Líquido cefalorraquídeo

Líquido cefalorraquídeo
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Concepto:El líquido cefalorraquídeo, conocido como LCR, es un líquido de color transparente, que baña el encéfalo y la médula espinal. Circula por el espacio subaracnoideo, los ventrículos cerebrales y el canal medular central sumando un volumen entre 100 y 150 ml, en condiciones normales.

El líquido cefalorraquídeo, conocido como LCR, es un líquido de color transparente, que baña el encéfalo y la médula espinal. Circula por el espacio subaracnoideo, los ventrículos cerebrales y el canal medular central sumando un volumen entre 100 y 150 ml, en condiciones normales. El líquido cefalorraquídeo puede enturbiarse por la presencia de leucocitos o la presencia de pigmentos biliares. Numerosas enfermedades alteran su composición y su estudio es importante y con frecuencia determinante en las infecciones meníngeas, carcinomatosis y hemorragias. También es útil en el estudio de las enfermedades desmielinizantes del sistema nervioso central o periférico.

Función

La función del líquido cefalorraquídeo es la de proteger, alimentar, lubricar, ayudar en la función eléctrica al sistema nervioso central, entre otras. O sea proporciona el medio más adecuado para la supervivencia y función del principal sistema de coordinación y comunicación del cuerpo humano. Tanto el cerebro como la médula espinal son los órganos más protegidos del cuerpo, contenidos dentro del armazón del cráneo y de la columna vertebral respectivamente y fortificado por una gran cantidad de músculos y ligamentos. El sistema nervioso central es un sistema semi-cerrado, guardado por el maravilloso mecanismo de la barrera hemato cefálica, un tejido muy especializado, que también gracias a su permeabilidad especifica aísla eficazmente la circulación del líquido cefalorraquídeo de los demás líquidos del cuerpo, como la sangre venosa, la arterial, de la linfa y del liquido extracelular, al mismo tiempo que permite una comunicación esencial y selectiva con ellos.

Circulación del líquido cefalorraquídeo

La circulación del líquido cefalorraquídeo comienza en los ventrículos laterales, continúa hacia el tercer ventrículo por el agujeros de Monro (agujeros interventriculares) y luego transcurre por el acueducto cerebral (acueducto de Silvio) (acueducto del mesensefalo) hasta el cuarto ventrículo. Desde allí fluye, a través de un conjunto de orificios, uno central (agujero de Magendie) y dos laterales (agujeros de Luschka), que ingresan en la cisterna magna, un gran depósito de líquido ubicado por detrás del bulbo raquídeo y por debajo del cerebelo. Todas las superficies ependimarias de los ventrículos y las membranas aracnoideas secretan cantidades adicionales de líquido y una pequeña cantidad proviene del propio encéfalo, a través de los espacios perivasculares que rodean los vasos sanguíneos que ingresan en el encéfalo. La cisterna magna se continúa con el espacio subaracnoideo que rodea todo el encéfalo y la médula espinal. Luego, casi todo el líquido cefalorraquídeo fluye a través de este espacio hacia el cerebro. Desde los espacios subaracnoideos cerebrales, el líquido fluye en las múltiples vellosidades o granulaciones aracnoideas que se proyectan en el gran seno venoso sagital y otros senos venosos. Por último, se vacía en la sangre venosa a través de las superficies de las vellosidades.

Formación del líquido cefalorraquídeo

El LCR es producido en un 70% en los plexos coroideos de los cuatro ventrículos cerebrales, sobre todo los laterales y 30% en el epéndimo. Un adulto tiene 150 ml de éste y se renueva cada 3 ó 4 horas. La eliminación del líquido cefalorraquídeo se lleva a cabo a través de las vellosidades aracnoideas, proyección de las células de la aracnoides sobre los senos vasculares que alberga la duramadre. Estos senos desembocarán directamente en el torrente sanguíneo. En la región más anterior del cerebro está el espacio subaracnoideo de los lóbulos olfatorios, que se continúa con un espacio alrededor de los nervios olfatorios (por lo tanto, queda muy cerca de la mucosa olfatoria y del espacio aéreo de la nariz). Desde esta región pasa a los ganglios linfáticos.

Composición del líquido cefalorraquídeo

Aunque para su producción se utiliza la materia bruta del plasma sanguíneo, su composición difiere de su origen en la composición de electrolitos y en el hecho de que esta relativamente exento de proteínas. Su producción esta clasificada como secreción más que como un simple filtrado. También existen componentes no celulares y algunas macromoléculas.

