Libro de las puertas

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El Libro de los Mártires
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Autor(es):John Fox
Categoría:Texto teológico
Idioma:español



El Libro de los Mártires recompensa por sus esfuerzos y conducta gentil fue escogido ́Fellowª del Magdalen College, lo que era considerado como un gran honor en la universidad, y que pocas veces era concedido: sÛlo en casos de gran distinciÛn. La primera exhibiciÛn de su genio fue en poesÌa, y compuso algunas comedias latinas, que a ̇n existen. Pero pronto dirigiÛ su atenciÛn a una cuestiÛn m·s seria, al estudio de las Sagradas Escrituras: y la verdad es que se aplicÛ a la teologÌa con m·s fervor que prudencia, y descubriÛ su parcialidad hacia la Reforma, que para entonces habÌa comenzado, antes que conociera a los que la apoyaban, o a los que le habÌan protegido. Y esta circunstancia vino a estar en el origen de sus primeros problemas. Se dice que afirmÛ en muchas ocasiones que lo primero que lo llevÛ a su examen de la doctrina papista fue que vio diversas cosas de lo m·s contradictorias entre sÌ impuestas sobre los hombres a la vez; por esta razÛn su resoluciÛn y af·n de obediencia a la Iglesia sufrieron una cierta sacudida, y gradualmente se estableciÛ un desagrado hacia el resto. Su primer cuidado fue investigar la historia antigua y la moderna de la Iglesia; determinar su origen y progreso; considerar las causas de todas aquellas controversias que habÌan surgido en el intervalo, y sopesar diligentemente sus efectos, solidez, debilidades, etc. Antes de llegar a los treinta aÒos habÌa estudiado los padres griegos y latinos, y otros eruditos autores, las transacciones de los Concilios y los decretos de los consistorios, y habÌa adquirido un conocimiento muy competente de la lengua hebrea. A estas actividades dedicaba frecuentemente una parte considerable de la noche, o incluso la noche entera; y a fin de relajar su mente despuÈs de un estudio tan incesante, acudÌa a una arboleda cercana al colegio, lugar muy frecuentado por los estudiantes al atardecer, debido a su recÛndita lobreguez. En estos paseos solitarios se le oÌa con frecuencia emitir profundos sollozos y suspiros, y con l·grimas derramar sus oraciones a Dios. Estos retiros nocturnos, posteriormente, dieron origen a las primeras sospechas de su alejamiento de la Iglesia de Roma. Apremiado a que diera una explicaciÛn de su conducta, rechazÛ inventar excusa alguna; expuso sus opiniones; asÌ, por sentencia del colegio, fue declarado convicto, condenado como hereje, y expulsado. Sus amigos, al conocer este hecho, se sintieron sumamente ofendidos, y le ofrecieron, cuando habÌa sido asÌ rechazado por los suyos, un refugio en casa de Sir Tliomas Lucy, de Warwickshim, adonde fue llamado como preceptor de sus hijos. La casa est· cerca de Stmtford-on-Avon, y fue este lugar el que, pocos aÒos despuÈs, fue la escena de las tradicionales expediciones de pesca clandestina del niÒo Shakespeare. Fox muriÛ cuando Shakespeare tenÌa tres aÒos.Posteriormente, Fox contrajo matrimonio en la casa de Sir Lucy. Pero el temor de los inquisidores papistas le hizo huir pronto de allÌ, por cuanto no se contentaban con castigar delitos p ̇blicos, sino que comenzaban tambiÈn a inmiscuirse en los secretos de familias privadas. ComenzÛ ahora a considerar quÈ debÌa hacer para librarse de mayores inconvenientes, y resolviÛ dirigirse a la casa de su suegro. El padre de su mujer era ciudadano de Coventry, y sus simpatÌas no estaban contra Èl, y era m·s que probable que se le pudiera