Invasión a Pinar del Río (1851)

Invasión a Pinar del Río
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Parte de Movimiento Anexionista Cubano
Mapa del desembarco de Narciso López.jpg
Mapa del desembarco de las fuerzas revolucionarias al mando de Narciso López por Pinar del Río.
Fecha 12 de agosto de 1851
Lugar Pinar del Río, Capitanía General de Cuba, Bandera del Imperio Español Imperio Español
Beligerantes
Bandera de Cuba Revolucionarios cubanos
Bandera de los Estados Unidos de América Colaboradores de la Unión
Bandera del Imperio Español Imperio Español
Comandantes
Narciso López Manuel de Enna
Fuerzas en combate
480 hombres

Invasión a Pinar del Río. Fue un hecho histórico ocurrido en Cuba durante el Movimiento Anexionista Cubano, fue uno de los principales líderes de esta movimiento, el militar venezolano Narciso López, quien llevó a cabo la invasión, al mando de un contingente militar de unos 480 hombres, el 12 de agosto de 1851 por las costas de la actual provincia de Pinar del Río con el objetivo de iniciar una revolución que derrocara el gobierno español y posibilitara la anexión de Cuba a los Estados Unidos. La invasión fue un fracaso y sus principales jefes militares fueron capturados y fusilados.

Antecedentes

La invasión a Pinar del Río de 1851 fue el último de los actos conspirativos y anexionistas de Narciso López en suelo cubano. Este militar español había organizado y participado activamente en la fallida Conspiración de la Mina de la Rosa Cubana, con ella se preveía la realización de un pronunciamiento armado el 24 de junio de 1848[1] el cual fue posteriormente pospuesto para julio, pero el movimiento fue descubierto. Para organizar este conspiración se dedicó durante un tiempo a celebrar reuniones, instruir a sus subalternos y preparar la operación militar. El movimiento debía estallar simultáneamente en Trinidad, Cienfuegos, Sancti Spíritus, Villa Clara y Matanzas.

El insurreccionar plan fue descubierto tras un aviso que llegó a manos españolas, pero tuvo suerte Narciso al recibir el mensaje su amigo el Capitán General Federico Roncali Ceruti, quien le comunico de la orden de arresto en su contra y le pidió que abandonase suelo cubano pues de ser capturado sería ejecutado por las fuerzas españolas. Narciso logró evadir las detenciones y escapar hacia Nueva York el 7 de julio de 1848, de donde se trasladaría más tarde a la ciudad de Nueva Orleans.

La estancia de Narciso López en Estados Unidos fue aprovechada por los cubanos que deseaban una Cuba independiente de España y anexada a los Estados Unidos para proponerle que fuese el jefe militar de un futura invasión libertadora a suelo cubano, lo cual aceptó. Entre julio y agosto de de 1849 organizó una invasión a Cuba, la cual salió de Round Island, Nueva Orleans. En ella participaban algunos veteranos norteamericanos de la guerra contra México. Otros iban por la oferta de 1.000 dólares y 64 hectáreas de Cuba que se les habría hecho efectivas en caso de tener éxito. López ofreció el mando al político sudista Jefferson Davis, quien recomendó al coronel Robert E. Lee por 200.000 dólares. Lee rehusó ante la oposición del gobierno de Washington de romper el Tratado de Neutralidad con España de 1818 y consecuentemente, López decidió asumir personalmente la jefatura de la expedición. Este expedición fue frustrada por la negativa del presidente de los Estados Unidos, Zacarías Taylor, como consecuencia de su cambio de política con respecto a la anexión de Cuba.

Toma de Matanzas por las fuerzas de Narciso López en 1850.

Pero los planes conspirativos no se detuvieron y entre el 15 y el 16 de mayo de 1850, a bordo del Creole, emprende, al frente de más de seiscientos hombres, el camino de Cuba, y en la madrugada del 19 efectúa el desembarco en la ciudad de Cárdenas, Matanzas, la cual es tomada por los expedicionarios por cuarenta y ocho horas, tiempo en que se hizo por vez primera la actual bandera de Cuba. Transcurrido ese tiempo reembarca a sus hombres y regresa a Cayo Hueso, llevando consigo la decepción de solo haber sumado a dos hombres de Matanzas a sus fuerzas, las cuales estaban compuestas por voluntarios de varios estados del sureste de los Estados Unidos y el general Ambrosio José González como segundo al mando. Durante la travesía de regreso a aguas estadounidenses estuvo perseguido muy de cerca por un barco de guerra español.

Invasión a Pinar del Río

Después del fracaso de la invasión de 1850, el caudillo López regresa a Nueva Orleans para preparar una nueva expedición. También vivió un tiempo en Pau-Christian, lugar donde se empieza a gestar el movimiento libertario. López, más activo que nunca, logro reclutar cerca de mil hombres para invadir la isla de Cuba. A la hora de la partida, en Nueva Orleans, sólo seiscientos hombres lo acompañan, y más tarde, debido a que el barco expedicionario necesitaba aligerarse de peso, deja en el puerto de Belice ciento cincuenta más. Así, al frente de cuatrocientos ochenta, número de soldados que contaba el ejército invasor al llegar a aguas cubanas, llega en breves días (12 de agosto de 1851) a Playitas, lugar perteneciente a la tenencia de Bahía Honda, en Pinar del Río, en la costa norteña de Cuba, al oeste de La Habana.