La composición del LCR es principalmente agua con algunos elementos disueltos como:

  • Glucosa: El alimento del cerebro. Sus niveles son inferiores a los del LEC. El cerebro debe de sacrificar gran parte de la función corporal, para conservar sus niveles de alimentación esenciales constantes.
  • Ácido monocarboxílico.
  • Aminoácidos. Son transportados a través de la BCH por uno de los tres transportes, dependiendo de su estatus, como ácido neutro o base. Dependiendo de la dieta y del PH existe una competición en la entrada de aminoácidos al LCR. Por ejemplo el triptófano, compite con otros cinco aminoácidos neutros similares. El triptófano es el precursor en la síntesis cerebral de la serotonina, uno de los seis neuro-transmisores definidos. Un descenso en el aporte del triptófano al cerebro puede provocar un descenso similar en la cantidad de serotonina sintetizada en el cerebro. Un incremento de su provisión contribuye a la inhibición competitiva de otros aminoácidos neutros y esenciales.
  • Ácido nucleico: Incluye transportes especiales para la adenina y nucleótidos
  • Colina (amina)
  • Hormonas
  • Vitaminas: Predomina especialmente la del grupo B
  • Electrolitos: El equilibrio electrolítico cerebral es también una homeostasis delicadamente mantenida.

El LCR esta en libre equilibrio con el líquido intersticial cerebral, cuya firme composición es vital para el mantenimiento de la integridad funcional del cerebro.

Recolección de líquido cefalorraquídeo

Existen diferentes formas de obtener una muestra de líquido cefalorraquídeo. Una punción lumbar, comúnmente llamada punción raquídea, es el método más común. El examen generalmente se realiza así:

El paciente se acuesta de lado con las rodillas encogidas hacia el abdomen y la barbilla pegada al tórax. Algunas veces, este procedimiento se realiza con la persona sentada, pero doblada hacia adelante. Después de limpiar la espalda, el médico inyectará anestésico local en la región lumbar.

Se introduce una aguja espinal, generalmente en el área lumbar. Una vez que se ha ubicado la aguja adecuadamente, se mide la presión del líquido cefalorraquídeo y se recoge la muestra.

Luego, se retira la aguja, se limpia el área y se aplica un vendaje sobre el sitio. Con frecuencia, se le pide a la persona permanecer acostada por un corto período de tiempo después del examen.

Ocasionalmente, se utilizan rayos X especiales para ayudar a guiar la aguja hasta la posición apropiada, lo cual se denomina fluoroscopia. La punción lumbar con recolección de líquido puede ser también una parte de otros procedimientos, particularmente de una mielografía (radiografía o tomografía computarizada después de que se ha introducido el medio de contraste en el LCR). Los métodos alternativos para obtener el LCR rara vez se utilizan, pero pueden ser necesarios si la persona tiene una deformidad o infección en la espalda.

La punción cisternal o suboccipital implica colocar una aguja debajo del hueso occipital (parte posterior del cráneo). Esto puede ser peligroso porque está muy cerca del tronco encefálico. Siempre se realiza con una fluoroscopia. La punción ventricular es aún menos común, pero se puede recomendar en personas con posible hernia cerebral. Este examen se realiza generalmente en el quirófano. Se perfora un orificio en el cráneo y se introduce una aguja directamente en uno de los ventrículos del cerebro.

El LCR también se puede recoger de una sonda que ya esté puesta allí, como una derivación o un drenaje ventricular. Estos tipos de sondas generalmente se colocan en la unidad de cuidados intensivos.

Fuentes

  • Pera, Cristóbal; Sebastián García Díaz (1996) (en español). Cirugía (2da edición). Elsevier, España. pp. 694.
  • Griggs RC, Jozefowicz RF, Aminoff MJ. Approach to the patient with neurologic disease. In: Goldman L, Ausiello D, eds. Cecil Medicine. 23rd ed. Philadelphia, Pa: Saunders Elsevier. 2007: chap 418.
  • Rosenberg GA. Brain edema and disorders of cerebrospinal fluid circulation. In: Bradley WG, Daroff RB, Fenichel GM, Jankovic J, eds. Bradley: Neurology in Clinical Practice. 5th ed. Philadelphia, Pa: Butterworth-Heinemann Elsevier; 2008:chap 63.