Inmigrantes Jamaiquinos en Tacajó

Inmigrantes Jamaiquinos en Tacajó
Información sobre la plantilla
Fecha:siglo XX
Lugar:Tacajó Báguanos Holguín
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba Bandera de Jamaica Jamaica


Inmigrantes Jamaiquinos en Tacajó. Habitaban el territorio del actual Consejo Popular, desde las primeras décadas del siglo XX, laboraban para la United Fruit Company como mano de obra en la industria azucarera.

Los Jamaiquinos desempeñaron un importante papel en el desarrollo económico, social y cultural de la comunidad. Muchos de ellos se vincularon a las labores de producción de azúcar y otros a diversos oficios que beneficiaron considerablemente a los habitantes del batey azucarero.

Aunque en la localidad se contó con la presencia de inmigrantes caribeños, chinos, hebreos y españoles la presencia jamaiquina constituyó una de las más trascendentales.

Inicios

Las primeras cifras significativas del arribo de antillanos a la isla datan de 1916 cuando en 55 embarcaciones que zarparon desde Kingston con rumbo a Cuba, se registraron 1511 jamaiquinos. Sin embargo, las cifras más considerables en cuanto a número de inmigrantes antillanos se reciben a partir de 1921 y hasta 1925. No todos los jamaiquinos llegaron a Tacajó de forma lícita a través de los visados correspondientes en sus pasaportes, sino que muchos lo hacían de forma ilegal sin documentación consular alguna. Los que viajaban mediante pasaportes para facilitar el retorno a su país, en caso de que lo desearan, se veían precisados a comprar sus pasajes de regreso. El 85% de los pobladores jamaiquinos del poblado arribaron por el puerto de Santiago de Cuba, el resto lo hizo por La Habana.Vale destacar que para poder arribar a la isla era una condición indispensable estar alfabetizado.

United Fruit Sugar Company

La poderosa United Fruit Company estableció sus centrales en Banes, Preston y Tacajó.Cuando esta Compañía inició el fomento de la plantación azucarera, en 1899, tuvo que enfrentar una gran escasez de fuerza de trabajo, que se agudizó entre 1900 y 1901. Los requerimientos de personal para la construcción de centrales, así como el amplio plan de construcción de vías férreas –puesto en vigor desde el primer año de su fomento-, determinaron una oleada de inmigración antillana. En los años sucesivos, la Compañía mantuvo un trasiego constante de este tipo de personal, la mayoría de las veces de forma ilegal, para ir cubriendo sus necesidades laborales.

A partir de 1905 la situación laboral empeoró para la United Fruit Company, por el aumento de la capacidad productiva de los centrales y el surgimiento de nuevos talleres y oficinas en el oriente cubano, que complementaban el funcionamiento de la Compañía. Además, otras regiones del país demandaban fuerza laboral y se hizo necesario continuar importando mano de obra, la antillana, que era barata y altamente productiva. La United Fruit Sugar Company creó diferentes tipologías arquitectónicas, que le permitieron fundar diferentes barrios. En estos barrios, los jamaicanos constituyeron comunidades semicerradas, que contribuyó a afianzar la identidad cultural de estos. Crearon instituciones como logias, centros educacionales e iglesias que le posibilitaron a los jamaiquinos preservar sus orígenes.

En el Batey del central la compañía construyó confortables viviendas de madera y zinc, con tela metálica en sus corredores para la protección contra los mosquitos, para los empleados de confianza y altos funcionarios. Otras viviendas más modestas para algunos técnicos que venían de la Habana y Camagüey a realizar la zafra, cuarterías para trabajadores y barracones para los haitianos y jamaicanos.

Jamaiquinos

Charles Cain Stevenson
Mercibelle Williams


Charles Cain Stevenson. En 1911 arriba a Tacajó, inicialmente él y otros coterráneos se emplearon en los secaderos de café de Naranjo Dulce.


Mercibelle Williams. Arribó a Cuba con solo 9 años de edad acompañada de una hermana. Trabajó como empleada doméstica, contrajo nupsias con Charles y de esta feliz unión procrearon 10 hijos.






Charles Alexander Sampson Roch y Alice Russell .

Foto tomada en el año 1980, en Tacajó.


Matrimonio de inmigrantes jamaiquinos radicados en el Central Tacajó. Charles A. Sampson llegó a Cuba a la edad de 19 años e inicialmente permaneció en Palma Soriano, provincia Santiago de Cuba, donde se desempeñó como capataz. En busca de mejoras económicas se traslada al central Tacajó donde se vincula a las labores de corte de caña. Allí contrae matrimonio con Alice Russell, quién emigró a Cuba desde Jamaica a la edad de 17 años. La misma desde su llegada se estableció en el central Tacajó donde trabajó como doméstica. De su unión nacieron dos hijos.







Cleveland Johnson Stuart y Alberta Hewitt . Matrimonio de inmigrantes jamaiquinos radicados en el Central Tacajó. Alberta Hewitt llegó a Cuba a la edad de 3 años, junto a sus padres y un hermano de 4 años buscando mejoras económicas. En el Central Tacajó contrajo nupcias con Cleveland Johnson, también jamaiquino que llego al poblado en la primera década del siglo XX cuando aún no se había comenzado la construcción del central. Él pudo volver a su país alrededor de tres veces a partir de 1960.

Hepzibah Hall y Moisés Hall. Inmigrante jamaiquina que vino a Cuba a la edad de 25 años junto a su esposo Moisés Hall y sus dos hijos Charles Douglas Hall y Fredhicon Hall, de dos años y medio y un año de edad respectivamente. Se establecieron en Deleyte, Banes y allí concibieron otros tres hijos. Posteriormente su hija Verónica Hall Bronx se unió en matrimonio a José Caña Rucudk, también hijo de jamaiquinos que vivían en el Central Tacajó.