persuadir, por causa de su hija. ResolviÛ primero ir a casa de Èl, y antes, mediante cartas, ver si su suegro le recibirÌa o no. AsÌ lo hizo, y como respuesta recibiÛ el siguiente mensaje: ́Que le parecÌa cosa dura aceptar en su casa a alguien que sabÌa que era culpable y que estaba condenado por un delito capital; y que tampoco ignoraba el riesgo en que incurrirÌa al aceptarlo; sin embargo, actuarÌa como pariente, y pasarÌa por alto su propio peligro. Si cambiaba de idea, podÌa acudir, bajo la condiciÛn de que estarÌa tanto tiempo como deseaba; pero si no podÌa persuadirse, que tenÌa que contentarse con una estancia m·s breve, y no poner en peligro ni a Èl ni a su madre.ªDescargado de http://www.LibrosElectronicosGratis.com/Descargado de http://www.LibrosElectronicosGratis.com/3 No se debÌa rechazar ninguna condiciÛn; adem·s, fue secretamente aconsejado por su suegra que acudiera, y que no temiera la severidad de su suegro, ́porque quiz· era necesario escribir como lo hacÌa, pero si se daba la ocasiÛn, compensarÌa sus palabras con sus acciones.ª De hecho, fue mejor recibido por ambos que lo que habÌa esperado.De esta manera se mantuvo oculto durante un cierto tiempo, y despuÈs emprendiÛ viaje a Londres, durante la ̇ltima parte del minado de Enrique VIII. Siendo desconocido en la capital, se encontrÛ con muchas estrecheces, e incluso quedÛ reducido al peligro de morir de hambre, si la Providencia no se hubiera interpuesto en su favor de la siguiente manera: Un dÌa, estando Fox sentado en la Iglesia de San Pablo, agotado tras largo ayuno, un extraÒo se sentÛ a su lado, y le saludÛ cortÈsmente, poniendo una suma de dinero en su mano, y exhort·ndole a que cobrara buen ·nimo. Al mismo tiempo le informÛ que al cabo de pocos dÌas se le abrirÌan nuevas perspectivas para su futuro mantenimiento. Nunca pudo saber quiÈn era este extraÒo, pero al cabo de tres dÌas recibiÛ una invitaciÛn de la Duquesa de Richmond para que se encargara de la educaciÛn de los hijos del Conde de Surrey, que estaba encarcelado en la Torre, junto con su padre, el Duque de Norfolk, por los celos y la ingratitud del rey. Los hijos asÌ confiados a sus cuidados fueron Thomas, que sucediÛ en el ducado; Henry, despuÈs Conde de Northampton; y Jane, que llegÛ a ser Condesa de Westmoreland. Y en el cumplimiento de estos deberes dio plena satisfacciÛn a la duquesa, la tÌa de los niÒos.Estos dÌas apacibles prosiguieron durante la ̇ltima parte del reinado de Enrique VIII y los cinco aÒos del reinado de Eduardo VI, hasta que MarÌa heredÛ la corona, la cual, poco despuÈs de su accesiÛn, dio todo el poder en manos de los papistas.Para este tiempo Fox, que estaba todavÌa bajo la protecciÛn de su noble pupilo, el duque, comenzÛ a suscitar la envidia y el odio de muchos, particularmente, del doctor Gardiner, que era entonces Obispo de Winchester, y que posteriormente llegÛ a ser su m·s acerbo enemigo.Fox se dio cuenta de esto, y viendo que comenzaba una terrible persecuciÛn, comenzÛ a pensar en abandonar el reino. Tan pronto como el duque conociÛ sus intenciones, tratÛ de persuadirle para que permaneciera allÌ, y sus argumentos fueron tan poderosos y dichos con tanta sinceridad, que abandonÛ el pensamiento de abandonar su asilo por ahora.En aquel tiempo el Obispo de Winchester tenÌa una gran amistad con el duque (habiendo sido por el patronazgo de su familia que habÌa negado a la dignidad de que entonces gozaba,) y frecuentemente lo visitaba para presentarle su servicio cuando pidiÛ varias veces poder ver a su antiguo tutor. Al principio el duque se negÛ a su peticiÛn, alegando