Inmigración española en Cuba

Inmigración española en Cuba.
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La inmigración española en la primera mitad del siglo XIX
Fecha:Siglo XIX y XX
Lugar:Sancti Spíritus, Cuba
Descripción:
Contribución al proceso de poblamiento en Cuba.
Resultado:
Decenas de miles de jóvenes, en su gran mayoría hijos de obreros, de campesinos y de otros sectores fueron arrancados de su seno familiar y enviados a la isla.
Consecuencias:
Fallecimiento de una forma u otra víctimas del sistema colonial imperante en esa época.
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba, Bandera de España España
Ejecutores o responsables del hecho:
Gobierno español


Inmigración española en Cuba. Contribuyó al proceso de poblamiento, por lo que desempeñó un papel fundamental en la composición etnodemográfica del país; tuvo marcada presencia en todas las manifestaciones de índole económica, social, política, militar y las referentes a la cultura material y espiritual cubana. Estuvo enmarcada en los siglos XIX y XX.

Inmigración

La inmigración, generada durante el siglo XIX, fue un proceso social de gran importancia por la contribución de sus integrantes en las diferentes esferas de actividad del modo de vida decimonónico en Cuba, de ellas: la laboral y la militar tuvieron un papel muy importante, esta última a partir de 1868, fecha en que se inicia la primera guerra por la independencia de Cuba, llamada de los Diez Años. La separación de España no se logró hasta 1898, que culmina la Guerra de Independencia, iniciada en 1895, y donde no pocos extranjeros participaron en ella, luchando en las filas del Ejército Libertador de Cuba (ELC), de ellos se destacó la presencia española con 1 361 combatientes.

La Inmigración española en Cuba contribuyó grandemente al proceso de poblamiento de la isla en un 74,9 por ciento y representando el 90,9 por ciento de los extranjeros blancos. Su presencia era mayor en la Ciudad de La Habana y menor en Santiago de Cuba.

Su presencia en todas las manifestaciones de índole económica, social, política, militar y, las referentes a la cultura material y espiritual cubana desempeñó un papel fundamental en la composición etnodemográfica.

Aspectos generales de la inmigración en Cuba en el siglo XIX

La política de inmigración blanca fomentada en el siglo XIX, para la Isla, se comenzó a gestar en las últimas décadas del siglo anterior, en ella va a desempeñar un papel predominante el Gobernador General de la Isla, Don Luis de Las Casas - de grato recuerdo para el pueblo de Cuba -, vinculado a un grupo de destacadas figuras criollas, y con intereses particulares dentro de la industria azucarera por ser propietario de un ingenio. Tres importantes instituciones de la Colonia estuvieron vinculadas a este proceso, son ellas: La Intendencia General de Hacienda, el Real Consulado y Junta de Fomento y la Sociedad Económica de Amigos del País.

El desarrollo económico del siglo XIX desde su inicio se unió estrechamente con la inmigración de la población, tanto forzosa llegada a Cuba por la vía de la esclavitud, como "espontánea" en muchos casos por la vía de la contrata, y ésta se vinculó a dos modelos de cultivos diferentes: la plantación dedicada al azúcar y café que utilizaba mano de obra esclava, y la estancia al tabaco y la siembra de frutos menores, donde participaba la población libre. Lo que demuestra la interacción existente entre la evolución de la economía cubana y la estructura sociodemográfica.

La inmigración española en la primera mitad del siglo XIX

Ya desde 1812 se había creado la Comisión de Población Blanca en el seno de la Sociedad Económica de Amigos del País; integrada en su mayoría por destacados hacendados cubanos, que van a estar vinculados a una serie de proyectos de colonización en diferentes áreas del país, al menos durante el primer cuarto de siglo; ellos son José Ricardo O'Farrill, Juan Montalvo, Andrés de Jaúregui, Antonio del Valle y Tomás Romay, todos ellos miembros de la Sociedad.

