Justa Jiménez Figueras

Justa Jiménez Figueras
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NombreJusta Jiménez Figueras
Nacimiento24 de enero de 1900
Santiago de Cuba, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento27 de noviembre de 1979
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
NacionalidadCubana
OcupaciónArtista plástica

Justa Jiménez Figueras. Se dedicó por completo al desarrollo cultural del país, principalmente en las Artes Plásticas.

Síntesis biográfica

Infancia y juventud

Nació el 24 de enero de 1900 en Santiago de Cuba, ciudad en la que cursó los primeros estudios. Fueron sus padres Rafael Jiménez y Domitila Figueras, ambos pertenecientes a estimadas familias de la localidad.

Llega a Mayarí procedente de Santiago de Cuba cuando apenas cantaba con 10 años de edad. Había nacido en una familia con posibilidades económicas en el año 1900. Desde adolescente siente necesidad de pintar y se adentra en este campo de manera autodidacta, logrando adquirir ciertos conocimientos.

Comienza Justica a desarrollar un movimiento plástico, creando obras por encargo. Ya con cierto dominio de la técnica, decide abrir un taller donde imparte clases a jóvenes del Central Preston (hoy Guatemala), y con la ayuda de su hijo, que ya despuntaba en este campo, logra montar una exposición en el Club XV, donde junto a sus alumnos (en su mayoría hembras), monta alguna de sus obras, destacándose copias de carácter místico.

Otras etapas importantes de su vida

Cuando Justa llegó a Mayarí tenía solo 10 años y fue allí donde comenzó a formar su personalidad. Su madre es destinada como maestra en ese distrito escolar y su padre, hombre laborioso se establece allí como comerciante, lo que le permitía vivir sin estrecheses. Allí se hizo una mujer y fue allí donde la naturaleza le ofrece el don de ser pintora. Fue así que por impulso de su osadia, andando sola por los laberintos de su afición, encuentra Justa su verdadero camino.

De la honduras de su espíritu de mujer romántica y se gran sensibilidad, vino esa necesidad de pintar. En el Mayarí de la década de 1920, gracias al entusiasmo de algunas familias notables de allí, se mantiene vivo el interés por las artes; pero la plástica nunca parece haber formado parte de las recreaciones espirituales de la gente de aquel lugar, quizá debido a que se trataba de un pueblo poco relacionado con estas cosas.

Se organizaban fiestas patrióticas y veladas en el teatro en las que Justa se destacaba como actriz y otras veces tocaba el piano en tertulias que frecuentemente se hacían en su casa donde jóvenes y muchachas pasaban gratamente el tiempo.

Por estos tiempos no era fácil para Justa encontrar una escuela para disciplinarse en la técnica de la Plástica, pero esto no fue obstáculo para que prosiguiera su camino en busca de su superación.

No pudiendo su padre, próspero comerciante, continuar en su negocio de Mayarí por haberse enfermado, decide instalarse con su familia en Prestón, Central de la United Fruit Compay. Pero como aquel no era el lugar apropiado para la educación de Justa, sus padres consideraron que se trasladara a Santiago para que se hiciera maestra, estudios que no terminó, pues su verdadera vocación era la pintura. Pero su contacto con aquella ciudad, en la que vivió gran parte de su vida, debió permitirle relaciones con algunas escuelas donde formalizar técnicamente sus conocimientos artísticos adquiridos.

En Prestón se casa con Porfirio Carreras, distinguido joven dominicano que trabajaba en la oficina del Central. Pero lejos estaba Justa de imaginar lo breve que sería su dicha pues furzas mayores obligan a su esposo a regresar a su país. Pero él no la olvida, no tarda en mandarla a buscar desde Nueva York donde se ha instalado para trabajar como agente de seguros de la vida de la confederación del Canadá; sin embargo a pesar de lo que significa este viaje para ella, no puede irse por problemas relacionados con su documentación.

Pero el tiempo pasaba y tan solo le quedaba el consuelo de leer sus cartas. Nace su hijo Porfirio, el único que tuvo y que con el tiempo llega a ser pintor como ella. Pero un día , después de algunos años, él regresa para quedarse junto a ella y a su hijo, pero su estancia en Cuba fue corta y Justa no fue totalmente feliz, asuntos importantes lo reclaman de su país y tiene que irse nuevamente.

De los años 1920 no queda rastro de su pintura entonces tímida y vacilante, pero es preciso declarar que la etapa de los años treinta fue la más fecundada y la más vigorosa, pintura a su gusto hasta altas horas de la noche sin que la amarre ninguna disciplina y, como autodidacta, ajena a las corrientes de su época, las obras que produce dan pruebas de poseer una fina sensibilidad y buen dominio de su oficio.