en una ocasiÛn su ausencia, y otra vez indisposiciÛn. Al final sucediÛ que Fox, no sabiendo que el obispo estaba en la casa, entrÛ en la estancia en la que el duque y el obispo estaban conversando; pero, al ver al obispo, se retirÛ. Gardiner preguntÛ de quien se trataba, contest·ndole el duque que era ́su mÈdico, que era algo rudo, siendo reciÈn llegado de la universidadª. ́Me gustan mucho su cara y aspectoª, contestÛ el obispo, ́y cuando tenga ocasiÛn lo harÈ llamarª. El duque entendiÛ estas palabras como presagio de un peligro inminente, y considerÛ que era ya hora de que Fox abandonara la ciudad, e incluso el paÌs. AsÌ, hizo preparar todo lo necesario para su huida en secreto, enviando a uno de sus siervos a Ipswich para que alquilara una nave e hiciera todos los preparativos para la partida. TambiÈn arreglÛ la casa de uno de sus siervos, un granjero, para alojamiento hasta que el viento fuera favorable. Todo dispuesto, Fox se despidiÛ de su noble protector, y con su mujer, que estaba entonces embarazada, partiÛ en secreto hacia la nave.Apenas si se habÌan dado a la vela cuando sobrevino una tempestad violenta, que durÛ todo el dÌa y toda la noche, y que al dÌa siguiente los empujÛ de vuelta al mismo puerto del que habÌan partido. Durante el tiempo en que la nave habÌa estado en la mar, un oficial, enviado por Descargado de http://www.LibrosElectronicosGratis.com/Descargado de http://www.LibrosElectronicosGratis.com/4 el obispo de Winchester, habÌa irrumpido en la casa del granjero con una orden de arresto contra Fox allÌ donde se encontrara, para devolverlo a la ciudad. Al saber las noticias, alquilÛ un caballo, bajo la apariencia de partir de inmediato de la ciudad; pero volviÛ secretamente aquella misma noche, y acordÛ con el capit·n de la nave que zarpara rumbo a donde fuera tan pronto como el viento cambiara, sÛlo deseando que saliera, sin duda alguna de que Dios prosperarÌa su empresa. El marino aceptÛ, y al cabo de dos dÌas sus pasajeros bajaban a tierra, sanos y salvos,en Nieuport. DespuÈs de pasar unos pocos dÌas en aquel lugar, Fox emprendiÛ viaje a Basilea, donde encontrÛ un grupo de refugiados ingleses, que habÌan abandonado su paÌs para evitar la crueldad de los perseguidos, y se asociÛ con ellos y comenzÛ a escribir su ́Historia de los Actos y Monumentos de la Iglesiaª: que fue publicada primero en latÌn en Basilea en 1554, y en inglÈs en 1563. Durante aquel intervalo, la religiÛn reformada volviÛ a florecer en Inglaterra, y a decaer mucho la facciÛn papista tras la muerte de la Reina MarÌa. Esto indujo a la mayorÌa de los exiliados protestantes a volver a su paÌs natal.Entre otros, al acceder Elisabet al trono, tambiÈn volviÛ Fox. Al llegar, encontrÛ en su anterior pupilo, el Duque de Norfolk, a un fiel y activo amigo, hasta que la muerte le privÛ de su benefactor. DespuÈs de este acontecimiento, Fox heredÛ una pensiÛn que el duque le habÌa testado, y que fue ratificada por su hijo, el Conde de Suffolk. Y no se detuvo aquÌ el buen suceso del buen Fox. Al ser recomendado a la reina por su secretario de estado, el gran Cecil, su majestad lo nombrÛ canÛnigo de Shipton, en la catedral de Salisbury, lo cual fue en cierta manera obligado a aceptar, porque fue muy difÌcil convencerlo para que lo aceptara. Al volverse a instalar en Inglaterra, se dedicÛ a revisar y a ampliar su admirable Martirologio. Con un cuidado prodigioso y un estudio constante dio fin a su cÈlebre obra en once aÒos. Tratando de alcanzar una mayor correcciÛn, escribiÛ cada lÌnea de este extenso libro por sÌ mismo, y transcribiÛ por sÌ mi todos los registros y documentos. Pero, en consecuencia a un trabajo tan afano al no dejar parte de su tiempo libre de estudio, y al no permitirse ni el recreo ni el recito que la naturaleza demanda, su salud quedÛ tan reducida, y tan demacrado y alterado, que aquellos amigos y parientes suyos que sÛlo veÌan de tanto en tanto apenas si podÌan reconocerle. Pero, aunque cada dÌa agotaba m·s, prosiguiÛ con sus estudios con tanta diligencia como solÌa, que se le pudiera persuadir para que redujera el ritmo de sus trabajos. Los papistas, previendo lo perjudicial que serÌa para la causa de ellos aquella historia de sus errores y crueldades, recurrieron a todos los ardides para rebajar reputaciÛn de su obra; pero su malicia dio un seÒalado servicio' tanto para mismo Fox como para la Iglesia de Dios en general, por cuanto hizo que libro fuera m·s intrÌnsecamente valioso, al inducirle a sopesar, con la m escrupulosa atenciÛn, la certidumbre de los hechos que registraba, y la validez de las autoridades de las que conseguÌa su informaciÛn.Pero en tanto que estaba asÌ infatigablemente dedicado a impulsar la causa de la verdad, no descuidÛ por ello los otros deberes de su posiciÛn; era caritativo, compasivo y solÌcito ante las necesidades, tanto espirituales como temporal de sus prÛjimos. Con vistas a ser ̇til de manera m·s extensa, aunque no tenÌa deseos de cultivar la amistad de los ricos y de los grandes en su propio favor, no declinÛ la amistad de los que se la ofrecÌan desde las m·s altas posiciones y nunca dejÛ de emplear su influencia entre ellos en favor de los pobres necesitados. Como consecuencia de su probidad y caridad bien conocidas, fueron frecuentemente entregadas sumas de dinero por parte de personas ricas, dinero que aceptaba y distribuÌa entre los que padecÌan Descargado de http://www.LibrosElectronicosGratis.com/Descargado de http://www.LibrosElectronicosGratis.com/5 necesidades. TambiÈn acudÌa ocasionalmente a la mesa de sus amigos, no tanto en busca de placer como por cortesÌa, y para convencerles de que su ausencia no estaba ocasionada por temor a exponerse a las tentaciones del apetito. En resumen: su car·cter como hombre y como cristiano era irreprochable. Aunque los recientes recuerdos de las persecuciones bajo MarÌa la Sangrienta aÒadieron amargura a su pluma, es de destacar que Èl era personalmente m·s conciliador de los hombres, y que aunque rechazaba de corazÛn a la Iglesia de Roma en la que habÌa nacido, fue uno de los primeros en intentar la concordia de los hermanos protestantes. De hecho, fue un verdadero apÛstol de la tolerancia.Cuando la peste azotÛ Inglaterra en 1563, y muchos abandonaron sus deberes, Fox permaneciÛ en su puesto, ayudando a los desvalidos y actuando con limosnero de los ricos. Se dijo de Èl que jam·s pudo rechazar ayudar a nadie que se lo pidiera en nombre de Cristo. Tolerante y con un gran corazÛn, ejerciÛ su influencia cerca de la Reina Elisabet para confirmarla en su intenciÛn de mantener la cruel pr·ctica de dar muerte a los que mantuvieran convicciones religiosas opuestas. La mina le tenÌa gran respeto, y se referÌa a Èl como ́Nuestro Padre Foxeª.Fox tuvo gozo en los frutos de su obra mientras vivÌa a ̇n. Su libro vio cuatro grandes ediciones antes de su muerte, y los obispos dieron orden de que f puesto en cada iglesia catedral en Inglaterra, donde a menudo se encontraba encadenado, como la misma Biblia en aquellos tiempos, a un atril, al que tenÌa acceso el pueblo.Al final, habiendo dado largo servicio tanto a la Iglesia como al mundo mediante su ministerio, por medio de