Años después, gracias a las gestiones del Intendente de Hacienda Alejandro Ramírez, entre otros, se promulga la Real Cédula del 21 de octubre de 1817, que va a permitir un aumento de la población blanca, donde el mayor volumen es de españoles de la península y de las Islas Canarias. A falta de éstos se permitirá la entrada de europeos católicos naturales de las potencias amigas (1). La Comisión de Población, se convirtió en 1818 en la Junta de Población Blanca, cuya función principal era la de promover e importar "colonos" blancos. La primera proposición hecha fue solicitar que arribara a Cuba población canaria residente en New Orleans, además de establecer algunos mecanismos para propiciar la llegada de otros europeos. Se planteó también, el reforzamiento de localidades ya existentes: Güines y Matanzas, entre otras y, finalmente, la fundación de nuevas colonias para ubicar a los inmigrantes llegados al país bajo la condición de "colono", nombre que se le asigna por estar vinculados a los proyectos de colonización diseñados para la Isla.

Le fue otorgada prioridad a las gestiones para aumentar la población blanca de la región oriental, en lo fundamental: a Guantánamo y Nipe (2). Además, se fundaron otras poblaciones: Nuevitas, Sagua la Grande, Santo Domingo y Reina Amalia. Para complementar esta Real Orden fueron confeccionadas las disposiciones llamadas, "Reglas para el domicilio de nuevos colonos y sus auxilios"; en los que se planteaba que cada colono estaría atendido por un vecino de buena reputación y recibiría una carta para acreditar su domicilio y su religión católica (3).

En las dos primeras décadas del siglo, la inmigración española recibida a través de los mecanismos establecidos no fue numerosa, varios factores incidieron en eso: uno de ellos es la competencia de algunos países de Hispanoamérica: México, Perú, Venezuela y otros, situación que fue cambiando en la medida en que se enfrascaron en sus guerras de liberación de España; las que culminaron en la década de los años veinte. Esta situación propició una emigración moderada hacia Cuba tanto de aquellos procedentes de la península, como de los españoles que se habían asentado en esos países, en años anteriores.

Otro elemento, que incidió en los primeros años de este período - de manera negativa -, en la promoción de españoles hacia la Isla, va a ser, la abolición de la esclavitud en Inglaterra a partir de 1807. Esto se debe a que al no poder continuar en este negocio, la política inglesa cambia y, va a estar dirigida a lograr que España también elimine la trata. Por su parte en la Isla, el grupo de esclavistas, ha acumulado grandes fortunas y, buscará nuevas relaciones comerciales, ahora con los esclavistas del sur de Estados Unidos (4). Esta nueva situación les hizo pensar en la ventaja de una posible anexión a ese país, que les permita continuar con la esclavitud.

Lo antes expuesto lleva a reflexionar, que no fue casual la actitud asumida por parte de los productores azucareros y cafetaleros al no apoyar este tipo de inmigración, pues no les interesaba recibir población inmigrante española, lo que unido a la falta de respaldo por parte de la administración colonial - que permitía se continuara con la trata de manera encubierta -, hizo que no alcanzara el volumen a que aspiraba la Junta de Fomento; pues a pesar de la vigilancia sostenida por Inglaterra y a los Tratados firmados entre esta y España, la inmigración forzosa africana continuo por varias décadas más.

Durante los años treinta, la Junta de Población comienza a presentar dificultades hasta el punto de detener su actividad en diciembre de 1842. La misma fue reanudada dos años más tarde en 1844 - precisamente en el año de la conspiración de Aponte -, con una serie de reformas.

La cuestión de mayor importancia fue aquella que se refiere al cambio de situación laboral del inmigrante, pues se insiste en que éste sea asalariado. A partir de ese momento, para la introducción de los nuevos inmigrantes fueron confeccionados 3 tipos de contratos, de acuerdo al: sexo, edad y calificación del individuo. Esta información fue ofrecida a las familias más prominentes para que, de acuerdo con las características personales de los propuestos pudieran seleccionar a los que deseaban recibir. También se encargaban de tramitar de manera oficial: su embarque, llegada y entrega. Por lo tanto, la Junta se limitó a funcionar como enlace entre estos colonos y sus nuevos patronos (5).

