José Clemente Fernández Castellanos

José Clemente Fernández
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NombreJosé Clemente Fernández Castellanos
Nacimiento11 de abril de 1864
Güines, La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento13 de diciembre de 1897
Bandera de Cuba Cuba
Conocido porEl Pitirre
PadresMariana Castellanos Alfonso
Fernando Fernández Arambarry

José Clemente Fernández Castellanos. Sencillamente El Pitirre, descendiente de canarios, incansable revolucionario. Se destacó por su lucha en la Guerra de los Diez Años junto al Generalísimo Máximo Gómez Báez y al Lugarteniente General, Titán de Bronce, Antonio Maceo Grajales. Fue asesinado a las 5 de la madrugada del día 13 de diciembre de 1897.

Síntesis biográfica

Nació en Güines, municipio de la antigua provincia La Habana, actual provincia Mayabeque, el lunes 11 de abril de 1864, bautizado en la iglesia parroquial de esta Villa al mes y diez días de nacido, siendo su padrino su abuelo materno José Clemente Castellanos y su madrina su tía abuela María de la Merced Castellanos, hermana de su padrino y abuelo, es decir, tía de su mamá (así consta en el libro 28, folio 441, con el número 913 del archivo del mencionado templo). El sacerdote que ofició la ceremonia fue Felipe Otaro.

Vivió en la llamada calle Vapor, hoy Ave. 93, llamada así porque a pesar de que la misma solo tenía tres cuadras, al llegar a ella podía apreciarse el humo del vapor que emanaba de los trenes ubicados en la misma línea férrea de la terminal de los trenes.

Infancia

Desde pequeño, la familia se trasladó después a la casa ubicada en la calle entonces nombrada General Dulce, y que después llevó su nombre: Clemente Fernández, cuya vivienda está enumerada con 9306 y 08. Allí vivió y creció Clemente. (Ambos sitios se encuentran muy cerca uno del otro.) Con solo 4 años de edad, Clemente comenzó a sentir el rigor doloroso de vivir en una patria oprimida y colonizada; el 10 de octubre de 1868, los cubanos se lanzaban a la lucha iniciada por El Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes con su histórico Grito de La Demajagua, dando inicio a la Guerra de los Diez Años en momentos en que su tío solo contaba con 24 años.

Adolescencia y juventud

"El Pitirre" realizó sus primeros estudios desde niño, en la primera escuela de instrucción pública que tuvo Güines, ubicada en la actual Ave. 91, llamada en aquel entonces en la llamada Calle Reina o de la Reina, entre la conocida por Habana (hoy 86), y Trujillo, (hoy 90). Ocupaba la cuadra existente que da al parque y fondo de la iglesia. Dicha escuela había sido donada por Don Francisco de Arango y Parreño, El Marqués de la Gratitud, desde principios de ese siglo XIX.

Desde su misma adolescencia, los rasgos personales de Clemente eran los de un joven alegre, afable, inquieto, amistoso, muy dinámico y simpático. (Se supone que su hermano Enrique y su primo José Dolores poseían características, sino iguales, al menos muy parecidas o coincidentes.) Mientras crecía y se desarrollaba, se sensibilizaba y lograba analizar las contradicciones existentes en su terruño y su patria natal.

Ayudaba a sus padres en la venta de productos caseros o criollos que se elaboraban y vendían en su hogar, que eran adquiridos por la población y por todos los que de una forma u otra llegaban a la terminal por el uso de sus viajes por ferrocarril. Figuró en el Partido Autonomista poseyendo ya una edad que le facilitaba su formación y madurez política, y en las actividades del mismo se destacaba por defender sus convicciones con arrojo, y la firmeza en sostener sus ideas y combatir las opiniones contrarias.

Llegó a figurar como trabajador y Maestro de Azúcar en el ingenio cercano a la población, en el Amistad. Su carácter animoso y locuaz era de un gran arrastre, poseía una alegría contagiosa, y se afirma que era notable bailador. Comprendía la ineficiencia del autonomismo y la real necesidad de luchar por la independencia de Cuba. Le sorprendió la edad de 30 años cuando comienza la guerra de 1895.