su pluma, y por el brillo impecable de una vida benevolente, ̇til y santa, entregÛ humildemente su alma a Cristo, dieciocho de abril de 1587, a los setenta aÒos de edad. Fue sepultado el presbiterio de St. Giles, en Cripplegate, parroquia en la que habÌa sido vicaio por cierto tiempo, al comienzo del reinado de Elisabet. *** CAPÕTULO 1 Historia De Los M·rtires Cristianos. Hasta La Primera PersecuciÛn General Bajo NerÛnCristo nuestro Salvador, en el Evangelio de San Mateo, oyendo la confesiÛn de SimÛn Pedro, el cual, antes que todos los dem·s, reconociÛ abiertamente que ...l era el Hijo de Dios, y percibiendo la mano providencial de Su Padre en ello, lo llamÛ (aludiendo a su nombre) una roca, roca sobre la cual El edificarÌa Su Iglesia con tal fuerza que las puertas del infierno no prevalecerÌan contra ella. Y con estas palabras se deben observar tres cosas: Primero, que Cristo tendrÌa una iglesia en este mundo. Segundo, que la misma Iglesia sufrirÌa una intensa oposiciÛn, no sÛlo por parte del mundo, sino tambiÈn con todas las fuerzas y poder del infierno entero. Y en tercer lugar que esta misma Iglesia, a pesar de todo el poder y maldad del diablo, se mantendrÌa.Esta profecÌa de Cristo la vemos verificada de manera maravillosa, por cuanto todo el curso de la Iglesia hasta el dÌa de hoy no parece m·s que un cumplimiento de esta profecÌa. Primero, el hecho de que Cristo ha establecido una Iglesia no necesita demostraciÛn. Segundo, °con quÈ fuerza se han opuesto contra la Iglesia prÌncipes, reyes, monarcas, gobernadores y Descargado de http://www.LibrosElectronicosGratis.com/Descargado de http://www.LibrosElectronicosGratis.com/6 autoridades de este mundo! Y, en tercer lugar, °cÛmo la Iglesia, a pesar de todo, ha soportado y retenido lo suyo! Es maravilloso observar quÈ tormentas y tempestades ha vencido. Y para una m·s evidente exposiciÛn de esto he preparado esta historia, con el fin, primero, de que las maravillosas obras de Dios en Su Iglesia redunden para Su gloria; y tambiÈn para que al exponerse la continuaciÛn e historia de la Iglesia, pueda redundar ello en mayor conocimiento y experiencia para provecho del lector y para la edificaciÛn de la fe cristiana.Como no es nuestro propÛsito entrar en la historia de nuestro Salvador, ni antes ni despuÈs de Su crucifixiÛn, sÛlo ser· necesario recordar a nuestros lectores el desbarate de los judÌos por Su posterior resurrecciÛn. Aunque un apÛstol le habÌa traicionado; aunque otro le habÌa negado, bajo la solemne sanciÛn de un juramento, y aunque el resto le habÌa abandonado, excepto si exceptuamos aquel ́discÌpulo que era conocido del sumo sacerdoteª, la historia de Su resurrecciÛn dio una nueva direcciÛn a todos sus corazones, y, despuÈs de la misiÛn del EspÌritu Santo, impartiÛ una nueva confianza a sus mentes. Los poderes de los que fueron investidos les dieron confianza para proclamar Su nombre, para confusiÛn de los gobernantes judÌos, y para asombro de los prosÈlitos gentiles.I. San Esteban San Esteban fue el siguiente en padecer. Su muerte fue ocasionada por la fidelidad con la que predicÛ el Evangelio a los entregadores y matadores de Cristo. Fueron excitados ellos a tal grado de furia, que lo echaron fuera de la ciudad, apedre·ndolo hasta matarlo. La Època en que sufriÛ se supone generalmente como la pascua posterior a la de la crucifixiÛn de nuestro SeÒor, y en la Època de Su ascensiÛn, en la siguiente primavera.A continuaciÛn se suscitÛ una gran persecuciÛn contra todos los que profesaban la creencia en Cristo como MesÌas, o como profeta. San Lucas nos dice de