Karl Kraus

Karl Kraus
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Nacimiento= 28 de Abril de 1874
Jicín,República ChecaBandera de Checoslovaquia Checoslovaquia
Fallecimiento12 de Junio de 1936
Viena,AustriaBandera de Austria Austria
Causa de la muerteAtaque cerebral
ResidenciaBandera de Austria Austria
NacionalidadBandera de Checoslovaquia Checoslovaquia
CiudadaníaBandera de Checoslovaquia Checoslovaquia
OcupaciónEscritor, Periodista, Ensayista y Dramaturgo.



Karl Kraus Destacado Escritor,Periodista,Ensayist y Dramaturgo Checo.

Inicios

Fue el noveno hijo de Jakob Kraus, fabricante de papel y Ernestine Kantor. En 1877 el traslado del negocio familiar hace que los Kraus se instalen en la macrocefálica capital austríaca. Ya adolescente, Kraus ingresa al Gymnasium Franz-Joseph, donde un cruce de palabras con un profesor de religión afecta un rendimiento destacado, especialmente en latín. La Viena finisecular y de principios de siglo era, en ese momento, un potente polo de atracción para los intelectuales de las márgenes del debilitado Imperio, en especial para losjudíos. Las letras, el arte y el saber se vieron especialmente favorecidos, exhibiendo un esplendor sólo comparable al de los mejores tiempos de la historia de Occidente. Es la Viena de Robert Musil y de los pintores Oskar Kokoschka y Gustav Klimt del filósofo Ludwig Wittgenstein y del dramaturgo Frank Wedekind, del arquitecto Adolf Loos, del músico Gustav Mahler y del padre del psicoanálisis, Sigmund Freíd.

Sin embargo, esta Atenas del siglo XX llevaba en sus entrañas la fórmula de su propia destrucción. Y si ésta para muchos representó, en palabras de Hermann Broch. un Apocalipsis para Kraus fue sólo la antesala del Apocalipsis, la felicidad debería estar en otra parte. Es en ese sentido que Kraus no comparte la candidez con la que algunos intelectuales, como Stefan Zweig, la mitificaron.

Kraus hizo lo propio con el lenguaje, procuró su pureza más absoluta, y advirtió la íntima y riesgosa relación entre palabra y acto:[la frase y la cosa son una y la misma. Con este lacónico aporte a la lingüística de su tiempo, Kraus coloca a la lengua en el centro de sus preocupaciones. Para él la lengua es la madre, y no el aya del pensamiento, y sólo así se puede entender la dimensión moral de su causa, porque jamás una frase entera pudo salir de medio hombre. No es raro entonces que la prensa se transformara en el blanco de su crítica. Vio en ella a la gran moldeadora de conciencias que a través de subterfugios prosísticos legitimó una guerra.

No es que la prensa pusiera en marcha la maquinaria de la muerte pero nos socavó el corazón de tal modo que no pudimos ni imaginar lo que nos aguardaba: por eso es culpable de esta guerra.

Sin embargo, es claro que hizo de su enemiga la herramienta de su propio combate. Y si por definición periodista es la persona que periódicamente informa sobre eso que otros no ven, Kraus fue un periodista en el sentido más puro del término. Eso sí, supo intuir de manera sorprendente la barbarie de los totalitarismos, donde los medios de comunicación masiva jugaron un papel decisivo.

Inicios en el Periodismo

Sus coqueteos con el periodismo comienzan en 1892 con la publicación de reseñas literarias. El mundo académico no cuaja con él, y pronto abandona sus estudios en la Facultad de Derecho, y más tarde en la de Filosofía para dedicarse por entero a la actividad periodística.

Ya en 1898 Kraus trabaja en la revista vienesa Die Waage y, en 1899, se da el lujo de rechazar un puesto en el periódico más representativo de la monarquía, la Neue Freie Press.

Entre 1892 y 1897 se integra al grupo de la llamadaJoven Viena o Jeun Wien, cuyo punto de reunión era el Café Griensteidl. Allí tuvo contacto con un grupo de jóvenes talentos literarios, tales como Hugo von Hofmannsthal y Arthur Schnitzler.

Todo funciona de maravillas hasta que en enero de 1897 el palacio Herberstein donde se ubicaba el Café, es transformado en un edificio de apartamentos.

Ante el cierre, Kraus detona un pequeño escándalo local cuando da a conocer .La literatura demolida Die demolierte Literatur, un artículo cuya primera frase ironiza Viena está siendo demolida para ser gran ciudad una en el texto, Kraus satiriza al grupo de escritores marginados, en especial a Bahr su figura central, contra quien perderá un juicio por corrupción en 1901, cuando acusa a Bahr de crítico teatral a sueldo. El panfleto le supondrá un éxito rotundo y también los puñetazos de Felix Salten, el futuro autor de Bambi, una vida en el bosque.