En el contrato se estipulaban las condiciones de trabajo del colono similar a la de lo esclavos, en uno de los artículos se planteaba que el inmigrante era entregado a una persona, que le abonaba un salario mensual, del que descontaba una parte que entregaba su patrono a la Real Junta de Fomento por los "gastos ocasionados" por el colono, o sea; pasaje, desembarco, alimentos y otros. A su vez el patrono tenía la obligación de entregar al colono una muda de ropa cada seis meses. El tiempo de trabajo cubría la misma cantidad de horas estipuladas en el país con excepción de los domingos.

El siguiente artículo del contrato demuestra lo inhumano de las condiciones a que estaban sometidos, cuando se plantea que:

"Siempre que el colono sin fundado motivo o pretextando frívolas causas, a juicio de la Junta, pretendiere rescindir este contrato deberá tener entendido que será obligado a pasar a los trabajos de la Real Junta de Fomento hasta que haya devengado el importe de las reclamaciones que contra él tiene su patrono"[1]

Las contratas de españoles entre 1845 y 1846

Por la vía de la contrata, llegaron españoles procedentes de todas las actuales Autonomías. Al analizar el lapso de un año - 4 de junio de 1845 al 6 de junio de 1846-, se observa la presencia de inmigrantes naturales de varias provincias. Los contratos efectuados durante ese año y, el resto de las gestiones fueron realizada por el contratista Domingo Goicuría, quien durante este período efectuó 19 viajes a la Isla; la gran mayoría de las naves eran españolas, de ellas sólo dos eran de nacionalidad francesa. Para la salida fueron utilizados, varios puertos españoles y el de Burdeos, en Francia. En total viajaron y llegaron a La Habana 1 208 personas; de ellas 934 eran hombres (77,3%) y 274 mujeres (22,7%). Es interesante destacar la presencia femenina en un poco más de la quinta parte.

A modo de ejemplo, de Castilla llegaron un total de 405 (33,5%), el resto lo conformaban: gallegos, franceses, vascos, andaluces, catalanes, valencianos y asturianos. En cuanto a los castellanos aparecen 288 hombres (71% del total de hombres), y 117 mujeres (29 del total de mujeres), con lo que se destaca la mujer castellana (7). Estas mujeres en su condición de "colona", fueron contratadas en su mayoría como "domésticas", aunque también existe un grupo que se dedicó a las tareas agrícolas.

En este período el nuevo mecanismo establecido para la importación de inmigrantes tampoco produjo grandes volúmenes. A pesar de las no pocas gestiones realizadas por la Junta de Fomento, la inmigración española no alcanzó las proporciones esperadas ya que el grupo promotor aspiraba a traer hombres que pudieran trabajar y comportarse lo mismo que los esclavos, y por supuesto sometidos a las mismas condiciones de vida y trabajo. Sus verdaderos intereses esclavistas se manifestaron un año más tarde, en 1 847 cuando apoyaron la realización del experimento dedicado a la introducción de culisº chinos en la Isla.

La política inmigratoria en la segunda mitad del siglo

Al vincular lo antes expuesto y el cese de la trata negrera que provocó falta de fuerza de trabajo, se puede considerar que no fue casual que en la década de los años cincuenta se crearan algunas disposiciones encaminadas al mejoramiento de los inmigrantes. Otro elemento importante a tener en cuenta, fue las manifestaciones de los esclavos por el deseo de alcanzar la libertad, con ello se demuestra el carácter interesado de las medidas implementadas.

Se continuó con la llegada de inmigrantes a través de la contratación. España modifica su política migratoria, para lo que se pone en vigor la Real Orden Circular del 16 de septiembre de 1853, la misma ofrece mayores facilidades a la emigración de su población hacia el exterior.

