Juan Pantoja de la Cruz

Juan Pantoja de la Cruz
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Datos personales
Nombre completoJuan Pantoja de la Cruz
Nacimiento1553
Valladolid, Bandera de España España
Fallecimiento1608
Madrid, Bandera de España España
OcupaciónPintor
Datos artísticos
ÁreaPintura
PeríodoRenacimiento

Juan Pantoja de la Cruz. El arte del retrato español del Renacimiento tiene en Juan Pantoja de la Cruz a uno de sus máximos representantes. En sus retratos se destaca la minuciosidad a la hora de mostrar los encajes, vestidos o joyas, situando a la figura en pie y sobre un fondo oscuro. Se interesó también por la temática religiosa, atraído por los juegos de luz y el realismo.

Síntesis biográfica

Muy joven debió de trasladarse a Madrid, donde entró a trabajar en el taller del retratista cortesano Alonso Sánchez Coello. De él heredó la tradición de la representación regia que éste, a su vez, había aprendido de su maestro Antonio Moro.

Sus primeras obras no están firmadas por estar realizadas en colaboración con Sán­chez Coello. A partir de 1588, fecha del fallecimiento de éste, firmará sus obras y se convertirá en el retratista cortesano de mayor calidad de los últimos años del reinado de Felipe II y los primeros de su sucesor. Entre 1601 y 1606, coincidiendo con el traslado de la corte a Valladolid, acompañará al rey Felipe III a dicha ciudad. Probablemente se formaron con él algunos de los retratistas posteriores que trabajaron con más asiduidad en la corte hasta la llegada de Velázquez, como es el caso de Bartolomé González y Rodrigo de Villandrando.

Pantoja perpetuó las fórmulas iconográficas establecidas anteriormente en el retrato regio, que trataban de transmitir una imagen de la majestad áulica a la vez que una idea de la dinastía reinante. Se trataba, más que de reproducir una imagen individual o de profundizar en el estudio psicológico del modelo, de plasmar una efigie solemne e imponente, atenta tanto a la descripción minuciosa de la calidad de los ropajes como a reflejar el augusto entorno. De este modo desarrolló un preciso detallismo de raíz flamenca en las ricas indumentarias, reproducidas con un evidente gusto por el pormenor. La tradición de Antonio Moro se enriquece con los ejemplos italianos, bien conocidos en la corte española: principalmente el patrón de Tiziano, así como de Sofonisba Anguissola -Pantoja realizó copias de ambos- y las muestras de los elegantes retratos florentinos. Pero si en la reproducción escrupulosa de atuendos y adornos se encuentra lo mejor del arte de Pantoja, sus carencias más acusadas se evidencian en el envaramiento y la falta de corporeidad de las figuras, y en la ausencia de una eficaz aplicación de las reglas de la perspectiva que acomoden a los retratados con el espacio y los objetos que los rodean.

Muerte

Falleció en Madrid en 1608.

Obra

Junto a su labor de retratista, llevó a cabo también una carrera menos valorada como pintor religioso, atendiendo principalmente demandas de estamentos religiosos de Madrid y Valladolid. Además, realizó obras religiosas para los sitios reales, entre las que cabe destacar dos composiciones de 1603 para el oratorio privado de la reina en el Palacio Real de Valladolid, que pasaron después a integrar la colección del Museo del Prado. Se trata de El Nacimiento de la Virgen y El Nacimiento de Cristo, en ambas se incluyen personajes de la familia real, convirtiéndose en auténticos «retratos a lo divino». En su obra religiosa se hace patente el eco de los pintores llegados a trabajar a El Escorial y el novedoso interés por el naturalismo y los contrastes lumínicos que se estaban experimentando en la pintura del norte de Italia. Sabemos también que su producción se abrió a otras temáticas y técnicas, practicando el bodegón, el retrato en miniatura y la pintura al fresco, aunque no se conserven ejemplos en la actualidad. Sin duda, la mayor importancia de Pantoja está en su faceta de retratista cortesano propiamente dicho, a través de la que expresa la majestad ­real hierática e inaccesible que los Austrias gustaban transmitir. La importancia de la imagen regia y la expresión de la sucesión dinástica conllevaron la creación de abundantes ­series de retratos de la familia real ­para los distintos sitios reales y los palacios de la nobleza. Autor de Isabel Clara Eugenia (1599), Ana de Austria (1602), Felipe II, anciano, Felipe III y la reina Margarita de Austria (1606), etc. También cultivó la pintura religiosa, con un realismo no exento de hábiles juegos de iluminación; de estos destacan Nacimiento de Cristo (1605) y Resurrección (1605).

Fuente