Dos años más tarde, Kraus vuelve a instalar la polémica con otro artículo controvertido, Una corona para Sión Eine Krone fur Zion, donde comienza a esbozar su alejamiento del judaísmo,que se vuelve definitivo en 1899, cuando rompe con la comunidad israelita. Cree encontrar entonces respuestas en el catolicismo, y es así como en 1911, oficiando de padrino Adolf Loos, recibe el bautismo católico.

En estos hechos, y en el ataque a propagandistas y escritores judíos, una lectura muy superficial supo diagnosticar el supuesto auto-odio judío de Kraus. Este juicio no toma en cuenta sus discrepancias con la Iglesia Católica, las mismas que en 1923 lo alejaron definitivamente de ella.

Tampoco toma en cuenta su arremetida contra poetas y sacerdotes que glorificaron la muerte en combate y, en definitiva, contra todo lo infundadamente consagrado. Una arremetida justa, según palabras de Canetti, Kraus era tan justo que no acusaba inmerecidamente a nadie. Jamás se equivocaba no podía equivocarse. Todo lo que alegaba era rigurosamente exacto, hasta entonces no había existido escrupulosidad semejante en la literatura.

Pero para que este sumo pontífice de la verdad, como lo llamó el poeta Georg Trackl, impartiera justicia, necesitó de un medio propio donde expresarse libremente.

Fallecida su madre en 1891 y su padre en 1899 y, como si la independencia económica lo hubiese alentado a emprender una empresa arriesgada, el 1º de abril de 1899 Kraus pone en circulación el primer número de Die Fackel o La antorcha que hasta su clausura en 1936, dos años antes de la anexión de Austria a Alemania, fue lo que se propuso desde el título una luz en medio de un entorno sombrío.

Ojalá La Antorcha ilumine una tierra en la que, a diferencia del imperio de Carlos V, nunca se alza el sol, anunciaron sus primeras líneas. Y bajo la mirada burlona del sátiro y de la comedia de su portada, la sátira fue la mejor aliada en esa cruzada contra la hipocresía. Con una característica tonalidad roja y una frecuencia mensual, la revista también tuvo su redacción en Berlín hacia el año 1909, y al año de su cierre, habían circulado 912 números. El saldo final es de 30 mil páginas, por las que desfilan ensayos, poemas, estudios, aforismos y fragmentos teatrales.

Los nombres más reputados del arte, el psicoanálisis, el periodismo, la justicia y la política fueron puestos en el banquillo. Todo indicio de corrupción fue denunciado con nombre y apellido, rematando cada nota editorial con una ácida gentileza: Con la alta consideración más. Es posible que Kraus haya encontrado inspiración para su Die Fackel en La Lanterne, publicación francesa de Rochefort-Lucay, que criticó duramente y por años, el gobierno de Napoleón III.

Los enemigos no tardaron en sumarse y tampoco se callaron, pero a Kraus no le importó a Moriz Benedikt,jerarca del Neue Freie Presse, Kraus lo llamó el Señor de las hienas , o el gran judío sentado a la caja registradora de la historia universal, anotando su balance diario en sangre, en alusión a su propaganda belicista. En 1927 una salvaje e histórica represión de la policía vienesa, contra una manifestación obrera, hizo que Kraus empapelara la ciudad con la consigna. Al presidente de la policía de Viena, Johann Schober, le exijo que dimita.

Karl Kraus, editor de Die Fackel. Nunca fue tan oportuna la ayuda de su abogado y amigo Oskar Samek, con quien superó los cientos de querellas en las que se vio envuelto. Querellas que, muchas veces, el propio Kraus emprendía contra algún medio por la errónea publicación de alguno de sus textos. Es que para Kraus, un error gramatical no era sólo eso, una equivocación, sino un documento fehaciente contra la moral dudosa de su autor.

La Perdida de su Amante

Dos años después de la creación de Die Fackel, Kraus funda la editorial Verlag der Fackel y comienza a trabajar con la imprentaJahoda y Siegel. Son, sin embargo, tiempos duros, porque ese mismo año fallece de tuberculosis]su amante, una joven llamada Anna Kaldwasser, más conocida como Annie Kalmar 1877-1901.

