Jacinto Tomás Barreto y Pedroso

Jacinto Tomás Barreto y Pedroso
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Conde de Casa-Barreto
Nacimiento 24 de abril de 1718
La Habana, Capitanía General de Cuba, Bandera del Imperio Español Imperio Español
Fallecimiento 21 de junio de 1791
La Habana, Capitanía General de Cuba, Bandera del Imperio Español Imperio Español
Sucesor José Francisco Barreto y Cárdenas
Padre Antonio Barreto Castillo y Tabares
Madre Micaela Pedroso y González Carvajal


Jacinto Tomás Barreto y Pedroso. Fue un noble y político español de origen cubano que fue Regidor Alcalde Mayor Provincial perpetuo de la Santa Hermandad por Real título de 18 de marzo de 1744 y Alcalde ordinario de La Habana entre los años 1761 y 1768. Por Real despacho de primero de agosto de 1786, se le concedió el título de Conde de Casa-Barreto.

Datos biográficos

Jacinto Tomás Barreto y Pedroso nació en La Habana el 24 de abril de 1718, en el matrimonio formado por Antonio Barreto Castillo y Tabares y su esposa Micaela Pedroso y González Carvajal.

Jacinto Tomás Barreto y Pedroso contrajo matrimonio en tres ocasiones en la Catedral de La Habana: la primera, el 24 de septiembre de 1736, con doña Melchora Valdés y Pedroso, hija de don José Vicente Valdés y Pedroso, Regidor Fiel Ejecutor, y de doña María del Carmen Pedroso y González Carvajal. Casó por segunda vez, el 7 de enero de 1758, con doña Josefa Peñalver y Calvo de la Puerta, hija del Doctor Sebastián Peñalver Angulo y Calvo de la Puerta, Coronel de Milicias de la plaza de la Habana y su Teniente Gobernador durante la dominación inglesa, Abogado de la Real Audiencia de Santo Domingo, Alguacil Mayor, Regidor Receptor de Penas de Cámara y Gastos de Justicia, Regidor perpetuo y Alcalde ordinario de la Habana, y de doña Josefa Calvo de Ja Puerta y Arango. Casó por tercera vez, el 13 de enero de 1773, con doña María Josefa de Cárdenas y Santa Cruz, hija de don Agustín de Cárdenas Vélez de Guevara y Castellón, primer Marqués de Cárdenas de Monte-Hermoso, Regidor del Ayuntamiento de La Habana, y de doña Bárbara Beitrán de Santa Cruz y Aranda.

Comenta el periodista Ciro Bianchi en una de sus estampas habaneras dominicales del diario Juventud Rebelde, que el conde Barreto que era un hombre malo, malo de verdad. Implacable con los esclavos, era peor aún con los negros fugitivos que lograba capturar en sus exitosas rancherías. Con el pretexto de darles limosnas, solía reunir en el patio de su casa a grupos de mendigos y cuando estos eran ya numerosos, les azuzaba los perros, que saltaban sobre ellos. Los menesterosos pensaban que aquellos canes eran los mismos con los que el Conde perseguía a los esclavos y, aterrorizados trataban de huir a como fuera. En realidad eran perros menos fieros que los otros, pero el pánico de los congregados en su desespero por salirse del recinto causaba un efecto mayor que las fauces de los animales. Al final del macabro espectáculo, Barreto repartía las limosnas prometidas y recompensaba con una mayor cantidad a los que presentaban heridas más graves. Una de las mansiones del Conde, se hallaba en las cercanías de Puentes Grandes y la Avenida 51, bordeando el Río Almendares en dirección al norte hasta la costa, donde se hallan hoy los repartos Miramar y La Sierra en el Municipio Playa de La Habana. Se dice que los carreteros temían transitar por aquellos apartados parajes: decían que una luz misteriosa salida de no se sabe dónde, se posaba sobre los yugos de los bueyes que tiraban de las carretas. Zona ésta en la que el Conde enterró fabulosos tesoros, valiéndose de esclavos que después mandó matar. Fortuna que por cierto nunca apareció.

Los descendientes de Jacinto Tomás Barreto y Pedroso, 1er. Conde de Barrerto, ocuparon la casa de La Ceiba hasta 1890, época en que la abandonaron, y la otrora lujosa mansión se convirtió en casa de vecindad. La destruyó totalmente el ciclón de octubre de 1944. Los vecinos le llamaban la casa de los perros, por los dos canes de bronce que todavía en la década de 1960 custodiaban la entrada de la casa en ruinas y que remedaban ejemplares de la feroz jauría negrera del Conde, pero al igual que los restos de este, esos perros también desaparecieron para siempre.

Jacinto Tomás Barreto y su primera mujer doña Melchora Valdés y Pedroso, tuvieron por hijas a:

  • Tomasa Barreto y Valdés
  • Mariana Barreto y Valdés
  • María Josefa Barreto y Valdés

Jacinto Tomás Barreto y su tercera mujer doña María Josefa de Cárdenas y Santa Cruz, tuvieron por hijos a:

Muerte

Los días 21 y 22 de junio de 1791 una tormenta se hizo sentir con fuerza y la zona de Marianao resultó de las más afectadas por el desbordamiento del Almendares. Sus aguas arrasaron viviendas, caminos, puentes de sillería y cuanto encontraron a su paso. La mansión del Conde en Puentes Grandes, sufrió daños de consideración. Barreto murió en medio de la tormenta, su cuerpo estaba presente en la sala principal de su hermosa casa de La Ceiba; era la tenebrosa noche del 21 de junio de 1791. Luego de escucharse como un trueno lejano, seguido de ruidos y estruendos, puertas y ventanas de la casa se rompieron con estrepitoso fragor y un océano de agua penetró en la estancia derribando todo lo que encontraba a su paso. Cuando la ola se retiró en medio del resplandor siniestro de los relámpagos, se llevó consigo el sarcófago donde yacía el cuerpo sin vida del Conde. Sólo quedó en pie una imagen de bulto de Cristo crucificado que Barrerto acostumbraba a azotar en sus crisis de sadismo, y que hoy se conserva (es el llamado Cristo de Barreto) en la iglesia de María Auxiliadora, en la esquina de las calles Teniente Rey y Compostela en Habana Vieja. Los restos del Conde nunca aparecieron, dicen los autores del libro Marinao en el recuerdo;Félix Mondéjar y Lorenzo Rosado que en el índice del libro nueve de defunciones de blancos que obra en los fondos de la parroquia del Espíritu Santo aparece asentado el nombre de Barreto y remite al folio 46 del volumen donde debió inscribirse la defunción del sujeto, pero esta página fue arrancada. Muchos años después el poeta Julián del Casal relataba en una crónica, que el día del entierro, cuando los familiares del conde quisieron cargar el sarcófago para llevarlo a la necrópolis, los sorprendió su peso. Lo abrieron y estaba lleno de piedras.


Jacinto Tomás Barreto y Pedroso testó el 17 de diciembre de 1790 ante Ignacio de Ayala, y su defunción se encuentra en La Habana, parroquia del Espíritu Santo, con fecha 21 de junio de 1791.

Referencias