La presión demográfica, las dificultades económicas y los intereses concretos coloniales del gobierno español están en el origen de ese cambio de actitud. No obstante, esto no va a implicar mejoras para los inmigrantes ya que muchas serán las dificultades que seguirán afrontando durante la larga travesía, para no siempre llegar y en otros casos no hallar el trabajo esperado. Continuarán las prácticas especuladoras y explotadoras las que contaran generalmente con la pasividad, cuando no con la connivencia de la administración española en la Metrópoli y en Cuba. (8)

El transporte de inmigrantes procedentes de España constituyó un rentable negocio para algunos, aún a costa de la salud e incluso de la vida, como consecuencia de la mala alimentación y pésimas instalaciones sanitarias (9). Pagar el precio del pasaje implicaba para muchos la deuda personal o familiar, o caer en la firma de "contratos" usurarios mediante los que quedaban atrapados durante años hasta cumplir el plazo establecido o pagar el dinero recibido, situación de semiesclavitud temporal (10) en la que muchos perdieron la vida debido al excesivo trabajo, la deficiente alimentación y los rigores del clima. Por estos motivos son frecuentes las deserciones de los trabajos establecidos en las contratas. En otros casos, aparece la presencia de la mujer en la prostitución al encontrarse sin la posibilidad de otro trabajo.

La inmigración en Cuba se convirtió en un negocio de importación de fuerza de trabajo blanca, tan inhumana como la trata de esclavos africanos (11). Las medidas tomadas por las autoridades españolas fueron las de crear más consulados, en los lugares de llegadas de inmigrantes. Pero no intervinieron en los atropellos llevados a cabo por las compañías marítimas y los propietarios de tierra y negocios en Cuba.

Los agravios se continuaron permitiendo de forma directa - Real Decreto de 22 de marzo de 1854 - e indirecta – diversos proyectos de colonización, como el Ibáñez-Duggi a través de los cuales los grandes propietarios conseguían mano de obra barata - por el gobierno. Las propias autoridades de la Isla estuvieron implicadas en la explotación de los inmigrantes (12). Si el mal trato existía con los que emigraban legalmente, mucho más se daba con los que lo hacían de manera ilegal para evitar el servicio militar, las deudas y los impuestos, entre otras situaciones.

Desde diversos lugares de España, y en particular desde las Islas Canarias, aparecen en la prensa distintos artículos relacionados con las protestas originadas debido a las formas en que se realizaba la captación de emigrantes, las penalidades impuestas durante la travesía así como el futuro incierto que les esperaba, por las condiciones de trabajo a que eran obligados, sin posibilidad de elección, hasta saldar la deuda contraída por la realización del viaje.

Esta situación tuvo una honda repercusión entre los inmigrantes ya establecidos, y se produjo la toma de conciencia de la gravedad de lo que ocurría, ya que no pocos de ellos, o algún familiar habían sido víctimas de situaciones semejantes en un pasado no lejano. Por la vía de las contratas llegó un número considerable de canarios, gallegos, y no pocos campesinos castellanos como se ha visto, además de otros representantes del resto de las regiones españolas, según se puede consultar en la documentación citada.

Al finalizar la Guerra de los Diez Años (1868-1878), comienza una oleada inmigratoria hacia Cuba. La misma será favorecida por el gobierno español que adopta una política dirigida a la atracción y asentamiento hispano en la mayor de las Antillas. Para ello, ya desde 1876 comenzaron a fundarse varias asociaciones que tendrán como objetivo principal la protección y el socorro de los militares españoles, la última se funda en 1890, la mayoría se encuentraban en La Habana, las otras ubicadas en varias ciudades importantes como es el caso de: Puerto Príncipe, Sagua la Grande, Manzanillo, Santa Clara, Cienfuegos y Sancti Spíritus.

Las asociaciones presentaban diversos nombres, tales como: “La Bienhechora del Soldado”, “Socorros Mutuos de Licenciados del Ejército”, “Centro de Protección Mutua de Licenciados del Ejército y demás Instituciones Armadas de la Isla de Cuba”, estos nombres se repiten en otras localidades.

Otra de las medidas puestas en vigor, fue la concesión de terrenos a los licenciados del ejército español y miembros del Cuerpo de Voluntarios para lo cual se dictó el Decreto del 27 de octubre de 1877. En ese mismo sentido se plantea también la creación de las "colonias agrícolas militares" y la fundación de la Sociedad de Inmigración Española, en la jurisdicción de Remedios.

Estas disposiciones unidas a otras implementadas en lo fundamental, en la década de los ochenta, tienen como objetivo principal atraer y asentar a la población en las áreas rurales, y fomentar la actividad agrícola. Al mismo tiempo lograr que quienes se encontraban en el país no le abandonasen y con ello, neutralizar el espíritu independentista cubano.