inmediato que ́en aquel dÌa se hizo una grande persecuciÛn en la iglesia que estaba en JerusalÈnª, y que ́todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apÛstolesª.Alrededor de dos mil cristianos, incluyendo Nicanor, uno de los siete di·conos, padecieron el martirio durante ́la tribulaciÛn que sobrevino en tiempo de Estebanª.II. Jacobo el Mayor El siguiente m·rtir que encontramos en el relato seg ̇n San Lucas, en la Historia de los Hechos de los ApÛstoles, es Jacobo hijo de Zebedeo, hermano mayor de Juan y pariente de nuestro SeÒor, porque su madre SalomÈ era prima hermana de la Virgen MarÌa. No fue hasta diez aÒos despuÈs de la muerte de Esteban que tuvo lugar este segundo martirio. OcurriÛ que tan pronto como Herodes Agripa fue designado gobernador de Judea que, con el propÛsito de congraciarse con los judÌos, suscitÛ una intensa persecuciÛn contra los cristianos, decidiendo dar un golpe eficaz, y lanz·ndose contra sus dirigentes. No se deberÌa pasar por alto el relato que da un eminente escritor primitivo, Clemente de AlejandrÌa. Nos dice que cuando Jacobo estaba siendo conducido al lugar de su martirio, su acusador fue llevado al arrepentimiento, cayendo a sus pies para pedirle perdÛn, profes·ndose cristiano, y decidiendo que Jacobo no iba a recibir en solitario la corona del martirio. Por ello, ambos fueron decapitados juntos. AsÌ recibiÛ resuelto y bien dispuesto el primer m·rtir apostÛlico aquella copa, que Èl le habÌa dicho a nuestro Salvador que estaba dispuesto a beber. TimÛn y Parmenas sufrieron el martirio alrededor del mismo tiempo; el primero en Filipos, y el segundo en Macedonia. Estos acontecimientos tuvieron lugar el 44 d.C. III. Felipe Descargado de http://www.LibrosElectronicosGratis.com/Descargado de http://www.LibrosElectronicosGratis.com/7 NaciÛ en Betsaida de Galilea, y fue llamado primero por el nombre de ́discÌpuloª. TrabajÛ diligentemente en Asia Superior, y sufriÛ el martirio en HeliÛpolis, en Frigia. Fue azotado, echado en la c·rcel, y despuÈs crucificado, en el 54 d.C.IV. Mateo Su profesiÛn era recaudador de impuestos, y habÌa nacido en Nazaret. EscribiÛ su evangelio en hebreo, que fue despuÈs traducido al griego por Jacobo el Menor. Los escenarios de sus labores fueron Partia y EtiopÌa, paÌs en el que sufriÛ el martirio, siendo muerto con una alabarda en la ciudad de Nadaba en el aÒo 60 d.C.V. Jacobo el Menor Algunos suponen que se trataba del hermano de nuestro SeÒor por una anterior mujer de JosÈ. Esto es muy dudoso, y concuerda demasiado con la supersticiÛn catÛlica de que MarÌa jam·s nunca tuvo otros hijos m·s que nuestro Salvador. Fue escogido para supervisar las iglesias de JerusalÈn, y fue autor de la EpÌstola adscrita a Jacobo, o Santiago, en el canon sagrado. A la edad de noventa y nueve aÒos fue golpeado y apedreado por los judÌos, y finalmente le abrieron el cr·neo con un garrote de batanero.VI. MatÌas De Èl se sabe menos que de la mayorÌa de los discÌpulos; fue escogido para llenar la vacante dejada por Judas. Fue apedreado en JerusalÈn y luego decapitado.VII. AndrÈs Hermano de Pedro, predicÛ el evangelio a muchas naciones de Asia; pero al llegar a Edesa fue prendido y crucificado en una cruz cuyos extremos fueron fijados transversalmente en el suelo. De ahÌ el origen del tÈrmino de Cruz de San AndrÈs.VIII. San Marcos NaciÛ de padres judÌos de la tribu de LevÌ. Se supone que fue convertido al cristianismo por Pedro, a quien sirviÛ como amanuense, y bajo cuyo cuidado escribiÛ su Evangelio en griego. Marcos fue arrastrado y despedazado por el populacho de AlejandrÌa, en la gran