Jesualdo Sosa

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Jesualdo Sosa
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NombreJesús Aldo Sosa Prietto[1]
Nacimiento22 de febrero de 1905
zona rural cerca de la ciudad de
Tacuarembó,
departamento de Tacuarembó,
República Oriental del Uruguay Bandera de Uruguay
Fallecimiento27 de diciembre de 1982 (77 años) 
ciudad de Montevideo,
República Oriental del Uruguay Bandera de Uruguay
ResidenciaMontevideo
Nacionalidaduruguaya
CónyugeMaría Cristina Zerpa (maestra uruguaya), entre 1929 y 1935;
María Carmen Portela (escultora argentina) entre 1944 y 1948
PadresCándida Olivera Prietto (uruguaya),
Miguel Sosa (brasileño)[1]

Jesús Aldo Sosa Prietto, más conocido como Jesualdo Sosa (Tacuarembó, 22 de febrero de 1905 - Montevideo, 27 de diciembre de 1982). Educador, pedagogo, poeta, ensayista y periodista uruguayo.

Síntesis biográfica

Nació en el campo (la zona rural) cerca de la villa de Tacuarembó, en el centro de Uruguay. Era hijo de humildes trabajadores rurales: su padre era brasileño y se llamaba Miguel Sosa, y su madre, Cándida Olivera Prietto, era oriental.[1] Cuando tenía cinco años de edad, fue con su familia a vivir al pueblo de Tranqueras (departamento de Rivera).[2] En algunas biografías se menciona que nació en Rivera.[3] Debió trabajar desde pequeño.[4]

En Tranqueras cursó sus estudios primarios hasta quinto grado. Debido a que su familia era de escasos recursos económicos, en su niñez y juventud, trabajó como repartidor de encomiendas y carretero. A la edad de dieciséis años, ingresó al Instituto Normal de Varones, donde se graduó como «maestro de escuela primaria» cuatro años después, en 1925.

Actividad profesional

En 1922 obtuvo el cargo de maestro efectivo en la Escuela n.º 1 de la ciudad de Montevideo. Mientras tanto trabajó como cronista en el ámbito del periodismo en los periódicos La Razón y El Telégrafo.[2] En 1927 publicó sus obras Lecturas, biografías y héroes de leyenda y Nave del alba pura (poesías). Al año siguiente (1928), tras desacuerdos irreconciliables con el conservador director de su escuela, solicitó un traslado al interior del país. En 1928 fue nombrado maestro de la Escuela Rural n.º 56 en Canteras de Riachuelo (departamento de Colonia). Allí Jesualdo Sosa llevó a cabo sus proyectos pedagógicos. Un año después (1929), a los 24 años de edad, se casó con la directora de la escuela, María Cristina Zerpa (31). Trabajarían juntos ocho años. En Riachuelo se encontró con un panorama desolador, no podía enseñar a niños que padecían hambre, así que consiguió unas vacas para criar en el predio escolar. Descubrió en ese lugar la explotación y las desigualdades sociales, los niños de la escuela estaban obligados a repetir varias veces por ausencia de cursos superiores. Lo peor era el destino que les esperaba cuando a los diez u once años debían convertirse en asalariados rurales para engrosar la lista de los que no tenían más que sus manos. Jesualdo Sosa así se dio cuenta que la escuela era el único agente de cultura, por eso suprimió vacaciones y feriados y creó cursos para exalumnos, además incluyó dentro de los estudios escolares el cálculo aplicado al valor de un jornal, el precio de la mercancía, la ganancia de un propietario, para que los jóvenes descubrieran el valor de la plusvalía.

Escuelita de un rincón de la tierra, simple barracón de zinc y madera, descascarado; podridas sus puertas; raídos sus pisos; con latas y cartones por vidrios; con un grupito de maestros salidos de la entraña de la realidad más que de cartapacios pedagógicos, como sostenedores e inquietadores.
Jesualdo Sosa, Diecisiete educadores de América, pág. 403[5]

Ese año (1929) publicó Siembra de pájaros y El hermano polichinela (premiada por el Ministerio de Instrucción Pública).