Trayectoria política

Anexionismo, abolicionismo, reformismo, independentismo, eran corrientes con combinaciones aleatorias, éxitos y fracasos, errores y logros, que en sus conjuros buscaban salidas momentáneas o circunstanciales o definitorias para resolver los acuciantes problemas que existían y se presentaban en la nación. En esta madeja de alternativas transitorias se buscaban nuevos horizontes que debían en fin tener como producto la obtención permanente de un mayor cúmulo de derechos y justicia social. Desde la temprana fecha de 1825, el güinero Manuel Fernández Madruga, desde México, integraba la llamada Conspiración de los Rayos y Soles de Bolívar.

Con un clima fructífero y benigno, tierras muy feraces y productivas, una población muy emprendedora, abundantes caudales de la red hidrográfica del Mayabeque con sus afluentes y efluentes, esta zona tenía enormes posibilidades y dotes de la naturaleza para su progreso, pero su territorio estaba saturado con una alta tasa de población esclava explotada con una gran inhumanidad, a la par que una clase propietaria absentista en exigua minoría y detentadora de poder, acrecentaba sus riquezas a expensas de la desigualdad y las injusticias.

Durante el Año del Cuero, 1844, se produce la Represión de La Escalera ante el miedo hacia el fantasma del negro. Centenares de personas, fundamentalmente negros y mulatos libres huyen de Güines. Hubo sublevaciones en los ingenios Padrón y Alejandría que fueron duramente reprimidas y se cometieron alevosos crímenes por parte de los propietarios esclavistas.

La juventud y la población güinera en general, sobre todo la culta y la criolla deseaban un radical cambio. Con la alborada de la Guerra de los Diez Años, muchísimos güineros se incorporan a las conspiraciones, hechos de armas en la propia zona, expediciones, a diferentes cuerpos del Ejército Libertador en toda Cuba, y son expuestos a la represión, encarcelamiento, deportación, fusilamiento y asesinatos, a expensas de grandes dosis de sacrificios.

Cuando nació José Clemente León Fernández Castellanos, El Pitirre, su tío Enrique contaba con solo 20 años, y desde siempre hubo entre ellos una gran dosis de cariñoso respeto y admiración. Clemente contaba con 4 años al comenzar laGuerra del 68. Entre las guerras, 1878 y 1895 hubo una etapa conocida en nuestras crónicas llamada por unos como de Reposo Turbulento, y por otros como de Tregua Fecunda.

Ocurrieron múltiples cambios o transformaciones en toda Cuba, tanto económicas como políticas y sociales. Güines estuvo en Estado de Alerta o Emergencia el 31 de diciembre de 1883 ante el miedo a los negros, las contiendas entre los liberales autonomistas y los integristas fueron muy fuertes en Güines, Manuel García El Rey de los Campos de Cuba mantenía en jaque a las autoridades coloniales, Inocencia Valdés Fraga, "La Niñita de Güines" se encontraba al lado de Martí.

Fueron momentos de contradicciones profundas que son la fuente del desarrollo, así fueron madurando las condiciones para la nueva clarinada revolucionaria. El 24 de febrero de 1895 comenzaba la Revolución o Guerra de Martí, como han dicho algunos autores, también llamada la Guerra del 95. El 1 de enero de 1896, la primera invasión al occidente cubano llegaba a la provincia de La Habana, bajo la dirección del Generalísimo Máximo Gómez Báez y el Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales, el Titán de Bronce.

Entre los días 2 y 3 de enero de 1896 la Invasión arribaba a Güines. Maceo proseguía hasta Mantua, Pinar del Río, mientras Gómez se quedaba realizando la campaña de La Lanzadera en toda la provincia habanera. Entre los días 19 y 20 de febrero, ambos jefes, con sus hombres, realizaban grandes combates significativos en Moralitos, San Pablo, Catalina y El Gato.

Maceo era en la práctica el Jefe del Departamento Occidental, y nombró al General José María Aguirre como Jefe de la División Habana, y como Jefe de la Brigada Sur al Coronel Silverio Sánchez Figueroa. En los inicios de enero de ese año 1896, Clemente Fernández se incorpora en la Lomas del Carmen, al norte de Güines, a las huestes de Gómez, y este lo nombró como Comisionado o Jefe de Zona.

Guerras independentistas

Con la alborada del nuevo año 1896, las tropas invasoras del Ejército Libertador arribaban a las fértiles tierras de la provincia habanera, dirigidas por el Generalísimo Máximo Gómez Báez y el Lugarteniente General y Titán de Bronce Antonio Maceo Grajales. Esta gesta de epopeya histórica, calificada como "la acción más audaz de la centuria", arribaba a las tierras de Güines entre los días 2 y 3 de enero. Ya Clemente contaba con 31 años de edad; cumpliría 32 en el mes de abril.

