Lámpara

Lámpara
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Aparato o utensilio que sirve para producir luz

Lámpara. Aparato de iluminación formado por un soporte fijo o movible, al que pueden unirse uno o más brazos. Se le conoce también con el nombre de araña.

Historia

Usada desde la antigüedad clásica con el fin de aumentar los medios de iluminación, durante el imperio romano tuvieron formas variadas, y se hicieron de materiales muy diversos, como hierro, bronce, plata, barro cocido, etc. En la Edad Media se usaron lámparas en forma de corona o de cruz (Venecia, San Marcos) por su significación simbólica, pero también se crearon otros temas decorativos más fantásticos y menos relacionados con la inspiración religiosa.

Durante el Renacimiento las manufacturas de Murano y Bohemia produjeron bellísimas lámparas de vidrio con motivos ornamentales y escenográficos. La iluminación con gas no produjo grandes cambios en la inventiva de los fabricantes; entonces comenzó el uso de las pequeñas lámparas de pared, llamadas apliques, preferidas a las de bóveda, porque resultaban más manejables y adecuadas para crear aquella atmósfera de intimidad característica de las casas del Siglo XIX.

Las primeras formas de lámpara eran palos ardientes o recipientes llenos de brasas. Luego se utilizaron para alumbrar antorchas de larga duración, formadas por haces de ramas o astillas de madera resinosa, atados y empapados en sebo o aceite para mejorar sus cualidades de combustión. Se desconoce el origen exacto de la lámpara de aceite, la primera lámpara auténtica, pero ya se empleaba de forma generalizada en Grecia en el siglo IV a.C. Las primeras lámparas de este tipo eran recipientes abiertos fabricados con piedra, arcilla, hueso o concha, en los que se quemaba sebo o aceite.

Posteriormente pasaron a ser depósitos de sebo o aceite parcialmente cerrados, con un pequeño agujero en el que se colocaba una mecha de lino o algodón. El combustible ascendía por la mecha por acción capilar y ardía en el extremo de la misma. Este tipo de lamparilla también se denomina candil. Algunas lámparas grandes griegas y romanas tenían numerosas mechas para dar una luz más brillante. En la Europa septentrional la forma de lámpara más común era una vasija abierta de piedra llena de sebo, en la que se introducía una mecha. Los inuit (esquimales) aún emplean lámparas de ese tipo.

Lámparas modernas

En el Siglo XVIII se produjo un gran avance en las lámparas cuando las mechas redondas fueron sustituidas por mechas planas, que proporcionaban una llama mayor. El químico suizo Aimé Argand inventó una lámpara que empleaba una mecha tubular encerrada entre dos cilindros metálicos, alimentada a petróleo. El cilindro interior se extendía hasta más abajo del depósito de combustible y proporcionaba un tiro interno. Argand también descubrió el principio del quinqué, en el que un tubo de vidrio mejora el tiro de la lámpara y hace que arda con más brillo y no produzca humo, además de proteger la llama del viento. El tiro cilíndrico interior se adaptó después para utilizarlo en lámparas de gas inventadas por Lebon.

Después de que se introdujera el gas del alumbrado a principios del siglo XIX este combustible empezó a usarse para la iluminación de las ciudades. Se empleaban tres tipos de lámpara de gas: el quemador de tipo Argand, los quemadores de abanico, en los que el gas salía de una rendija o de un par de agujeros en el extremo del quemador y ardía formando una llama plana, y la lámpara de gas incandescente, en la que la llama de gas calentaba una redecilla muy fina de óxido de torio (llamada camisa) hasta el rojo blanco.

En los lugares a los que no llegaba el suministro de gas se seguían empleando quinqués de aceite. Hasta mediados del siglo XIX el principal combustible para esas lámparas era el aceite de ballena. Dicho material fue completamente sustituido por el queroseno, que tenía la ventaja de ser limpio, barato y seguro. En 1852 aparece el mechero Bunsen, inventado por el químico alemán Robert W. Bunsen (1811-1899), que habría de provocar el invento del químico austríaco Karl Auer (1858-181929) y en 1855 construye el estadounidense N. Silliam una lámpara de petróleo que, a causa de la baratura de éste, hizo bajar el precio del alumbrado por gas, que por aquel entonces comenzaba a sufrir la competencia de la luz eléctrica.

En 1878 Edizon perfeccionaría un sistema que venia de 1813, la luz eléctrica, inventando la lamparita o bombilla incandescente, que llevó la luz, cómoda, limpia y barata, hasta los hogares más modestos. A finales del siglo XIX, ambas formas de iluminación dieron paso a las lámparas eléctricas incandescentes y fluorescentes. En algunas zonas rurales siguen empleándose de forma limitada lámparas de queroseno o lámparas de gas incandescente.

