Inmigración haitiana en Banes

Inmigración haitiana en Banes
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Ficha de haitiano.jpg
Ficha de inmigrante haitiano
Fecha:1900 - 1930
Lugar:Banes
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba Bandera de Haití Haití


Inmigración haitiana en Banes. La república neocolonial se inauguró en Banes con la presencia de la United Fruit Company. Cuando esa compañía estadounidense inició el fomento de la plantación azucarera, en 1899, enfrentó una gran escasez de fuerza de trabajo. Los requerimientos de personal que la construcción del central establecía, así como el amplio plan de construcción de vías férreas determinaron una oleada de inmigración antillana, en la que predominaron los haitianos y jamaicanos, cuyo primer grupo arribó a Banes, en 1900. En los años sucesivos la Compañía mantuvo un trasiego constante de este tipo de personal, la mayoría de las veces de forma ilegal, para ir cubriendo sus necesidades laborales.

La United Fruit Company y la importación de braceros haitianos

A partir de 1905 la situación laboral empeoró para la United Fruit Company, por el aumento de la capacidad productiva del central Boston y el surgimiento de nuevos talleres y oficinas, que complementaban el funcionamiento de la Compañía, en Oriente. Además otras regiones del país demandaban fuerza laboral por lo que la solución no podía ser las migraciones internas. Evidentemente era necesario continuar importando mano de obra, la antillana era barata, altamente productiva y de fácil manejo; además la contratación del bracero no entrañaba un vínculo estable, pues podían ser enviados a su país de origen durante el tiempo muerto.

La posibilidad de reembarcar a los braceros permitía a la Compañía extraer a estos trabajadores de sus propiedades durante el tiempo muerto, de no haber sido de esta forma se hubiera visto en la necesidad de buscar ocupación para ellos, lo que significaba mantener un peligroso foco de descontento en sus propiedades.

Huella de inmigrante haitiano en pasaporte

La puesta en vigor de numerosas leyes: Ley de Inmigración y Colonización, el 11 de julio de 1906; el decreto 743, de agosto de 1912; el Decreto Nº 23, del 14 de enero de 1913; Ley de Inmigración, el 3 de agosto de 1917; favorecieron a la United Fruit Company, que durante las primeras décadas del siglo XX dependió básicamente de los braceros para el desarrollo de la cosecha cañera. El movimiento de braceros haitianos fue una migración golondrina, pues la mayor parte de ellos venía cada año, trabajaba en la zafra y luego eran reembarcados.

Representación mediática de la inmigración haitiana

Estos inmigrantes fueron víctimas de una horrible discriminación y explotación yanqui: como obreros, como negros y como extranjeros; situación que se agravó a fines de 1920, con la caída de los precios del azúcar y la crisis económica transitoria que se produjo en Cuba, período durante el cual se hizo más intenso el rechazo a esa inmigración de braceros.

Desde 1915, en Banes el periódico local El Pueblo, cuestionaba - en primera plana - el empleo de esta fuerza de trabajo. Sus artículos eran encabezados con títulos como:

  • Inmigración perniciosa.
  • El peligro negro.
  • Ley de inmigración tiene que ser más severa.
  • El problema de la inmigración.
Artículo sobre la inmigración en el Periódico El Pueblo

Con solo leer el titular, se podía tener una idea del marcado carácter discriminatorio del contenido de los artículos - de un diario que representaba los intereses de la burguesía banense. Ellos se oponían a esta inmigración, no porque afectara a las masas proletarias y se convirtiera en un instrumento estabilizador de los salarios frente al creciente encarecimiento de la vida de los trabajadores nativos, sino porque estaban en contra de la importación de personal negro, por considerarlo razas inferiores, lo que demuestra que los haitianos fueron víctimas de los prejuicios raciales, alentados por la prensa burguesa, que consideraba que eran “hostiles a la adaptación porque hablaban distinto idioma y eran distintos sus usos y costumbres."[1]