Actriz de escaso reconocimiento, blanco de las críticas de la prensa local, Kalmar fue una mujer crucial en la vida de Kraus. Rechazada ella, temido él, es conmovedor el cuidado que Kraus le prodigará aún después de muerta. En su tumba mandó colocar una lápida con la inscripción: [[Dedicada a su memoria por Karl Kraus, y se encargó de la manutención del predio por medio de su testamento. En 1923, Kraus le dedicará a su amada, su Teatro onírico Traumtheater, llevada a escena en 1924 en Viena y Berlín, y en 1928 en Munich.

Durante sus primeros años, desde 1899 hasta 1905, Die Fackel encuentra su blanco en todos aquellos casos que conciernen a la moral pública que, más tarde, en 1908, Kraus recogerá bajo el nombre de Moralidad y Criminalidad.

Si la moral no empujase, no se lesionaría, advierte Kraus para criticar a una sociedad incapaz de disociar la vida pública de la privada; una sociedad represiva que impone especial atención a la moral sexual de sus ciudadanos.

Es que la defensa de prostitutas, adúlteras, homosexuales, y todo lo que la prestigiosa psiquiatría vienesa calificó de degenerado, fue parte de una campaña solitaria.

Su forma de Ser

En palabras de Krieghofer, Kraus: Fue un protector de mariposas y poetas, defendía a putas y princesas cuya vida privada ridiculizaba la prensa, abogó a favor de los perros maltratados y de un sucesor al trono cuya memoria no se respetaba como correspondía, luchó contra la moral sexual opresora de las iglesias cristianas , en Austria fue una de las primeras voces que se pronunciaron a favor de la despenalización de la homosexualidad entre adultos y de exigir penas más duras para los padres que maltrataran a sus hijos.

Luchó en contra de que se persiguiese penalmente a las mujeres que habían abortado y a favor de una ley de prensa más severa que protegiera la intimidad.

Como Psicoanalista

Acerca de la incipiente psicología, Kraus mostró escepticismo.Un cierto psicoanálisis consiste en el celo profesional de racionalistas lascivos que a todo en el mundo lo retrotraen a causas sexuales, menos a su profesión. Tampoco se salvaron los historiadores: El periodismo ha apestado al mundo con cierto talento; el historicismo con ninguno.Lo que subyace a tanto inconformismo es una crítica feroz a la modernidad, y a una civilización consagrada en el paradigma de la Ciencia, la Bolsa, la Prensa, y el Progreso que, en lugar de emancipar, conduce a la destrucción. Técnica y progreso fueron malas palabras en su diccionario.

No hay nada que agradecer a la técnica. Habrá que inventarlo.Kraus encontró en la prensa el ejemplo arquetípico de la sumisión de la palabra a la técnica capaz de engendrar el tópico periodístico, signo inequívoco de la nefasta triple alianza de tinta, técnica y muerte. Porque para Kraus, lo que vive del tema, muere con él. Lo que vive en el lenguaje, vive con él.

Este rechazo al arquetipo y su apetencia por los clásicos, cuestionaron la modernidad de la obra de Kraus. Pero en su condición de maestro de la repetición, tal como lo llamó Sousa Ribeiro, y en el inventor de la cita, como él mismo se definió, queda implícita su capacidad innovadora, refrescante.

Prueba de ello es que ante la censura de prensa impuesta durante la Primera Guerra Mundial, y casi al mismo tiempo que Marcel Duchamp exponía en París] sus readymades, Kraus empezó a poblar las páginas de Die Fackel con fragmentos de artículos periodísticos de sus colegas; sólo cambiarles el título alcanzaba para lograr un efecto satírico.

El collage, técnica propia de las vanguardias, se transformó así en el ardid predilecto para satirizar los discursos de su tiempo y despistar a los censores.

Es así que, ante la inminencia de la guerra, Kraus no se mantuvo al margen y Die Fackel, nacida como revista política primero y, luego, definitivamente abocada a la crítica literaria, comienza a partir de 1908 a publicar titulares como El terremoto o Apocalipsis, que preludiaban la destrucción. Cuando la guerra es un hecho, Kraus se pronuncia por primera vez contra la monarquía, y se ubica en las filas pacifistas de Shnitzler y Rilke al publicar un texto antibelicista pero controvertido titulado.

En estos grandes tiempos en esta época estridente que retumba por la horripilante sinfonía de hechos que producen informaciones y de informaciones que originan hechos: en esta época no esperen ustedes de mí ninguna palabra propia.

Demasiado profundo cala en mí el respeto por la inamovilidad y subordinación del lenguaje ante la desgracia. Ante la sinrazón, Kraus, el vengador de la palabra, opone el silencio. El primero de sus tan significativos silencios.