Quizás no poseen pruebas palpables de las excelencias alcanzadas por Justa en las Obras de estos tiempos por encontrarse estas dispersas o no localizable, pero existen fotografías de las mismas, catálogos de sus exposiciones y recortes de periódicos de la época además de algunas telas en poder de familias del Cental Guatemala, Mayarí, Holguín y Santiago de Cuba.

Justa era una mujer valiente que no temía a las dificultades era tan modesta que nunca se apuró por alcanzar la fama, solo le importaba hacer las tareas con amor y buena voluntad. Y así pintando siempre con entera independencia, logra hacer unos cuantos cuadros y junto a obras de sus alumnos, realiza en Prestón su primera exposición el 21 de abril de 1939 bajo los auspicios del Cub XV. Las telas que presenta contienen acentos que evocan indiscutiblemente las pinturas de los maestros Italianos pues copió láminas de estos en la época de su aprendizaje.

Muerte

Justa vivió 79 años, trabajó hasta que pudo hacerlo, pues su salud ya quebrantada, no le permitió que volviera a pintar. Al morir, el 27 de noviembre de 1979 en La Habana junto a su familia, dejó valores dentro de la plástica contemporánea, fruto de su trabajo en la Enseñanza Artística.

Principales logros

Con solo 14 años, su hijo Porfirio expone un cuadro: Retrato de mi abuelo. Por esta exposición le fue conferido a Justica por el Club XV de Preston, un Diploma de Honor por el éxito de este acontecimiento cultural.

En este tipo de exposición se solía entregar el catálogo que a la vez fingía como invitación, ya que en él se situaba el nombre del invitado, el día y la hora de apertura, así como la fecha de clausura. Este catalogo llevaba adjunto un tique que autorizaba a emitir un voto por el trabajo del alumno que el espectador consideraba debía ser premiado con el Diploma de Honor.

En mayo de 1952, en plena madurez, le fue otorgado el primer premio a Justica Jiménez en Báguanos por sus trabajos presentados en una exposición de decorados un lienzo. Practicó técnicas como el creyón y la tempera, aunque su preferido era el óleo sobre lienzo, empleándolo en ocasiones sobre cartón u otro soporte, debido a la escasez. Además de la pintura, hizo algunos dibujos, siendo en la primera donde tenía mayor facilidad de expresión y dominio. En esta época tampoco se consideraba el dibujo como obra de arte por parte de la población, no siendo así la pintura que tenía una fuerte demanda y podía venderse con más facilidad, por lo que Justica prefirió esta última.

Entre sus temas favoritos estaban los paisajes marinos y de nuestros campos, logrando algunos de carácter europeo. Muchos de estos cuadros eran copiados en su mayoría de láminas, justificado ello por el poco uso de la pintura al aire libre, modalidad que utilizó en ocasiones dentro de su clase.

No figuran mucho en su haber las naturalezas muertas o bodegones, así como figuras humanas, logrando cuadros con estos temas pero en su mayoría copias con ciertos problemas técnicos.

Dentro del concepto técnico a la hora de aplicar el color, no conocía el sentido de las gamas que existen en el momento de pintar un cuadro, pero trabajaba casi por instinto con un rico colorido, logrando hacer una pintura viva de agrado al espectador. Se caracterizaba por dar una factura de empaste, o sea, cargaba el pincel con buena cantidad de pintura para que este dejara una textura amplia.

En ocasiones pintaba aplicando el color de forma relaminada, en la cual no se observaba la huella del pincel, iba esfumado los colores, dándole una suavidad característica de los plásticos.

Dentro del sistema de enseñanza aplicado por justicia, sobresalía la copia de láminas decorativas o de carácter místico y en raras ocasiones salían a pintar al aire libre la naturaleza. Brindaba también clases a domicilio, las que anunciaba en los periódicos de la época.

Junto a su hijo realizó un loable trabajo en el desarrollo de las Artes Plásticas en parte de la provincia de Oriente. Su sistema de Educación Artística lo llevaba a lugares como Jiguaní, Baire, Contramaestre, Cueto, San Germán, logrando montar exposiciones en estos lugares donde el trabajo había sido nulo hasta el momento.

Fuentes

  • Martín Forján,Tania; Reyes Maceo,Zulema y Sánchez Torres,Ana M. Trabajo Investigativo Acontecer Cultural Mayaricero desde sus inicios hasta 1990.