En su trabajo inicial como maestro, se sintió obligado a hacer una fundamental opción:

O yo respondía con mi trabajo a los intereses de la Empresa explotadora de la región (...) o a las necesidades e intereses de los habitantes de la aldea, en su mayoría, obreros y gregarios de la empresa. (...) Desde luego, me decidí por la aldea y los habitantes, porque allí empecé a tener una nueva medida de mis relaciones humanas y el verdadero concepto de las contradicciones sociales que vivía.
Jesualdo Sosa[6]

Su proyecto transformó a la Escuela Nº 56 en un polo de actividades culturales de primer nivel, ya que a ese paraje de campaña llegaron a concurrir figuras de la talla de Felisberto Hernández o Esther de Cáceres. Jesualdo Sosa profundizó, en particular, el tema de la expresión otorgándole una dimensión mucho más rica de la que se le daba corrientemente. El centro de su pedagogía era la expresión creadora que, junto a lo que él llamaba interés actual, configuraron los pilares de su proyecto curricular.

Partiendo de la tesis de que la enseñanza debe estar en sintonía con el desarrollo de las vivencias del niño y su adaptación al medio, construyó un proceso educativo transformador.

Los excelentes resultados obtenidos en ese terreno tuvieron inmediata repercusión, pero no se llegaron a analizar suficientemente las connotaciones cognitivas, emocionales y sociales de la expresión como propuesta pedagógica que debía guiar la totalidad de la práctica escolar. Se enfrentó a las contradicciones que percibía en la pedagogía a partir de dicho aspecto pues para él estaba estrechamente vinculado a la apropiación del conocimiento, por lo cual comenzó a interrogarse acerca de la lógica de aprender a expresarse mediante el conocimiento o si, por el contrario, el conocimiento estaba condicionado a la necesidad expresiva. Sostenía que la escuela en ese tiempo trabajaba la expresión de manera que no le servía al niño para traducir sus vivencias íntimas, ni como vehículo para dominar el conocimiento, ni para integrarse al medio enriqueciéndolo. Si esta expresión sigue su curso natural de maduración sin represiones, podía y debía ser original y llegar a ser creadora ya que todos los individuos disponen de una expresión particular en cualquier material, ya sea la palabra, la línea, el ritmo, la forma, etc., que le debe servir para su comunicación y su desarrollo propio y del medio
Jesualdo Sosa, Biografía[5]

Sus inspiradores teóricos fueron Sigmund Freud, Aníbal Ponce, Jean Piaget, Lev Vygotski y Henrí Wallón. Desde su concepción, el trabajo escolar debía interesarse en el niño, separándose así del concepto de la Escuela Nueva, que para él centraba el interés en el maestro y no en el niño.[5]

Basándose en el estudio de la obra de Ponce, Jesualdo Sosa expuso su concepto de «pedagogía-tránsito» acerca de que la educación no es tan sólo un factor de reproducción social:[6]

A los maestros que actúan en la escuela actual y que quieren servir a una obra de mayor justicia y razón, como un planteo en proyección, de una escuela para una sociedad en transformación.
Jesualdo Sosa[6]

Este concepto expresa una clara posición sobre la relación entre las esferas de lo político y de lo educativo, que ubicaría a Jesualdo Sosa hoy en día entre quienes valoran el papel democratizador de la escuela en el ámbito de lo social.

También se discutían y se planificaban, junto con los niños, las normas de responsabilidad y comportamiento colectivo. De la misma manera, se trabaja en conjunto ―niños y maestros― en la publicación del periódico escolar denominado El Marrón, inspirado en el nombre de la herramienta utilizada por los trabajadores de la cantera para romper la piedra.

Censura en dictadura

En 1935 publicó la obra Vida de un maestro, en la que narró sus experiencias de ocho años en la escuela rural de Riachuelo. Esta obra produjo conmoción en el magisterio latinoamericano, que vio reflejada en aquellas páginas sus propias inquietudes. Inmediatamente después de la publicación del libro, la dictadura de Gabriel Terra lo destituyó, y prohibieron la continuación de la experiencia comenzada en 1928. Se separa de su esposa María Cristina Zerpa.

Desde 1944 vivió tres o cuatro años con la grabadora argentina María Carmen Portela, que vivía en Montevideo desde 1944.[7]

Marxismo

A partir de sus continuos estudios y debates, adhirió al marxismo, y se vinculó al Partido Comunista del Uruguay. Su gran sentido humanista lo hizo alinearse con quienes luchaban a favor de la República Española en la Guerra Civil (1936-1939) y, posteriormente, de los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

En 1938 escribió 180 poemas de los niños de la escuela de Jesualdo. Al año siguiente (1939) tuvo una activa intervención en la campaña de alfabetización en México.

