Juan Capistrano

San Juan de Capistrano
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Santo
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Religión o MitologíaCatólica
Día celebración28 de marzo
Fecha de canonización1690 por el papa Alejandro VIII

San Juan de Capistrano. Fraile de múltiple actividad apostólica que durante cuarenta años estuvo comprometido en varios puntos de Europa, como infatigable organizador de obras de caridad, mensajero de paz, consejero, misionero entre los Husitas, en Baviera, en Turingia, en Sajonia, en Silesia y en Polonia.

Síntesis biográfica

Nació en Capistrano, en la región de los Abruzos, el año 1386. Estudió derecho en Perusa y ejerció por un tiempo el cargo de juez. Ingresó en la Orden de los Frailes Menores y, ordenado sacerdote, ejerció incansablemente el apostolado por toda Europa, trabajando en la reforma de costumbres y en la lucha contra las herejías. Hijo de un barón alemán y de madre abrucesa. Era un hermoso joven, de cabellos rubios, «que parecían hilos de oro -recuerda él-, y yo los llevaba largos, según la costumbre de mi pueblo, así que me flotaban al viento». Por su origen y aspecto nórdico lo llamaban Juan alemán. En Perusa estudió derecho civil y eclesiástico y se graduó como excelente jurista. Inmediatamente lo nombraron juez y gobernador de la ciudad.

Historia

Cuando Perusa fue atacada y ocupada por los Malatesta, Juan perdió su alto cargo y su libertad. Juan se había casado justo antes de caer preso, pero el matrimonio nunca se consumó. En la cárcel pudo meditar sobre la vanidad de los honores mundanos y, cuando salió de la prisión, ya transformado interiormente, obtuvo la anulación del matrimonio y fue a tocar al convento de los franciscanos de Asís. Vistió el hábito de los observantes, es decir, de los seguidores de San Francisco, que habían acogido la reforma de San Bernardino, de quien Juan de Capistrano había sido amigo y discípulo.

Los Papas, que lo tuvieron como consejero, le confiaron misiones diplomáticas en los varios Estados italianos, desde Milán hasta Sicilia. El rey Fernando III lo quiso en Austria, y su Orden lo envió como visitador a Tierra Santa y a los Países Bajos. En Hungría y en los Balcanes fue organizador de la cruzada contra los turcos. Con tenacidad muy teutónica y con el carácter propio de las gentes mediterráneas realizó iniciativas que para otros eran imposibles. Pero las victorias más significativas las obtuvo en las trincheras de la ortodoxia, en defensa de la verdad contra la herejía, del genuino espíritu franciscano y en defensa de la paz civil y religiosa en los puntos más neurálgicos de Europa en los que se encontraba con sorprendente rapidez, a pesar de no disponer para sus viajes sino de una mula.

Los cruzados defienden Europa

En 1451 el Sultán Mahoma II se lanzó una campaña con el fin de intentar la conquista de Europa. Conquistó Constantinopla en 1453 y entonces se preparó para invadir Hungría. En 1454, Serbia cayó en sus manos. Las noticias procedentes de Serbia eran horribles: quienes se resistían a renunciar a Cristo eran torturados. Todo lo que fuese cristiano era destruido o confiscado.

En 1454 Juan Capistrano participó en la dieta de Frankfort y se dispuso a preparar la defensa de Hungría. Fue a Hungría y predicó una cruzada en defensa de la cristiandad. A la edad de 70 años el Papa Calixto II lo comisionó para dirigirla. En Szeged unió el ejercito de campesinos que había reunido con el ejército de Hunyady y ambos se dirigieron a Belgrado. Se decía que los cuarteles parecían casas de religiosos más que campamentos militares porque en ellos se rezaba y se predicaba la virtud. Se celebraba misa diaria. A Juan Capistrano le tenían un gran respeto.

Batalla de Belgrado

Los musulmanes que atacaban Belgrado contaban con 200 cañones, 50.000 hombres de caballería y una gran flota que penetró por el río Danubio. Ante la superioridad de las fuerzas enemigas, los cristianos pensaban retirarse. Pero intervino Juan de Capistrano convenciendo a Hunyady de que atacara la flota turca a pesar de ser mucho más numerosa. En el momento en que los defensores de la ciudad se iban a retirar dándose por vencidos, Juan los animó llevando en sus manos una bandera con la cruz y gritando sin cesar: "Jesús, Jesús, Jesús". Recorrió todos los batallones gritando entusiasmado: "Creyentes valientes, todos a defender nuestra santa religión". Juan nunca utilizó las armas de este mundo sino la oración, la penitencia y la predicación.

Mientras se luchaba en Belgrado, el Papa pidió rezar el Angelus por la victoria. Los musulmanes fueron vencidos y tuvieron que retirarse de la región. Así se ganó la batalla de Belgrado el 21-22 de julio de 1456.

Su muerte

Juan de Capistrano tenía setenta años en 1456, cuando se encontró a las puertas de Belgrado, amenazada por el ejército turco, animando a las tropas cristianas armado sólo con una cruz de madera y una voz robusta: «Avanzando o retrocediendo, atacando o siendo atacados - gritaba invoquen el nombre de Jesús. ¡En Él está la salvación!». Era el 21 de julio. A los tres meses, el 23 de octubre, fray Juan de Capistrano moría en Ilok (Villaco, en Austria) siendo víctima del tifus. Los cadáveres de los muertos en batalla causaron una epidemia de tifus que también contagió al santo que ya estaba débil y anciano.

Fuente