Por su parte la Asociación Canaria de Beneficencia y Protección Agrícola, fundada en La Habana, desde marzo de 1872, asume una actitud de defensa hacia el inmigrante, no sólo va a brindar socorro a los socios, característica esta común al resto de las instituciones de beneficencia, sino que tendrá como uno de sus principales objetivos la protección del inmigrante, en lo fundamental, a su actividad agrícola, por esto denuncia con mayor vehemencia que otras, la situación de maltrato que afrontan los más pobres que se encuentra en la Isla y en particular, como es lógico, los canarios (14).

Años después esta institución comienza a atravesar por una crisis que se refleja en las memorias leídas en la Junta General del día 20 de octubre de 1878, donde da cuenta del esfuerzo realizado en el cumplimiento de sus deberes. Sin embargo sus intentos de protección al inmigrante eran obstaculizados por los mecanismos establecidos en los ingenios azucareros tanto en el trabajo, como en el sistema de alojamiento y comida, los que se realizaban casi en común, lo que conspira con la integración de las familias.

Aunque estas memorias, tratan sólo el caso de los canarios, otros grupos de distintos lugares de España - castellanos y gallegos, los que también habían llegado por la vía de la “contrata”-, estuvieron sometidos a condiciones de vida y trabajo similares.

El Informe de la Asociación hace referencia a la presencia de: "alimento insuficiente y mal sano, habitación en común, o sea en los barracones de los ingenios, en donde habían de aglomerarse hombres, mujeres y niños, trabajo excesivo, pues aunque el contrato señalaba 12 y 14 horas diarias, se convertían en catorce y dieciséis, respectivamente, o quizás más; retribución mezquina, puesto que apenas podía el trabajador disponer de cuatro pesos mensuales para calzarse, vestirse y ocurrir a otras perentorias necesidades: un sistema de multas tan hábil, que casi no podía el inmigrante abrir la boca o dar un paso, sin incurrir en la pena pecuniaria; anonadamiento de su libertad de acción, por que el inmigrante, a semejanza de los antiguos siervos de la gleba, quedaba sujeto a la finca, en virtud de tener que depositar sus documentos de policía en poder del dueño, con otras condiciones que reducían al inmigrante a una tristísimo situación".

Nuevas medidas fueron puestas en vigor, en la década de 1880 se destacan dos Reales Ordenes; la primera dictada en 1880 y, que propuso las medidas para tratar que los españoles no emigraran hacia otros países de América sino que lo hicieran a Cuba y Puerto Rico. La otra, con fecha de 26 de julio de 1882 que plantea la creación de un Centro Protector de Inmigrantes.

La situación y los acontecimientos ocurridos en 1878 quedaron profundamente grabados en la memoria de aquellos que llegaron en condiciones tan precarias. Once años más tarde (1889), se maneja la propuesta de una nueva entidad, la "Compañía Importadora de Trabajadores Libres" y, tras el nuevo proyecto de inmigración canaria aparecen los mismos personajes de antes Francisco F. Ibañez, Manuel Calvo, Mamerto Pulido y José E. Moré. A lo largo del período se instrumentaron un conjunto de Reales Ordenes, Reales Decretos y Circulares, los que, unidos a la situación económica existente en la Metrópoli, posibilitaron el auge de este proceso migratorio, en el que durante los años de la Guerra del 95, disminuyó la entrada de población civil, pero aumentó la militar.

Primera Intervención norteamericana en Cuba

Al concluir la guerra el 1 de enero de 1899, con la presencia de la intervención norteamericana bajo el mando del general Brooke, se comienza la zafra azucarera de 1899, para lo cual era necesario asegurar la mano de obra. Por lo tanto, los hacendados cubanos y españoles trataron de conservar la permanencia de la fuerza de trabajo española residente e incluso que aquellos que se habían trasladado al país enrolados en el ejército no la abandonasen. Hay varios autores que consideran que hubo un numeroso grupo de soldados que no regresaron, y que se incorporaron a la zafra azucarera.