En 1940 escribió José Artigas, del vasallaje a la revolución (premiada por el Ministerio de Instrucción Pública). En 1942, Fuera de la escuela y Sinfonía de la bailarina. En 1943, Problemas de la educación y la cultura en América (Premio Nacional de Ensayo del Ministerio de I. Pública), Los fundamentos de la Nueva Pedagogía y Del mito primitivo a la sinfonía tonta, premiada por el Consejo de Enseñanza Primaria. En 1944, La literatura infantil. Ese mismo año, superado el ciclo terrista es asesor del Ministerio de Instrucción Pública y profesor de Pedagogía en los Institutos Normales.

En 1945 escribió José Artigas, primer uruguayo ejemplo para los niños, 500 poemas de los niños de la escuela de Jesualdo y Diecisiete educadores de América (premiada por el Ministerio de Instrucción Pública de Uruguay). En 1947, La enseñanza en el Uruguay (Informe para el Ministerio de Instrucción Pública). En 1949, Elegía autobiográfica (premio Poesía del Banco de la República), y La Escuela de la Patria (Revista Nacional No.124, Montevideo). En 1950, La expresión creadora del niño e Ideas pedagógicas de F.A. Berra. En 1952, Mi viaje a la URSS. En 1954, La escuela lancasteriana (premio anual de la Universidad). En 1955, Don Juan de Byron. En 1958, Formación del pensamiento racionalista de José Pedro Varela. En 1959, Conocí China en otoño. En 1960 escribió el capítulo «Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo» para el libro La América Latina en el pasado y en el presente.

A partir de ello, fue ampliamente reconocido en los medios académicos que lo llevaron a ejercer la docencia y el asesoramiento en políticas educativas tanto dentro como fuera del país. Dictó conferencias y cursos en varios países de Latinoamérica, Europa, Asia, África y Estados Unidos. Desde innumerables tribunas luchó por los derechos de los niños y de los maestros y por un mundo más justo.[5]

En La Habana

En 1961 viajó a Cuba ―a principios de la Revolución cubana, comenzada en enero de 1959―. Entre 1961 y 1962 fue decano de la Facultad de Educación de la Universidad de La Habana, y colaboró como asesor en la Campaña de Alfabetización, proceso que marcó profundamente los cambios educativos en nuestro continente. El tema de la alfabetización se convirtió en un motivo constante en el accionar de Jesualdo Sosa. Para él, el analfabetismo era un resabio de la esclavitud y señalaba:

Yo no estoy dispuesto a hacer esclavos: prefiero hacer rebeldes contra cualquier esclavitud.
Jesualdo Sosa[5]

Jesualdo escribió una notable contratapa para la revista socialista Marcha (de Uruguay), titulada: «Sentirse quemado vivo», en la que se refería a la quema en la plaza pública, por parte de la dictadura militar guatemalteca de turno, de sus textos de pedagogía, precisamente.[8]

En 1965 viajó a la ciudad de Argel (en Argelia) para participar en el Congreso Internacional de Educadores como miembro informante de la Federación Internacional de Sindicatos de la Enseñanza.[5]

Trabajos en Uruguay

Jesualdo Sosa contribuyó a concebir y fundar el Instituto Cultural Bertolt Brecht, que vincula a Uruguay con la Alemania del Este.

Durante este período publicó: Antología de la poesía latinoamericana, en 1961 y Vaz Ferreira, pedagogo burgués, en 1963.

En 1965 participó del Congreso Internacional de Educadores de Argel como miembro informante de la Federación Internacional de Sindicatos de la Enseñanza. Este mismo año publicó La educación y el niño en América Latina. Al año siguiente. El tiempo oscuro. En 1968, Antecedentes de mi pedagogía de la expresión, Pedagogía de la Expresión (Universidad Central de Venezuela, Caracas), Artigas (edición en ruso, Moscú) y Los fundamentos de la nueva pedagogía (Universidad de Venezuela). En 1970, Lenin y la educación ―con motivo del centenario del nacimiento de Lenín―, y como dice al comienzo de la obra:

[...] de saldar en parte la deuda que sentía hacia quien le había señalado un camino posible en la búsqueda de un mundo más justo, sin explotados ni explotadores.
Jesualdo Sosa[6]