Tipos de Lámparas

  • De petróleo: Comenzaron a usarse a mediados del siglo XIX; el petróleo, más fluido que el aceite, subía con más facilidad por los capilares de la mecha; la llama se encerraba en un cilindro de cristal (creado por el francés Antoine Quinquet, 1745-1803), el cual aumentaba la velocidad de la corriente de aire ascendente.
  • De gas: Su empleo se inició a finales del siglo pasado y primeros años del actual, sobre todo en las instalaciones públicas; para lograr que la luz fuese más blanca se aplicaba a la llama una protección, compuesta de torio y cerio, que se ponía incandescente. Una lámpara especial es la de acetileno, en la que el gas se obtiene por la reacción provocada, en un depósito anejo a la misma lámpara, entre carburo de calcio y agua; la llama es viva, blanca y muy resistente al viento; este tipo de lámpara se usaba en las minas.
  • Eléctricas: Han sustituido a todas las demás y se diferencian según la manera de transformar la energía eléctrica en luminosa. Sus características técnicas se definen por la potencia absorbida (vatio), la tensión de alimentación (voltio), el flujo luminoso (lumen), la eficiencia luminosa (lumen/vatio), la duración (horas de funcionamiento) y por el color de la luz emitida, que se indica con la temperatura absoluta del cuerpo negro que emite luz del mismo color.
  • De arco: En esta clase de lámpara, la luz proviene de un arco que se crea entre dos carbones unidos a una línea eléctrica; para encender la lámpara los carbones se ponen en contacto y después se alejan lentamente.
  • De incandescencia (bombillas): Su inventor fue Edison (1879), quién volvió incandescente en el vacío un filamento de carbón, haciendo pasar por él una corriente eléctrica; más tarde el carbón se sustituyó por metales de altísimo punto de fusión, con el fin de aumentar la eficiencia luminosa, siendo el más empleado el tungsteno, que funde a 3400 oC. La lámpara de incandescencia consta de una ampolla de vidrio transparente o esmerilado, un casquillo metálico para acoplamiento de rosca o bayoneta, y de un soporte de vidrio que, partiendo de la base, se alarga en la ampolla hasta determinada altura; de este soporte parten dos conductores que, junto con algunos ganchetes, sostienen el filamento de tungsteno. Se consiguen eficiencias luminosas de hasta 40 lumen/vatios y duración hasta 1000-1500 horas.
  • De descarga: Comenzaron a usarse en 1938 y han sustituido en muchas aplicaciones a las de incandescencia debido a su mayor eficiencia luminosa y más larga duración. La lámpara de descarga gaseosa está formada por una ampolla de vidrio, con casquillo metálico que contiene gas a cierta presión (o por un tubo de vidrio con dos casquillos), y por dos electrodos entre los que se provoca una descarga eléctrica que produce un flujo de electrones, los cuales chocan contra las moléculas de gas, que se ionizan y emiten luz. El color de ésta varía según sea el gas contenido en la ampolla: con el neón se obtiene luz roja; con el argón y el mercurio, azul; con el helio y con el sodio, amarilla, y con el criptón, blanca.
  • De luz mezclada: Surgen de la unión de una lámpara de descarga con una lámpara de incandescencia; de esta forma se consigue un foco luminoso de características intermedias (reduciéndose el efecto poco agradable de la luz monocromática de la primera) y con una eficiencia de valor intermedio, el cual se puede emplear también en instalaciones de gran potencia, aunque va perdiendo importancia por ser muy sensible a las variaciones de la tensión eléctrica de la red.

Combustibles para la iluminación

Distintos tipos de combustibles han sido utilizados para la iluminación de las lámparas entre el año 70,000 antes de Cristo hasta ahora. La mayoría de las formas tempranas de combustible fueron la cera de abejas, aceite de oliva, grasa animal, aceite de pescado, aceite de sésamo, aceite de ballena, aceite de nuez, etc. Estas eran las formas de combustibles para la iluminación más comunes hasta que la lámpara cambió su curso a fines del Siglo XVIII.

Cerca del año 1859, el primer proceso de excavación fue iniciado para encontrar petróleo y con el advenimiento del kerosén, que es un derivado del petróleo, las lámparas se volvieron más populares y su utilización aumentó. El kerosén permitía que la iluminación fuera introducida por primera vez en Alemania en 1853.

Durante el mismo tiempo otros dos productos fueron utilizados para el propósito de las lámparas que eran el gas natural y el carbón. El primer uso de este tipo de lámparas fue en 1784.

Curiosidades

En el libro Guinness de los records figura la bombilla más antigua del mundo. Alojada en una estación de bomberos de Livermore, California, fue fabricada por la compañía Shelby a fines de 1890. Su sitio web cuenta con una webcam que nos permite verla “en vivo”.
La bombilla tiene nada mas y nada menos que 106 años. Fue cambiada de lugar varias veces, hasta llegar a la estación de bomberos 6, en el 4550 de la avenida Este de Livermore, donde se puede visitarla.

Véase también

Fuentes