solemnidad de su Ìdolo Serapis, acabando su vida en sus implacables manos.IX. Pedro Entre muchos otros santos, el bienaventurado apÛstol Pedro fue condenado a muerte y crucificado, como algunos escriben, en Roma; aunque otros, y no sin buenas razones, tienen sus dudas acerca de ello. Hegesipo dice que NerÛn buscÛ razones contra Pedro para darle muerte; y que cuando el pueblo se dio cuenta, le rogaron insistentemente a Pedro que huyera de la ciudad. Pedro, ante la insistencia de ellos, quedÛ finalmente persuadido y se dispuso a huir. Pero, llegando a la puerta, vio al SeÒor Cristo acudiendo a Èl, a quien, ador·ndole, le dijo: ́SeÒor, øa dÛnde vas?ª A lo que Èl respondiÛ: ́A ser de nuevo crucificadoª. Con esto, Pedro, d·ndose cuenta de que se referÌa a su propio sufrimiento, volviÛ a la ciudad. JerÛnimo dice que fue crucificado cabeza abajo, con los pies arriba, por peticiÛn propia, porque era, dijo, indigno de ser crucificado de la misma forma y manera que el SeÒor.X. Pablo. Descargado de http://www.LibrosElectronicosGratis.com/Descargado de http://www.LibrosElectronicosGratis.com/8 TambiÈn el apÛstol Pablo, que antes se llamaba Saulo, tras su enorme trabajo y obra indescriptible para promover el Evangelio de Cristo, sufriÛ tambiÈn bajo esta primera persecuciÛn bajo NerÛn. Dice AbdÌas que cuando se dispuso su ejecuciÛn, que NerÛn enviÛ a dos de sus caballeros, Ferega y Partemio, para que le dieran la noticia de que iba a ser muerto. Al llegar a Pablo, que estaba instruyendo al pueblo, le pidieron que orara por ellos, para que ellos creyeran. ...l les dijo que poco despuÈs ellos creerÌan y serÌan bautizados delante de su sepulcro. Hecho esto, los soldados llegaron y lo sacaron de la ciudad al lugar de las ejecuciones, donde, despuÈs de haber orado, dio su cuello a la espada.XI. Judas Hermano de Jacobo, era com ̇nmente llamado Tadeo. Fue crucificado en Edesa el 72 d.C. XII. BartolomÈ PredicÛ en varios paÌses, y habiendo traducido el Evangelio de Mateo lenguaje de la India, lo propagÛ en aquel paÌs. Finalmente fue cruelmente azotado y luego crucificado por los agitados idÛlatras.XIII. Tom·s Llamado Didimo, predicÛ el Evangelio en Partia y la India, donde, provocar a los sacerdotes paganos a ira, fue martirizado, atravesado con lanza. XIV. Lucas El evangelista, fue autor del Evangelio que lleva su nombre. ViajÛ con por varios paÌses, y se supone que fue colgado de un olivo por los idol·tricos sacerdotes de Grecia.XV. SimÛn De sobrenombre Zelota, predicÛ el Evangelio en Mauritania, Africa, incluso en Gran BretaÒa, paÌs en el que fue crucificado en el 74 d.C.XVI. Juan El ́discÌpulo amadoª era hermano de Jacobo el Mayor. Las iglesias Esmirna, PÈrgamo, Sardis, Filadelfia, Laodicea y Tiatira fueron fundadas Èl. Fue enviado de ...feso a Roma, donde se afirma que fue echado en un calde de aceite hirviendo. EscapÛ milagrosamente, sin daÒo alguno. Domiciano desterrÛ posteriormente a la isla de Patmos, donde escribiÛ el Libro Apocalipsis. Nerva, el sucesor de Domiciano, lo liberÛ. Fue el ̇nico apÛstol que escapÛ una muerte violenta.XVII. BernabÈEra de Chipre, pero de ascendencia judÌa. Se supone que su muerte tu lugar alrededor del 73 d.C. Y a pesar de todas estas continuas persecuciones y terribles castigos, Iglesia crecÌa diariamente, profundamente arraigada en la doctrina de apÛstoles y de los varones apostÛlicos, y regada abundantemente con la s de los santos. *** CAPÕTULO II Las Diez Primeras Persecuciones Descargado de http://www.LibrosElectronicosGratis.com/Descargado de http://www.LibrosElectronicosGratis.com/9 La primera