Julio Sosa

Julio Sosa
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NombreSosa Venturini, Julio María
Nacimiento2 de febrero de 1926
Ciudad de Las Piedras, Montevideo, Bandera de Uruguay Uruguay
Fallecimiento26 de noviembre de 1964
Buenos Aires, Bandera de Argentina Argentina
Causa de la muerteAccidente automovilístico
OcupaciónCantor, escritor y actor
Conocido porEl varon del tango

Julio Sosa. Montevideo, 2 de febrero de 1926 - Buenos Aires, 26 de noviembre de 1964) fue un cantante uruguayo de tangos, expatriado en Argentina.

Debido a su actitud y a su vozarrón de barítono, el periodista Ricardo Gaspari lo bautizó "el Varón del Tango". Así también se llamó su primer disco de larga duración.

El bandoneonista y compositor de tangos Leopoldo Federico hizo que el cantor se volviera famoso a través de sus composiciones.

Síntesis biográfica

Infancia y juventud

Nació en la ciudad de Las Piedras, apenas a 20 kilómetros de Montevideo.

El hogar de Las Piedras era muy pobre y humilde pero de gente honrada y trabajadora. Don Luciano se desempenaba en las agotadoras tareas del peón de campo y Doña Ana María lavaba ropa.

En este marco, la vida de Julio María Sosa Venturini fue difícil desde sus comienzos. Su infancia estuvo signada por las privaciones y los sinsabores de la pobreza. Muches años después, siendo ya un cantor famoso, Julio recordaba esas épocas: "Nos faltó de todo -decía-, pero el amor de los viejos nunca se hizo esperar". El amaba profundamente a su familia, especialmente a su madre, a quien veneraba.

Los estudios primarios los realizó en la Escuela José Gervasio Artigas de su ciudad natal. Fueron hechos un poco a saltos, puesto que la dura realidad familiar lo obligó a trabajar desde muy temprana edad. Hizo un poco de todo: lustrabotas, repartidor de farmacia, vendedor de números de rifas, canillita. Cuando desarrollaba esta última tarea, precisamente, pasaban por sus manos revistas como Cancionera, El alma que canta y Cantaclaro,las leía con avidez y memorizaba las letras a velocidad vertiginosa.

Pronto comenzó a recorrer los boliches pedrenses Ilevando su magnifica pero aún inmadura voz. Ganó un concurso de tango. El certamen se denominó "Luces de Canelones" (Canelones es el departamento uruguayo al que pertenece las Piedras) y el premio consistió en diez pesos, equivalentes a unos ocho dólares. Su barrio, su ciudad, su niñez, sus trabajos, todo era tango y al tango Julio entregó la vida y el alma.

A instancias de su madre y de un tío se radicó en Montevideo para enrolarse en la aviación naval. Fue marinero de segunda, pero no pudo soportar la vida militar y la abandonó. Entonces trabajó como guarda, cobrador, en el transporte urbano y continuó en una dura lucha por la subsistencia. Esa lucha lo templó y probablemente fue la clave de su canto tan recio y profundo, de su personalísimo e inconfundible estilo moldeado por la rudeza de las circunstancias.

Las peripecias para ganarse la vida no fueron obstaculo para que cultivase su vocación artística, en Las Piedras, cantó en la orquesta de Carlos Gilardoni. En Montevideo integró los grupos de Epifanio Chaín, de Hugo Di Carlo y de Luis Caruso, con los cuales también actuó en Punta del Este. Con Caruso hizo sus primeras grabaciones para el sello Sondor.

Desarrollo artístico

En 1949, con apenas 23 años, se instaló en Buenos Aires, donde inició sus actuaciones como solista. En el café "Los Andes", en el barrio de la Chacarita, lo acompañaban los guitarristas Cortese y Fontana.