El plan inicial era desembarcar en la parte central de Cuba, donde existían seguidores de Narciso López esperando su llegada para comenzar la lucha insurreccionar. Pero noticias llegadas a sus oídos sobre la existencia de sublevados en el territorio de Pinar del Río hicieron que el contingente revolucionario se dirigiese hacia esa zona. Los que una vez llegados a tierra sostienen un intercambio de disparos con algunos vecinos del Morrillo. Desde donde emprenden la marcha hacia las Pozas, siendo el contingente insurrecto de unos trescientos sesenta hombres, dejando el resto de la fuerza custodiando parte del armamento y provisiones de guerra y víveres.

Mientras esto ocurría en suelo pinareño, a la comandancia del Gobierno español ubicada en La Habana llegaban noticias que por las costas occidentales de la isla se había visto un vapor sospechoso, por lo que se ordena la salida del buque de guerra Pizarro, llevando una fuerte columna de cazadores, al mando del Comandante General del Apostadero de Marina, Manuel de Enna. Desembarcando en Bahía Honda el mismo día que las fuerzas revolucionarias llegan a Playitas, desde donde se dirigieron a las Pozas como hicieron los insurrectos pero aprovechando el camino las fuerzas hispanas llegan primero y se atrincheran en el poblado, desde donde le ordenan a un capitán, con su compañía, salir a efectuar un recorrido. Apenas sale el capitán a cumplir lo ordenado comienza un nutrido fuego entre la gente de López y la del referido capitán. En este primer encuentro las tropas insurrectas fueron las vencedoras.

También los expedicionarios que habían quedado cerca de Playitas tuvieron un enfrentamiento con el enemigo, saliendo victoriosos del mismo. Pero la conducta del coronel George Bibb Crittenden, segundo de López, provoca el desorden en las filas rebeldes. Durante la noche del día 13, este coronel, temeroso, se reembarca con cincuenta expedicionarios más, los que, capturados por los vapores Cárdenas y Habanero, fueron conducidos a la capital cubana y fusilados -todos en un solo día- a la falda del Castillo de Atarés.

Tras acabar con las fuerzas insurrectas ubicadas en Playitas las autoridades españolas comenzaron una persecución contra las de Narciso López, siendo empleadas todas las fuerzas necesarias para dar captura el revolucionario venezolano y su gente. España llegó a mantener persiguiendo al caudillo unos seis mil hombres divididos en numerosas columnas de cazadores. Este hecho hace que Narciso López abandone las Pozas y se interne en el monte.

Durante la huida son capturados cinco soldados insurgentes y fusilados allí mismo. Luego se produce un enfrentamiento en el asiento del Cuzco. A continuación los revolucionarios acampa en Peñablanca, y más tarde en el cafetal de Arrastri, situado a tres leguas de Candelaria, donde se produce un fiero ataque. Del cafetal de Arrastri pasan al cafetal de Frías. Aquí sostienen un fuerte combate los fuerzas revolucionarias y las ibéricas al mando del general Enna y el brigadier Rosales. Hostigado por la superioridad de los contrarios, López abandona el campo, y con él a sus muertos y heridos. Los españoles, por su parte, tuvieron, entre otras bajas, la del general Enna, quien herido mortalmente en el vientre, murió a los pocos días.

Después de esconderse por un tiempo corto, evitando los cercos enemigos y las patrullas enviadas en su búsqueda, acampa López con la poca gente que le queda en un lugar llamado Martitorena o Candelaria, donde es atacado de improviso, bajo un temporal de agua y viento, por el coronel Angel Elizalde al frente de nutrida columna compuesta de todas las armas. Ante esta situación Narciso López abandona sus posiciones después de dar un breve intercambio de disparos donde caen la mayoría de sus compañeros de lucha. En Bahía Honda, en San Cristóbal, en mitad del campo, fusilan los españoles a los expedicionarios prisioneros. Vuelve López a ser batido en el demolido ingenio del Aguacate y en la Sierra de Arroyo Grande.

Captura de Narciso López

Narciso López, uno de los principales cabecillas del Movimiento Anexionista Cubano y líder de la invasión a Pinar del Río en la cual pierde la vida.

El 28 de agosto de 1851, cuando se encontraba acompañado por siete de sus compañeros, es traicionado por su compañero de lucha José Antonio Castañeda en los Pinos del Rangel, quien lo captura y lo entrega a las fuerzas españolas. Desde este punto es remetido a La Habana, donde llega a las ocho de la noche del día 29. A las once entra en la capilla para confesarse y a las cuatro de la madrugada hacía sus disposiciones testamentarias. Sobre las siete de la mañana, aun sin salir el sol, subía las gradas del patíbulo y ponía el cuello en el garrote vil. La orden de su ejecución fue emitida por el entonce Capitán General de Cuba, José Gutiérrez de la Concha, quien había combatido bajo el mando de Narciso López durante el estallido de las guerras carlistas.

Era el día 1 de septiembre de 1851 cuando Narciso López fue ejecutado en el garrote vil, en la Explanada de La Punta. Antes de morir sus palabras fueron:

Mi muerte no cambiará los destinos de Cuba.

Fuentes