La población cubana también se manifestaba en contra de esa fuerza de trabajo, los obreros consideraban que sus tristes condiciones se debían, en gran medida, a los miles y miles de inmigrantes que cada año invadían el pueblo y trabajaban por un insignificante salario. Como plantea Ramiro Guerra,

“(…) la importación de braceros baratos no solo disminuía la posibilidad de encontrar trabajo al obrero nativo, sino que envilecía el salario y rebajaba el nivel de vida y la capacidad adquisitiva y de consumo de toda la masa trabajadora de Cuba.”[2]

La cuestión del salario devengado por los braceros era bastante controvertida. Ellos se convirtieron en estabilizadores salariales, teniendo en cuenta que constituían una fuerza laboral extra, impedían que los salarios se incrementaran en relación con el aumento de la demanda de mano de obra.

Aparentemente no había diferencias en el pago estipulado por la Compañía al trabajo del inmigrante con los realizados a los trabajadores cubanos. Sin embargo, tomando en consideración las condiciones en que laboraban los braceros antillanos, realmente el salario devengado era menor que lo estipulado, oscilando entre 0.19 y 0.80 centavos por cada 100 arrobas de caña.

Súmesele a ello que la United Fruit Company hacia pagos globales al contratista por la cantidad de caña que entregaba semanalmente y este era quien realizaba los pagos individuales a los braceros, quienes no llevaban el control de las arrobas de caña despachadas, por lo que desconocían la suma de dinero que correspondía al trabajo realizado en la semana, de ahí que fueran engañados y no les pagaran como debía ser.

Por otro lado, los comerciantes también se quejaban porque los haitianos ahorraban hasta el último centavo para poder regresar a su país con algo de dinero; además estos consumían solo en la red de fondas y tiendas que la United Fruit Company tenía en las zonas donde estaban ubicados los barracones. O sea, que estos inmigrantes como mismos no eran trabajadores “libres”, tampoco eran consumidores “libres”, lo que no contribuía con el desarrollo del comercio. Ese sistema de tiendas que la Compañía tenía creado, en las plantaciones, favorecía la recuperación del dinero invertido en el salario de los inmigrantes, ya que los braceros se veían obligados a consumir para cubrir sus más elementales necesidades de subsistencia; también les cobraba por el alojamiento - que no era más que un barracón -, y le descontaba una parte del salario para la atención médica.

El periódico El Pueblo, refería en sus páginas:

“Los haitianos durante su permanencia en Cuba se alimentan de frijoles y boniatos sembrados en las carreteras por las empresas y por tanto apenas gastan nada y cuando tienen que emplear algún dinero se ven obligados a comprar en las tiendas del barracón del latifundio azucarero, barracón que vende de todo y no paga las contribuciones correspondientes.”[3]

La administración del central y la burguesía azucarera – que eran los únicos que defendían la inmigración - planteaban que si se creía que ésta traía la propagación de enfermedades, sencillamente se ejerciera sobre ella estrecha vigilancia por las autoridades sanitarias.

Ese desprecio del cual fueron víctimas incidió en que su proceso de asimilación étnica fuera forzado y los vestigios de su cultura solo se manifiesten en el marco de las relaciones familiares, sin lograr que trasciendan al marco de las relaciones sociales y de la vida de la localidad.

Referencias bibliográficas

Bibliografía

  • Fuente: Dr. C. Yurisay Pérez Nakao. Historiadora de Banes.
  • Guerra, Ramiro: Azúcar y población en Las Antillas. La Habana. Editorial de Ciencias Sociales, 1970.
  • James Figarola, Ariel: Banes: Imperialismo y nación en una plantación azucarera. La Habana. Editorial Ciencias Sociales, 1976.
  • Pérez Nakao, Yurisay:Inmigraciones a Banes. Identidad y diversidad cultural. España. Editorial Académica Española, 2012.
  • AHPSC. Fondo Gobierno Provincial. Materia Inmigración. Legajo 786. Exp. 11.
  • Museo Municipal Banes. Archivo de la United Fruit Company. Reportes anuales. 1928.
  • Periódico El Pueblo. Banes, 4 de junio de 1915.
  • Periódico El Pueblo. 15 de mayo de 1928.