Después de un breve período con la orquesta de Joaquín Do Reyes, se integró en la que formaban Enrique Mario Francini y Armando Pontier. Con este conjunto hizo su primera presentación en la boite "Picadilly". Fue a partir de este momento cuando se consolidó su prestigio como vocalista. En 1953 se unió a la orquesta de Francisco Rotundo y en 1959 retomó junto a Pontier, que también se había desvinculado de su socio, al grupo de Francini. En aquel entonces Julio Sosa era el vocalista más popular de Buenos Aires. En 1958 se independizó y formó su propio agrupación, confiando la dirección y los arreglos al gran bandoneonista Leopoldo Federico.

Sus presentaciones arrastraban multitudes, en un periodo en el cual el gotán se tambaleaba ante el impacto de otras formas y ritmos que estaban de moda. Pero Julio fue como una inyección de fortaleza y vitalidad para el tango. El fue el gladiador que con su estampa, su voz varonil y su nueva forma de decir mantuvo en alto el estandarte de la música ciudadana. El estilo de Sosa influyó de tal manera que, a partir de él, como en el caso de Carlos Gardel, surgió una gran cantidad de seguidores de su modalidad; algunos, incluso, lo imitan lisa y llanamente.

Muerte

Al margen del tango y la poesía, Sosa tuvo otra pasión, los automóviles. Fue propietario de un Isetta, un De Carlo 700 y un DKW modelo Fissore; con los tres terminó por chocar, debido a su gusto desmedido por la velocidad. El tercero resultó fatal. Durante la madrugada del 25 de noviembre de 1964, se llevó por delante una baliza luminosa en la esquina de la avenida Figueroa Alcorta y Mariscal Castilla (en el centro de Buenos Aires).

Fue internado en el Hospital Fernández y luego trasladado al Anchorena, en el que dejó de existir el día siguiente, 26 de noviembre de 1964 a las 9:30 de la mañana. Sus restos comenzaron a ser velados en el Salón La Argentina y el exceso de público obligó a continuar el velatorio en el Luna Park (legendario estadio de box con capacidad para 25.000 personas). El 24 había cantado por radio su último tango, La gayola. El final parecía profético:

Pa que no me falten flores cuando esté dentro ’el cajón.

Julio Sosa fue el último cantor de tango que convocó multitudes. Y en ello, poco importó que casi la mitad de su repertorio fuera idéntico al de Carlos Gardel, aunque también es cierto que interpretó algunos títulos contemporáneos. Como dice el investigador Maximiliano Palombo, fue una de las voces más importantes que tuvo el tango en la segunda mitad de los años cincuenta y principios de los sesenta, época en que la música porteña pasaba por un momento no demasiado feliz. Posteriormente, dada su temprana muerte, se intentó repetir con él el mito Gardel, pero Sosa no era Gardel, la extroversión y la carencia de ternura de su voz lo alejaban del paradigma del cantor de tangos. Por otra parte, al perderse su imagen, desaparecieron sus condiciones actorales, tan unidas al sentido de lo que cantaba.

De todas maneras, quedó su recuerdo, sobre todo en la generación que lo vio surgir y en las posteriores, como una de las más reconocibles e insoslayables figuras de la historia del tango.

Algunas de sus interpretaciones de tangos más famosas

  1. Justo el 31 (1953)
  2. Bien bohemio (1953)
  3. Mala suerte (1953)
  4. ¡Quién hubiera dicho! (1955)
  5. Abuelito (1955)
  6. Padrino Pelao (1955)
  7. Cambalache (1955)
  8. Seis años (1960)
  9. La cumparsita (por qué canto así) (1961)
  10. Rencor (1961)
  11. María (1962)
  12. Tarde (1962)
  13. En esta tarde gris (1963)
  14. Nada (1963)
  15. Nunca tuvo novio (1963)
  16. Qué me van a hablar de amor (1963)
  17. Guapo y varón (1964)
  18. El firulete (1964)
  19. La gayola (1964)

Fuentes