benvenuto Cellini. Tal vez sea parte de la leyenda que envuelve a un pueblo de leyendas. Ilustres personalidades han visitado la iglesia: Pedro Morell de Santa Cruz, el Obispo Espada, Ignacio Agramonte, Alejo Carpentier, la Reina Sofía de España, por citar sólo algunos. Alejo Carpentier, que en esta iglesia contrajera nupcias con Lilia Esteban de Carpentier el 26 de mayo de 1941, escribió un delicioso artículo que tituló "Misa del Gallo en Santa María del Rosario", publicado en Tiempo Nuevo, en 1940: "Las palmas cimbrean sobre el añoso tejado del santuario y la vegetación casitropical invade sus techumbres estriadas de musgo. Lo sobrio de la arquitectura exterior, y el estallido de oros, azules, flores, aureolas y arabescos del altar. ?…? En el fondo, el altar mayor –una de la maravillas de la talla colonial criolla- luce sus columnas salomónicas recubiertas de oro, sus hojas de acanto entretejidas, sus guirnaldas barrocas. Bajo la comba del púlpito de madera labrada, una paloma de porcelana, imagen del Espíritu Santo, cuelga de un hilo. En vitrinas con cristales fragmentados

Frente de la Iglesia de Sta. Ma. del Rosario

–en aquellos tiempos no se fundían grandes piezas- los santos de catadura española sonríen o lloran sus miserias acreedoras de la eterna beatitud. La cúpula del ábside muestra su prodigioso trabajo de vigas entrelazadas…"

Por más de dos siglos, la iglesia de Santa María del Rosario ha sido testigo mudo de incontables dramas humanos y hechos históricos. Su atrio ha servido, históricamente, de escenario a diferentes manifestaciones artísticas. Durante la tiranía de Batista, y al amparo de la noche, un grupo de revolucionarios subió a lo más alto de la torre del campanario, donde colocaron la bandera rojinegra del Movimiento 26 de Julio. Al día siguiente todo el pueblo vio, entre asombrado y admirado, flamear la bandera. Poco tiempo permaneció allí, pero bastó para que el hecho quedara como gesto desafiante de rebeldía y patriotismo, grabado para siempre en la memoria de los rosareños.

Fuentes