También se aspiraba a que continuase la inmigración española, prueba de ello fue la circular que emitió el Círculo de Hacendados, - aún con importantes intereses peninsulares - dirigida a los “trabajadores españoles”, manifestando que insulares y peninsulares constituyeron familias durante 400 años y que “el pueblo cubano no hizo la guerra a los españoles:

combatió al Gobierno español (...) y no sólo desea sinceramente que los peninsulares residentes continúen en el mismo sino que, además, acuda el mayor número posible a fecundar con su trabajo este fértil suelo”.[2]

La circular fue firmada por criollos y españoles, algunos de ellos hasta hacía muy poco miembros del Partido Unión Constitucional y del Cuerpo de Voluntarios.

Censo de 1899

Estas y otras acciones vinculadas al proyecto de la nueva república, permitirán que durante el tránsito entre siglos, con la Intervención Norteamericana y después con la “República”, vinculada estrechamente al gobierno interventor, la Isla sea portadora de un “boom” migratorio que llegó a alcanzar grandes proporciones hasta finales de la segunda década del siglo XX.

Cuestión ésta que parece paradójica después de la retirada del gobierno español del archipiélago cubano. Pero que tiene su explicación si se analizan: la vida del inmigrante español en Cuba, las favorecedoras leyes migratorias vigentes desde finales del siglo XIX, las establecidas por el Tratado de París, y también las puestas en vigor a principios del siglo XX. Además del apoyo del Círculo de Hacendados, que aspira a contar con una fuerza de trabajo conocida y capaz de ayudar al desarrollo económico del país.

Según el censo efectuado por la Intervención norteamericana en Cuba en octubre de 1899, existe en el país un total de 1 572 797 personas; de ellas 129 240 son naturales de España con residencia en la Isla (13). Se encuentran distribuidos en el total de las provincias cubanas, con prioridad en las provincias: Habana (47,57 %), seguida por Santa Clara (21,97 %), Matanzas presenta el tercer lugar de asentamiento español (10,93 %), seguida de Santiago de Cuba (8,80 %) y culmina con las de menores proporciones, Pinar del Río (7,93 %), y Puerto Príncipe (2,78%), esta última con el menor volumen.

Ciudadanía a través de los datos censales

El 89 por ciento de la población nació en la Isla, el 9 por ciento en España y el resto – 3 por ciento - en otros países. La proporción de los nativos - blancos, negros y mestizos – era mayor en la provincia de Santiago de Cuba - 95 por ciento - y menor en la Ciudad de La Habana donde sólo un poco más de tres cuartas partes del total eran nativos.

Los españoles constituían las tres cuartas partes del total de extranjeros residentes - 74,9 por ciento - y el 90,9 por ciento de los extranjeros blancos. Su presencia era mayor en la Ciudad de La Habana y menor en Santiago de Cuba.

Respecto a la ciudadanía, un 83 por ciento alegaba ser de origen cubano, el 1 por ciento español y un 11 por ciento que no declara sus intenciones de ciudadanía, supuestamente no había decidido si optar por la cubana o la española, por lo que ésta se mantenía en suspenso. El 5 por ciento restante alegaba otra ciudadanía diferente a las mencionadas con anterioridad. Véase a modo de ejemplo el comportamiento del grupo compuesto por: hombres, blancos con 21 años y más, nacidos en España y residentes en Cuba.

La información ofrecida por los datos censales nos permite conocer el número tan alto de personas – 175 811 -, que en octubre de 1 899 - fecha del levantamiento del censo -, no habían decidido aún si querían conservar su ciudadanía española. De ellos 75 249 eran varones con 21 años y más. Elemento éste que hace pensar, por un lado, en un cierto grado de desarraigo para con su lugar de origen, y por otro, el surgimiento de un sentimiento de pertenencia hacia su nuevo lugar de residencia.

Una parte importante de la inmigración española asentada en Cuba, a pesar de haber vivido la derrota de España en la guerra, toma la decisión de permanecer en la Isla y de participar en la recuperación económica del devastado país, con la esperanza de que el proyecto de desarrollo de la nueva Cuba sea exitoso. Quizás uno de los aspectos más difíciles a esclarecer sobre la verdad de un conflicto o la guerra en el cualquier época, para ser más exacto en el período de 18951898 del siglo XIX en Cuba, sea el relacionado con la cuantía de las bajas de los bandos beligerantes, pues se debe a la ausencia de estadísticas oficiales e imparciales la que no permitan determinar con exactitud el total del personal fallecido por cada una de la partes implicadas en la guerra.