Muchos güineros se habían ido integrando a las huestes involucradas con las gestas libertarias. Siendo los primeros días de 1896, Clemente se le apareció a las tropas de Gómez, las cuales se encontraban en el campamento de las lomas del Carmen, ubicadas al nordeste de Güines. Iba acompañado de la determinación de unirse a los mambises y acompañado de su primo hermano José Dolores. Gómez, que personalmente lo nombró como Jefe o Comisionado de la Zona, dándole la tarea de reclutar hombres y conseguir armas, municiones y pertrechos en el menor tiempo posible.

Clemente mantuvo en jaque y continuo movimiento a las columnas españolas de Tort y Tejerizo. Al regresar Gómez, Pitirre había logrado que se le incorporaran 250 mambises más, e inmediatamente lo ascendió al grado militar de Capitán. La carrera de Clemente fue breve pero muy heroica, y el nombre de Pitirre como cariñosamente le llamaba el pueblo, era muy respetado y querido, y alcanzaba una verdadera aureola de fama y de prestigio entre sus contemporáneos.

En dos ocasiones logró cruzar la Trocha Militar de Mariel a Majana siendo portador de importantes mensajes de Gómez a Maceo.

Con la muerte de Maceo acaecida el 7 de diciembre de 1896, el triunfalismo de España no se hacía esperar, y pensaban que con la pérdida del Titán de Bronce, se iban a detener las acciones militares de los independentistas, que los mambises iban a sentirse derrotados y caería su moral, y que la segura victoria se inclinaría hacia las fuerzas españolas. Lejos de todas esas suposiciones, la acción más espectacular realizada por Pitirre, y considerada como uno de los hechos más importantes y destacados realizados en la historia de la provincia, y que resonó en toda la nación, fue cuando precisamente Clemente planificó y ejecutó el Doble Ataque a Güines, en compañía de su jefe Adolfo del Castillo. Con sobrados motivos y méritos, Clemente había ascendido sus grados en su audaz carrera militar: Comandante, Teniente Coronel y Coronel.

Doble ataque a Güines

En febrero de 1897 el combatiente mambí Arturo Oliva, quien había recibido la misión de infiltrarse en la población güinera, logó sus objetivos de inspeccionar minuciosamente las defensas y posiciones españolas, informando acuciosamente al mando insurrecto acerca de los pormenores. Había entrado por la Vega de Milián alojándose en la casa de Periquito Núñez.

El sueño de los planes mambises comenzó a convertirse no sólo en ideas ilusorias, y se comprobó que era posible llevarlo a la práctica a pesar de las dificultades, pero la voluntad patriótica se imponía y comenzaba a marchar la maquinaria para su ejecución. El Brigadier General Adolfo del Castillo y su subalterno, el Teniente Coronel Clemente Fernández Castellanos, se animaron a realizar la acción del Doble Ataque a Güines.

Sin dudas el hecho demostraría la pujanza de la Revolución, levantaría los ánimos patrios, y sorprenderían a los españoles de tal forma que quedarían perplejos logrando que el derrotismo los invadiera. Sin dudas el hecho tendría una connotación y resonancia trascendental.

Ambos jefes acordaron que el 4 de marzo de 1897 atacarían la Villa, entrando simultáneamente, y cada uno de ellos con sus hombres por sitios distintos, para unirse dentro de la misma. Adolfo del Castillo arribaría por el noreste de la población, y Clemente Fernández por el sureste. La maquinaria del reloj de la iglesia parroquial en el parque central de la población marchaba acertadamente, y al llegar las 9 p.m., como era normal y usual, comenzó sus acostumbradas nueve campanadas. Al sonar la primera, en forma simultánea, un mambí que estaba ubicado en la misma esquina de la calle Habana y Real, disparó un tiro de arma de fuego; esa era la señal convenida para el inicio del proyecto acariciado con anterioridad de las acciones previstas.

Inmediatamente un aproximado de 60 hombres dirigidos por El Pitirre cruzaban la zanja Leguina por la calle Molino y Alvarez, remontando una cuadra hasta General Dulce (Clemente Fernández o 94), y por dicha calle comenzaron a ascender hacia el norte del pueblo, por donde hipotéticamente debía haber llegado ya Adolfo del Castillo con su tropa. Prosiguieron las tropas mambisas recorriendo la calle General Dulce o Clemente Fernández, y llegaron a las cuatro esquinas que se conforman al cruzarse con Vapor.