Comparte con Lenin la idea de que para avanzar hacia las metas políticas y económicas transformadoras de la sociedad es imprescindible implementar el proceso cultural, empezando desde su base o sea desde la alfabetización total. Para que todo el pueblo participe verdaderamente en la construcción de una política económica que lo beneficie debe salir de su ignorancia. Recoge la idea de Lenin de que los fines educativos en un sistema capitalista no son los mismos que en el socialismo, ya que parten de lugares diferentes en su concepción del hombre y de sus relaciones con el medio. Un sistema que considere la educación como instrumento político cultural, que tenga como base el trabajo y sus relaciones con la ayuda de la técnica y la ciencia, puede lograr la preparación y superación del hombre en un proceso único, continuado, sin interferencias y cuya finalidad es liberar al ser humano de la alienación despojadora de sus posibilidades y desarrollar sus virtudes intrínsecas. Agrega que es una falsedad separar la política de la economía, ya que la política no puede ni debe ser efecto pasivo de la economía, sino que ha de ser una gran fuerza transformadora resultado de la elaboración del pueblo.

Tampoco es casual que en estos momentos en que las condiciones sociales comienzan a ser semejantes en los países subdesarrollados, los sistemas educativos empiecen a entrar en crisis en todos sus renglones: económicos, políticos, administrativos, culturales, manoteando el servicio educativo como a una rama para salvar si no otra cosa, el statu quo, que les permita sobrevivir.
Jesualdo Sosa[6]

Finalmente, se refiere a dos temas estrechamente vinculados entre sí: la implementación de la escuela única y la enseñanza politécnica, cuya esencia conlleva el concepto del trabajo productivo socialmente útil. En relación a la escuela única manifiesta que constituye

[...] un proceso educativo entero, ligado entre sus eslabones desde los primeros grados del aprendizaje del niño hasta las últimas etapas formativas del individuo. [...] La instrucción politécnica equipa ya al alumno con conocimientos que por un lado familiariza con la técnica y por otro lado le dan posibilidades para comprender su papel humano en el proceso social de producción. Va engañado aquel que cree que la instrucción politécnica consiste en hacer repetir manipulaciones mecánicas.
Jesualdo Sosa[6]

Ese año (1970) publica Reencuentro en Roma con Rafael Alberti. En 1971 publicó El garañón blanco y en 1974, La escuela politécnica humanista.

Obtuvo varios premios, tanto a nivel nacional como internacional, por su labor pedagógica, literaria e histórica. A partir del golpe de estado de 1973 se le prohibió cualquier tipo de actuación y, por supuesto, se prohibió la venta de sus libros.

Estaba trabajando en el ensayo Vigencia de la educación en Lenin cuando la dictadura cívico-militar (1973-1985) se instauró en Uruguay. Durante ese nefasto período ―cuyo final no llegaría a ver ya que falleció en 1982― se le prohibió cualquier tipo de actuación, así como la difusión y venta de sus libros.[5]

Jesualdo Sosa falleció en Montevideo el 27 de diciembre de 1982, a los 77 años de edad.

Publicaciones

  • 1927: Escuela uruguaya. Manuales de lecturas escolares. Lecturas, biografías y héroes de leyenda. Adaptado al nuevo programa para 4.º año escolar[1]
  • 1927: Nave del alba pura
  • 1929: Siembra de pájaros, poemas con música del maestro J. Tomás Mujica[1]
  • 1929: Hermano Polichinela
  • 1935: Vida de un maestro
  • 1937: En carne viva
  • 1938: 180 poemas de los niños de la escuela de Jesualdo
  • 1940: Fuera de la escuela
  • 1940: Artigas: del vasallaje a la revolución
  • 1942: Sinfonía de la danzarina
  • 1943: Problemas de la educación y la cultura en América
  • 1944: Los fundamentos de la nueva pedagogía
  • 1944: José Artigas, el primer uruguayo ejemplo para los niños
  • 1944: Literatura infantil. Ensayo sobre ética, estética y psicopedagogía de la literatura infantil
  • 1945: Quinientos poemas de los niños de la escuela de Jesualdo
  • 1945: Diecisiete educadores de América
  • 1947: La enseñanza en el Uruguay
  • 1949: Elegía autobiográfica
  • 1950: La expresión creadora del niño
  • 1950: Ideas pedagógicas
  • 1954: La escuela lancasteriana
  • 1955: Don Juan de Byron
  • 1958: Formación del pensamiento racionalista de José Pedro Varela
  • 1961: Antología poeizei latino-americane
  • 1963: Vaz Ferreira, pedagogo burgués
  • 1966: El tiempo oscuro
  • 1966: El niño y la educación en América Latina
  • 1968: Antecedentes de mi pedagogía de la expresión
  • 1971: El garañón blanco
  • 1974: La escuela politécnica humanista. Buenos Aires: Losada, 1974.

Fuentes