Su Aforismo

En 1905 Kraus ya había encontrado una fórmula de lujo para combinar su talento literario con su capacidad satírica el aforismo. Desde ese año, los aforismos invaden las páginas de Die Fackel poblando, a veces, números completos. En 1909 recoge una selección de éstos en Dichos y contradichos Spruche und Widerspruche y, en 1910, aparece La Muralla China, otra recopilación de artículos. Más tarde aparecerá.

Contra los periodistas y otros contras Pro domo et mundo, donde no deja títere con cabeza a la hora de hablar de la sociedad, los artistas, los psicólogos, la mujer, y por supuesto, los periodistas. En 1911 y hasta el final de su vida, decide trabajar en la más completa soledad. Se convierte así en el director, corrector y único redactor de Die Fackel. Buscar erratas, clisés y todo tipo de ornamento prosístico que denotara la amoralidad de sus colegas, fue rutina diaria en la solitaria redacción. Y así, recorre de noche las construcciones lingüísticas de los diarios y, tras la rígida fachada de las frases hechas, espía en los interiores, descubre en las orgías de la magia negra el estupro, el martirio de las palabras, recordaría después su buen amigo, Walter Benjamín. También en su vida personal la soledad fue ganando terreno; una soledad que crecía conforme aumentaba su popularidad. No obstante sus detractores, Kraus supo tener buenos amigos con quienes reunirse en algún café hasta altas horas de la madrugada, y también un público fiel que le prodigó su admiración en miles de cartas que él, por supuesto, desdeñaba. Y es que Kraus fue un outsider muy particular, dueño de un prestigio que en 1926 hizo que un grupo de profesores parisinos lo propusiera para un Premio Nobel de Literatura que nunca obtuvo.

En lo Político

En el terreno político, Kraus fue un personaje casi inclasificable. Su procedencia burguesa y cierta tendencia conservadora no lo hicieron dudar, sin embargo, a la hora de apoyar a los socialdemócratas a partir de 1916. Incluso en 1919 Karl Seitz, presidente de la República, de orientación socialdemócrata, felicita a Kraus por los veinte años de Die Fackel. Pero en 1933 los socialdemócratas no parecían frenar una posible alianza con el nacionalsocialismo alemán, y es entonces cuando se alía con los socialcristianos, apoyando en 1934 al canciller Dollfuss.

Esto tiene consecuencias negativas para Die Fackel, ya que en 1936, luego de una fuerte crítica al gobierno socialdemócrata, pierde el grueso de sus lectores. Así se fue apagando esta Antorcha que en su apogeo contó con la galería de lectores muchos de ellos también colaboradores más envidiable de su tiempo: Adolf Loos, Arnold Schonberg,Ludwig Wittgenstein, Peter Altenberg, Alban Berg, Georg Trakl, Sigmund Freíd,Bertolt Brecha, Elias Canetti,Else Laske-Schuler, Max Horkheimer,Theodor W. Adorno y Walter Benjamín, estos tres últimos, fundadores de la decisiva Escuela de Frankfurt.


Muerte Repentina

Aquel día de 1936, la bicicleta que salió de la oscuridad le significó a Kraus un ataque cerebral, la supresión del habla y las complicaciones cardíacas que derivaron en su muerte, el 12 de junio de 1936, a los 62 años de edad. Antes de salir a la calle, había dejado sobre su escritorio un libro que jamás publicaría, La tercera noche de Walpurgis.

Escrito durante el verano de 1933, las trescientas páginas de La tercera noche son un recuento de la barbarie nazi por adelantado, una fotografía de sus campos de concentración y de la negación cínica de sus responsables. Su primera frase vuelve a reafirmar el silencio sobre Hitler no se me ocurre nada.No había más que decir para Kraus; el crimen que presintió no era expresable en palabras de este mundo. Fue afortunado, quizás, en no comprobar lo acertadas que habían sido sus predicciones.

La vigencia de Kraus está intacta. Su cruzada contra la estupidez humana y eso que no conoció los contenidos de la televisión vuelven su obra una lectura obligatoria habida cuenta de la insistencia humana en su autodestrucción. Quizás el mayor legado de Kraus se resuma en eso que él definió como la aventura tecnorromántica, advirtiendo que la guerra nace de las palabras, y que la falta de imaginación opera como su mejor aliada. Al igual que en Baudelaire, la literatura de Kraus interpela a su tiempo y se impregna de él, pero sus silencios vienen a formular esa pregunta que una y otra vez se ha resistido a toda respuesta,es posible la literatura después de la guerra, el hambre, los campos de concentración, Hiroshima o los niños iraquíes mutilados.

Fuentes

Véase También

Enlaces Externos