Allí, muy cerca se encuentran sitios importantes que fueron significativos: Clemente visitó a sus familiares y su casa natal, y ocuparon la bodega de Servando Amaro, que era el Jefe del Cuerpo de los Voluntarios Españoles, y recolectaron armas, municiones y ropas en la barriada. Frente al establecimiento del comerciante español Francisco Hevia, Clemente había ubicado una posta con el centinela mambí Saturnino Jiménez, conocido por El Curro, quien murió al formarse el serio intercambio de disparos al llegar la ronda nocturna enemiga y era apoyada por Pedro Pendás, el Jefe de los Voluntarios Urbanos.

Desde Vapor, los mambises se retiraron en dos grupos: uno por Molino para salir al fondo de la Cárcel y de ahí a La línea o Valdés, hasta la Plaza del Mercado; y el otro grupo siguió directamente por la calle General Dulce, también hasta la Plaza del Mercado para converger ambas en dicho sitio, lugar donde se agruparon.

Mientras, los españoles se movilizaban para buscar refuerzos y organizarse. Desde los altos del Cabildo o Ayuntamiento, ubicado en calle Real y General Dulce, los españoles disparaban sus fusiles. Desde la mitad de la cuadra que abarca General Dulce, entre Almohalla y Real, un grupo de mambises le ripostaba o replicaba a los del Ayuntamiento, y otro grupo de mambises también disparaba desde la línea o calle Valdés. Prosigue contándonos en su trabajo el mencionado historiador Cuesta: ¨ Pero había un mambí, había un guinero llamado Perico Báez, y que aquí lo conocíamos para admirarlo y respetarlo con el nombre de Perico Ratón, el cual a pesar del ruido que producían las armas que se disparaban y sacando fuerza de sus propias debilidades gritó: que avance la artillería. Repitió el grito varias veces y el español, ante la posibilidad de que la artillería avanzase, silenció sus armas, con la cual los mambises se decidieron a esperar la llegada de Castillo; pero Castillo no pudo entrar en Güines a la hora convenida.

Aproximadamente a las 11 de la noche, por la calle Tacón, por La Vega o final, entraban las tropas del Brigadier General Adolfo del Castillo; la demora había consistido en que su práctico se había extraviado. En ese mismo momento, divididos en dos grupos, por Valdés y por Tacón, iban a retirarse ya las tropas del Pitirre. Gran alegría y sorpresa resultó el encuentro para los hombres de ambos jefes. Pitirre se ubicó en la calle Tacón, para recibir dignamente a los compañeros recién llegados dirigidos por su digno jefe. Por el lado opuesto llegaban los voluntarios españoles y las tropas de caballería al mando del Coronel Tort, Jefe Militar del Departamento, comenzando así un serio tiroteo en la zona de Real y Tacón. En este sitio se encontraba la nombrada bodega del comerciante español Alvarez, y este fue el momento mas reñido de la jornada.

Entre los muertos cayó Pedro Pendás, el Jefe de los Voluntarios Urbanos españoles, quien así pagaba su osadía, ya que por su culpa había caído El Curro. Las campanas de la iglesia tocaban desesperadamente lográndose crear el pánico y la consternación en toda la población. La alarma se había generalizado. La lucha duró horas y los mambises se retiraron en dos grupos. La acción realmente demostró la fortaleza de la Revolución, pues Güines, repetimos, era considerada por las fuerzas colonialistas españolas con una plaza fuerte e inexpugnable de primer orden, y le brindaban una importancia estratégica por su cercanía a la capital.

El Comandante Militar de la Villa, Modesto Tirado, aumentó la represión, y como represalia dictó orden de detención contra siete damas guineras familiares de los que habían participado en la acción. Fueron detenidas e internadas en la Cárcel, conducidas después a Batabanó, y trasladadas a Júcaro, que les sirvió de destierro y prisión Leonor Arrondo de la Paz, María Cerero Pons, Juana Díaz Rojas, Adolfina García, Dolores Hernández Gómez, Sofía Mora y Bernabela Núñez. En la acción, además del Pitirre, participaron otros güineros: Jesús Amuedo, Emilio Delgado, Juan Herrera, León Lavín, Vidal O´Hallorans, Juan Pino y Abraham Prado. Realmente estos hechos tuvieron una real y trascendente resonancia, de tal modo que conmocionaron a todos por la osadía inesperada.

