La pesca en Caibarién antes de la Revolución.

La pesca en Caibarién antes de la Revolución.
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Pescadores antes 59.jpg
Fecha:1959-1964
Lugar:Caibarién
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba

La pesca en Caibarién antes de la Revolución. Historia Antes del Triunfo de la Revolución, en Caibarién existían unos 25 empresarios de pesca principales, que controlaban alrededor de 500 barcos de distintos tipos y unos 1000 pescadores. La mayor parte de estas embarcaciones tenían menos de 21 pies de eslora, eran propulsadas a vela y carecían de lo más elemental para asegurar la vida en el mar y brindar condiciones adecuadas de trabajo y descanso a los pescadores, por lo que tenían muy baja productividad y realizaban salidas diarias al mar. Otros podían permanecer en sus faenas durante meses, viviendo precariamente en la cayería, o regresar a puerto con sus capturas al cabo de unos pocos días. Solo 8 embarcaciones de mayor porte se dedicaban a la pesca con chinchorro y 3 realizaban la pesca en el alto, llegando a cruzar el Canal Viejo de Bahamas para pescar en aguas internacionales, cifra que podía llegar a un número mayor de embarcaciones durante la corrida de la cherna americana.

Tipos de capturas

Langosta

Alrededor de 300 barcos pequeños y algunos viveros se dedicaban, a tiempo completo o parcial, a la pesca de la langosta con chapingorro en sorribos y otros refugios naturales, con capturas promedio de unas 25 docenas por semana, aunque en períodos de recalos en el puerto se llegaban a recibir más de 2000 docenas de langosta en un día. Sólo tres barcos preparaban zonas de recaladero, con nasas similares a las empleadas actualmente.

Cangrejo Moro

A la pesca del cangrejo moro se dedicaban más de 100 pequeñas embarcaciones, que de conjunto desembarcaban unas 50 docenas de cangrejo al día.

Esponja

A la esponja se dedicaban unas 10 o 12 chalanas y cachuchas propulsadas a vela, con la característica de que los pescadores de esponja se mantenían hasta un año y medio sin regresar a puerto, arranchados en los cayos con sus familias, enviando a puerto cada 30 o 40 días unas 20 o 25 docenas de esponjas de alta calidad, en su mayoría hembras.

Escamas

A la captura de especies de escama se dedicaban unas 50 embarcaciones, incluyendo las que empleaban el chinchorro o pescaban en el alto especies valiosas, como la cherna y el pargo. Los barcos pequeños entregaban sus capturas al día y pescaban con paños de red, nasas de caña de castilla y cordeles. Los empresarios recibían solo especies de calidad y tallas adecuadas. La denominada morralla era recibida de forma excepcional, siempre que se tratara de especies de buen valor comercial y tallas aceptables.

Comercialización de las capturas

La langosta, el cangrejo moro y el pescado de calidad, eran embarcados diariamente hacia La Habana por los empresarios logrando un negocio muy lucrativo, especialmente con la langosta, que en cantidades importantes eran vendidas a tres empacadoras de mariscos en La Habana y Pinar del Río. La langosta se pagaba al pescador a razón de 1.20 a 1.40 pesos por docena y se vendía a las empacadoras, para ser exportadas a Estados Unidos, a razón de 4.00 pesos la libra de cola como promedio.

El cangrejo moro procedente de Caibarién tenía alta aceptación en la capital, donde los más importantes Restaurantes lo ofertaban como un plato muy especial, identificando su procedencia, dada la fama ganada por la calidad del cangrejo de Caibarién. Por esta razón y también por la gran abundancia del cangrejo de tierra, los caibarienenses son conocidos por el “patronímico” alternativo de “cangrejeros”. De igual manera sucedía con la langosta, a pesar de lo floreciente del mercado para el cangrejo de Caibarién, los pescadores que a diario lo extraían del mar recibían apenas unos centavos, mientras los empresarios se enriquecían.

En cuanto al pescado, la situación era aún más desequilibrada, recordándose casos en que los empresarios ofertaban solo 5 centavos por libra de cherna americana de la más alta calidad, sin considerar los riesgos a los cuales se exponían al salir a pescar con sus frágiles embarcaciones. Las familias de estos pescadores esperaban por el producto de este esfuerzo para alimentarse y sobrevivir.

Vida de los pescadores

La imagen de pescadores harapientos, analfabetos, hacinados en viviendas improvisadas con cualquier material, sin agua potable ni luz eléctrica, viendo morir a sus hijos sin atención médica, o forzados a renunciar a su inocencia infantil para acompañar a sus padres a ganar el sustento desde los 8 o 10 años de edad, constituye una de las mayores afrentas de un pasado injusto que no debe borrarse de la memoria histórica de los cubanos.

Fuente

  • Libro digital “La Pesca en Caibarién, Cincuenta Años de Historia”. Autor: Juan Antonio Varea Rivero.