Al hacer referencia sobre las informaciones de los caídos en combates el celebre teórico militar Karl Von Clausewitz expresó:

(…) Una parte de la información obtenida en la Guerra es contradictoria, otra parte es falsa, y la mayor es, con mucho, un tanto dudosa.Lo que es esta caso se exige de un oficial es, cierto poder de discriminación que sólo puede obtenerse gracias al juicio justo y al conocimiento de los hombres y de las cosas. La ley de la probabilidad debe ser su guía…[3]

Defunciones en Cuba

Al reiniciarse la contienda en Cuba o sea la Guerra de Independencia el 24 de febrero de 1895, fungía por ese entonces el Capitán General de la Isla Emilio Calleja de Isasi, quien contaba en armas un ejército regular aproximadamente de 16 000 efectivos organizados de la siguiente forma: 7 Regimientos de infantería de Batallones (Bones) cada uno:

  • Alfonso XIII.
  • María Cristina.
  • Simancas.
  • Cuba.
  • Habana.
  • Tarragona.
  • Isabel la Católica.
  • Bon de Cazadores de Cádiz.
  • Regimientos de Caballería (Cortés y Pizarro).
  • 10 Bon de artillería a pie.
  • 1 Bon mixto de Ingenieros.
  • Escuadrón de Santa Catalina del Guaso.
  • 3 tercios de la Guardia Civil.

A mediados de abril desembarca en la isla el General Arsenio Martínez Campos para asumir la Capitanía General de la misma. En los meses de abril y diciembre del año en curso se decepcionaron 10 expediciones con 79 viajes – buques en los cuales viajaron 31 generales; 343 jefes; 2475 oficiales y 76702 miembros de tropas para un total de 79 551 efectivos.

El 1 de diciembre de 1895 el propio General Martínez Campos dicta un bando general para reorganizar el ejército en operaciones y la estructuró de la siguiente forma: OCC: 2da Comandancia General, con una División en Matanzas, una en La Habana y una en Pinar del Río Las Villas – Ciego de Ávila: 2do Cuerpo de Ejército, con 2 divisiones, 6 Brigadas, 38 Bones, 1 Bon de Artillería y 1 Sección de Ingenieros. Camagüey: 1ra Comandancia General, con 2 brigadas. Ote: 1er Cuerpo de Ejército, con 3 divisiones y 8 brigadas. Podemos decir que al final del mes de diciembre contaba España en Cuba 104 000 efectivos del Ejército regular.

Capitán General de Cuba. General Valeriano Weyler y Nicolau

Los efectivos españoles contaban ya desde la llegada el 10 de febrero del General Valeriano Weyler, Marqués de Tenerife hasta el 1 de mayo de 1897 recibió 3 grandes expediciones total de 87 viajes – buques en los que se transportaron 9 Generales; 342 jefes; 3786 oficiales y 105 036 hombres de tropas para un total general de 109 173 efectivos.

Si sumamos los efectivos existentes desde el Capitán General de la Isla Emilio Callejas Isasi, General Arsenio Martínez Campos y Antón y el del General Valeriano Weyler y Nicolau el Régimen Español contó con más de 40 generales; más de 700 jefes; cerca de 7000 oficiales y más de 197 000 efectivos de tropa; es decir más de 205 440 hombres baja las armas.

Las bajas enemigas en Sancti Spíritus

Al decir el Generalísimo Máximo Gómez Báez:

(…) Las armas españolas, están ya demasiado honradas en esta contienda, y esa competente declaración corresponde legítimamente hacerla a nosotros los cubanos y al mundo que nos contempla asombrados. No puede España hacer mayores esfuerzos para hacer morir en su inútil empeño a tantos valientes que reclaman la humanidad y el amor madre España (…)

Las defunciones de militares hispanos en Sancti Spíritus no recoge toda la información necesaria debido a que el municipio cabecera, el local del Registro Civil en aquel entonces, sufrió un incendio y el municipio de Trinidad no aparece los registros de los años 1895, 1897 y 1898. En el período de 1895 – 1898 se notificaron 695 defunciones de militares españoles.