Reconocimiento local

Al obtener uso de razón, cada güinero percibe con amor heredado por sus ancestros, el hecho de conocer y respetar la personalidad de Clemente Fernández, sencillamente "El Pitirre". Esta asimilación forma parte de la identidad patrimonial de su cultura.

Trascendencia tuvo el accionar de esta férrea figura en el Güines de la Guerra del 95. Estos sucesos acaecidos localmente a finales del decimonónico siglo, causados o como resultado del verdadero duelo ideológico desatado entre múltiples corrientes de pensamientos a todo lo largo del mismo inicio de dicha centuria.

Aunque dispersas, las muy disímiles publicaciones y la literatura local, han incluido algunos artículos, poesías y fotos acerca de esta personalidad siempre muy recordada, dedicándole variados espacios.

La Casa Natal conserva en su fachada una tarja de bronce en público reconocimiento y recuerdo, ubicada la misma en la calle 94, la cual llevaba y es aún nombrada por la población como Clemente Fernández. También se conservan con celo las dos tarjas ubicadas en los dos sitios por donde entraron Clemente Fernández y Adolfo del Castillo, por el sur y por el norte de la población respectivamente. Otra fecha patriótica destacada para Güines, constituye los días 4 de marzo, en cada aniversario del doble ataque a Güines por El Pitirre y sus valientes compañeros, fecha que regularmente es recordada.

Permanentemente, Clemente y sus hechos están presentes en la historia y la cultura de la comunidad guinera.

Muerte

A principios de diciembre de 1897, personalmente Clemente Fernández, como sus hombres, veían menguadas sus fuerzas físicas debido a largas y fatigosas marchas, golpeados por la humedad, el frío y las inclemencias del tiempo, y en múltiples ocasiones muy difíciles jornadas sin alimentación ni medicamentos, faltos de buenas armas y municiones y con el escaso vestuario raído y los calzados desgastados, haciéndole frente al enemigo y otras veces perseguido por grandes y variados contingentes.

Clemente, por su parte, estaba muy aquejado por altísimas fiebres producidas por la tuberculosis, y en esos días la capacidad operativa de él y sus hombres habían mermado considerablemente, y a su vez, estaba muy perseguido, atacado y hostigado en forma continua y reiterada. El grupo se encontraba muy disperso, falto de dirección y ejecutividad.

El 12 de diciembre de 1897, en un sitio denominado el "Rancho de Eufemio", ubicado entre los terrenos de Guanamón y Batalla, relativamente cerca de Río Seco, estaba Clemente Fernández enfermo en el mencionado bohío que le servía de refugio; mientras, sus hombres, perseguidos y dispersos, rondaban por sus alrededores. Clemente, muy adolorido y con gran estado febril, había sido trasladado hacia allí por sus compañeros de confianza: su primo hermano José Dolores Castellanos, Juan Acosta Gavilán, y Periquito Núñez; con ellos, por supuesto, también se encontraban Eufemio el dueño de la casita, y su hijo Chichi.

Mientras los mambises dormían, las fuerzas enemigas avanzaban. Al llegar, con superioridad numérica en fuerzas y recursos, rodearon la vivienda dejando a los mambises acorralados en un cerco. Comenzó así una verdadera carnicería sangrienta, con premeditación, ensañamiento y alevosía. El asesinato colectivo se cometía a las 5 de la madrugada del día 13 de diciembre de 1897.

El nuevo día del cubano güinero era coronado con lágrimas de sangre derramadas una vez más por la bestial brutalidad de las autoridades coloniales españolas. A manera de trofeo, y para escarmiento popular, exhibieron los cadáveres, primero en el muelle de carga de la Terminal de ferrocarriles, y en la Plaza pública posteriormente; después, a petición de los familiares, fueron entregados para enterrarlos.

Finalizaba así, aparentemente, la vida gloriosa del joven Coronel guinero y miembro del Estado Mayor del Regimiento dirigido por Adolfo del Castillo, perteneciente a la 2da. División del 5to. Cuerpo del Ejército Libertador. Clemente Fernández con su heroica actuación histórica, está presente en la identidad de las raíces patrimoniales guineras, constituyendo un elocuente motivo de evocación cotidiana. Constantemente significa real ejemplo al que hay que imitar en la comunidad en todas las esferas de la vida.

Fuente

  • Lic. Abilio González. Investigador Agregado. Museo municipal Güines.