Costumbres y Tradiciones

En sus comidas utilizaban ingredientes como la leche de coco y el calalú, y eran muy comunes las recetas con pescado, quimbombó y mapén. En la repostería, una de sus recetas favoritas era el pudín elaborado con harina de maíz, pasas, coco y boniato, el que se cocía con carbón y era cubierto con hojas de plátano.

Como parte de sus tradiciones nacionales era común en los rituales religiosos funerarios cantar y orar durante 24 horas cuando fallecían, posteriormente realizaban una novena en la que continuaban dando curso a esta costumbre. Era habitual la asistencia de todos los inmigrantes y sus familias en estos funerales.

Resulta paradójico señalar que en el advenimiento de un nuevo ser al mundo los jamaiquinos lloraban, por la incertidumbre del futuro incierto que esperaban.

Aportes

Económico

Se impone destacar el importante rol desempeñado por inmigrantes jamaiquinos en la industria azucarera, donde el 30% de ellos se vincularon a las labores de producción de azúcar a través del corte de caña, como braseros y otras funciones dentro del ingenio. El 70% restante eran trabajadores domésticos, panaderos, dulceros, zapateros, sastres, es decir se dedicaron a oficios vitales en una sociedad.

Social

Respecto a los cortadores de caña se resalta que se asentaron en siete barracones los cuales estaban ubicados en: Herrera 3, Unión 6, Santa Clara, El Dos, Mamey Naranjo Dulce y el Batey azucarero de Tacajó, además fundaron un barrio al que nombraron Kingston. Muchos de estos se emplearon como macheteros en colonias de particulares, entre las que se destacan “Colonia de Noguera, de Melchorín, de Celio Rodríguez, y la de Suárez”, tanto el primero como el último que se menciona eran inmigrantes españoles radicados en la zona, que se dedicaron al comercio y al cultivo de la caña de azúcar. El trato dado por estos a los jamaiquinos difería del recibido por parte de la Compañía.

Las mujeres, por lo general, fueron amas de casa o se dedicaron a servir como domésticas en las casas de las familias adineradas. El hecho de poseer reputación como excelentes cocineras, reposteras, costureras, bordadoras y con capacidad de leer, escribir y buenos modales.

Cultural

Como característica fundamental de este grupo poblacional, se debe mencionar la facilidad de asimilar las tradiciones de nuestra cultura y su marcado interés por vincularse a los núcleos poblacionales cubanos, hecho que atentó contra la conservación de sus tradiciones y su identidad, a pesar de haber fomentado la creación de logias, iglesias y sociedades de instrucción y recreo. Respecto a la participación de estos inmigrantes y sus descendientes en las actividades realizadas por la logia masónica, se significa que los jóvenes para poder ingresar en dicha institución debían primeramente pertenecer a la Asociación Esperanza de la Fraternidad, hasta que cumplieran los 28 años de edad, pues aquí lo forjaban con ideales cívicos y humanitarios que resultaban básicos en los masones.

Además en aquella época era mayor el nivel cultural del jamaicano frente a otros inmigrantes antillanos, el hecho de hablar inglés en un país como Cuba, cuya economía estaba en manos de los norteamericanos, y de ser considerado como súbdito de la corona británica, fueron factores que no permitieron una mayor discriminación social –aunque si racial- del jamaicano. Los jamaicanos prefirieron inicialmente cruzarse entre ellos para, de esta manera, mantener su comunidad semicerrada y no permitir la influencia de elementos de otra cultura local, favoreciendo la perdurabilidad de sus tradiciones culturales. Posteriormente la mixtura étnica se fue imponiendo y aunque algunos descendientes mantuvieron este tipo de matrimonio, ya en la tercera generación se perdió totalmente la tradición, lo que facilitó el mestizaje cultural. Los inmigrantes jamaiquinos radicados en Tacajó realizaron un valioso aporte a una de las formas de la conciencia social: la religión, al introducir la religión protestante en la vida social de Tacajó, específicamente la doctrina cristiana metodista, la que tuvo una connotación social en dicha comunidad.

Los cultos cristianos se realizaban en la escuelita donde Miss Mackoo impartía clases de inglés los domingos, por cuanto se adolecía en la localidad de una iglesia que los congregara. En 1954 que se funda la iglesia metodista Emmanuel, por parte de Miss Cook. Los cultos eran dirigidos por pastores que procedían de EE.UU y de otras congregaciones. Los inmigrantes jamaiquinos se vincularon a la sociedad de instrucción y recreo, llamada Juventud Renaciente, convertida en el corazón de la vida sociocultural de estos pobladores.

La preservación de la idiosincrasia jamaiquina es una de las formas de respetar y agradecer su aporte a la identidad cubana, por cuanto somos el producto de un proceso de transculturación que conforma la nacionalidad de la isla.

Véase también

Fuentes

  • Álvarez, Rolando: Azúcar e inmigración 1900-1940. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1987.
  • Álvarez Garrido, María Elvira, Delgado González, Dixán, Freeman Silva Yanelis: La Inmigración Jamaiquina en el batey azucarero del central Tacajó. Sus aportes económicos, sociales y culturales. Evento Provincial de Patrimonio Azucarero. Holguín, 2014.
  • Garrido Estrada, María Rosa: Estudio integral de la localidad de Tacajó. Su vínculo con los contenidos de Geografía de Cuba. Tesis de Maestría, Holguín 20011.