En el periódico de la época “Fénix” publicó un articulo titulado “Movimiento de población de la ciudad de Sancti Spíritus en 1897”, en el cual daba un total de 2 609 fallecidos, de ellas 777 de militares, lo que elevaría la cifra a 1 435, sólo se tomaron en cuenta a 695 censados.

El 65 % de los fallecidos tenían menos de 25 años más del 90 % murió a consecuencias de enfermedades, correspondiendo a la fiebre amarilla 296 (34%) y a la tifoidea 112 (16%); por heridas de guerra murieron 103 (14,8%). El 80 % eran soldados, más del 91% pertenecían al ejército0 regular; el 80.6 eran solteros.

Los meses en que más muertes se produjeron fueron octubre 138 (19.86%) y noviembre 100(14.39%)

Consecuencias

Decenas de miles de jóvenes, en su gran mayoría hijos de obreros, de campesinos y de otros sectores más humildes de la sociedad, del pueblo español, fueron arrancados de su seno familiar y enviados a la Isla en defensa de la política colonial de su gobierno, convirtiéndose en víctimas de su propio sistema.

Citas y notas

  • 1. Archivo Nacional de Cuba (ANC) Fondo: Intendencia de hacienda, Leg. 846, No. 145.
  • 2. Archivo Nacional de Cuba, Real Consulado de Junta de Fomento, Libro de Actas. Comisión de Población Blanca, fol. 1-10, 43 (3) Leg. 188, exp. 8489
  • 4.Para un estudio más detallado, véase: E. Torres Cuevas, en Las luchas por la Independencia nacional y las transformaciones estructurales 18681898.
  • 5.Coralia Alonso Valdés. Consideraciones generales sobre la inmigración española: siglo XIX. En Nuestra Común Historia. Poblamiento y Nacionalidad. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1993. p.114
  • 6.Véase las contratas de colonos en, ANC. Fondo: Real Consulado y Junta de Fomento, Leg. 146, exp. 7265.
  • 7---------------Legs. 93, 94, y 95.
  • 8.Véanse J. Hernández García: La emigración canaria contemporánea (Siglo XIX), Las Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1987.p.24 y ss. y C. Naranjo: Del campo a la bodega. Recuerdos de gallegos (siglo XX), La Coruña, 1988.
  • 11.L. F. Gómez Wanguemert: “Notas de Cuba, gallegos y canarios”. Periódico El Tiempo, Santa Cruz de la Palma, 27 de marzo de 1934.
  • 12.Véase J. Hernández: ob. cit., p.50.
  • 13.ANC: Fondo Gobierno General. Legs. : 91, 99, 100, 191 y 561
  • 14.ANC: Fondo. Gobierno General Leg. 95 exp. 4226
  • 15.Ibídem
  • 16.Prominentes miembros del Círculo de Hacendados de Cuba crearon a fines de los años 70 del siglo XIX una Compañía Importadora de Trabajadores Libres para conseguir abundante mano de obra barata para los ingenios.
  • 17. M. Moreno Fraginals, y Masó, J.J: Guerra, Migración y Muerte (El Ejercito Libertador en Cuba como vía migratoria). Colombres, Asturias 1993. p 136.
  • 18.N. Sánchez Albornoz: The Population of Latin Ametica: A history? Berkeley and Los Ángeles, California, University of California Press, 1974 - p. 167.

Referencias

  1. Véase las contratas de colonos en, ANC. Fondo: Real Consulado y Junta de Fomento, Leg. 146, exp. 7265.
  2. M. Moreno Fraginals, y Masó, J.J: Guerra, Migración y Muerte (El Ejercito Libertador en Cuba como vía migratoria). Colombres, Asturias 1993. p 136
  3. Archivo Nacional de Cuba (ANC) Fondo: Intendencia de hacienda, Leg. 846, No. 145.

Fuentes