persecuciÛn de la Iglesia tuvo lugar en el aÒo 67, bajo NerÛn, el sexto emperador de Roma. Este monarca reinÛ por el espacio de cinco aÒos de una manera tolerable, pero luego dio rienda suelta al mayor desenfreno y a las m·s atroces barbaridades. Entre otros caprichos diabÛlicos, ordenÛ que la ciudad de Roma fuera incendiada, orden que fue cumplida por sus oficiales, guardas y siervos. Mientras la ciudad imperial estaba en llamas, subiÛ a la torre de Mecenas, tocando la lira y cantando el c·ntico del incendio de Troya, declarando abiertamente que ́deseaba la ruina de todas las cosas antes de su muerteª. Adem·s del gran edificio del Circo, muchos otros palacios y casas quedaron destruidos; varios miles de personas perecieron en las llamas, o se ahogaron en el humo, o quedaron sepultados bajo las ruinas. Este terrible incendio durÛ nueve aÒos. Cuando NerÛn descubriÛ que, su conducta era intensamente censurada, y que era objeto de un profundo odio, decidiÛ inculpar a los cristianos, a la vez para excusarse para aprovechar la oportunidad para llenar su mirada con nuevas crueldades. Esta fue la causa de la primera persecuciÛn; y las brutalidades cometidas contra los cristianos fueron tales que incluso movieron a los mismos romanos a compasiÛn. NerÛn incluso refinÛ sus crueldades e inventÛ todo tipo de castigos contra los cristianos que pudiera inventar la m·s infernal imaginaciÛn. En particular, hizo que algunos fueran cosidos en pieles de animales silvestres, antoj·ndolos a los perros hasta que expiraran; a otros los vistiÛ de camisas atiesadas con cera, at·ndolos a postes, y los encendiÛ en sus jardines, para iluminarlos. Esta persecuciÛn fue general por todo el Imperio Romano; pero m·s bien aumentÛ que disminuyÛ el espÌritu del cristianismo. Fue durante esta persecuciÛn que fueron martirizados San Pablo y San Pedro.A sus nombres se pueden aÒadir Erasto, tesorero de Corinto; Aristarco, el macedonio, y TrÛfimo, de ...feso, convertido por San Pablo y su colaborador, asÌ como JosÈs, com ̇nmente llamado Barsab·s, y AnanÌas, obispo de Damasco; cada uno de los Setenta.La Segunda persecuciÛn, bajo Domiciano, el 81 d.C El emperador Domiciano, de natural inclinado a la crueldad, dio muerte primero a su hermano, y luego suscitÛ la segunda persecuciÛn contra los cristianos. En su furor dio muerte a algunos senadores romanos, a algunos por malicia, y a otros para confiscar sus fincas. Luego mandÛ que todos los pertenecientes al linaje de David fueran ejecutados.Entre los numerosos m·rtires que sufrieron durante esta persecuciÛn estaban SimeÛn, obispo de JerusalÈn, que fue crucificado, y San Juan, que fue hervido en aceite, y luego desterrado a Patmos. Flavia, hija de un senador romano, fue asimismo desterrada al Ponto; y se dictÛ una ley diciendo: ́Que ning ̇n cristiano, una vez traÌdo ante un tribunal, quede exento de castigo sin que renuncie a su religiÛnª.Durante este reinado se redactaron varias historias inventadas, con el fin de daÒar a los cristianos. Tal era el apasionamiento de los paganos que si cualquier hambre, epidemia o terremotos asolaban cualquiera de las provincias romanas, se achacaba a los cristianos. Estas persecuciones contra los cristianos aumentaron el n ̇mero de informadores, y muchos, movidos por la codicia, testificaron en falso contra las vidas de los inocentes. Otra dificultad fue que cuando cualquier cristiano era llevado ante los tribunales, se les sometÌa a un juramento de prueba, y si rehusaban tomarlo, se les sentenciaba a muerte, mientras que si se confesaban cristianos, la sentencia era la misma.

Fuentes