La Virtud Doméstica. El sueño imposible de las clases medias cubanas

La Virtud Doméstica: el sueño imposible de las clases medias.
Información sobre la plantilla
La Virtud-Segreo.jpg
].
Título originalLa Virtud Doméstica: el sueño imposible de las clases medias.
Autor(a)(es)(as)Rigoberto Segreo Ricardo.
Editorial:Editorial Oriente
ColecciónDiálogo
GéneroEnsayo
ImprentaAlejo Carpentier
Primera edición2016
ISBN9789591110329
PaísBandera de Cuba Cuba
DistribuciónInstituto Cubano del Libro

Virtud doméstica: el sueño imposible de las clases medias es un libro publicado postumamente en 2016 por la Editorial Oriente, en el que se revela la madurez ilustrada de su autor en su interpretación filosófica del pensar de la clase media cubana en la primera mitad del Siglo XIX, y de los resultados de esta en la literatura y el arte. En su estudio, Se­greo convence acerca de la necesidad de conocer la mentalidad de aquellos intelectuales cubanos de los comienzos de la Repú­blica para comprender mejor este pasado..

Sinopsis

El autor análiza varios ensayos concebidos por desta­cados eruditos de las dos primeras décadas desiglo XX, donde se mues­tra la acción filosófica de la élite intelectual nucleada en torno a la revista Cuba Contemporánea, con interpretaciones teóricas del trascender político de la época correspondiente al período de la posguerra independentista y los inicios de la República Neocolonial.

Segreo pone en tela de juicio, y al descubierto, los presupuestos ideológicos —los fundamentos especulativos— y también las circunstancias históricas que justifican el origen de lo que se ha dado en llamar "la virtud doméstica " de las clases medias cubanas, definida esta como la moral del portarse bien, de no alterar el orden interno, de estar de acuerdo con los postulados de la Enmienda Platt y el Tratado de Reciprocidad Comercial de 1903, sin que esto implique dejar a un lado la prédica de la de­fensa de la nacionalidad cubana, el fomento de su cultura y el de la autodeterminación. Es aceptar como un beneficio para la mo­dernidad la intervención norteamericana de 1898 y mantenerla paz interior en el país, suponiendo que así se lograba el fomento de la nación con el favor de los intereses económicos norteame­ricanos y, en última instancia, es el afán de evitar una nueva intervención militar de los Estados Unidos. Segreo considera que esta actitud, de una buena parte de la intelectualidad cubana, queda consagrada luego de la segunda intervención norteamericana, la que los convenció de la inepti­tud de los cubanos para organizarse y dejar la nación impoten­te frente al yanqui. El desinterés se adueña del país, contribuye a la indiferencia respecto al destino común y propicia el fomento de la corrupción administrativa. No por casualidad estos hom­bres que ejercieron, de una forma u otra, el periodismo conside­raban a José Antonio Saco como el ideal del intelectual, por su reformismo, puesto que ponderaba el orden colonial y estaba en contra de la revolución independentista, y también por su actitud discriminatoria ante el negro.

Ningún intelectual de inicios del siglo XX creía que la salida podía ser una revolución, ni siquiera al estilo caudillista de la suscitada en 1906 a raíz del intento de reelección de Tomás Estrada Palma. No tenían en cuenta el pa­pel de las masas populares en el fomento de la nación, se desen­tendían de los problemas de la población humilde para juzgarla incapaz e ignorante, no querían otorgarle un papel político, así contribuían a la desarticulación de la estructura social y prohija­ban la falta de unidad para enfrentar la intrusión foránea.

El análisis de La Virtud Doméstica es imprescindible para la comprensión de la mentalidad cubana formada desde la centu­ria decimonónica y que, a pesar de sus transformaciones, llega al siglo XX con teóricos que, si bien defienden y predican el forta­lecimiento de la nacionalidad y el Estado cubanos, predicaban la abulia, eran faltos de fe, ganados por el pesimismo y se escudaban en el choteo para atacar la carencia de probidad. Con variacio­nes, acordes al devenir histórico, esta postura pudo ser asumi­da por descreídos del destino de autodeterminación de la noción cubana o por el burócrata que argumenta su "sentido práctico" individual para justificar el arribismo y el parasitismo.

No es suficiente encomiar un comportamiento ético riguro­so, individual o colectivo, y una razón de ser que descansa en la idealizada democracia, como los intelectuales de "la virtud do­méstica", si en el progreso social de un país se ignora la parti­cipación real del pueblo y una verdadera responsabilidad de la conciencia colectiva cubana para el avance de la nación dueña de su soberanía. Y la obra, plena de dignidad espiritual, de Rigo­berto Segreo, nos lega esta lección sobre la cual debemos meditar.

.AI trabajar en el análisis de los ensayos concebidos por desta­cados eruditos de las dos primeras décadas del siglo XX, se mues­tra la acción filosófica, al menos, de una élite intelectual nucleada en torno a la revista Cuba Contemporánea, con interpretaciones teóricas del trascender político de la época correspondiente al período de la posguerra independentista y los inicios de la Repú­blica neocolonial. Segreo pone en tela de juicio, y al descubierto, los presupuestos ideológicos —los fundamentos especulativos— y también las circunstancias históricas que justifican el origen de lo que se ha dado en llamar "la virtud doméstica " de las clases medias cubanas.

Contenido

Organizado en ocho capítulos, en el libro el autor hace gala de sabiduría, sin dejar resquicio por donde penetre debilidad argumentativa alguna. Ha trabajado la personalidad de José Enrique Rodó como padre latinoamericano de un pensamiento que abandonaba el rígido positivismo en decadencia para asumir nue­vas posturas idealistas, en consonancia con el criterio reflexivo europeo contemporáneo. Los seguidores en el archipiélago cubano acogen con beneplácito sus principios de estirpe latinopanamericanista y la vocación universal, su rechazo al utilitarismo. Ellos fueron, entre otros: Jesús Castellanos, Max Henríquez Ureña, José Sixto de Sola, Carlos de Velasco, Manuel Márquez Sterling y José Antonio Ramos. Segreo concentra la atención en las publicaciones de estos intelectuales cuya directriz de pensamiento humanista, salvo pocas diferencias, los conduce a un punto se­mejante: el de la virtud doméstica.

Otras obras del autor

Fuentes